Una educación ¿superior?
Una educación ¿ superior? M á s d e c i e n mil egresados de enseñanza media comenzarán su camino en la educación superior.
Pero, ¿se puede rendir bien en ese nivel cuando hay carencias tan evidentes? Los defectos están tanto en quienes accederán a los estudios terciarios como en la forma en que estos mismos se están ofreciendo en muy variados centros del país.
O, dicho de otra manera, muchos alumnos no están en condiciones de aprender en un alto nivel y, paralelamente, hay instituciones que han descendido en la calidad de su oferta, justamente para tratar de hacerse cargo de las carencias de los educandos, abandonando "lo superior". ¿Por qué hay numerosos jóvenes egresados con un déficit de 2 a 3 años en su madurez humana y en su nivel de conocimientos? Por una parte, por la pérdida de horas de clases en establecimientos de la educación pública que solían entregar cohortes de egresados de altísimo nivel.
Obviamente, los alumnos normales han resultado muy perjudicados, y quizás para compensar esas carencias, se ha ido consolidando el ya comprobado hábito de inflar las notas, algo así como: no has aprendido, en cierto modo reconocemos nuestra culpa, te compensamos con unas décimas más.
Por otra, en niños y jóvenes escolares con 6 o más horas diarias de dedicación a las redes sociales, no puede sino comprobarse el colapso de la capacidad reflexiva y, por lo tanto, de una auténtica pasión por el conocimiento y por la formación. Por eso, es un milagro que en algunos ambientes haya jóvenes que siguen amando las ciencias, las artes y las humanidades. A eso se suma la tendencia de muchos alumnos a la victimización y a la búsqueda de culpables por sus propios fracasos.
Y cuando se les han propuesto los remedios de una mayor exigencia, justamente para beneficiarlos, algunos estudiantes --y, por cierto, muchos padres y apoderados-contradicen esas decisiones, porque las consideran nocivas para la salud mental, transformándose en auténticos guardianes de la mediocridad y de la frivolidad. Pero, al "protegerse" de la exigencia, se exponen a los más evidentes riesgos de fracaso en la educación superior. Del modo como se reaccione en las instituciones ante generaciones de jóvenes cada vez más insustanciales, dependerá la posibilidad de "salvarlos" de unas vidas futuras sin relieve ni proyección. En efecto, cuando lo remedial se transforma en un conjunto de medidas que nivelan hacia abajo y frenan el mérito, es casi imposible que se puedan corregir los defectos mencionados.
En esa línea está la conformación de secciones de alumnos en primer año por un método aleatorio, dificultando que los mejores estén con los mejores profesores; la difusión de un lenguaje absurdo que se impera "para no herir sensibilidades", olvidando que se hiere la sensibilidad de los que quieren usarlo correctamente; la imposición de métodos de evaluación que impiden la interacción creativa entre profesores y alumnos; la interrupción del semestre para otorgarles a estos jóvenes de merengue una semana de descanso, debilitando los hábitos que iban adquiriendo; en fin, la atención a mil solicitudes por un supuesto respeto a la diversidad, lo que hace que cada alumno se sienta con el derecho a invocar sus caprichos, o sus diferencias, para eliminar las exigencias comunes y encontrar en la excepción la norma. Padres, profesores, rectores, políticos y empleadores: a todos nos corresponde darle importancia máxima a esta situación.
En el programa para un futuro gobierno de derecha, las medidas para enfrentar estos problemas son primordiales, incluso considerando las gravísimas situaciones financieras en que se encuentran tantas instituciones, a consecuencia de la "dichosa gratuidad". C O L U M N A D E O P I N I Ó N Una educación ¿ superior? Cuando lo remedial se transforma en un conjunto de medidas que nivelan hacia abajo y frenan el mérito, es casi imposible que se puedan corregir los defectos. Si desea comentar esta columna, hágalo en el blog Por Gonzalo Rojas. - - -