Maravillas y fabulaciones: el mito que definió a Chile durante la Colonia
Maravillas y fabulaciones: el mito que definió a Chile durante la Colonia dos: a La Araucana, de Alonso de Ercilla, que tiene una vocación mítica, pero sobre todo a textos con voluntad de informe documental como las crónicas de Alonso de Góngora Marmolejo, Jerónimo de Vivar, Pedro Mariño de Lobera, Francisco Núñez de Pineda, Alonso González de Nájera, Diego de Rosales y, por cierto, Alonso de Ovalle. A ellos se suman cartas y textos oficiales escritos directamente para la Corona Española y, muchas veces, la veracidad de los datos queda comprometida por la necesidad de respuesta y ayuda.
De fondo hay una conquista hostil y, especialmente, una guerra con los indígenas plagada de problemas y violencia. --Como dice en el libro, muchos textos, partiendo por los de Pedro de Valdivia, exageran las bondades de Chile. ¿Es posible que involuntariamente el mito sea también fruto de un modo de ficción? --No sé si realmente hay ficción, pero sí hay mucha desesperación por atraer la atención. Me gustaría recalcar que en muchos casos la situación en que estos textos se escriben, dada la estructura imperial donde se está remitiendo permanentemente información hacia España, buscando una solución por parte de la Corona. Todo se lleva a cabo a través de papeles que viajan hacia España. Y se tienen que resolver cuestiones concretas. Eso también es una manera de llamar la atención de la autoridad, que va a ser la que finalmente va a tomar la decisión.
Porque las decisiones no se toman en Chile: los fondos, las tropas, vienen de España. --Hay un revés declarado de ese mito que es que Chile es un espacio que hay que trabajar y no es especialmente dócil. Y también está la esclavitud de los indígenas. --El mito tiene como correlato el trabajo. Y trabajo es el trabajo del esclavo. Y la esclavitud es el motor de la guerra. La esclavitud indígena es bien increíble. --No es algo que se aborde mucho. --Esa es la caja negra. La historia de la esclavitud indígena es muy sucia, es la raíz del resentimiento chileno.
Hay un momento en el siglo XVII, descrito por el padre Diego Rosales, en qu durante la guerra de Arauco la trata de indígenas está desatada: indígenas vendiendo a indígenas, españoles traficando, gobernadores metidos en el negocio. Los mismos jesuitas toleran la esclavitud, no pueden hacer nada para contenerla. Cuando Jorge Juan y Antonio de Ulloa (siglo XVIII), los primeros exploradores científicos en Chile, describen el comercio en la zona de Concepción, dicen que se venden ponchos, productos locales y gente. Y eso lo saben todos. No hay cómo ponerle freno. --Más allá del tema de la esclavitud, ¿este mito tiene víctimas? ¿ Chile sufre esta mitificación? --Acá en Chile no creo. Pero hay víctimas. El mito lo sufre la gente que veía de afuera, que venía con el entusiasmo de encontrar un territorio maravilloso. Hay víctimas en la burbuja del Mar del Sur; ahí se creyó mucho tiempo y con bastante entusiasmo en una riqueza que no había. Cuando en Londres se empieza a armar un negocio especulativo sobre el Reyno de Chile, como base de una nueva colonización comercial, en el siglo XVIII, hubo víctimas.
Hubo víctimas después, en la burbuja de 1820, también en Inglaterra, que estaba ligada a las minas americanas, en las cuales Chile tuvo harto que decir, porque mucha de la especulación de la existencia de esa riqueza y esas minas en la región provenía de relatos muy antiguos. Los mismos relatos de Alonso de Ovalle alentaron a esos mineros que vinieron a Chile, y también Argentina y Perú. Llegaron para decepcionarse, pues aunque había minas, había que trabajarlas y no eran tan ricas como decían.
Hubo inversión, llegó capital que se perdió y se formaron sociedades de inversión en Inglaterra que colapsaron. --Su libro llega hasta el inicio del siglo XIX, con algunas, pero pocas, menciones posteriores. ¿Qué pasó con el mito? --Parte de lo que a mí me gustaba de este mito es que desapareció. Termina cuando Chile se abre, después de la Independencia. Empieza a llegar gente y el mito, inevitablemente, se acaba. La lógica del mito es que mientras el territorio está aislado, prolifera, desde el punto de vista europeo. Pero cuando Chile se independiza y se abre al mundo, se cae. A los locales ya no les quedó más que resignarse a lo que había. Desaparece todo, menos el relato climático.
Las bondades del clima permanecen bastante en el siglo XIX, sobre todo por ideas médicas. --La idea de la "excepcionalidad chilena", ¿está ligada con el mito que usted investiga? --Creo que no tiene nada que ver. Ese mito existe, pero se activa por otros mecanismos. Tiene una lógica republicana que pertenece al siglo XIX, lo trabaja Alfredo Jocelyn-Holt, y viene de los argentinos refugiados en Chile, como Sarmiento, que ven la estabilidad institucional local, una república que está en funcionamiento. Es el mito que otorga la estabilidad de la Constitución de Portales de 1833. Dura hasta 1891, luego se reestructura, entra en un ciclo submarino y vuelve a aparecer en el siglo XX, en los sesenta. Y vuelve de tanto en tanto. En octubre de 2019 volvió: Chile era el país que despertaba. Esa es la excepcionalidad. Un poco antes, Piñera invocó esa excepcionalidad al hablar del oasis, lo que resultó fatal. En el estallido volvió: somos la cuna y la tumba del neoliberalismo. Acá muere, véanlo morir. También vuelve cuando se recuerda que Pinochet entrega el mando democráticamente. Ese mito, que no tiene que ver con este, ha probado ser bastante duro de matar. Podría haber conexiones con el aislamiento chileno. La condición de Chile como un territorio insular dentro del continente es la precondición de muchas de estas historias y construcciones míticas. I nagotable. Infinita. La riqueza de Sudamérica era inmensa. Y no había mejor lugar para la extracción de oro y plata que el Reyno de Chile. Especialmente en la zona de Valdivia, que no estaba del todo controlada por la corona española. Eso llegó a decir Daniel Defoe en 1711: "Es particularmente adecuada para una colonia inglesa", escribió en una propuesta para expandir el comercio británico y sentar una base en nuestro país.
Todavía faltaba para que escribiera su obra más célebre, Robinson Crusoe, pero ya escribía textos que no carecían de fabulaciones: el escritor fue parte de la serie de asesores de la Compañía del Mar de Sur, una organización comercial inglesa de inicios del siglo XVIII para comerciar con América del Sur, y en ese rol describió los beneficios del territorio chileno casi como si este fuera el paraíso. No lo sabía, pero era parte de una tradición de siglos que exaltó el mito de Chile en la Colonia.
La Compañía del Mar del Sur fue parte de una serie de burbujas comerciales británicas que, entre finales del siglo XVII e inicios del siglo XVIII, se desinflaron: fueron iniciativas de muchas inversiones que, finalmente, no dieron los frutos esperados. O peor, dejaron solo pérdidas.
Cuando en 1720 se reventó la burbuja del Mar del Sur, entre los análisis del caso surgió la idea de que Defoe, y otros más, exaltaron la riqueza de Chile sin suficiente base y así las inversiones crecieron desmedidamente.
Aunque su vida estuvo llena de altos y bajos, en la biografía de Defoe no se cuenta un viaje al país. ¿De dónde surgió su idea sobre el Reyno de Chile? El historiador Marcelo Somarriva, doctor en Historia por el University College de Londres y académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, no solo se hizo esa pregunta, sino que trató de responderla. Y siguiendo el hilo de las lecturas del escritor llegó a una particular: Histórica relación del Reyno de Chile, del sacerdote jesuita Alonso de Ovalle, publicada en 1646.
No es que Defoe haya leído a Alonso de Ovalle, sino que leyó otros libros que lo tomaron como fuente para hablar del Chile colonial y así se fue armando un entramado de referencias que construyeron una idea de nuestro territorio que muchas veces no se correspondía con la realidad. Y esa es la huella que Somarriva sigue. No solo a ella se sumó Defoe, sino que decenas de autores, escribas e historiadores, que contribuyeron y repitieron una versión mítica: un país de abundancias, clima privilegiado y lleno de oro.
Fueron autores españoles o criollos, con acceso concreto a nuestro territorio, pero también extranjeros que se asomaron pese a la prohibición española. "Agarré el hilo y quise llegar hasta el final", cuenta Somarriva, que pasó años recogiendo esas versiones hasta escribir su propio relato sobre ese mito. "La mayor parte de esta información, sin embargo, no era ni es cierta, porque Chile no es ni ha sido nunca un paraíso terrenal.
Estas representaciones elogiosas y exageradas forman parte de un imaginario que denomino `el mito del Reyno de Chile', una proyección escrita que se dio durante los casi tres siglos que duró la época colonial; manteniendo algunas variaciones desde las cartas enviadas por Pedro de Valdivia hasta los escritos del período de la Independencia", anota Somarriva en el prólogo de El mito del Reyno de Chile, que acaba de publicar editorial Taurus. De un poco más de 600 páginas, es un ensayo histórico sobrepoblado de fuentes en que el autor documenta al detalle cartas, libros, informes y relaciones.
Y así también puede ser leído como una investigación literaria, pese a que lo fascinante del asunto es que en cada frase que revisa latía una voluntad informativa o utilitaria, jamás una explícitamente literaria o de ficción. "Es un libro sobre textos. Una historia sobre textos. El texto como acontecimiento.
Y ahí está la construcción del imaginario de Chile como mito", dice Somarriva. "Una opción era el camino del anticuario: un museo de citas extravagantes sobre Chile, y en eso hay cierta tradición historiográfica chilena y latinoamericana. Otra opción era desmentir el mito; probar que es mentira. Pero tampoco me interesaba, porque significaba prescindir de un montón de cosas que me gustaban. Finalmente, decidí dejarlo todo tal cual y ver cómo funcionaban esas versiones. Pensar el mito como un artefacto. No cambia mucho, solo se va poniendo en movimiento por distintas motivaciones y agendas", explica. El subtítulo del libro enmarca el período que cubre: "Maravillas, fantasías y ficciones.
De la Fundación de Santiago a la Aurora de Chile". Es decir, desde la llegada de Diego de Almagro a nuestro territorio, en 1536, hasta la fundación del primer periódico chileno, a manos de Fray Camilo Henríquez, en 1812.
Según cuenta Somarriva, llegó al tema por los relatos de los viajeros ingleses, previos a las empresas en las que trabajó Daniel Defoe; como el que UNA HISTORIA SOBRE TEXTOS Crónicas, cartas e informes Maravillas y fabulaciones: el mito que definió a Chile durante la Colonia ROBERTO CAREAGA C.
EL MITO DEL REYNO DE CHILE Marcelo Somarriva Taurus, 652 páginas, $30.000 ENSAYO Marcelo Somarriva presentará "Historia del Reyno de Chile" el jueves 12 de junio a las 19 horas en Fundación Cultural de Providencia junto a Cecilia García Huidobro y Mauricio Gallardo. FELIPE BÁEZ `` Es un libro sobre textos. Una historia sobre textos. El texto como acontecimiento. Y ahí está la construcción del imaginario de Chile como mito"`` La historia de la esclavitud indígena es muy sucia, es la raíz del resentimiento chileno. Esa es la caja negra". `` Parte de lo que a mí me gustaba de este mito es que desapareció. Termina cuando Chile se abre, después de la Independencia.
Empieza a llegar gente y el mito, inevitablemente, se acaba". El historiador Marcelo Somarriva publica "El mito del Reyno de Chile", una detallada investigación sobre el imaginario que se construyó de nuestro país a través de cartas, informes, crónicas e historias que, desde Pedro de Valdivia hasta escritores ingleses, insistieron en una exageración: que era un territorio privilegiado donde abundaba el oro. "Cuando el país se abre con la Independencia, el mito desapareció", cuenta. realizó Francis Drake en el siglo XVI. Ahí empezó a proliferar por el mundo el relato sobre los beneficios sobre Chile. "Uno va para atrás, y todo se inicia con ese dilema entre Diego Almagro y Pedro de Valdivia", sostiene. En la disputa entre ambos conquistadores empieza a aparecer un relato: más al sur de Perú, hay un territorio donde incluso hay más oro que en el Cusco. Como documenta Somarriva, uno de los orígenes rastreables del mito de Chile está en las cartas que envía Pedro de Valdivia a España.
Cita prácticamente todas las disponibles, pero quizás la más simbólica es la que le envió a Carlos V en 1545, pues un extracto está grabado en un monumento de Alberto Ried y Samuel Román ubicado en el cerro Santa Lucía: "Esta tierra es tal que para vivir en ella y perpetuarse, no hay mejor en el mundo, dígolo, porque es muy llana. Sanísima de mucho contento.
Tiene cuatro meses de invierno, no más, que en ellos hace cuarto la luna, que llueve un día o dos, todos los demás hacen tan lindos soles, que no hay para qué llegarse al fuego", escribió De Valdivia, aunque Somarriva precisa que esas misivas posiblemente tuvieron más de un autor, incluso un comité. Después de las cartas de Pedro Valdivia, los textos se reproducen en variados escritos y libros, y Somarriva les sigue la pista a to.