Los valores, habitos y actitudes, no se forman en los colegios; es responsabilidad de los padres
Los valores, habitos y actitudes, no se forman en los colegios; es responsabilidad de los padres Gastón Godoy O. Profesor En tiempos de profundos cambios sociales, tecnológicos y culturales, la educación enfrenta desafíos cada vez más complejos. Sin embargo, hay una verdad que sigue siendo esencial: la escuela no puede ni debe ser la única responsable de la formación integral de los niños y adolescentes. La labor docente necesita el respaldo firme de las familias, especialmente en lo que respecta a la enseñanza de valores, límites y actitudes fundamentales para la vida en sociedad. La familia y el colegio, son dos entes fundamentales en la vida de un niño(a), ambos deben trabajar en conjunto para lograr un desarrollo integral y exitoso. La participación de la familia en la vida escolar es crucial, no solo para el desempeño académico, sino también para la formación social y emocional de los estudiantes. Hoy en día, muchas veces se espera que el colegio supla todos los aspectos de la educación, desde lo académico hasta lo emocional y ético. Esa formación comienza en casa. Cuando los padres se involucran activamente en la crianza, cuando inculcan respeto, responsabilidad y empatía desde los primeros años, están construyendo una base sólida sobre la cual los docentes pueden continuar su trabajo.
Por eso, hoy más que nunca, es momento de reflexionar: ¿ Estamos criando a nuestros hijos para ser parte activa y respetuosa de una comunidad? o ¿ estamos dejando que todo recaiga en manos de las escuelas? Familias.
Vivimos en una época donde se habla cada vez más de la “generación de cristal”, un término que puede sonar despectivo, pero que en realidad nos invita a reflexionar con profundidad sobre lo que estamos sembrando como sociedad.
Muchos jóvenes hoy parecen emocionalmente frágiles, intolerantes a la frustración, incapaces de enfrentar el fracaso o aceptar una corrección. ¿Pero acaso esta fragilidad es culpa de ellos? ¿ O es el reflejo de una crianza permisiva, carente de límites y exigencias reales? Hoy especialistas plantean que, en Chile “el 20% de los niños tiene TDAH”, pero aclaran que es probable que “este número sea mayor, ya que es un trastorno poco diagnosticado”. Es crucial entonces que en los colegios se pueda identificar y evaluar adecuadamente a los alumnos con TDAH y/o alguna otra patología para determinar si necesitan adaptaciones o apoyo educativo específico, implementando estrategias y adaptaciones curriculares en el aula a fin de facilitar el aprendizaje de los estudiantes con diagnósticos, como el uso de materiales visuales, la organización de tareas, la modificación del horario escolar y el uso de estrategias de manejo de la conducta. Hasta aquí llega nuestra responsabilidad. Las normas, reglas de disciplina, respeto hacia sus compañeros, docentes, buenos hábitos en la convivencia, siguen siendo responsabilidad del hogar.
La raíz de este fenómeno, no está en la tecnología ni en las escuelas; está en los hogares, está en padres y madres que, con buenas intenciones, pero malas decisiones, han confundido el amor con la sobreprotección, la libertad con el desinterés, y el respeto con el miedo a decir “no”. Hoy vemos niños que gobiernan sus casas, adolescentes que no toleran el esfuerzo, y jóvenes que exigen derechos sin asumir responsabilidades. ¿Cómo pretendemos entonces que mañana sean adultos responsables, resilientes y comprometidos con la sociedad? Debemos dejar de mirar hacia afuera buscando culpables y empezar a mirar hacia adentro, a nuestros hogares. No podemos seguir delegando en las escuelas lo que solo la familia puede formar: carácter, límites, respeto, empatía, humildad. No se trata de volver al autoritarismo, sino de asumir con amor y firmeza el rol de guías. Porque si no educamos en casa, la vida se encargará de hacerlo pero a un costo mucho más alto. La educación no puede seguir siendo una carga que se deja en manos de los profesores mientras en casa se desentienden de lo esencial. Formar a un ser humano requiere coherencia entre lo que se enseña en el aula y lo que se vive en el hogar. No se trata de señalar culpables, sino de asumir compromisos. Porque educar es una tarea compartida, y si queremos un futuro mejor, debemos construirlo juntos desde hoy.. OPINIÓN