La "permisología" de los chicos
La "permisología" de los chicos Una comida c o n p e q u e ñ o s empresarios es u n a e x c e l e n t e oportunidad para abrir los ojos y oídos. Adelantándome a la tradicional pregunta de "cómo viene el 2025", les pregunto sobre el estado de sus negocios y sus principales preocupaciones. Mi rápida reacción me permite comer tranquilo y entender mejor la realidad de los que silenciosamente, y sin aparente brillo, mueven el país. La música de fondo la pone la debilidad del consumo. Al final del día, todos ellos --directa o indirectamente-viven de la demanda interna. Ninguno exporta.
Las bajas ventas son un asunto de primer orden para quienes viven de producir a un costo razonable bienes y servicios. ¿Por qué está tan difícil vender?, consulto, pensando ilusamente que la conversación derivará hacia la situación del mercado laboral. Liderada por quienes se dedican a los servicios de alimentos, la respuesta apunta hacia otro lado: la informalidad.
Mientras las regulaciones y la supervisión de los servicios de salud se multiplican exponencialmente puertas adentro, los lugares públicos se llenan de oferentes de comidas en condiciones de seguridad y limpieza que no pasan, literalmente, ningún filtro. Son los mismos inspectores que miden diariamente la pureza del aceite de las papas fritas del restaurante formal los que pasan sin aspaviento por el lado del puesto callejero, posiblemente comprando alguna cosita. Esta asimetría genera diferencias sustantivas en los costos producción, y hacerlo bien es cada vez más difícil, concluye un comensal.
Otra pequeña empresaria, dedicada a la importación de juguetes y artículos básicos de consumo --como guirnaldas, juegos de luces y lámparas--, interrumpe dando cuenta del fuerte incremento en los costos de certificar ante el ente regulador, en este caso la SEC, los distintos productos eléctricos que importa.
Los costos parecen excesivos --hasta dos millones de pesos por cada certificado--, y si un juego contiene 10 luces de colores y otro una tira de 20 luces navideñas, son dos certificados los necesarios, ya que cada modelo requiere su propio timbre.
De acuerdo con su relato, el negocio está en una situación muy difícil, e s p e c i a l m e n t e frente a la competencia informal, para quienes las certificaciones importan poco o nada. La burocracia se ha multiplicado. Así como la "permisología" encarece grandes proyectos de inversión, para los pequeños empresarios ella dice más relación con los cientos de regulaciones que deben enfrentar. A pocos metros y con una mal entendida vista gorda, el comercio informal goza de buena salud. Si el costo de ser exitoso y hacer las cosas bien es muy alto, serán pocos los que querrán serlo.
C O L U M N A D E O P I N I Ó N La "permisología" de los chicos A pocos metros y con una mal entendida vista gorda, el comercio informal goza de buena salud. Si desea comentar esta columna, hágalo en el blog. Por Sebastián Claro.