Autor: POR Nicolás Lazo Jerez. FOTOS: Sergio Alfonso López.
Constanza del Río "Fui parte de un tráfico de menores, y ese un golpe fuerte"
Constanza del Río "Fui parte de un tráfico de menores, y ese un golpe fuerte" PRESIDENTA DE "NOS BUSCAMOS": Constanza del Río "Fui parte de un tráfico de menores, y ese es un golpe fuerte" CON UNA DÉCADA AL FRENTE DE LA ONG QUE REÚNE A FAMILIAS AFECTADAS POR ADOPCIONES IRREGULARES, DEL RÍO REPASA SU PROPIA HISTORIA COMO VÍCTIMA DE ESE FENÓMENO Y DESAFÍA AL ESTADO DE CHILE A QUE RECONOZCA LOS CASOS COMO UNA VULNERACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS: "ESTO NO ES UNA LEYENDA URBANA". POR Nicolás Lazo Jerez.
FOTOS: Sergio Alfonso López.. Constanza del Río "Fui parte de un tráfico de menores, y ese un golpe fuerte" 1. e. r. 1 -. -r 1I. :. 0 ;:d 1.1J. 4. & 1. rO. -A -. :. i1c. 1. 4 1 re-. * :.. Constanza del Río "Fui parte de un tráfico de menores, y ese un golpe fuerte" U na mujer alta y morena entra a una cafetería. Otra mujer, rubia y un poco más baja, la observa con interés desde la mesa del local en la que espera a la recién llegada. Ambas están a punto de conversar en persona por primera vez en sus vidas. Es 2014, el año en que la mujer rubia comienza a sostener incontables reuniones parecidas a esta con el propósito de ayudar a personas como la que va a conocer ahora. Aunque por el momento carece de pruebas concluyentes, la mujer alta y morena tiene la sospecha fundada de que hay algo importante que no le ha sido revelado por su núcleo familiar. La mujer rubia se llama Constanza del Río y acaba de fundar la ONG "Nos buscamos", un grupo de voluntarios que propicia el reencuentro de familias separadas como consecuencia de una adopción irregular.
La protagonista del primer caso de la ONG, quien ha pedido la reserva de su identidad, poco después descubrirá que la familia con la que creció la había robado a su madre biológica, tras aceptar cuidarla de niña y luego escabullirse con ella.
Constanza del Río, en tanto, un par de años antes se enteró de que su historia personal también escondía una situación anómala: al cumplir 39 años, sus padres le confesaron que la adoptaron de forma irregular.
En ese momento, ni siquiera sabía que no era hija sanguínea del matrimonio. --Es como que te quiten el piso, como que te dejen volando en el vacío --dice una tarde en el departamento de Providencia donde opera "Nos buscamos"--. Lo único que entendí de esa conversación fue que había sido una adopción "distinta". Hoy, a los 51 años y con una década al frente de la organización, Del Río y su equipo --10 personas en Chile e igual número en el extranjero-han logrado más de 500 reencuentros.
La mayoría de las historias corresponde a niños que, durante las décadas del 70 y el 80, habrían sido quitados mediante manipulación psicológica, o bien derechamente robados y dados por muertos, a mujeres vulnerables del centro y sur del país. También los hay que fueron entregados por las familias biológicas a un médico o a un sacerdote por miedo al escarnio ante un embarazo premarital. La PDI cifra en decenas de miles los casos posibles a contar de la segunda mitad del siglo pasado.
Según investigaciones periodísticas, los responsables habrían conformado redes de tráfico de menores que, con frecuencia, cobraban altas sumas de dinero al enviar a los niños a padres adoptivos de Estados Unidos, Italia, Perú y Suecia, entre otros países. --No había solamente un médico o un sacerdote o una monja o una asistente social entregando a niños en adopción de forma irregular --sostiene Del Río--. Aquí había, hoy podemos decirlo, mafias o asociaciones ilícitas. Era igual que en el tráfico de drogas: "trabajaban" en cierto barrio y no se metían con los de al lado.
Lo más duro para ella, admite, fue darse cuenta de que su vida está entrelazada, sin desearlo, con una actividad de esa naturaleza. --Fui parte de un tráfico de menores, y ese es un golpe fuerte. Más fuerte que enterarse de que mis papás me habían mentido. Saberme parte de un gran número de personas involucradas en esto fue como sentir que era un objeto. Que mis derechos nunca fueron tomados en cuenta. Hoy, Del Río reconoce que "Nos buscamos" está en una encrucijada: arriesga caer pronto en la insolvencia, razón por la cual está convocando a donantes. A esa dificultad se suma el recelo generalizado hacia las organizaciones ciudadanas con motivo del caso Convenios. --Si estábamos mal, nos remataron a patadas en el suelo.
Hoy, La ONG que fundó Constanza Del Río ha conseguido más de 500 reencuentros familiares.. Constanza del Río "Fui parte de un tráfico de menores, y ese un golpe fuerte" menos gente quiere entregar dinero a las fundaciones. De hecho, por eso somos una ONG. Pese a lo anterior, insistirá en su esfuerzo sin importar cuántas puertas deba tocar. El Presidente no nos ha recibido. Nos han recibido 20 cartas. Que sí, que nos van a recibir, que ahora sí. Hasta hoy, nada. ¿La razón? Habría que preguntarle al Presidente. Estamos medio solos, pero vamos a seguir luchando y trabajando hasta que lo logremos, porque esto se consigue por cansancio. Constanza del Río cuenta que su infancia y su adolescencia adolescencia fueron felices. Que sus padres adoptivos la apoyaron en todas sus aficiones (“Tuve la suerte de que fueran como mis cheerleaders”) cheerleaders”) y que ambos le proveyeron una vida confortable. Tuve la suerte de acceder a herramientas que las mamás a las que les quitaron sus guaguas no tuvieron. Por eso, esto es como devolver la mano. A los 18 años, la sombra de una duda atravesó su mente: las diferencias que mantenía con su familia la hicieron sospechar que era adoptada. -. Sentía que no cuadraba bien. Mis primos son súper parecidos entre ellos y yo soy la única distinta. Políticamente, son de un lado, y yo, del contrario. Soy bien deportista, y mis papás no jugaban ni ping-pong. Había cosas muy divergentes que me llevaron a pensar que era adoptada. Pero esa idea salió de mi cabeza. Me estaba _.. j.. pasando demasiados rollos. Estudió Arquitectura, se tituló como diseñadora y, a lo largo de los años siguientes, llevó una vida profesional exitosa, con cargos gerenciales en el área de la producción y el márketing de numerosas numerosas empresas. Hasta que supo la verdad sobre su origen: Me dio angustia, porque hubo mucha mentira alrededor. Toda mi familia sabía que yo era adoptada. Mis tíos y mis primos, hasta los más chicos. Mis dos mejores amigas se enteraron y guardaron el secreto. Y yo, con 39 años, no sabía. Tuve mucha rabia de que me mintieran y mucha angustia al preguntar: “c. Dónde están (mis padres biológicos)? ¿ Qué fue lo que pasó? ¿ Cómo voy a llegar a ellos?”. Después de 10 años, en la ONG sabemos que eso no es un capricho. No es que al adoptado le dé por decir: “Necesito saber qué pasó”. Tener una identidad y una historia personales son uno de los derechos de los niños. En agosto de 2015, un año y medio después de fundar la ONG, Del Río se enteró de quién era su madre biológica. Lo consiguió gracias a la plataforma genealógica MyHeritage, que ofrece test de ADN internacionales. Entonces, descubrió que sus padres estaban más cerca de lo que pensaba: habían sido dos jóvenes de la clase alta santiaguina que entregaron a su hija al exdiputado y ginecólogo ginecólogo Gustavo Monckeberg. Estuve expuesta a las mismas condiciones que si me hubiese quedado en la casa de mis padres biológicos reconoce Del Río, que también dio con el paradero de su padre, quien murió en 2015. Pero precisa: El hecho de que haya voluntariedad de la madre no quita que sea tráfico. A veces, las personas se confunden. Dicen: “Ella quería entregar a su hijo”. Pero lo hizo en forma ilegal. Sigo siendo traficada. Si pregunto mi condición al Registro Civil, me dirán: “Usted no es adoptada”. Sintió la necesidad de confrontar a sus padres biológiSoy biológiSoy humana y pasé por todas las fases del luto. Es un proceso que no me va a abandonar. Tan marcador, que dedico mi vida a trabajar, sin un sueldo, para encontrar a familias separadas por el tráfico infantil. Tuve rabia con mi madre biológica, que me volvió a rechazar. Pidió tiempo y nunca más la vi. No tengo contacto con mi familia materna. Aun así, afirma, entiende las circunstancias por las que pasó su madre. Fue encerrada en un convento de monjas para esconder la guata. Fue encarcelada por sus propios padres. Si me pongo desde ahí, no puedo seguir enojada con ella. Uno empatiza, entiende y, de a poco, procesa. ¿Me da pena que no tengamos una relación? Obvio. Odio el Día de la Madre con todo mi ser. Lo sacaría del calendario. Así de fuerte. En 2019, tras ahorrar durante un tiempo, Constanza del Río empezó a dedicarse exclusivamente a la gestión de la ONG. Esto significó “un antes y un después” en su vida. Ese mismo año, publicó “Nos buscamos. Una historia sobre adopción y tráfico de niños en Chile” (Planeta), donde relata la búsqueda de su identidad y reconstruye el contexto que permitió casos como el suyo.
Cuando “el Estado ha tratado con displicencia a los niños abandonados, que incluso mueren en sus centros del Sename, esto viene a completar un cuadro demasiado antiguo, demasiado demasiado penoso, donde todos, de una u otra forma, somos responsables”, se lee en el volumen.
Del Río asegura que, a diferencia de lo que ocurrió en Argentina, donde los agentes de la dictadura secuestraron a hijos de ejecutados políticos, el incentivo de los traficantes civiles en Chile era, a menudo, menudo, el beneficio económico.
A inicios de los 90, el Convenio Convenio de La Haya sobre la Protección del Niño y la Cooperación en materia de Adopción Internacional, así como el alineamiento de criterios por parte del recién reinaugurado Congreso Congreso chileno, impusieron límites a esta situación.
En marzo pasado, el juez Jaime Balmaceda, entonces a cargo de la causa, dijo en una entrevista al diario El País que no había podido podido establecer la comisión de delitos, y que mentir a alguien sobre la muerte de un hijo podía considerarse un hecho “moralmente reprochable”. Ello motivó que la Corte Suprema, a solicitud de la fundación Hijos y Madres del Silencio, lo reemplazara por el ministro ministro Guillermo de la Barra. Para Del Río, “falta que el Estado entienda que esto tiene que ver con los derechos humanos”. También También denuncia que respaldar estas búsquedas no parece una prioridad prioridad para las autoridades. A lo mejor, todavía hay ideas preconcebidas, como: “Están afuera. Están mejor”. Pero son madres a las que les quitaron sus hijos, e hijos, hoy adultos, que buscan sus orígenes. No hablamos de plata. Hablamos de que el Estado reconozca esto como una vulneración de los derechos humanos. Que esto existe. Que no es una leyenda urbana. Queremos un reconocimiento formal. De ahí, solitas, aparecerán las políticas públicas. Si estábamos mal, nos remataron a patadas en el suelo. Hoy menos gente quiere entregar dinero a las fundaciones. De hecho, por eso somos una ONG”, dice sobre el impacto del caso Convenios. cos?.