Tecnificación y disciplina como fórmula de éxito
Tecnificación y disciplina como fórmula de éxito Cuando tenía 20 años, ayudaba a su papá en el campo y trabajaba como temporero.
Nunca pasó por una escuela técnica ni por la universidad, pero hoy arrienda más de 60 hectáreas en Chicureo y Colina, en donde con riego tecnificado hasta duplica la producción por hectárea y con un manejo planificado manda hasta cinco camiones al día a Lo Valledor. Demasiado grande para recibir apoyo de Indap y demasiado pequeño para otros apoyos, nunca ha podido postular ni siquiera a subsidios de tecnificación del riego. Es que lo suyo, dice, es pura pasión por el campo. que lo suyo, dice, es pura pasión por el campo. PATRICIA VILDÓSOLA ERRÁZURIZ PATRICIA VILDÓSOLA ERRÁZURIZ PATRICIA VILDÓSOLA ERR ramarzo de 2001. En un campo de Chicureo, Alfredo Rojas Millares, de 20 años, ayudaba a cargar un camión con cebollas.
Hijo y nieto de agricultores, trabajaba en las seis hectáreas de su papá. también como temporero. resos días, Cristián Muñoz, hoy presidente de Hortach, se había quedado sin administrador para manejar la producción de radicchio que tenía en esa misma zona. Necesitaba con urgencia alguien que lo apoyara y la encargada de control de calidad le recordó a un joven que hacía unos días saltaba entre un camión y otro ordenando y cargando alcachofas. Partió a ofrecerle el trabajo. Rojas le insistió que él no sabía de lo que le estaban ofreciendo. "Le dije que no sabía nada de administrar un campo. Pero me dijo que con él iba a aprender.
Me atrajo el sueldo, me permitiría juntar lo que necesitaba para independizarme, que era lo que venía planeando ya desde hace un tiempo, así es que acepté, po= niéndome como meta estar ahí solo un tiempo", cuenta hoy parado al medio de uno de los cuarteles del campo de cerca de 36 hectáreas en Chicureo. Rojas, de 43 año: da cerca de 100 hectáreas, ribuidas en distintos campos, en donde produce alcachofas, cebollines y cebollas, papas (su última apuesta), betarragas y melones, en temporada.
El mismo hasta donde llegan algunos estudiantes de la Universidad de Las Américas a trabajar en dad de Las Américas a trabajar en dad de Las Américas a trabajar en dad de Las Américas a trabajar en dad de Las Américas a trabajar en dad de Las Américas a trabajar en dad de Las Américas a trabajar en dad de Las Américas a trabajar en dad de Las Américas a trabajar en dad de Las Américas a trabajar en dad de Las Américas a trabajar en dad de Las Américas a trabajar en dad de Las Américas a trabajar en AS E 23 La temporada 2023 obtuvo 2 mil sacos de papas por há. novaciones el agricultor dobla la producción y mantiene una alta calidad de sus productos.
Para Rojas, que es un productor demasiado grande para ser usuario de Indap, pero demasiado pequeño para acceder a otros beneficios, la gran diferencia y el futuro de las hortalizas está en la tecnific "Con el riego tecnificado yo consigo en una hectárea 410 mil cebollas.
Lo que se consigue con riego tradicional son alrededor de 250 mil", dice, mientras el sol golpea fuerte en la mañana de fines de julio. mañana de fines de julio. mañana de fines de julio. mañana de fines de julio. mañana de fines de julio.
DISCIPLINA Y ANTICIPACIÓN Rojas aprendió el amor por la tierra y la pasión por el campo de su papá, Josér Rojas Salinas, que tenía una delas dos parcelas de las 36 que había dejado la reforma agraria en esa zona. Reconoce que nunca tuvo estudios s técnicos ni profesionales.
Aunque, dice, tuvo un paso por una. ¡onal. "Desde que empecé en la empresa con Cristián Muñoz y especialmente cuando él se asoció con la familia Marchini, productores de California, en Estados Unidos, fue como pasar por una verdadera universidad. Fue un constante aprendizaje.
Diría que lo más importante que aprendí es lo fundamental de la disaprendí es lo fundamental de la disaprendí es lo fundamental de la disaprendí es lo fundamental de la dissus tesis, liderados por el profesor Alonso Bravo, para observarcómoa 2 ; A Sa ciplina y, algo que aquí cuesta mutravés de la tecnificación y otras in Alfredo Rojas ha instalado sistemas de riego que puede mover entre los distintos cuarteles cho, el quelas cosas siempre son pacho, el quelas cosas siempre son pa. Tecnificación y disciplina como fórmula de éxito ra ayer, que siempre hay que anticiparse", comenta. En 2006 decidió dar el giro por el que venía trabajando. "Había juntado plata. De la parcela de 7,5 hectáreas de mi papá, quien falleció hace once años, quedaban seis hectáreas porque vendió una para poder pagar una deuda de impuestos. Él siempre defendió y cultivó su tierra. Decía que era para nosotros (son tres hermanos)", insiste y cuenta que cuando a su papá le ofrecieron mil millones de pesos por esas seis hectáreas, se negó rotundamente a vender. Esas seis fueron las primeras hectáreas que arrendó y donde produjo sus primeras alcachofas y cebollas propias. En 2008, cuando buscaba más tierra para crecer, Cristián Muñoz le propuso que arrendara las 26 hectáreas que antes había administrado.
Con un sentido práctico heredado del padre y de su trabajo con la tierra, explica que "en el campo uno tiene que estar preparado para perder todo en una temporada, pero tiene que tener las espaldas suficientes para poder volver a empezar en la siguiente". Se refiere a que el negocio le parecía atractivo, y si bien venía juntando plata, "la que tenía me alcanzaba para producir, pero no para pagar ese arriendo. Ahí había alcachofas. Llegamos a un acuerdo en donde yo empezaba a pagar con lo que cosechara", comenta. Desde entonces no solo creció en superficie, sino también en volumen y en diversidad de productos.
Es que el secreto, dice, es apostar por el riego tecnificado, insiste en que eso es lo que le ha permitido a él crecer, a pesar de que, hasta ahora, por no tener tierras propias, no ha podido conseguir apoyo estatal ni participar en los concursos de la CNR. "Pero ahora cambió la ley, y con un contrato a dos años, creo que podré participar por primera vez", dice sonriendo.
APOSTAR POR EL RIEGO Claro que la importancia de la tecnificación la descubrió cuando, buscando nuevas tierras, llegó a un campo de 25 hectáreas donde el pozo entregaba solo 8 litros por segundo. "Con eso me alcanzaba con suerte para regar, de forma tradicional, dos hectáreas", dice. Entonces se jugó: construyó un acumulador a donde juntaba esos 8 litros y luego con riego tecnificado pudo llegar a plantar 12 hectáreas. Pero el pozo empezó a disminuir.
Entonces, al ver que iba a tener que e n t r e g a r e l c a m p o, l l e g ó a u n acuerdo que le permitió hacer un pozo nuevo, a cambio de cinco años de arriendo.
Hoy obtiene 18 litros por segundo, que se distribuyen por goteo. "El riego tecnificado me permite trabajar la cebolla y la betarraga en alta densidad, con lo que puedo doblar la producción, pero además obtengo un producto más parejo, todo de un tamaño similar", dice.
El ronroneo de uno de los dos generadores instalados junto al pozo, d e d o n d e e x t r a e agua a 100 metros de profundidad, es casi lo único que se escucha en el campo de 26 hectáreas. En un par de cuarteles, sacos rosados reciben las papas, que, reconoce, este año no le rendirán tan bien porque el clima le jugó una mala pasada. "El año pasado fue nuestra primera vez. Conseguimos 2 mil sacos por hectárea. Este año, por la helada, creemos que l l e g a r e m o s a l o s 800", comenta sin quejarse. Insiste que en las hortalizas es clave anticiparse a lo que se pueda ocurrir, para así tomar decisiones que permitan prevenir situaciones graves. Y también recalca la importancia de no seguir modas. "Tenemos que ir aprendiendo a adaptarnos al clima que hay hoy y tomando las precauciones", enfatiza. En otro cuartel, los camellones solo muestran las cintas de goteo sobre la tierra.
Están preparados para poner alcachofas, por lo que las cintas ahora están fertilizando con micorrizas, que "ayudarán a que se den más parejas y a que prendan mejor". El cebollín y la cebolla los trabaja en mesas, camellón ancho, con seis hileras, en lugar de dos. "Uno siempre tiene que estar buscando cómo optimizar el suelo disponible. Ahí la tecnología es una gran ayuda. Nos permite ir mejorando, no solo tener más, sino de mejor calidad". Cuenta que puede llegar a mandar hasta cinco camiones diarios a Lo Valledor, porque, además, compra producción. También, como una forma de obtener mejores precios, tiene clientes que van con sus camiones directo al campo. Lo suyo, dice, no es apostar por los supermercados ni la exportación. "Lo mío es esto", enfatiza. SIN SECRETOS Por la hora, y por la época, no se ve mucha gente en el campo. Menciona que el problema de la mano de obra lo ha solucionado con trabajadores bolivianos y está contento porque sabe que los gremios y las autoridades están buscando fórmulas para facilitar que sigan viniendo.
En lo personal, su sueño, dice, es quizá llegar a tener 150 hectáreas. "La verdad es que yo me siento realizado porque uno siente que hace las cosas bien, que se trabaja, y yo estoy abierto a mostrar lo que uno va haciendo", sostiene. Por lo mismo es que repite con orgullo que trabaja con Alonso Bravo, de la Universidad de Las Américas y ayuda a los estudiantes con sus tesis. Para el rubro, para los productores, independiente de su tamaño, ve el futuro de manera positiva, siempre que se hagan las cosas bien y de manera planificada. "Mire, aquí no hay secretos. No hay misterios. Aquí lo que hay que hacer, como hortaliceros, es ser constantes. Invertir, cuando se pueda, de manera ordenada, programarse y ser disciplinado. No dejarse llevar por modas", dice con voz tranquila. Se queda pensando. "Sí, la verdad es que lo mío es amor por la tierra. Me lo transmitió mi papá. Para mí esto es una pasión. A veces, en domingo, me vengo a mirar el campo. No tengo ninguna urgencia, pero es lo que necesito.
Lo que me gusta". TRASPASAR EL AMOR POR LA TIERRA Y ya tiene quien lo sigue: su hijo Felipe, de 20 años, que estudia Agronomía en la Universidad de Las Américas. "Le gusta tanto como a mí. Cuando llegó el momento de entrar a estudiar me preguntó, porque no sabía bien qué hacer. Le dije que tenía que seguir lo que a él le gustara. Que no se preocupara por mí. Solo se fue a Agronomía. Y es parecido a mí. Cada vez que puede se viene al campo", dice con mirada de orgullo. MÁS APOYO ESTATAL "Falta apoyo. Uno no es ni suficientemente grande, ni suficientemente pequeño. Entonces, todo lo he hecho ha sido a pulso. Por ejemplo, es importante que se ayude a los agricultores a tecnificar los campos. Pero también es importante que se tome conciencia como país de que nosotros somos parte de la cadena alimentaria. Los agricultores somos desvalorizados. Pero es importante que cuando hablamos nos escuchen, porque nosotros estamos produciendo el alimento para las ciudades, para todos los chilenos". La planificación le permite obtener una calidad homogénea y tener producción estable. ALFREDO ROJAS MILLARES ALFREDO ROJAS MILLARES Junto a su hijo Felipe, cuando recibió el premio Pasión por el Campo de Anasac..