Autor: Ziley Mora Penrose
Y tú suertudo(a) ¿Cómo honras diariamente la vida?
La fragilidad de la paz, lo precario que es el equilibrio de la vida. Dura poco. Es un espejismo de solidez la circunstancia que el día nos regala, sobretodo cuando todo funciona y nos parece que jamás nada ni nadie podría quebrantar la paz de ese equilibrio. Casi nunca valoramos en plenitud la naturalidad de todo lo que nos gusta hacer. Precioso verano en las alegres siempre verdes y fecundas praderas del sur de Chile. Un sereno agricultor, quien en las cosechas veraniegas era ayudado por su hijo mayor ya en la universidad, luego del distendido y cotidiano desayuno, vive una tragedia inesperada que le trastornará para siempre su existencia. Manejando un alto camión, le indica a su ágil muchacho le abra un portón de paso. El joven, presto y de un salto, baja de la pisadera del ruidosa máquina pero se le atasca parte del pantalón en la alta escalerilla. El padre, no ve la escena -el ángulo no se lo permitey avanza atropellando a su hijo. Éste, aplastado muere al instante. Y en un segundo, ese descuido cambia de golpe la tan cotidiana y casi pre-establecida armonía. Todocambia: consternación, dolor infinitoen la familia y solidaridad en toda la comarca. La iglesia de Purranque se llena de compañeros de universidad y de escuela ante tan trágicas exequias. La historia no dice más -tampoco quise investigar ni ahondarporque es demasiado previsible que a ese corazóndestrozado le llegó la hora del infierno. Algunas veces se le ve mustio y cargando años en la calle comercial del pueblo. Al padre se le detuvo la vida; ya no le va interesar nunca más ninguna cosecha veraniega.
No puede superar esa escena: su mente, diez millones de veces, durante diez años, repasa el momento del abrir el portón intentando modificar un mínimo detalle, algo hipotético que le desvíe un factor, en décimas de grado, que bien pudiera haber corregido aquel fatal instante. Ese día, a ese padre se le abrió un portal síquico insondable.
Nada lo consuela, su alma no encuentra eso que le ayudaría a abrir su comprensión con Lo Superior, más allá de lo que él cree que es “su culpa”. Aún no sabe alimentarse delfilón de sabiduría que Heráclito sentencióhace más de 25 siglos: “la Armonía ocultaes superior a la manifiesta”. La fragilidad de la paz, lo precario que es el equilibrio de la vida. Dura poco. Es un espejismo de solidez la circunstancia que el día nos regala, sobretodo cuando todo funciona y nos parece que jamás nada ni nadie podría quebrantar la paz de ese equilibrio.
Casi nunca valoramos en plenitud la naturalidad de todo lo que nos gusta hacer: el café con leche en lamañana, la charla sobre la teoría de los calcetines perdidos con tu pareja, las bromas intrascendentes con un amigo que nos pagó una cerveza, el aire puro de la cordillera cuando tantas veces respiramos o abrimos la ventana.
Todo esto que nos parece tan natural y tan lógico no es “natural” ni lógico. ¿Quién valora la paz de vivir en un país en que no son necesarios los bunker subterráneos como en la Alemania de Dresden o en elJapón de Hiroshima? Aún vivimos al ladode otro país que nunca querrá bombardearnos como en Europa ha ocurrido tantas veces ¿ Quién ama la maravilla de que su desayuno no sea comer cenizas mezclada con sangre de madre porque novive en Gaza de Palestina? Esa águila concabezas nucleares -sea de Israel, U.S.A. o Chinano nos ha hecho caer el hachazo de la desgracia sobre nuestras cabezas. [Solo ese padre que perdió a un hijo en Purranque, comprende que la dicha y la paz es tan solo momentánea: es una paz que puede irse en cualquier instante y a veces a causa de nosotros mismos]. En verdad, se trata de la velocidad infernal de la desgracia que acecha allí, escondida en la noche poco antes del desayuno, como un buitre para quitarnos las vísceras de la felicidad.
Por suerte, por inmensa suerte -por algún desconocido mérito, acaso conquistado en otras vidasni hoy ni ayer nos ha tocado a nosotros la tragedia de aplastar bajo tus propias ruedas a lo más querido, a lo más amado. En consecuencia ¿ qué correspondehacer? Una sola cosa: agradecer y agra-decer. Porque con la gratitud, amén de ser un estado anímico de alta vibración, todo nos parecerá ganancia y ventaja gratis. Ser agradecido provoca la sonrisa de la divinidad pues indica aceptación profunda de lo que se nos ha sido dado y es garantía para atraer más bienes del mismo signo. Al contentarnos con las múltiples pequeñas cosas que a diario disfrutamos y están a nuestro alcance, ello nos pone en posición de hacernos dignos de otras bendiciones.
Ese tan positivo sentimiento nos hace sentir que, venga lo que venga después, nada superará a nuestra alma humilde y eterna: ella seguirá contando con inéditos consuelos que la seguirán rodeando por doquiera: “hay una grieta en todo, así es como entra la luz”. (Leonard Cohen).