La desconocida historia de Mr. Escobinsontt, el primer maquinista chileno
La desconocida historia de Mr. Escobinsontt, el primer maquinista chileno Manuel J. Escobar buscaba llamar la atención sobre la desprotección y desigualdad que entonces vivían los trabajadores del ferrocarril, al punto de cambiar su nombre para "competir" con los operadores extranjeros. L a calle de siete cuadras en Estación Central se llama Maquinista Escobar y allí todos saben a quién pertenece este nombre, pero nadie ha podido reconstruir su historia. Manuel J.
Escobar es una especie de mito entre la comunidad de trabajadores del ferrocarril chileno, como corrobora Eduardo Cabello, nacido en el barrio de San Eugenio, en una familia de ferroviarios. "Escobar fue el primer maquinista chileno en tiempos en que esos operadores eran ingleses y estadounidenses, los únicos que sabían maniobrar esta tecnología en la época de los trenes a vapor. Entró a trabajar en 1857, posiblemente a los 17 años, en la tornamesa de San Bernardo, y luego fue ascendido. Él abrió el espacio para que otros chilenos fueran maquinistas", señala Cabello, editor de Endemia, que ha publicado tres libros de pequeño formato acerca del patrimonio ferroviario. El más reciente es "Memorias de Manuel J. Escobar" ($7.000), encontrado en un empaste de varios folletines en la Biblioteca Nacional.
Ahora es parte de la colección "aurinegra", que ya tiene los libros "Vidas férreas" (2022), con el testimonio de nueve antiguos maquinistas de EFE, algunos de hasta 95 años de edad, y "Restos silentes" (2023), que recupera imágenes de los sistemas ferroviarios de la Región Metropolitana. Todos los libros son amarillos y negros, pues aparecen como los colores asociados al ferrocarril.
Se dice que ello proviene de un antiguo modelo de locomotora pintada así o de las banderillas de señalización de las vías. "Escobar escribió estas memorias breves para llamar la atención de parlamentarios y políticos, sobre la situación que vivían los trabajadores. Él pedía una pensión de gracia para poder retirarse", dice Cabello. "Estaba aquejado de una inflamación debido a la exposición a las calderas. Decía que las piernas se le ponían como las de un elefante", agrega.
En su relato, escrito con pluma ágil y buenísima memoria, Escobar también alerta de la desigualdad laboral de los chilenos frente a los privilegiados operadores extranjeros: "Los maquinistas extranjeros ganaban $125 mensuales, y nosotros nada más que $60.
Un día me presenté al señor José Miguel Ureta a reclamar de tamaña injusticia, y me contestó que había varias razones para ello, sin darme ninguna convincente". Exasperado, y como acción de protesta, Escobar cambió su nombre al de Mr.
Escobinsontt: "Por medio de esta estratagema, al mes siguiente me aumentaban $15 más de sueldo". "Eso es bien ridículo, pero de alguna manera sus jefes estaban reconociendo que el reclamo era justo", dice Cabello. "Y los maquinistas chilenos solían ser saboteados por los ingleses y estadounidenses. Sufrían accidentes, descarrilamientos, fallas en los frenos, explosiones de caldera. Una vez Escobar escuchó ruidos extraños y pidió que revisaran bajo su mirada la máquina, que tenía todo tipo de fierros puestos por alguien como sabotaje", agrega. Escobar no recibió ninguna pensión. Siguió trabajando en EFE al menos hasta 1909. Y luego se le pierde la pista. La desconocida historia de Mr. Escobinsontt, el primer maquinista chileno LIBRO RECUPERA SUS MEMORIAS DE 1899: IÑIGO DÍAZ ENDEMIA EDICIONES Mr. Escobinsontt era en realidad el maquinista Escobar, que cambió su apellido a uno más "británico" para protestar contra las desigualdades. BIBLIOTECA NACIONAL.