Autor: Ignacio Arriagada M.
Bióloga austriaca creó en Chile un aceite premium de trufas que exporta a Asia, Europa y América
Bióloga austriaca creó en Chile un aceite premium de trufas que exporta a Asia, Europa y América por otra parte, quería que hijocreciera al lado de su me familia chilena”, reconocela bióloga. PRIMERA EXPERIENCIA Una casa en Villarrica, en La Araucanía, fue el primer hogar para la familia. En el patio levantaron un vivero para plantar trufas y, enel caso de Sonja, hacer experimentos. Tras constatar que el cl ma de la ciudad no era el adecuado para el crecimie to del hongo, partieron a la Región de Ñuble. “El 2006 compramos 100hectáreas en la precordillera, en la zona rural de Chillán. Preparamos el suelo del terreno, colocando muchos insumos para llegar al PH que necesita la trufa para crecer. Durante ese proceso, inves gué sobre la venta y produ ción en Chile y me percaté queno había nada, queno se conocía nada”, detalla laemprendedora. Dado ese contexto, el negocio prometía, pero había* EN 11 PAÍSES se comercializan los aceites dela pyme, entre ellos Francia, Japón y Tailandia.
EL AÑO 2023 ProChile distinguió a Ungar comola mejor empresaria del Ñuble exportadoraSonja Ungar. de 48 años, es magister en ciencias naturales. que abrir el mercado de las trufas enel pai ño 2007 importó tres kilos desde España, por los que pagó tres millones de pesos. En un cooler los colocó y viajó a Santiago a ofrecerlo a chefs de restaurantes lujosos y hoteles con 5 estrellas. Pasmados, los expertos gastronómicos no podían creer lo que la Sonja vendía. “Los chef sabían que e un producto gourmet, can mo, con un sabor iniguala-ble, que no estaba en Chile, Por su alto valor compraban pocos gramos. También importé aceite de trufas, los que se vendieron en medio año. Así me mantuve mientras la plantación iba avanzando. El 2008 formalicé mi negocio, al que llamé Katankura. El gran salto fue dos años después”, confiesa la prifesional europea. El terremoto de 2010afectó considerablemente una casa de adobe que había enel campo. Sonja la restauróy le dio un nuevo uso: una pequeña planta de producción y oficinas. Con las trufas importadas desde Europa que le quedaron, produjo aceite yaceite balsámico, cuyas unidades fueron adquiridas por restaurantes y hoteles capitalinos. Katankura ya estaba haciéndose conocido enla capital. El 2013 fue el año de la cosecha propia. Con susmanos, Sonja Ungar sacó cada trufa que había bajo tierra y, con ellas, siguió elaborandoL Sonja Ungar para suvida profesional cambiaron con el nacimiento de su primer hijo. Consagrarse como una exitosa bióloga en Austria, su país natal, ya no erasu prioridad. El instinto maternal la envolvió e hizo que la crianza de su primogénito fuera su prioridad. Inesperadamente, en un encuentro con sus colegas sus cambiaron proyecciones nuevamente. o fue el 2001, luegode cinco semanas de haberdado a la luz. En una reunión con amigos biólogos uno de ellos dice que estaba haciendo un doctorado relacionado ala inoculación de trufas para la producción. Yo no sabía qué era la trufa y meacerquéa él a preguntar le. Me dijo queera un tipode hongogourmet, que era uno los alimentos más caros del mundo, que un kilo de trufas valía mil euros. No lo podía creer. Al otro día revisé más información en Google y consulté a otros expertos sobre la trufa”, recuerda Sonja, de ahora 48 años. Con un magister en ciencias naturales en la Universidad de Viena bajo el brazo, Ungar le planteó a su pareja iniciar un proyecto familiar que les permitiera producir trufas y criar. Eso sí, no en Austria, sino en un país apto para el cultivo del denominado “oro negro”. Las opciones eran Sudáfrica, Nueva Zelanda, Argentina o Chile. Decidieron por el último. “Yo sabía que era un grandesafío venir a Chile. Era otro idioma, otras costum-bres, era partir desde cero, muy lejos de Austria. A pesar de eso, decidimos por Chile, ya que, por una parte, el papá de mi hijo era chileno y hablaba bien el idioma, ylos aceites. “Estos productos eran a base de lo que dio nuestra tierra. Los chef quedaron fascinados. El volumen de compra subió y nos consagramos oficialmente. Desde el 2013 al 2017 goza-mos de un buen momento”, dice la bióloga. El primer hito de Katankura ocurrióen 2017. Conla ayuda de ProChile, un importador estadounidense, secundado por un equipo de chef, degustaron los aceites. La calificación fue positiva. Varias unidades llegaron al gigante americano. Cinco años después, España, Francia, Canadá, Japón, Singapur y Tailandia se sumaron a la lista.
Para satisfacer el alto volumen de pedidos, tanto nacionales como internacionales, la emprendedora estableció vínculos con 24 productores de trufas entre Santiago y el Lago Ranco para 'comprarles sus cosechas La influencia de Son el éxito de su empresa ha sido destacada a nivel nacional. ProChile, a través de su red de 16 oficinas regionales, la distinguió el 2023 como la mejor empresaria y exportadora de la Región de Ñuble. Katankura tienesu planta en Chillán, donde siete personas procesan y elaboran los los productos, entre ellos más cotizados: el aceite de el aceite de olitrufa negro y va con aroma a trufa negra. Las cifras son un recurso ideal para dimensionarel ascenso de la pyme. De vender 24 aceites el primer año, actualmenteson más cinco mil cada mes. Actualmente, cada uno de los productos toman lugar en cocinas y estanterías de hoteles y tiendas lujosas de Europa, Asia y América. En Chile están en más de 200 locales. “Todo el esfuerzo y dedicación ha valido la pena para llegar a donde estamos reflexiona la empresaria.. Ainicios de siglo, Sonja Ungar vino al país a producir el cotizado hongo gourmet. El emprendimiento, al que llamó Katankura, abrió el mercado local de la trufa y luego lo internacionalizó, llevando sus productos a países como Tailandia, Japón y Francia. ceoDA ceoDA