Agrio, pero sagrado
Agrio, pero sagrado P ersistir en una idea supone adentrarse en ella, contra viento y marea.
El riesgo de haber usado este año una página mensual para aventurarme a contar historias de nuestros árboles nativos ha sido dual: por un lado, supuso elaborar breves monografías que no compitieran con existentes publicaciones científicas de especies; por otro, aspiró a registrar reflexivamente algo de nuestra historia natural, pese a lo doméstico del objeto de estudio. El protagonista de esta semana ha robustecido nuestro imaginario por siglos, gracias al pueblo mapuche.
Prolongadas misiones en la selva araucana permitieron que a la par de aprehender y difundir a esta cultura y lengua ancestral, el capuchino Ernesto Wilhlem de Mösbach (18821963) rescatara el nombre indígena del foique, foye o voigue, describiéndolo como "el principal árbol sagrado de la raza araucana, símbolo de benevolencia, paz y justicia. Está plantado en todos los recintos araucanos afectos a reuniones sociales y religiosas.
Los funcionarios más antiguos del culto (... ) incorporaban a su nombre el de este vegetal venerado: se llamaban voiguefoes, es decir, dueños y servidores del voigue, o del canelo". En su Botánica Indígena de Chile (1955), el misionero nos indica además que "a causa de un parecido imaginario, se le llamó `canelo' por los conquistadores". Efectivamente, ninguna de las tres variedades presentes en Chile (los endémicos Drimys chilensis y D. confertifolia, y el D. winteri, nativo también de Argentina) guarda grandes similitudes con el árbol originario de Sri Lanka, a excepción de su preferencia por suelos húmedos. De hecho, el género Drimys en su nombre significa agrio en griego, en alusión al sabor de su corteza y hojas. Agrega el misionero: "La corteza del voigue, de indiscutibles propiedades tónicas, estimulantes y excitantes, constituye la más afamada y aplicada panacea de la curandera araucana, la machi.
Según ella no hay dolor ni enfermedad que resista la enérgica acción curativa de tan mágico remedio: ella misma, para el debido desempeño de sus funciones rituales, se entrega al influjo de la savia del canelo". A la influencia de la infusión de su corteza se entregó también, en 1579 y durante su paso por el Estrecho de Magallanes, la tripulación del "Elizabeth" al mando de John Winter y uno de los barcos de la flota de Francis Drake para tratar y evitar el escorbuto, enfermedad que puede ser mortal si el organismo persiste sin vitamina C. Y esta es una de las muchas propiedades de la Cortex winteri, exportada a Europa siglos antes de que los limones de Sicilia conquistaran el mundo. Agrio, pero sagrado El protagonista de esta semana ha robustecido nuestro imaginario por siglos, gracias al pueblo mapuche. FRANCISCO JAVIER OLEA PAISAJES IDEADOS Romy Hecht Arquitecta e investigadora UC.