Autor: Alfredo López J Fotos: Álbum familiar García-Huidobro
El escultor enamorado de Dios
El escultor enamorado de Dios Vicente Huidobro. Por Alfredo López J. Fotos: Álbum familiar García-Huidobro Cuando Cuando Vicente Huidobro llegó de regreso a Chile, cansado y enfermo después de ser corresponsal corresponsal en la Segunda Guerra Mundial, se refugió en su casa de Cartagena. A no más de 20 kilómetros, su hermano menor, Domingo García-Huidobro (18991974), había convertido la casa patronal del Fundo de Llolleo, antigua propiedad familiar, en un epicentro escultórico de enormes dimensiones.
Un lugar que le permitía esculpir piedra, bronce y madera para obras de grandes volúmenes y que hoy son parte del imaginario urbano, como la Virgen del Portal Fernández-Concha, en la Plaza de Armas de Santiago; el Cristo del Maipo frente a la desembocadura del río, y el San Pedro de la Caleta Pacheco Altamirano que cada mañana da la bienvenida bienvenida a los pescadores que llegan desde el mar. En ese momento, la carrera literaria de Vicente llegaba a sus últimos días, mientras que la producción de Domingo crecía sin límites, de manera anónima y silenciosa. A la hora del final, Vicente pide que su hermano lo visite en su lecho de muerte y le pronuncia sus últimas palabras.
Dos polos opuestos y que, sin embargo, siempre estuvieron estuvieron unidos por la herencia creadora legada por su madre María Luisa Fernández, una de las primeras escritoras feministas de Chile, y que firmaba sus artículos bajo el nombre de Monna Lisa.
Ella fue quien, a través de la literatura, la música y las tertulias en su casa, marcó un carácter culto e inquieto en sus hijos y que, en el caso de Vicente, se transformó en transgresión y rebeldía.
El poeta de las formas Mientras Vicente sostenía bajo la bandera del Creacionismo Creacionismo que cada poeta era un pequeño dios, Domingo ocupaba mazos y cinceles como si se tratara de un acto de absoluta devoción católica.
Cuando el poeta proclamaba en París que la poesía debía ser una herramienta de transformación transformación política y social, el escultor estaba empeñado en prolongar en el espacio público los pasajes de la vida de Jesús y María. Fti 1L Entre ambos hermanos estaba bien establecido que, cada uno, defendía sus pasiones desde veredas diferentes.
Vicente, con los años, bautizó a su hermano hermano menor como “el Poeta de las Formas”. Un título que hoy cobra fuerza gracias a la muestra del mismo nombre que se exhibe hasta el 24 de junio a un costado de la Parroquia de Santo Domingo, y donde se podrán conocer cuarenta piezas en bronce, madera y piedra, además de pinturas y dibujos, en las que aparece esa huella irrenunciable por el amor al oficio. Todo para mostrar al mundo las maravillas de un entorno que el escultor hizo propio.
Creyente absoluto, recreó la Piedad de María y Jesús, trajo de regreso la espiritualidad de San Francisco y le regaló una imagen de un Cristo agónico a su amigo, el padre Alberto Hurtado, para que lo instalara en los jardines del Hogar de Cristo. Con la misma vehemencia, esculpió más de una vez a su mentor, el Premio Nacional de Arte, Juan Francisco González. También descifró en la piedra la genialidad de Beethoven, su ídolo musical; además de desplegar escenas más latinoamericanistas como las domaduras de caballos en La Araucanía, o el rostro curtido de los trabajadores del campo.
PERSONAJE_ A casi medio siglo de su muerte, por primera vez se exhiben cuarenta piezas que hablan de la mirada mística, casi medieval, de Domingo García-Huidobro, el hermano prácticamente desconocido del poeta Domingo García-Huidobro en su taller en elfundode Llolleo. a caída del señor El escultor enamorado de Dios. - __ Con prudencia y respeto Asentado la mayor parte de su vida en la Hacienda de Llolleo, desde donde además se hizo cargo de los negocios agrícolas de la familia (entre ellos, la Viña Santa Rita), el escultor volcó su tiempo a la producción de piezas de gran prolijidad, aunque muy alejado de la escena de vanguardia de los años 3Oy 40. Una decisión a conciencia que, finalmente, hizo que su obra fuera quedando relegada por su escasa difusión.
Gabriela García-Huidobro, nieta del escultor, relata: “Durante su vida, mi abuelo creó múltiples obras de arte y en su modestia profunda nunca apreció su genio, desconocía el valor de su mensaje y muy pocas veces accedió a exponer sus obras.
De hecho, esta es su segunda exposición, exposición, y en la primera (después de que el historiador del arte Víctor Carvacho lo convenciera a regañadientes), ni siquiera participó en la elección de las esculturas”. Se casó a los 21 años con Raquel González Balmaceda e inmediatamente inmediatamente emprendió la administración de los negocios familiares en Llolleo y sus alrededores, donde además ejecutó grandes obras como la plantación de bosques para detener las dunas, sembradíos, ganadería y la creación de una lechería. Al mismo tiempo, desplegó cuarteles llenos de rosas y claveles que eran su predilección. Muy lejos de la fama de su hermano Vicente, tuvo una vida discreta y modesta. Siempre conciliando conciliando su trabajo en el campo con labores filantrópicas que lo llevaron a dirigir el hospital de San Antonio, y a ocuparse de la formación de escuelas, cooperativas y centros deportivos. Ya con seis hijos, la tarea se multiplicaba y tuvo que dividir sus actividades entre Santiago y sus tierras cerca de la costa. Cuando el peso de los años le impidió seguir trabajando, tomó el mazo con el que había desbastado sus esculturas y talló sobre él un ángel, poniendo un punto final a su tarea. Su nieta Gabriela, concluye: “Con modestia sincera pasó por esta orilla, distante por prudencia y respeto hacia los demás. Siempre presente en la necesidad de cada uno, anónimo y medieval”. 1 Vía Crucis en Llolleo. San Pedro, en la caleta Pacheco-Altamirano de San Antonio. 6a Estación (cuando Verónica limpia el rostro de Jesús), emplazada en el Cerro Mirador. El Cristo del Maipo, en el Cerro Mirador de Llolleo. El escultor enamorado de Dios.