El «caminar», como articulación simbólica y poética: Una mirada a propósito del Sínodo*
El «caminar», como articulación simbólica y poética: Una mirada a propósito del Sínodo* El camino del Sínodo es poético porque es sorpresivo, porque tiene baches en el camino, porque nos hace tomar la brújula y recalcular el norte magnético, porque nos hace seguir caminando. Juan Pablo Espinosa Arce Doctor en Teología, profesor de la Facultad de Teología, Pontificia Universidad Católica de Chile1 Propongámonos pensar en una razón poética para el Sínodo, en una poética sinodal. La poética sinodal o la razón poética para el Sínodo la quiero definir como un modo de pensar (razón) la experiencia sinodal desde un logos más dinámico, imaginativo y lúdico. A propósito de esta última dimensión, lo lúdico, dice Huizinga: «La poesía, nacida en la esfera deljuego, permanece en ella como en su casa. Poiesis en una función lúdica.
Se desenvuelve en un campo de juego del espíritu, en un mundo propio que el espíritu se crea [... j se halla más allá de lo serio, en aquel recinto, más antiguo, donde habitan el niño, el animal, el salvaje y el vidente, en el campo del sueño, del encanto, de la embriaguez y de la rosa.
Para comprender la poesía, hay que ser capaz de aniñarse el alma, de investirse el alma del niño como una camisa mágicay de preferir su sabiduría a la del adulto». La razón poética, entonces, es aquella que coloca acentos o miradas en la construcción poiesisde un logos que vaya escudriñando otro sentido de la realidad en la que se despliega el ser humano.
En el caso de la vivencia sinodal, diríamos que el Sínodo se nos muestra como camino poético o como camino entendido desde la razón poética en tanto cuanto es un proceso por construir, construir, por pensar y por actuar, específicamente porque no sabemos cómo nos vendrá el futuro con el Sínodo. Tenemos esperanza en el camino, pero no sabemos a ciencia cierta cuáles serán las peripecias de ese mismo camino. Lo poético, con ello, supone un ensanchamiento en la razón y en el mismo logos.
La razón poética Al hablar de razón poética no puedo sino volver a María Zambrano, para quien la poesía viene a horadar, en cierta manera, el pretendido único modo de hablar propio de la razón científica o instrumental. Hay que volver a la unidad entre filosofía y poesía4. Como dice Zambrano: «Apegados a cultivar discernimientosya ahondar diferencias, habíamos olvidado la unidad que reside y sostiene en el fondo de todo lo que el hombre crea por la palabra. Es la unidad de la poiesis expresión y creación a un mismo tiempo en unidad sagrada»5. Hay una dimensión fundacional en la poesía en cuanto creación de un mundo bajo el signo de la palabra, elemento también reconocido por H.G. Gadamer: «La pregunta por la unidad del sentido queda como una última pregunta por el sentido y encuentra su respuesta en el poema»6. En el caso de M.
Zambrano, la autora reconoce reconoce un vínculo íntimo entre la poesía y la historia: «La poesía unida a la realidad es la historia». Algo estamos construyendo con la razón poética, con aquella que va más allá de la rima y la métrica, con aquello que adquiere el talante de epistemey de modo de comprensión del mundo, hasta de un «escuchar más atentamente»8, como indica G. Steiner. Por su parte y como dice la poeta Ada Salas,. El «caminar», como articulación simbólica y poética: Una mirada a propósito del Sínodo* ((de algún modo el poema subyace informe. La labor del poeta es hundirse en la cueva primigenia y alumbrar. Recorrer luego el estrecho pasadizo y rescatar a la idea de su sueño»0. Nuevamente, el carácter creadory organizador (sentido) de la poesía, es decir, un modo de ser humanos.
La razón poética aplicada al Sínodo supone la construcción construcción (poiesis) de una identidad, de una representación del mundo, de una espacialidad el camino y de un modo de pensar (razón). Tensión de lo particular y lo compartido: el Sínodo mismo Junto con ello se podría reconocer una tensión constitutiva en el pensar poético aplicado al Sínodo, tensión que sería lo propio de la poesía. El camino cristiano reconoce que Jesús de Nazaret es el único camino (Jn 14,6 ) y que Él es el comienzo de todo camino sinodal, en cuanto camino comunitario de seguimiento discipular.
Los que caminan, construyeny también reconstruyen el camino compartido son diversos (i Cor 12,12 -27). En la cuestión poética, los modos de enunciación son pluralesy polifónicos, se abren continuamente a otro El papa Francisco en la segunda Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Vaticano, 2 de octubre de 2024. * Presentaciónrealizada en las xjernadas deTeologíade la Universidad católica de la santísima concepción el 5 de septiembre de 2024. s jpespinosat1uc. cl https:/oecid. org/oooo-ooo2-2474-gs85 2 J. Huizinga, Horno ludens (Madeid, Alianza editorial, 2052). 3 J. Huizinga, Homo lsdena, 184. M. Zambrano, Pensamiontoypoeaía en la vida española (Madrid, siblioteca Nueva, 2004), st. 5 M. Zambrano, Algunos lugares de la poesía (Madrid, Trotta, 2007), ti. 6 HG. Gadamer, Poema y diólago (sareelona, Gedisa editorial, 2004), 548.7 Zambrano, Pensamiento y poesía, tt. G. steinor, La poesía del pensamiento.
Gel helenismo a celan (Argentina, Fondo de cultura Económica siruela, 2012), 17. ml mismo tiempo de preparación del sínodo sínodo supuso la escucha atenta dolo voz de las iglesias locales que, enviando sus respuestas a Roma, mostraron cómo las fisonomías propias de sus caminos pastorales pastorales y eclesiales son una episteme por escuchar y, en consecuencia, un texto que significa. g A. salas, Algsien aquí. Hatos acerca dolo escrituro poética (Madrid, Hiperión, 2005), 15.. El «caminar», como articulación simbólica y poética: Una mirada a propósito del Sínodo* decir.
Hay una opacidad en el poema, al decir de Mario Monta lbetti”. Esta opacidad la quiero entender a partir de la modulación de Jacques Derrida”. Para el filósofo argelino-francés, un texto no puede ser totalmente condescendiente condescendiente con el lector; es decir, debe provocar una pregunta, un vacío o también una imposibilidad en el desentrañamiento de su sentido. Acontece, con ello, una crisis en el lector. Con esa no claridad del texto se da, al decir de Derrida, la emergencia de un espacio para un lector porvenir, es decir, se abre otra interpretación.
El poema, por su misma constitución, no es una escritura cerrada, sino que está en apertura a otros sentidos en cuanto existen otros intérpretes y son esos otros intérpretes intérpretes quienes continúan produciendo los sentidos del poema.
En palabras de Derrida: «[el poema] destinado a sobrevivir en un proceso infinito a los desciframientos de cualquier lector venidero»”. Con ello, dirá Derrida, se activa el gesto de la hospitalidad en cuanto se da otra lectura, siendo la lectura una potencial «hospitalidad para el porvenir»3.
Abrir el espacio en la lectura del poema es inaugurar inaugurar lo hospitalario y la potencia de la singularidad en cuanto producción de otro sentido a un texto, un acontecimiento o una práctica, en este caso, el Sínodo. El Sínodo, con ello, está llamado a ser un espacio eminentemente eminentemente hospitalario, es decir, un lugar en donde todavía puede venir otro decir. Ahí radica la exigencia de la no-autoreferencialidad de la Iglesia. El Espíritu viene a ensanchar los lugares de enunciacióny lectura del mundo, de la historia, de la iglesia, de los desafíos pastorales, etc. El Sínodo es la convocación para mirar juntos nuestra historia y nuestras misiones.
Con esto estamos expresando lo siguiente: proponer proponer una lectura desde la poesía, desde el símbolo o desde un exceso de razón significa que reconocemos que el Sínodo en cuanto producción o como situación en despliegue (de ahí su sentido poietico) invita a que podamos leerlo desde otro logos, desde otro registro, en definitiva, que el camino sinodal, incluso con la sesión de clausura del Sínodo mismo, no habrá acabado. El Sínodo de algún modo es un poema que se continuaráy deberá continuar interpretando porque se inserta en el corazón corazón del desafío: la historia misma. Habría, con ello, una cierta singularidad en la confluencia de potencialidades sobre el Sínodo. El escritor Benjamín Labatut denomina singularidad singularidad a la marca identitaria de la confluencia de energías y pulsos vitales que se activan con un acontecimiento.
Si el Sínodo es un acontecer, es decir, una experiencia eclesial (en cuanto nos afectay desafía), el Sínodo supone la presencia presencia de determinadas singularidades, de pulsos vitales o de dinámicas que movilizan lo que en sí mismo es dinámico: el caminar. ¿Qué dinámicas se pueden reconocer en este proceso? ¿ Cómo estas dinámicas ayudan a enmarcar la imagen del camino en cuanto simbólica y poética? El camino sinodal, incluso con la sesi n de clausura del 5 nodo mismo, no habrá acabado. El Sínodo de algún modo es un poema que se continuar y deber continuar interpretando porque se inserta en el coraz n del desaf o: la historia misma.
En primer lugar, el Sínodo supone el pulso del Espíritu que dinamiza y restaura, que crea y vuelve a crear (Gn 1; Sal 1o3: Jn 20), porque no podemos olvidar que estamos viviendo el Sínodo en pleno tiempo de crisis eclesial.
El Instrumentum Laboris habla recurrentemente del Espíritu: dice que Él invita a la Iglesia a crecer en perspectiva sinodal, que él está hablando a las Iglesias (Ap 2,7) y que el Espíritu es el protagonista del Sínodo.
En segundo lugar, podemos pensar en el pulso y energía del sensusfidei que escuchayprofetiza en el camino, camino, creando otro relato, otro poema, otro decir desde el Espíritu y desde la participación de todos los miembros del Pueblo de Dios. En tercer lugar, podríamos reconocer los pulsos de energía de la cultura, que es una trama en donde confluyen confluyen otros caminos, otras enunciaciones peatonales al decir de Michel de Certeau5. Con dichas enunciaciones peatonales, Certeau comprende que la topografía habitada de ciudades y pueblos se va creando gracias a los movimientos movimientos de los que se desplazan en esas mismas zonas habitadas.
La Iglesia sinodal no es tal para sí misma, de manera exclusivista, sino que es tal en cuanto camina con las culturas y con ellas va creando nuevos caminos poéticos de humanización.. El «caminar», como articulación simbólica y poética: Una mirada a propósito del Sínodo* En otro texto, el mismo Michel de Certeau indica que el Espíritu (de Dios) y el espíritu (el alma o sentido de las instituciones) escapa de los grupos humanos cuando esas mismas estructuras se termina convirtiendo en «espectáculos desolados o en liturgias de ausencias. Se da un verdadero exilio dice Certeau cuando la arquitectura de las instituciones ya pierde su sentido de dar sentido. Lo más interesante es que ese Espíritu (en términos teológicos) no desaparece, sino que escapa para habitar ((en otro sitio»8. El Espíritu continúa animando ya no en el centro sino en el límite. El Sínodo, con ello, supone también un desplazamiento, tanto en la simbólica simbólica del caminar juntos como en la capacidad de que ese mismo camino aprenda a desplazarse a través de otras rutas.
Como dice el Instrtunentum Laborís: «En este contexto [el nuestro, el actual], variado, pero con rasgos comunes a nivel mundial, se ha desarrollado todo el proceso sinodal (... ) Lo que está en juego es la capacidad de anunciar el Evangelio Evangelio caminando junto a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, allí donde se encuentren, y la práctica de la catolicidad vivida caminando junto a las Iglesias que viven en condiciones de particular sufrimiento (cf.
LG 23)». Algunas reflexiones en camino y con el camino A partir de estos elementos quisiera ofrecer algunas reflexiones reflexiones desde la simbólica y de la poética del caminar, de manera de trazar algunas líneas en torno a la poética sinodal en vistas a la producción de un decir o de un pensamiento pensamiento que ayude a seguir profundizando en el Sínodo. En primer lugar, la idea del camino como sorpresa.
David Le Breton en su Elogio de los caminos escribe: «El descubrimiento del entorno puede hacerse en lugares grandiosos o anodinos; hasta los espacios más habituales en ocasiones revelan ser inesperados inesperados y abren caminos de sentido.
Toda caminata, incluso en el barrio vecino, provoca sorpresa, nada nunca es dado al caminante, él siempre va por delante delante de sí mismo en la ignorancia de la provisión de memoria que acumula durante el camino»». El carácter de sorpresa es particularmente plástico en la comprensión del camino, pero precisa que el caminante caminante tenga una disposición para ver en lo acostumbrado un chispazo de novedad. El Sínodo sobre la sinodalidad puede ser también un espacio de novedad, aun cuando en las décadas pasadas desde 1965, Sínodo de los Obispos se hayan dado otras experiencias sinodales a nivel universal.
Si hay una apuesta explícita por ciertos temas dentro del Instrumentum Laboris o la orientación que el Sínodo brinda a las iglesias locales, ese camino compartido que fue pensado en base a la novedad o a la renovación también debe ser profundizado con ojos de asombro. En segundo lugar, el carácter propiamente poético del camino sinodal.
En estas reflexiones en todo caso, muy provisionales hemos mostrado que lo poético supone un modo de acercarse a la realidad, de organizarla organizarla y de mostrar cómo la pregunta por el sentido se puede articular a partir de otro lenguaje. Además, con M. Zambrano y A. Salas hemos visto que el poema habita en el fondo de la realidad y que en él se puede entender el proceso de creación. Si el Sínodo es poético, es porque él no está finalizado, sino que está en camino y que ese dinamismo móvil está abierto, incluso es incierto en el futuro. La Iglesia espera que el Sínodo suponga espacios de renovación, pero, paradójicamente, la esperanza supone también lo no acontecido, lo todavía por venir. Por ello es bueno que el Sínodo continúe siendo poético porque demandará de las comunidades cristianas una actitud de lectura, interpretación y construcción permanente.
En tercer y último lugar, la cuestión de que este camino que estamos recorriendo es un dique, o bien un brazo que sale de un camino anterior, es una huella que se abre, nos vincula con el pasado, con la Iglesia de santos, profetas y mártires, de hombres y mujeres que caminaron caminaron antes que nosotros. El poema abre caminos, no es monolítico, no es monolingüístico, no puede pretender cerrarse. Quien cierra el poema, lo termina destruyendo. El camino es poético porque es sorpresivo, porque tiene baches en el camino, porque nos hace tomar la brújula y recalcular el norte magnético, porque nos hace seguir caminando. El Sínodo poético abrirá nuevos caminos. Pero, en cualquier caso, eso será algo por vivir, por pensar y por poetizar. M 1 M. Montalbetti, Sentido y ceguera del poema (Santiago de chile, Hueders, oss). it J. DerridayM. Ferracis, si gusto del secreto (Argentina, Amorrortueditores, zoog), 7.12 J. Derrida, carneros. sI didlogo ininterrumpido: entre doo infinitos, el poema (Argentina, (Argentina, Amorrortu editores, zoog), 37.13 J. Oerrida y M. Ferraris, sI gasta del secreto, 47.14 8. Labatut, La piedra de la locura (España, Anagrama, 2021), 30.15 M. de certeau, La innencidn de lo cotidiana s. Artes de hacer (México, Universidad Iberoamericana Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, 2007), 110. s6 M. de certeau, La cultura en plural (Buenos Aires, Ediciones Nueva visión, 2004), 26; c. Alvacez, “La fecundidad teológica del pensamiento de Michel de certeau. Exploraciones en el contexto de la Iglesia chilena”, Teologíayvida 63/2 (aoza), 179206.
Olee Alvarez: “Oc hecho, nos invita (M. de certeau] a dirigir nuestra mirada teológicaa los lenguajes que todavía hablan en elcorazóndela cultura: los lugares de resiatenciayextrañeza, asícomo el lenguaje del hombre comtínycorriente con sus astuciasy tócticas” c. Alvarez, “La fecundidad teológica”, 187.17 M. de certeau, La cultura en plural, z6.18 M. de certeau, La cultura en plural, z6. ig O. Le Breton, caminar. Elogio de los caminos y de la lentitud (Argentina, Waldhuter, 2014), 25..