ADOPCIONES IRREGULARES: El REENCUENTRO DE ANNA Y FRANCISCA
ADOPCIONES IRREGULARES: El REENCUENTRO DE ANNA Y FRANCISCA Anna Bohrn y Francisca Cifuentes se conocieron el pasado 8 de marzo, en el aeropuerto de Santiago.
El momento fue grabado por una integrante de "Hijos y Madres del Silencio", agrupación enfocada en apoyar a víctimas de adopciones ilegales y tráfico de niños y niñas en Chile, ocurridos durante la dictadura militar. "Anna ha luchado años por su búsqueda y es el momento de encontrarse con su mamá. Son una copia", dice la mujer que graba. Y lo son. El parecido entre ambas llama la atención. Tienen pómulos prominentes y nariz carnosa. La línea de sus labios es casi idéntica. Hasta el mismo lunar debajo del ojo derecho, tono de voz y color de piel se repiten. Lo único que las diferencia es la edad y la altura. En el registro, Anna está acompañada de sus tres hijos. El grupo completo viajó desde Suecia para buscar a Francisca. Llevaban años intentándolo. Incluso, un día antes del encuentro, seguían pensando que jamás darían con ella. Anna está feliz, llora de emoción. Es la primera vez que puede tocar y conocer a su madre biológica. Francisca Cifuentes, por su parte, se está reencontrando con su hija. La vio por última vez en 1977, cuando tenía 9 meses de edad. Después se la llevaron a Suecia, a través de una adopción ilegal. Esa niña se llama Patricia Reines Cifuentes. Pero de ella no hay mucha información ni documentos. Hoy solo existe Anna Bohrn, una mujer sueca que no habla castellano. Mientras intenta secar sus lágrimas, Anna no deja de observar a Francisca. Luego mira a sus tres hijos y se vuelve a quebrar. Sin embargo, es un llanto diferente, de desahogo, uno que necesita contención. Francisca se la entrega. La abraza y apoya su cabeza en el hombro. Acaricia su pelo y espalda, como si calmara a una niña. En ese momento, Anna Bohrn desaparece de la escena. Físicamente sigue allí, pero no está presente. Ahora es Patricia Reines Cifuentes. Por unos segundos, Francisca volvió a tener en sus brazos a esa pequeña niña que siempre necesitó de su cuidado y cariño, pero se la arrebataron 47 años atrás. Según sus papeles, la historia de Anna Bohrn comenzó en 1977. Tenía cerca de un año cuando un matrimonio sueco, compuesto por un arquitecto y una profesora, la adoptó. Ellos ya tenían una hija, pero querían sumar un integrante más a su familia. Adoptar fue la única opción porque la mujer no podía tener más hijos. Junto a ellos, Anna construyó una vida. --Tuve una infancia muy feliz, completamente normal junto a mi hermana. Con mi madre nunca nos llevamos bien, hoy lo entiendo. Pero mi padre era todo para mí. Yo era su princesa. Éramos un equipo, me llevaba a todas partes y me apoyaba en todo momento --recuerda Anna Bohrn. En su niñez, Anna cuenta que siempre tuvo curiosidad por su pasado. Sabía que su historia comenzó en el sur de Chile, así que pensó que sus orígenes se relacionaban con el pueblo mapuche. Con esos datos jugaba a ser una princesa e imaginaba que sus padres biológicos eran unos reyes indígenas. Esa curiosidad aumentó en su adolescencia, cuando comenzó a sentir que no pertenecía a ningún lugar. --Nunca me molestó el hecho de no encajar, pero también sentía que algo arrastraba en mi interior. Eso me ayudó a darme cuenta lo importante que era saber la verdad, conocer mi historia en Chile. En más de una ocasión, Anna asegura que les preguntó a sus padres adoptivos cuál era su pasado. Pero ellos no conocían todos los detalles. Solo sabían la información que les entregaron cuando postularon a su adopción con una agencia en Suecia. A través de cartas, al matrimonio le contaron que Anna había sido abandonada en una plaza en Temuco e ingresó a un orfanato de niñas, ubicado en Lautaro, Región de La Araucanía. Allí permaneció unos días hasta que una agencia gestionó su traslado. --Me contaban lo que sabían por las cartas que les escribió Anna María Elmgren, desde Chile. En ellas hablaba de cómo me dejaron en la calle. Mis padres tenían la intención de ayudar a una niña huérfana y, al mismo tiempo, darle una hermana a su otra hija. Pero jamás supieron todo lo que había pasado. En esa época, la sueca Anna María Elmgren estaba a cargo de Adoptionscentrum, un lugar que tramitaba adopciones entre Chile y Suecia. Años más tarde se descubrió que Elmgrem fue parte de la salida ilegal de miles de niños y niñas chilenos al país nórdico, entre la época del 70 y 80. En 1999, a los 23 años, Anna Bohrn decidió buscar respuestas sobre su pasado y tomó un avión a Chile. Dice que lo hizo sola, ya que no sabía con qué se encontraría ni cómo reaccionaría. --Viajé a Temuco intentando obtener alguna pista. En esa época, pensaba que bastaba con ir y tratar de encontrar a una persona, pero no tuve éxito. Recuerdo que solo quería volver a Suecia, así que deposité, en una caja imaginaria, todas mis preguntas y sentimientos sobre Chile, para abrirla en otro momento de mi vida. Esa caja, Anna la mantuvo guardada durante 19 años. En 2018, Anna Bohrn tenía 41 años, trabajaba como profesora y era madre de tres hijos: dos mujeres y un hombre. Al igual que ella, los niños también tenían curiosidad de su pasado. Le hacían preguntas sobre su abuela biológica, pero Anna seguía sin saber quién era. Además, en esa época, falleció su madre adoptiva. Ambos hechos hicieron que esa curiosidad guardada regresara a su vida. Para retomar la búsqueda de su pasado, Anna cuenta que decidió comenzar desde cero y se hizo un test de ADN para saber cuáles eran sus orígenes. Sin embargo, el resultado arrojó un mayor porcentaje con descendencia europea y americana. Solo el mínimo correspondía a Latinoamérica. --El orgullo que sentía por mis orígenes estaba basado en un sueño, como cuando jugaba a ser una princesa, hija de reyes indígenas. Pero descubrir en la adultez que hasta mis sueños eran una mentira, fue muy duro. En internet, Anna buscó casos similares al suyo. En Facebook encontró el grupo "Chile Adoption", que pertenece a una ONG sueca que investiga las adopciones irregulares de más de 2 mil niñas y niños chilenos hacia ese país.
Sin dudarlo, Anna se contactó con María Diemar, presidenta de "Chile Adoption", para reunirse y presentarle su caso. --Le pedí que revisara los pocos documentos que tenía de mi adopción, no eran más de cuatro o cinco papeles. Ella, al verlos, rápidamente me miró y sin dudarlo me dijo: "Tú eres uno de ellos. Te robaron y te vendieron". --¿ Qué sintió al escuchar esa frase? --Pensé que era una broma. Siempre creí que me abandonaron y que nunca me habían amado. Pero ahora, tal vez, existía alguien que sí me extrañaba y que no sabía que yo estaba viva. En esa época, en Chile había comenzando una investigación judicial por sustracción de menores y adopciones ilegales, cometidas entre 1973 y 1990.
Gran parte de la información fue entregada y recopilada por la agrupación "Hijos y Madres del Silencio". Años más tarde, en un informe a cargo del ministro de la Corte Suprema Mario Carroza, se revelaría que son más de 20 mil casos de niños y niñas involucrados, algunos que comenzaron en la década de los `60. De ellos, cerca de 2 mil ocurrieron en la Región de La Araucanía. En la investigación también se descubrió que los niños solían ser sustraídos desde maternidades y orfanatos, para ser enviados a países como Suecia, Estados Unidos, Francia e Italia. Madres a las que engañaron haciéndoles firmar papeles que no entendían o diciéndoles que sus hijos habían nacido muertos. A otras simplemente se los arrebataron. Tras la reunión, Anna Borhn decidió sumarse a la cruzada de "Chile Adoption". Dejó su trabajo de profesora y se convirtió en representante de la ONG. Enfocó todo su tiempo y energías en buscar a su madre biológica y conocer los otros casos de chilenos en la agrupación. Historias que son similares a la suya: abandonados en una plaza en Temuco y vivieron en un orfanato. --La poca información que tenemos en nuestros documentos de adopción no corresponde a la realidad. En la agrupación somos varios a los que nos dejaron en el mismo parque. Ni siquiera cambiaron las horribles historias que nos inventaron. Durante más de un año, Anna cuenta que investigó lo sucedido e inició acciones legales en Suecia, junto a la ONG "Chile Adoption". "Pasé horas entendiendo de qué trataban las adopciones. Rápidamente me di cuenta de que, a nivel político, ya se sabía que en Chile sacaban niños ilegalmente bajo la custodia temporal de mujeres suecas", asegura. Sin embargo, las autoridades suecas explicaron que no podían iniciar una investigación por casos de violaciones graves al derecho internacional, ya que no se cumplía con los requisitos.
Según ellos, los hechos habían prescrito y no estuvieron vinculados a un conflicto armado. "La situación que prevalecía en Chile en ese tiempo no se considera que cumple los criterios bajo ley internacional para constituir un conflicto armado", detalla un documento del Ministerio Público en el país nórdico.
Luego de no obtener respuestas por parte del gobierno de Suecia, Anna Bohrn habló con María Diemar, presidenta de la ONG "Chile Adoption", para que su caso fuese incluido en la ADOPCIONES IRREGULARES: EL REENCUENTRO DE ANNA Y FRANCISCA A los 9 meses de edad, Anna Bohrn salió de Chile con rumbo a Suecia, tras ser adoptada por un matrimonio en el país nórdico. Nació en la Región de La Araucanía y creció pensando que la habían abandonado en una plaza en Temuco. Sin embargo, años más tarde descubrió que su pasado es parte de los más de 20 mil casos de adopciones irregulares, algunos que vienen desde los años 60. Desde ese momento, Anna comenzó una batalla para obtener justicia y respuestas sobre sus orígenes.
En marzo de este año, tras décadas de búsqueda, obtuvo resultados: encontró a Francisca Cifuentes, su madre biológica. "Sábado" conversó con ambas mujeres y conoció la historia de un reencuentro que tardó más de 45 años en concretarse. POR MATÍAS SÁNCHEZ JIMÉNEZ "Somos muy parecidas. Al verla pensé: `Soy hija de Francisca y sobre eso nadie me puede mentir". Aunque habían pasado 47 años, se sintió todo natural, cuenta Anna Bohrn. GENTILEZA ANNA BOHRN "Le pedí que revisara los pocos documentos que tenía de mi adopción, no eran más de cuatro o cinco papeles. Ella, al verlos, rápidamente me miró y sin dudarlo me dijo: `Tú eres uno de ellos. Te robaron y te vendieron'" Anna y su padre adoptivo en Suecia. "Tuve una infancia muy feliz, completamente normal junto a mi hermana. Con mi madre nunca nos llevamos bien, hoy lo entiendo. Pero mi padre era todo para mí", recuerda. GENTILEZA AN NA BOHRN. ADOPCIONES IRREGULARES: El REENCUENTRO DE ANNA Y FRANCISCA investigación que se realizaba en Chile, a cargo del juez Mario Carroza.
Allí la contactaron con "Hijos y Madres del Silencio" (HMS). Junto a ellos, y tras dos años de intensa búsqueda, Anna obtuvo nuevos datos sobre su pasado: su adopción se concretó 10 días después de haber ingresado al orfanato. Pero nada específico sobre su madre biológica. Con esa información, la mujer dice que enfrentó a su padre adoptivo. Creía que él también le había mentido sobre sus orígenes. --En un principio, él pensaba que no debía seguir indagando, pero tenía muy claro que no me iba a detener hasta encontrar algo. Mi padre, por su lado, también investigó lo que realmente sucedió. Lo hizo en secreto, buscó en archivos y artículos antiguos sobre las adopciones irregulares entre Suecia y Chile. Estaba muy triste. Está claro que nunca supo ni entendió lo que sucedió. Él me dijo: "nunca habría adoptado si hubiese sabido que te robaron". Cargaba con mucha vergüenza y culpa --dice Bohrn. En 2022, Anna volvió a Chile. Lo hizo como representante de "Chile Adoption" en el congreso internacional "Adopciones Ilegales y Tráfico de Niños en Chile", organizado por la agrupación HMS. Con ellas asistió a reuniones con autoridades del Ministerio de Justicia e Instituto Nacional de Derechos Humanos. Conoció historias similares a la suya, pero desde otra vereda: madres que todavía no saben qué pasó con sus hijos secuestrados. --Es tan palpable el amor que tienen por sus hijos. Los abrazos que recibí durante ese viaje nunca los recibí de mi madre adoptiva. Por lo tanto, su batalla se convirtió en la mía, lograr que Suecia se responsabilice y coopere. Siempre he visto mi adopción como algo hermoso, una segunda oportunidad. Terminé con una familia que pudo darme todo, tal vez no esos cálidos abrazos, pero sí lo demás. Nuestras historias están entrelazadas, pero son muy diferentes. Ellas han buscado, durante décadas, respuestas. Y durante todo ese tiempo, lo han hecho con el corazón roto. Al volver a Suecia, Anna confiesa que lo hizo con una sensación de resignación. Recuerda que estaba agradecida por las personas y lugares que conoció, pero sin haber logrado obtener nueva información, pensaba que el encuentro con su madre biológica nunca se concretaría. Además, tres semanas después de su regreso, su padre adoptivo falleció. "Prometí, ante su tumba, continuar con este trabajo. Por las familias de Chile y por mi padre, para aliviar su vergüenza y culpa", dice. Dos años después, Anna Bohrn retomó su búsqueda y regresó a Chile. En marzo de 2024 decidió que viajaría por última vez. Si no tenía éxito, todas las preguntas de su pasado regresarían a esa caja imaginaría, la que no volvería a tocar ni abrir. Lo hizo acompañada de sus tres hijos con la intención de que conocieran parte de su historia. --Mis hijos nunca me habían visto llorar, pero en Chile sí ocurrió. Juntos pudimos desatar nuestros nudos y traumas. Fue importante para ellos porque también pudieron demostrar sus emociones. Sintieron enojo, alegría y surgieron más preguntas acerca de mi pasado. El 7 de marzo, un día antes de regresar a Suecia, Anna y sus hijos decidieron conocer Santiago y visitar lugares turísticos. Fue el único momento que tuvieron, ya que gran parte del viaje fue destinado a buscar información.
Mientras paseaban por el centro de la ciudad, Anna recuerda que Marisol Rodríguez, fundadora y vocera de HMS, la llamó por teléfono y le pidió que se juntaran. --No entendí mucho, pensé que habían descubierto una nueva historia (de adopción) en la agrupación. Jamás pensé que se trataba de mi historia. Recuerdo que me subí a un taxi, estaba bastante cansada y de mal humor. Solo quería regresar a mi casa en Suecia. En la reunión, Marisol Rodríguez le mostró una foto donde la protagonista era una mujer idéntica a Anna Bohrn. --Creí que era una broma, un filtro de Snapchat donde me veía mayor. Una foto mía en 20 años más. Luego entendí quién era. Sentí un gran peso, una carga de llanto que quería salir.
Fue como un alivio, pero también preocupación porque pensé: "¿ y si ella no me quiere?". Por primera vez, después de 47 años, Anna Bohrn tenía frente a sus ojos la imagen de su madre biológica: Francisca Cifuentes. Una semana antes del encuentro, Francisca Cifuentes relata que sentía algo en su pecho. No era dolor, pero sí una presión que la obligaba a "suspirar más de lo normal", describe. Tiene 66 años y vive en la ciudad de Victoria, Región de La Araucanía. El 7 de marzo, a diferencia de los otros días, asegura que su sensación de ahogo se intensificó. --Era el corazón, me estaba avisando. Siempre supe que Patricia estaba viva y que algún día volvería a mi vida --dice. Francisca Cifuentes nació en octubre de 1956, en Victoria.
Los primeros cinco años de su vida fueron al interior de un orfanato de niñas, luego de que su madre no tuviera los medios para cuidarla y su padre la abandonara. --Soy hija de un hombre con dinero, de descendencia alemana. Pero él (su padre) nunca me reconoció, así que desde chica empecé a ganarme el plato de comida. Al salir del orfanato, Francisca se fue a vivir a la casa de una tía materna. Allí, una prima la llevaba a trabajar de niñera o haciendo aseo en distintas casas y campos. En 1977, al cumplir la mayoría de edad, quedó embarazada de una relación con un hombre mayor, dueño de carnicerías en Victoria. Al nacer su hija, ella decidió llamarla Patricia. --El papá de Patricia siempre me dijo que era soltero, pero al final salió pillado porque estaba casado. Él se alejó de nosotras. Lo llevé al tribunal para que reconociera a la niña y no quiso. El juez también dijo que no lo podía obligar. En ese tiempo, en plena dictadura, todos se conocían en Victoria, era un pueblo más chico --recuerda Cifuentes. Sin el apoyo de su pareja, Francisca se enfrentó sola a la crianza de su hija recién nacida. En su familia materna tampoco recibió ayuda. "Nunca quisieron a la niña porque era hija de un rico, de alguien con plata", dice. Buscando ayuda llegó a la casa de otra tía. Con ella vivió un tiempo, mientras trabajaba como vendedora en un mercado. En esa época, su hija Patricia tenía cerca de nueve meses. --Era una guagüita tranquila, no lloraba. Muy fácil de cuidar, ya se tiraba a dar pasitos. Un día, al regresar del mercado, Francisca Cifuentes cuenta que su tía le solicitó ir a trabajar al campo de un familiar, ubicado en los alrededores de Victoria. "Él administraba un fundo. Mi tía me pidió ir tres días para allá, pero que le dejara a la niña porque se podía resfriar. Eso hice, confié en ella", relata. Al regresar a la casa de su tía, Francisca cuenta que notó inmediatamente que su hija no estaba en el lugar. Ella asegura que encaró a la mujer, le preguntó dónde estaba Patricia y le recriminó que no tenía derecho a quitársela de esa forma. --Pensé que le habían dado dinero, pero no. Ella siempre fue una mujer pobre. Le pregunté muchas veces qué había hecho con mi hija, pero no hubo caso. Solo me contó que la niña estaba en la casa de un tío en Temuco, pero era mentira. Nosotros no teníamos familia allá. Nunca me quiso decir dónde estaba realmente. La busqué acá (en La Araucanía) y en la octava región, pregunté en comisarías, hospitales, pero nadie sabía nada. En esa época, el tráfico de niños era algo muy fuerte en el sector. Francisca asegura que también acudió al tribunal de menores a denunciar lo sucedido. Allí le contó su caso a una jueza, pero le respondieron que "no había nada, no se podía hacer nada", dice. Así, durante años, la madre se mantuvo buscando a su hija, pero sin obtener resultados. --Estaba vulnerable, no tenía dinero. Yo sabía que mi hija no estaba muerta, sentía que estaba viva. Solo le pedía a Dios que mi niña estuviera en una buena parte, bien cuidada-recuerda Cifuentes. En medio de su búsqueda, Francisca Cifuentes comenzó una relación amorosa con Raúl Gallegos, un hombre 22 años mayor. "Yo buscaba como un cariño paterno. Por lo general, las que crecimos en un hogar infantil y sin mamá, buscamos una especie de paternidad", comenta. Junto a su pareja, Francisca tuvo un segundo hijo: Damián. Pero cuando tenía un año, el niño falleció por muerte súbita. Sumado a lo de Patricia, la madre confiesa que entró en un cuadro depresivo. --Estuve 9 meses bajo control psiquiátrico, me dio una neurosis explosiva emocional. Fueron muchas cosas en tan poco tiempo. Me tuvieron que armar de nuevo, yo no sabía quién era, olvidé muchas cosas --explica. Con la situación de sus hijos, Francisca confiesa que pausó la búsqueda de Patricia y el dolor que sentía. Intentó volver a armar su vida y se casó con Raúl Gallegos. Estuvieron juntos por 40 años, hasta que falleció de cáncer en 2020. Durante ese tiempo, su marido se encargó de darle fuerza y consolarla. Sobre todo cuando murieron sus tías, las únicas que conocían la verdad de lo sucedido con su hija. "Él sabía cómo llevaba mi dolor por dentro", dice.
El pasado 7 de marzo, el mismo día que se intensificó la sensación de ahogo en su pecho, Francisca recibió un llamado de una integrante de la agrupación "Hijos y Madres del Silencio" (HMS). Al contestar, se presentó como otra persona. --Ya me habían estafado por teléfono, así que le respondí que era la hermana de Francisca, pero yo no tengo hermana. Entonces, me preguntó qué sabía de Patricia Reines Cifuentes y le dije: "¡ Es mi hija, es mi hija! Yo soy su mamá, ¿dónde está?". Ahí me largué a llorar --relata. Tras enterarse de que su hija llevaba años buscándola, Francisca Cifuentes y Anna Bohrn hicieron una videollamada. Pero como ninguna habla un idioma en común, solo se pudieron ver. Al otro día, Francisca tomó un vuelo a Santiago para reencontrarse con su hija. El 8 de marzo, en el aeropuerto, Anna Bohrn --acompañada de sus hijos, integrantes de la agrupación "Hijos y Madres del Silencio" (HMS) y una traductora-esperó a su madre. Al momento del encuentro, ambas mujeres no dejaban de observarse. Se abrazaron y lloraron. Así se mantuvieron varios minutos. --Somos muy parecidas. Cuando hablamos, con mi mamá quedamos sin palabras. También sonamos igual. Estábamos sorprendidas de nuestra similitud.
Al verla pensé: "Soy hija de Francisca y sobre eso nadie me puede mentir". Aunque habían pasado 47 años, se sintió todo natural --cuenta Anna Bohrn. --¿ Por qué lo sintió así? --Porque ambas no estamos enojadas, amargadas o decepcionadas. Vemos que todo tiene un sentido y, aunque no salga como lo previsto, la situación siempre mejora. Es natural pero extraño. Tal vez nunca seré su hija, pero sí soy su hija. Ella se perdió mi infancia, la de mis hijos y ahora todos somos adultos, pero somos su familia. --¿ Le preguntó sobre la historia de su adopción? --Sí, pero nunca me quedó claro qué pasó. Veo que es difícil, ella realmente trató de reprimir para olvidar ese momento. Y con todo respeto, no me atrevo a preguntar más. Nos encontramos y eso es lo importante. Ese círculo lo cerré. Ahora comienzo otra lucha y lo hago acompañada de mi madre. --¿ Cuál es esa lucha? --Para que las autoridades y los políticos asuman su responsabilidad. Revelar públicamente que miles de familias han sido ofendidas de la peor manera. Según la ONU, las adopciones en Chile, durante la dictadura, son crímenes contra la humanidad. Exijo que mis hijos, sus hijos y las otras generaciones, jamás crean que un Estado tiene derecho a robar niños, venderlos y llamarlos como adopción. Es el momento de que Chile pida disculpas, porque son necesarias. Días después del encuentro, madre e hija asistieron a una manifestación que realizó la agrupación HMS en el frontis del Palacio de Tribunales. El motivo fue por declaraciones de Jaime Balmaceda, ministro de la Corte Suprema, en una entrevista.
En esa época, Balmaceda era el segundo magistrado encargado de investigar la causa judicial sobre sustracción de menores y adopciones ilegales en Chile, entre 1970 y 1990, donde se estiman que son más de 20 mil casos.
En la entrevista, realizada por el diario El País, al juez Balmaceda se le preguntó cuál ha sido la razón para descartar el involucramiento de las personas vivas que, eventualmente, podrían tener una responsabilidad en los hechos.
El respondió: "Siendo sincero, la mayor parte de los casos es porque yo no he tenido la convicción de que efectivamente se haya estado frente a hechos delictivos, que es una declaración que puede parecer más fuerte y más sustantiva, pero principalmente es por eso. En un par de casos diría que fue más por el fallecimiento de la persona que por otra cosa". En abril, Anna Borhn regresó a Suecia. Actualmente sigue allá y asegura que volverá a Chile en diciembre. Entre sus planes está quedarse de forma permanente en el país. --Quiero pasar Navidad y Año Nuevo con mi madre.
Después me mudaré a Santiago para aprender el idioma, la cultura y para trabajar más de cerca con las personas que pueden influir en nuestros destinos. --¿ Cómo ha sido la comunicación con Francisca? --Al principio hablábamos a diario, con mensajes de texto. Uso IA y traductor para ayudarme con el idioma. Pero ahora nos comunicamos cada vez menos, lo hacemos más con imágenes. Algunas veces se siente forzado, pero es entendible. Ambas tenemos nuestras vidas y estamos ocupadas. --Después de tantos años separadas, ¿se puede retomar una relación de madre e hija? --Va a ser difícil. Inconscientemente he heredado muchas partes de mi madre, pero también hemos vivido casi 47 años en planetas diferentes. Soy sueca, al menos eso creo, pero estoy más abierta a convertirme en chilena. Tras el encuentro, Francisca Cifuentes también regresó a su hogar en Victoria.
En el living tiene fotos enmarcadas con Anna y con cada uno de sus tres nietos. "Las niñitas me pidieron que me fuera a vivir para allá (a Suecia) porque así me pueden cuidar cuando esté más viejita", dice. --No debe ser fácil asimilar que, de un momento a otro, en su vida se sumen cuatro nuevos integrantes en su familia. --Todavía no lo asimilo bien. Pienso que es un sueño, digo: "Esto no puede ser, no puede estar pasando". Yo perdí una gran parte de mi vida, pero Dios me premió y dejó que mi hija regresara. Mucha gente me dice que no podré retomar mi relación de madre e hija, pero yo les digo que sí. Para mí, Anna nació recién y ahora comienza nuestro apego porque el contacto no lo perderemos nunca más". El día que se conocieron, Francisca aprovechó de capturar varios momentos con su celular. Uno en particular le genera mucha alegría. Lo grabó ella con su hija. Es un video corto, de cinco segundos, que termina con sus risas. Están haciendo muecas y sacando la lengua. Son dos mujeres adultas, casi idénticas, divirtiéndose y jugando con sus caras. Es el registro de Francisca riéndose a carcajadas con Anna y Patricia. "Inconscientemente he heredado muchas partes de mi madre, pero también hemos vivido casi 47 años en planetas diferentes.
Soy sueca, al menos eso creo, pero estoy más abierta a convertirme en chilena". Anna y Francisca con la agrupación "Hijos y madres del silencio", que recopiló gran parte de la información de las sustracción de menores y adopciones ilegales, cometidas entre 1973 y 1990. GEN TILEZA A GRUP A C IÓ N HM S Anna conociendo el hogar chileno donde estuvo, antes de ser llevada a Suecia. En 1999, a los 23 años, decidió buscar respuestas sobre su pasado y tomó un avión a Chile. GENTILEZA ANNA BOH RN.