Autor: JUAN RODRÍGUEZ MEDINA
En medio del páramo, BYUNG-CHUL HAN apuesta por la esperanza
NUEVO LIBRO Fe en el futuro:AELOREIVAJOCSICNARFFrente al futuro, ese tiempo aún irreal, podemos sentir miedo o esperanza. Si el presente está hecho de pandemia, guerra, emergencia climática y crisis de la democracia, es probable que se imponga el primero. “Merodea el fantasma del miedo”. Así comienza el nuevo ensayo de Byung-Chul Han (Seúl, 1959), el filósofo que ha hecho de la crítica al “régimen neoliberal” el sello de su pensamiento.
Sin embargo, ahora da un giro, o mejor, pasa a una segunda etapa de su obra: del cuestionamiento, de la negatividad, a lo propositivo y hasta alentador, o al menos así se presenta “El espíritu de la esperanza” (Herder), libro que llega mañana a las estanterías de Chile y toda Iberoamérica, y que está ilustrado con ocho obras de Anselm Kiefer, escogidas juntos por el artista y el filósofo. Luego de constatar que el miedo ronda, Han agrega: “Permanentemente nos vemos abocados a escenarios apocalípticos. (... ) Parece que los apocalipsis están de moda. Se venden ya como si fueran mercancía”. Contra eso, él apuesta por la gratuidad de la esperanza. “La esperanza es un afán y un salto”, dice Gabriel Marcel en uno de los epígrafes del libro.
El otro es de Paul Celan: “Mientras aún le quede luz / a la estrella / nada estará perdido. / Nada”. No es que Han niegue las amenazas que enfrenta la humanidad, al contrario, porque son reales se juega por la esperanza, contra el pesimismo y el optimismo. Él la entiende como un estado de ánimo que se abre a lo incierto, que no cree que ya está todo dicho. “En el fondo, el pesimismo no se diferencia tanto del optimismo”, dice. “Tanto el optimista como el pesimistason ciegos para las posibilidades. Nadasaben de eventos que puedan dar un giro sorprendente al curso de los acontecimientos. Carecen de imaginación para lo nuevo y son incapa-ces de apasionarse con lo que jamáshabía existido. En cambio, quien tiene esperanza apuesta por las posibilidades que nos sacarían de «lo que no debería existir»”, agrega. “La esperanza nos permite escaparde la cárcel del tiempo cerrado”. Miedo y resentimientoVivir de crisis en crisis reduce la vida a la mera supervivencia, dice Han. Reinan el miedo y la ansiedad por mantenerse a flote, cualquier fallo puede llevar a la ruina. Parece que todo se incendia. “Se ha difundido un clima de miedo que mata todo germen de esperanza. El miedo crea un ambiente depresivo. Los sentimientos de angustia y resentimiento empujan a la gente a adherirse a los populismos de derechas. Atizan el odio. Acarrean pérdida de solidaridad, de cordialidad y de empatía.
El aumento del miedo y del resentimiento provoca el embrutecimiento de toda la sociedad y, en definitiva, acaba siendo una amenaza para la democracia”. “Sin ideas, sin un horizonte de sentido, la vida se reduce a la supervivencia o, como sucede hoy, a la inmanenciadel consumo. Los consumidores no tienenesperanzas.
Lo único que tienen son deseos y necesidades”. La esperanza, afirma Han, está vuelta al futuro, a la novedad, no a algo concreto, sino a la pura posibilidad de que haya algo más, algo distinto al consumo y la producción. Se emparenta con el amor y la fiesta, con la apertura a los otros y la interrupción del tiempo del trabajo, de la necesidad. Han ya había dado sitio a la esperanza en “La tonalidad del pensamiento”, su libro anterior en castellano, que recoge una serie de conferencias dadas en Portugal y Alemania el año pasado. Ahí se reconocía el nuevo énfasis de sus ideas, signadas, al parecer, por una conversión al catolicismo. O al menos por el reconocimiento de esa fe: “Es interesante observar que en todas partes los católicos tienden más al derroche que los protestantes. De hecho, mis libros se leen sobre todo en los países católicos y también en los nórdicos, como Finlandia o Suecia. En esas zonas, mis obras se leen porque se trata de libros católicos. Yo soy católico”, decía en una de esas conferencias.
Y en su nuevo libro leemos: “La es-Se ha difundido un clima de democracia”. embrutecimiento de toda la resentimiento provoca el aumento del miedo y del ambiente depresivo. (... ) El miedo que mata todo germen de esperanza.
El miedo crea un sociedad y, en definitiva, acaba siendo una amenaza para laLa esperanza cristiana no nos a él y a toda su negatividad”. no obvia el mundo ni lo inspirando nuestra sino que nos mueve a actuar, lleva a una pasividad inactiva, imaginación (... ). La esperanza escamotea, sino que se enfrenta La inteligencia solo es capaz de nuevo”. inteligencia no genera nada diferencia del pensar, la ya están dadas. Por eso, a escoge entre posibilidades que significa «escoger entre». Uno viene de inter-legere, que calcular. La palabra inteligenciaTraducción de Alberto Ciria Herder, 2024,141 páginas, $17.600.
FILOSOFÍAImagen de la portada: © Anselm Kiefer, Questi scritti, quando verranno bruciati, daranno finalmente un podi luce (“De laquema de estos textos vendrá por fin algo de luz”), detalle, 2020-2021. nuevo comienzo, rompe radicalmente con lo que había y encomienda lo sidoa lo venidero.
Solo un idiota puede teneresperanza”. “Por eso, se necesita unapolítica de la esperanza que venza el clima y el régimen de miedo creando unaatmósfera de esperanza”. Pero no hay que confundir la esperanza, y su “idiotez”, con el pensamiento positivo o la psicología positiva. No se trata de negar el sufrimiento, lo negativo, de reemplazar los malos pensamientos por buenos pensamientos. Al contrario, la esperanza tiene presentes las negatividades de la vida y, a partir de ahí, vincula y reconcilia a las personas. “La psicología positiva tiene como objetivo hacer que la dicha sea mayor. Los aspectos negativos de la vida se obvian por completo.
Esa psicología nos presenta el mundo como unos grandes almacenes en los que nos suministran cuanto pedimos”. Además, dice Han, es antisocial, pues responsabiliza a cada quien de su propia felicidad, o sea, privatiza el sufrimiento: “El culto a la positividad hace que las personas a las que les va mal se culpen a sí mismas, en lugar de responsabilizar a la sociedad. Se reprime la conciencia de que el sufrimiento siempre se transmite socialmente.
La psicología positiva psicologiza y privatiza el sufrimiento, mientras que deja intacto el complejo de cegamiento social que lo causa”. La medicina de PandoraLa historia es conocida: a Pandora, la primera mujer, creada por orden de Zeus, los dioses le entregan una caja, en realidad una jarra, que contiene todos los males. No debe abrirla. Por supuesto que lo hace y libera las desgracias que desde entonces aquejan a los seres humanos.
“Del interior de la caja de Pandora, donde bullían todos los males de la humanidad, los griegos sacaron en último lugar la esperanza, como el más terrible de todos los males”, dice Albert Camus en “El verano de Argel”. “No conozco símbolo más conmovedor. Puesto que, al contrario de lo que se cree, la esperanza equivale a la resignación. Y vivir no es resignarse”. A Camus lo cita Han.
Tal como hace con un espectro de autores con los que dialoga y discute, desde Platón a Mark Fisher, pasando por san Pablo, san Agustín, Spinoza, Pascal, Goethe, Hegel, Nietzsche, Freud, Bloch, Benjamin, Adorno, Wittgenstein, Kafka, Heidegger, Proust, Fromm, Weil, Arendt, Václav Havel y Terry Eagleton, entre otros. “Sin embargo, lo que dice Camus no es cierto”, apunta Han; “en realidad, la esperanza se quedó dentro de la caja de Pandora. No se escapó de ella. Mirándolo así, la esperanza se podría considerar el antídoto de todos los males de la humanidad. Pero entonces sería una medicina que todavía está escondida. No es fácil de encontrar.
La esperanza nos hace perseverar a pesar de todos los males del mundo”. A veces, el tono de Han es el de quien busca agarrarse de lo que sea, de lo que pueda, para evitar el ahogo. Algo así como: todo está mal, pero quizás no. Apostemos a que no. Y entonces sigamos, hagamos, actuemos, vivamos. “El contenido de la esperanza es el profundo convencimiento de que algo tiene sentido, sin importar cómo acabará el resultado. Su sitio está en la trascendencia, allende el curso intramundano de las cosas. Como fe, permite actuar en medio de la desesperación más absoluta”. Al parecer, lo que tiene sentido es sencillamente estar y seguir vivo, porque sí. La esperanza es porfía, dice el filósofo, es afirmación de la vida: “La diosa Esperanza (Speranza) llama a «Orfeo en los Infiernos» y lo conduce por el reino de los muertos, que representa la negatividad.
Ahí es imposible orientarse sin Speranza”. Después de haber cuestionado el presente, de dedicarse una y otra vez a la crítica negativa, de gritar desde el desierto, quizás este giro o nuevo momento en el pensamiento de Han sea lógico, sea el de quien se ha quedado casi sin nada. Un desesperado, alguien que, en medio de la ausencia, solo tiene esperanza. O incluso, solo tiene esperanza de tener esperanza. “El árbol de la esperanza crece en el pá-ramo”, afirma. No hay más. “La esperanza me infunde ánimos en medio de la desesperación más absoluta”, escribe.
“Gracias a ella vuelvo a levantarme”. Lo que no es poco.. 1 2 0 2 3 0 0 2, ) ” SOFOSÓLIFSOLEDNÍDRAJLE “ (MUROHPOSOLIHPSUTROH, REFEIKMLESNA ©con obras de Anselm Kiefer, escogidas juntos por el artista alemán y Han. peranza cristiana no nos lleva a una pasividad inactiva, sino que nos mueve a act u a r, i n s p i r a n d o n u e s t r a i m a g i n a ción y despertando una «capacidad inventiva» «para romper con lo antiguo y abrirnos a lo nuevo». La esperanza no obvia el mundo ni lo escamotea, sino que se enfrenta a él y a toda su negatividad, y los recurre.
Así es como alimenta al espíritu de laLas ideas de Han irrumpieron hace poco más de diez años con una seguidilla de breves y taxativos ensayos, de lenguaje claro, amable con los lectores, en los que constata que nuestra sociedad es la del cansancio y del rendimiento, que estamos sometidos a una transparencia que no deja lugar al misterio, que los datos reemplazan a los relatos, la pornografía al eros, el enjambre digital a la comunidad. En títulos recientes, como “Infocracia”, también habla de la crisis de la democracia y la vincula a la digitalización; y en “Vida contemplativa” elogia la inactividad. En “El espíritu de la esperanza” igualmente hay sitio para la contemplación, pero, como vimos, no entendida como pasividad. Se trata, más bien, de romper con la lógica del mero cálculo que tiene la inteligencia. Se trata de pensar. Y de conocer realmente. “El pensamiento tiene una dimensión afectiva y corporal”, cree Han. “Sin afectos, emociones ni pasiones, y en general sin sentimientos, no hay conocimiento. Ese es exactamente el motivo por el que la inteligencia artificial no puede pensar. (... ) La inteligencia solo es capaz de calcular. La palabrainteligencia viene de inter-legere, quesignifica «escoger entre». Uno escoge entre posibilidades que ya están dadas. Por eso, a diferencia del pensar, la inteligencia no genera nada nuevo. El pensamiento es lo único que nos abre las puertas de lo totalmente distinto”. Es justo lo contrario a lo que ocurre con el miedo: “Se impone el conformismo. El miedo nos cierra las puertas a lo distinto.
Lo distinto es inasequible a la lógica de la eficiencia y la productividad, que es una lógica de lo igual”. Han llega a decir, de la mano de Deleuze, que quien piensa es un idiota, que pensar es hacer el idiota. “Solo quien puede ser idiota lleva a cabo un. No a pesar de las crisis que enfrenta la humanidad, del clima a la política, sino que debido a ellas, el filósofo surcoreano ve en ese sentimiento la posibilidad de una apertura a lo inesperado. Mañana llega a librerías “El espíritu de la esperanza”, donde, sin renunciar a la crítica del mundo contemporáneo, el autor va más allá y da sitio a un pensamiento propositivo, aunque no optimista. El libro está ilustrado EL ESPÍRITU DE LA ESPERANZA