Desempleo estructural
EDITORIALespecial que considere el rol estratégico de la agricultura y la agroindustria en el empleo regional puede ser la respuesta, pero lo que no puede ocurrir es que las autoridades del nivel central continúen ignorando los dolores de Ñuble.
Dados los niveles históricos de desempleo que viene mostrando la región en los últimos meses, cuesta entender la desidia del gobierno, cuyos personeros reconocen que existe una preocupación por esta situación, pero en la práctica, no se expresa en medidas extraordinarias, salvo los anuncios sobre la creación de empleos gracias a la ejecución de proyectos de obras públicas y de viviendas.
La región de Ñuble superó los dos dígitos de desempleo hace tres meses y ha seguido subiendo, hasta llegar a una tasa de 10,8% en el trimestre mayo-julio de 2024, posicionándose por tercera vez consecutiva como la región con mayor desocupación en el país. Según el INE, en los últimos 12 meses se perdieron más de 4 mil empleos y actualmente el número de desocupados bordea los 25 mil. Es el nivel más alto en cuatro años y, sin embargo, las autoridades prefieren pensar que obedece únicamente a factores estacionales.
Efectivamente, en invierno aumenta el indicador porque hay sectores que requieren menos trabajadores, como la agricultura y la construcción, pero es evidente que el escenario actual responde a un debilitamiento general del mercado laboral regional, así como también a la contracción del empleo en actividades económicas clave, como la agricultura y la agroindustria, la construcción, la industria manufacturera y el turismo.
La crisis que enfrenta el agro, que se ha traducido en una caída de la inversión en diversos rubros, ha llevado a una progresiva disminución de los ocupados, es decir, se están destruyendo empleos de manera permanente, no temporal. Sólo en los últimos 12 meses el sector perdió casi el 9% de sus ocupados.
La irrupción de cultivos intensivos conmenor demanda de mano de obra, la crisis del arándano y la desaparición de packings, la reducción de los cultivos tradicionales y el boom de las parcelaciones, constituyen factores más bien estructurales.
Por otro lado, la construcción aún no logra el dinamismo deseado, aunque se espera que, en la medida que se ejecuten las obras públicas anunciadas y se reactiven los proyectos privados, logre absorber parte de los desocupados. Lamentablemente, el desempleo de Ñuble parece ser más estructural y, frente a ello, no basta con medidas temporales.
En ese sentido, el emplazamiento de la senadora oficialista Loreto Carvajal al gobierno, a definir un plan especial para abordar esta crisis, si bien tiene una lectura política, también debe interpretarse como un reconocimiento de la gravedad del problema.
Hay un amplio consenso en que, con la perspectiva de largo plazo, se requiere cerrar brechas de infraestructura habilitante para empujar el desarrollo de Ñuble, por ejemplo, en materia de embalses, de transmisión eléctrica, de vialidad y de conectividad vial.
Pero además, la situación actual de la región también exige de medidas especiales con sentido de urgencia, dado que el deterioro del mercado laboral está afectando la calidad de vida de miles de hogares y está frenando la actividad económica en el territorio. Ante esta crisis, el gobierno debiese pronunciarse, pero no para contar lo bien que lo está haciendo, sino para proponer medidas adicionales.
Un plan especial que considere el rol estratégico de la agricultura y la agroindustria en el empleo regional puede ser la respuesta, pero lo que no puede ocurrir es que las autoridades del nivel central continúen ignorando los dolores de Ñuble.. Ante esta crisis, el gobierno debiese pronunciarse, pero no para contar lo bien que lo está haciendo, sino para proponer medidas adicionales. Un plan EDITORIAL