¿José Piñera tenía razón?
Fernando Claro V. De los picaflores en Santia I go al final del verano y los primeros fríos del otoño me llevan, irremediablemente, a recordar los encierros pandémicos. Las primeras tardes oscuras me retrotraen a esos días encerrados, de una ciudad apagada, en que la política estaba desenfrenada. Durante esos días, el ahorro de las AFP no era de los chilenos y no existía terrorismo en la Araucanía. Jaime Bassa, «el bello Jaime», como lo bauti76 Rafael Gumucio, caminaba por estudios detelevisión explicándolo. El silencio de las noches solo lo rompían las motos, antes artefactos casi inexistentes en Chile —Santiago se convertía en Hanoi.
Hoy, la política está algo más meditabunda, se envían militares a la Araucanía y todos sinceran lo que sabíamos: los ahorros eran efectivamente de los chilenos. ¿Qué habrá pasado en las mentes de quienes lo negaban? ¿ Habrán estado muy aburridos consigo mismos? Les falta reconocer que las malas pensiones no son culpa de las AFP, y que la mala salud pública y privada tampoco lo es de las isapres.
Todo es perfectible, en todo caso, como decía José Piñera en la famosa entrevista —decía la verdad, aunque les duela—. Quedan apenas unas semanas para que los políticos se pongan de acuerdo en mejorar —aunque sea en migajas— el sistema político.
Ya nos salvamos apenas del caos Baradit, grado «articular el espacio político “de abajo'». Quizás qué implique eso, pero, en ese tiempo, a Chile solo inmigraron personas, todo lo contrario a Latinoamérica —y Uruguay—, desde donde solo escaparon, tenebrosa selva de Darién algunos mediante. El domingo publicaron un reporta| je de Laguna Negra, la laguna cordillerana con las más granAtria, Loncón y Bassa. “Quedan apenas destruchas dela RM.
No hay que olvidar que ¡ nas semanas para Mi época de adolescenel director de la Funda1 Líti te para llegar allá había ción Democracia Viva y POLITICOS SE ¿ ue pedirle permiso a actual profesor de la EsPOngan de acuerdo EMOS.
El reportaje no cuela de Gobierno UC, Juan Pablo Luna, nos decía que lo importante dela Convención no eran sus ideas, sino que los apellidos en ella —hacía caso omiso de los apellidos de sus amigos: Jackson, Winter, Schónhaut, Boric, Vodanovic u Orsini, cualquier cosa menos populares, chilenos o «representativos», en su jerga—. Luna, académico uruguayo, escribe ahora frustrado e impotente para llamarnos la atención por el desastre del Chile de los últimos treinta años, ese que, según él, no ha loen mejorar el sistema político”. Hablaba de sus legendarias truchas, sino de que la caminata está ahora abierta y que la primera expedición datada, del intendente Francisco Echaurren, era de 1878. Desesperado por la sequía, había ido en busca de agua.
Estaba preocupado por los santiaguinos, y eso a pesar de su apellido —qué pensarán de Vicuña Mackenna, su sucesor—. Echaurren casi se ahoga en su piragua improvisada, aunque no sabemos si decía cosas como «no es sequía, es saqueo». Quién sabe.