Autor: NICOLÁS LUCO
Columnas de Opinión: Pesadilla astronómica
Columnas de Opinión: Pesadilla astronómica OPINIÓNAntenoche imaginé algo terrible. Caminaba con mi nieto Alfonso (7) al crepúsculo del futuro. Aparecían apenas dos estrellitas y, en el horizonte, la silueta del viejo observatorio de la Universidad de Chile en el cerro Calán, en Las Condes. “Yo fui a ese observatorio”, me contaba Alfonso, que amaba el cielo. No le pude contestar, ya sabía de los grandes telescopios alguna vez instalados en nuestro desierto de Atacama, victimizados para siempre por decisiones de mala política. Alma, Paranal, el observatorio de rayos gamma, CTA, empezado a construir en 2025, y los demás gigantes, como industrias abandonadas; parecían salitreras muertas, sin astrónomos ni cielos estrellados. No me atrevía a decirle a mi nieto. Él me pedía mi celular y me mostraba una aplicación que mapea el cielo. Y aparecían lucecitas veloces que lo atravesaban, loscientos de satélites Starlink, de Elon Musk, en órbita baja. Una comisión internacional, yo sabía, discutía su uso, para mitigar la contaminación. Pero Musk estaba tan poderoso. Y pronto otros sistemas satelitales rayarían las magníficas imágenes astronómicas. Reviví mi única noche en Paranal, como en una isla flotante ante el majestuoso cosmos. No podría regresar a esa experiencia. Me levanté un segundo, volví a la cama, recuperé el sueño: se me aparecieron mis amigos astrónomos Hugo Moreno y su esposa, Adelina Gutiérrez. En un flash, pasaron imágenes de nuestros encuentros en Indiana, y sus relatos. Claudio Anguita y la Universidad de Chile; las mulas para llevar a las cimas del norte a los científicos del mundo que querían descubrir la atmósfera perfecta para observar el cielo del Hemisferio Sur. El rosario de cancilleres, partiendo por Julio Philippi, e incluyendo a Alberto van Klaveren, comprometidos para que astrónomos estadounidenses, 16 países de Europa, Japón y Australia se instalaran en Chile. Seríamos mejor que Sudáfrica. Lo lograron. Fluían más científicos, algunos grandiosos, como Federico Rutllant, Mario Hamuy, María Teresa Ruiz, Mónica Rubio, José Maza, Leopoldo Infante, rostros que se esfumaban al despertar, como los cielos al amanecer. Los políticos, los 39 senadores que en 2025 rogaron al Presidente que protegiera esos cielos Vivos y muertos. La pesadilla continuaba. Los compromisos para mantener nuestro excepcional laboratorio natural se mutilaban. Me sentía como ante una toma de terreno. Una secuencia de proyectos industriales para ocupar el territorio astronómico parecía chocarcon la otra serie de proyectos de nuevos telescopios. Se cedía, y más de 6 mil millones de dólares invertidos para la humanidad se convertían en esqueletos.
Mi nieto, ¿astrónomo? Me resonaba la estrofa de la obra “Versos de ciego” (1961), de Luis Alberto Heiremans: “El que ganar quiere algo/Listo estará pa perder /Porque en la vida, mi vida /Siempre tendrás que escoger. /Ya que si gano perdiendo/ Gano las cosas sabiendo”. Y eso que la obra reitera: “Algo llegará/ algo volverá/ Estrella veo /como un deseo/ Estrella veo /y en ella creo”. Y desperté..