Autor: JAIME DEL VALLE
DEL PELIGRO ALA PAZ: la historia detrás del Tratado entre Chile y Argentina
DEL PELIGRO ALA PAZ: la historia detrás del Tratado entre Chile y Argentina 40 AÑOS DEL TRATADO DE PAZ Y AMISTAD CON ARGENTINAD 11La tensión se veía enlos rostros de los cancilleres Cubillos y Pastor, al inicio de la mediación. Los cancilleres Caputo yDel Valle, felices junto al cardenal Casaroli, en enero de 1984. OIRUCREMLEA 40 AÑOS DEL TPA:Cuatro décadas atrás, un grupo de diplomáticos, abogados y expertos chilenos cerraron un acuerdo que previno una tragedia. Antes, en pleno 1978, con la guerra acechando la Zona Austral, el gobierno militar decidió poner en manos de Juan Pablo II la mediación del conflicto. Lo que pudo terminar siendo una batalla bélica de conscuencias irreparables, concluyó en una declaración de amistad y en un consenso político quetiene efectos hasta hoy. BALTAZAR SILVA29 de noviembre de 1984. Sala Regia, cerca de la Capilla Sixtina, en el centro del Vaticano. Los ministros de Relaciones Exteriores de Chile y Argentina, Jaime del Valle y Dante Caputo, dan por cerrado un largo período de incertidumbre al firmar un Tratado de Paz y Amistad entre ambas naciones. El acto es solemne y las autoridades se limitan a sonreír ante las cámaras, mientras sujetan el bolígrafo en sus manos. Sin embargo, el alivio se hace notar. La guerra se evitó, en buena parte, por una gestión paciente y laboriosa. 40 años han transcurrido desde aquel entonces. Pero la historia, bien se sabe, comenzó antes. La zona austral llevaba décadas siendo una zona de conflicto entre los países vecinos. Y Chile, convencido de que las islas Picton, Nueva y Lennox, eran parte de su territorio, acudió al arbitrio de Gran Bretaña. Argentina, en cambio, no solo sostenía lo opuesto, sino que además no reconocía en el árbitro elegido una legitimidad que permitiese dar por cerrada la problemática.
Después de diez años de espera, el 2 de mayo de 1977, su Majestad Británica, la Reina Isabel II, hizo público un Laudo en el que otorgaba la razón a nuestro país, en lo que se refiere al Canal de Beagle y su curso hacia el Oriente, así como en la propiedad de las islas. Las reacciones en las calles y en los medios de comunicación eran de “triunfo”. Se había prevenido una tormenta. O eso parecía. Sin embargo, Argentina no tomó la resolución de la misma manera y se mantuvo firme en su tesis. Así las cosas, en mayo de 1978, días después de una reunión entre Augusto Pinochet y su homólogo, Jorge Rafael Videla, el canciller trasandino, Óscar Montes, declaró “Insanablemente Nulo” el Laudo. Lo que se consideraba una resolución “inapelable”, pasaba a ser letra muerta.
Entre las razones que motivaron al gobierno argentino a su decisión, destaca la débil posición de Chile en el contexto internacional, su crisis económica, la proximidad del centenario de la Guerra del Pacífico hito que advertía una posible invasión peruana por Tarapacá y la evidente inferioridad de nuestras Fuerzas Armadas. buques de combates, eran parte del movimiento de fuerzas en la disputada Zona Austral.
En el Vaticano, en tanto, el Papa Juan Pablo II seguía con atención la escalada conflictiva entre dos naciones “hermanas”. El 25 de diciembre de ese mismo año, en medio de los festejos de Navidad, el Cardenal Samoré aterrizaba en Buenos Aires con el objetivo de unir dos posiciones irreconciliables y dar paso a una mediación pacífica a cargo de Su Santidad. Luego, a inicios de enero, condujo a los ministros de Relaciones Exteriores de Chile y Argentina, Hernán Cubillos y Carlos Washington Pastor, a la ciudad de Montevideo. Específicamente al Palacio de Taranco, lugar donde se firmarían las actas en las que ambos países se comprometían a no recurrir a la violencia y a las armas. Hasta el acuerdo de Montevideo se seguía respirando un clima de tensión extrema. Bien lo muestra el exdirector de “El Mercurio”, Cristián Zegers, en un discurso hecho en la Liga Marítima, el 21 de marzo de 2019.
“El 10 de noviembre, una patrulla cruzó la frontera en el hito 16 y se internó en territorio chileno, disparando sobre nuestros efectivos que, con disciplina ejemplar, y en cumplimiento de órdenes precisas de evitar provocaciones, no repelieron la agresión. Felizmente no hubo bajas”, constata. En ese entonces, señala, Argentina reunía 15 mil soldados en Río Gallegos y casi 60 mil en la frontera. Números, que si no hubiera sido por un temporal que paralizó el despliegue horas antes de la aceptación mediadora, habrían sido suficiente para iniciar la guerra. El Gobierno de Jorge Videla no solo movilizó a sus tropas, sino que también a la opinión pública. Distintos medios de circulación nacional aludían a un inminente bombardeo a la capital, a un traslado de ataúdes y a muchos otros elementos que tenían como único objetivo sembrar el pánico colectivo. Zegers, en el mismo discurso antes mencionado, recuerda las palabras del expresidente argentino, Carlos Menem, quien durante esos días permanecía encerrado en condición de preso político. “Había un ambiente bélico total Solo se hablaba de simulacros, apagones y de tropas en la cordillera Si el Papa no interviene, la guerra era inevitable”, decía.
Era Juan Pablo II el único actor de reconocida estatura moral a ojos de ambos actores. 1978, “EL AÑO QUE VIVIMOS EN PELIGRO”1979-1983: ÉPOCA DE DIÁLOGO Y VIOLENCIAPor esos momentos la preocupación ciudadana era extrema y el estado civil era de “pre-guerra”. Las actitudes bélicas subían como espuma. Despliegues militares, cierres de fronteras, concentración de tropas y envío deLos años que siguieron estuvieron divididos entre una conversación persistente y la amenaza viva de un conflicto a fuerza mayor. La diplomacia chilena, no obstante, no se relajó y el jefe de su delegación, Ernesto Videla(1938-2013), realizó sesenta viajes a Roma, muchos de ellos por solo dos días. La estrategia de la mediación, en tanto, se caracterizó por acelerar a ratos las negociaciones y de desactivarlas después durante largos periodos. El Cardenal Samoré entendió desde el primer momento que, para que la mediación tuviera éxito, se necesitaba comprender el interés superior de cada uno de los actores involucrados.
Mientras para Chile era su soberanía sobre las islas australes, para Argentina era que dicho dominio territorial no se exten-“No es un Tratado para el pasado, al que habrá de recurrirse en futuras emergencias, sino que se trata de un acuerdo vivo entre dos naciones”. diese hacia el Atlántico Sur.
“Como magistralmente definió lo que es una mediación, es un proceso en que al término no hay vencedores ni vencidos, las partes se estrechan la mano y entienden que hay valores comunes que benefician a ambos lados. En otras palabras, una paz justa”, comenta Francisco Orrego Vicuña, miembro de la delegación negociadora, en entrevista con “El Mercurio” en 2014. La delegación chilena mantuvo un ambiente de armonía y a sus líderes encabezando la estrategia durante todos esos años. Distinto fue el caso de su contracara, donde en pocos años hubo seis presidentes, más de diez comandantes en Jefe del Ejército y cinco ministros de Relaciones Exteriores. En paralelo al esfuerzo diplomático, incidentes violentos continuaron haciendo eco en la frontera. Así lo rememora un extracto del libro “La desconocida historia de la mediación papal”, de Ernesto Videla. “1981 no fue un año fácil.
Sin dar parte al mando político, el ejército argentino detuvo a una supuesta red de espionaje chileno: cuatro funcionarios del Instituto Geográfico Militar que hacían levantamiento en la zona de Laguna del desierto”. Chile respondió con la detención de otros dos espías trasandinos, a los que poco después liberó, siendo imitado por Argentina. Solo ese año, la delegación conducida por Videla reportó 261 violaciones a la soberanía nacional. Las hostilidades siguieron en 1982, mientras el conflicto de Las Malvinas/Falklands aparecía en el lente del vecino. Óscar Camilión (1930-2016), ministro de Relaciones Exteriores de aquel entonces, anunció el Plan Ro-sario, el cual incluía reivindicar las islas disputadas con Gran Bretaña, para luego hacer lo propio con Chile.
Es más, fue desde el balcón de la Casa Rosada, ante una multitud ensordecedora, que el canciller aseguró que recuperaría “toda la zona sur de influencia”. El desarrollo desastroso para Argentina del conflicto cambió los ánimos. Así lo comenta el excanciller Dante Caputo en una entrevista con “El Mercurio” en 2014. “No fue una guerra inmensa, pero fue vivida fuertemente por los argentinos. La desilusión, los soldados muertos, el hundimiento del Belgrano y el rechazo. La paz dejó de ser una noción abstracta. Entonces, cuando se reclama la paz después de todo esto, tiene una cuestión que la vuelve tangible, perceptible a los sentidos. La paz tiene forma, color y temperatura”, asegura. “HUMO BLANCO”: LA PAZ ES UNA REALIDAD23 de enero de 1984. Un año había transcurrido desde la muerte del Cardenal Samoré, hombre clave en el proceso a la vista de cada uno de los protagonistas de la trama. Eran las 10.00 de la mañana cuando el canciller chileno, Jaime del Valle, llegó al patio de San Dámaso y avanzó hacia uno de los salones de la Secretaría de Estado. A los pocos minutos hace su ingreso el Cardenal Agostino Casaroli. Horas después el acuerdo era inminente y el comunicado llegó a la prensa.
Con la declaración de Paz y Amistad zanjada, recién en octubre se hizo entrega a los jefes de ambas delegaciones, Ernesto Videla (Chile) y Marcelo Delpech (Argentina), el documento que contenía la solución para el Diferendo Austral. La reunión se sostuvo en la Casina de Pío IV, un sitio donde los negociadores pasaron la mayor parte de su tiempo mientras duró la mediación. La suerte estaba echada. Luego, en noviembre, la Sala Regia fue testigo de la firma del Tratado de Paz y Amistad, que después de años de tensión evitó una confrontación bélica de graves e irreparables consecuencias. Jaime del Valle, firmante en representación de Chile, así calificó el momento, según recoge la revista Humanitas en abril de 2010.
“El Tratado de Paz y Amistad, si bien logró la superación de un conflicto, no es un Tratado para el pasado, al que habrá de recurrirse en futuras emergencias, cuando existan dudas de hecho, sino que se trata de un acuerdo vivo entre dos naciones”. El Papa Juan Pablo II, en tanto, el 2 mayo de 1985, día en que se ratificó el acuerdo, dio las gracias a Dios “porque la realidad de hoy compensa con creces los temores de entonces”, recordando los inicios. Después, en marzo de 1987, desde Montevideo, añadió: “Prevaleció la fuerza de la razón, sobre las razones de la fuerza”. La paz era un hecho.
Y gracias a eso, hoy lo continúa siendo. nDel laudo a la ratificación del tratado: los grandes hitos antes de la paz definitiva entre Chile y Argentina....................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................2 de mayo de 19852 de mayo de 197729 de noviembre de 198412 de diciembre de 197825 de enero de 19788 de enero de 1979. DOMINGO 24 DE NOVIEMBRE DE 2024 ly LIA UI a laudo, que otorga la razón a nuestro país en lo que se refiere al canal del Beagle. La corte arbitral, por votación unánime, dictaminó que las islas Navarino, Picton, Nueva y Lennox pertenecen a la República de Chile.
La decisión es de carácter "inapelable". IA LA IA LAS después de una reunión en la ciudad de Mendoza, entre Augusto Pinochet y el mandatario argentino Jorge Rafael Videla, el canciller trasandino Óscar Montes anunció su negativa al fallo arbitral. Con el anuncio, comienza una época de tensión e incertidumbre, que pone a ambos países en un estado civil de "preguerra”. Q REO TOO aprobándola.
Diez días después, el 22 de diciembre, Su Santidad Juan Pablo TT envió a su representante especial, el cardenal Samoré, a la ciudad de Buenos Aires, tras recibir alertas desde Estados Unidos y de las Iglesias de ambas naciones, de una inminente guerra si no intervenía y facilitaba una vía de negociación. ST ES AY Hernán Cubillos y Carlos Washington Pastor, firman las Actas de Montevideo, Uruguay, dándose como resultado una Declaración de Amistad entre ambos países. Allí se acuerda no usar la fuerza, volver a las prácticas militares de 1977 y abstenerse de medidas que perturben la armonía. UL y MY A AI A ALI y Dante Caputo, firman el Tratado de Paz y Amistad entre ambas repúblicas, poniendo fin a un conflicto de más de seis años. La ceremonia tuvo lugar en la Sala Regia, al lado de la Capilla Sixtina, en el corazón de la Santa Sede. AL US ID IL de ratificación del tratado antes firmado, ante la presencia de Su Santidad Juan Pablo 11, también en el Vaticano.