Semblanzas de dos amigos: San Alberto Hurtado y monseñor Manuel Larraín
Semblanzas de dos amigos: San Alberto Hurtado y monseñor Manuel Larraín Jorge Valderrama Gutiérrez Los jóvenes Manuel Larraín Errázuriz y Alberto Hurtado Cruchaga tuvieron varios aspectos en común: nacieron con pocos meses de diferencia; se conocieron en el Colegio de San Ignacio -Santiago-, iniciando en esa época una amistad que les acompañaría toda la vida; ambos egresaron de dicho establecimiento el mismo año; hicieron su servicio militar en 1920, en los Regimientos Tacna y Yungay, respectivamente, egresando del Ejército con el grado de teniente; ambos estudiaron Leyes en la Universidad Católica; y ambos se ordenaron sacerdotes.
Así también, el joven Manuel siempre llamó a Alberto su amigo del alma o "mi hermano", por el afecto que le profesaba (y que fue recíproco). Aspectos no muy conocidos de dos destacados prelados que, antes de ejercer su fecunda acción evangelizadora, fueron también sobresalientes soldados y amantes de su Patria E n la Alameda de Santiago, cercano a la Estación Central de Ferrocarriles, se yergue un icónico monumento a San Alberto Hurtado; en la cripta de la Catedral de Talca, en tanto, reposan los restos de monseñor Manuel Larraín -junto a los de los clérigos José Ignacio Cienfuegos, Carlos Silva Cotapos y Carlos González Cruchaga-, quien en la esquina norponiente de Plaza de Armas posee una estatua levantada en su honor, todo lo cual da cuenta del cariño y reconocimiento que se tuvo -y aún se tienepor quienes en vida se caracterizaron por su amor al prójimo sustentado en una fe inquebrantable.
Obispo de la diócesis de Talca Hijo de Manuel Larraín Bulnes y de Regina Errázuriz Mena, Manuel Larraín Errázuriz nació el 17 de diciembre de 1900, en Santiago (tuvo cuatro hermanos hombres). SIGUE EN LA PÁGINA 14 Parte de los conscriptos de la Quinta Batería del Regimiento de Artillería Nº1 "Tacna" en el año 1920. En la fila del centro, de izquierda a derecha, el cuarto es el conscripto Manuel Larraín Errázuriz.
Archivo diario El Mercurio.. Semblanzas de dos amigos: San Alberto Hurtado y monseñor Manuel Larraín De niño estudió en el Colegio San Ignacio de los padres Jesuitas y posteriormente ingresó a la carrera de Derecho de la Universidad Católica de Chile, cursando hasta cuarto año sin titularse, ya que en ese entonces tomó la decisión de dedicar su vida al sacerdocio influenciado por su madre, mujer piadosa y profundamente religiosa. Tras cursar filosofía en el seminario de Santiago, partió a Roma a estudiar teología, "... cuando el fascismo y Mussolini entraban a su período de apogeo.
No faltaban, ni sacerdotes, ni católicos que lo miraran como un salvador, `defensor fidei'. Había puesto el crucifico en las escuelas, había alejado el comunismo, las calles respiraban orden y tranquilidad" (Sabal, 2005), parte de la falsía de un régimen que en su filosofía encerraba un paganismo fanático. Familiarmente todos le llamaban "Manó" apodo que afectuosamente usó su madre para referirse a él. De origen vasco era alegre y gustaba cantar alrededor de una buena mesa.
Después de ordenarse sacerdote en 1927, el 7 de mayo de 1938 fue nombrado obispo coadjutor del obispo Carlos Silva Cotapos, asumiendo al año siguiente como obispo titular, haciéndose cargo definitivamente de la Diócesis de Talca (que abarcaba las ciudades de Talca, San Clemente, Curicó, Molina, Lontué, Santa Cruz y sectores campesinos aledaños). Al arribar, su aspecto físico -frágil y debiluchono causó una buena impresión, según resaltó don Óscar Pinochet de la Barra en el artículo "Don Manuel Larraín en Talca", publicado por revista Ercilla en 1976: "Estaba todo el liceo Blanco Encalada, de Talca, formado para recibir al nuevo obispo coadjutor. En esto apareció un cura joven, delgado, bajo, sin la apariencia solemne a que nos tenía acostumbrados don Carlos Silva Cotapos.
El único distintivo especial que divisamos fueron unos calcetines morados, pero a la rápida, ya que la nueva autoridad de la Iglesia no se mantenía quieta y prodigaba a alumnos y profesores una sonrisa pícara en un rostro alegre... ". En Talca, se pensó que el prorrector de la Universidad Católica no encajaría con facilidad en el ambiente rural, ¡craso error pues amaba el campo!, y allá en Colchagua, cerca de Peralillo, pasó largas temporadas.
Recorrió a caballo las tierras al norte del río Maule, identificándolo los humildes como el obispo campesino, al que recibían como a un amigo (según su obispo auxiliar, Bernardino Piñera, "tenía la cuota justa de enfermedad para cuidarse y dedicarse a la acción"). Probablemente, la gente que colmó el Teatro Municipal talquino al ser presentado en sociedad -con sus abrigos, pieles y aristocráticos apellidos-, se decepcionó al escuchar las palabras del pastor: "Quiero que sean los obreros la porción más amada de mi rebaño de pastor", emblema que no cambió jamás.
El desaparecido obispo Carlos González Cruchaga afirmaba que "don Manuel tenía muchos miedos: a los perros, a la oscuridad, a los viajes en automóvil y al avión... "; y que su miedo a los temblores -que solía predecir con bastante exactitudlo llevaba a ser el primero en huir cuando acontecía alguno. Hombre inteligente y brillante sabía conversar con todos, y bajo su capa morada hasta los talones no solo exudaba aristocracia y nobleza, sino también sencillez.
En aquel entonces los obispos eran príncipes de la fe y al pueblo les agradaba verlos en todo su esplendor, por lo cual solía lucir un anillo de topacio en uno de sus dedos, símbolo de su unión con su diócesis, lo que no fue impedimento para que fuese alejándose poco a poco de la solemnidad y elegancia, viviendo de manera más austera y simple. En esa metamorfosis natural le ayudaron sus amigos, especialmente el padre Alberto Hurtado y René Voillaume, ese último superior de los Hermanitos de Jesús. Igualmente, en 1962 cedió a los trabajadores el fundo Los Silos, perteneciente al Obispado, primer bien de la Iglesia entregado en el contexto de la Reforma Agraria.
En 1955, después del Congreso Eucarístico Internacional en Río de Janeiro, junto a otros obispos abordó el tema sobre el clero y la vida sacerdotal en América Latina, reunión de la cual nació la Conferencia Episcopal para América Latina (CELAM), siendo su presidente en 1964. Lector insaciable, era poseedor de una memoria extraordinaria, constituyendo la música otro de sus pasatiempos, como la poesía, la historia y el estudio de la naturaleza. Escuchaba folclore chileno, y cuando llegaba de Francia traía consigo las últimas novedades musicales religiosas de Duval y María Claire Pichaud. Falleció el 22 de junio de 1966, cuando su automóvil colisionó con una carretela al regresar de Santiago a Talca.
Con la espada y la cruz Monseñor Manuel Larraín llevó en sus venas sangre de estadistas y de soldados ilustres, ya que descendía de una casta de Presidentes de Chile y de generales de la República. Perteneció por linaje a una talentosa aristocracia que otorgó grandes servicios a la patria. Es así que su padre, don Manuel Larraín Bulnes, fue cadete de la Escuela Militar en 1885. Se incorporó al Escuadrón de Lanceros Nº5 y peleó en la Revolución de 1891, obteniendo el grado de teniente. Como capitán formó en la Plana Mayor fundadora del Regimiento de Artillería Nº3 del General Marcos Maturana, creado por el Presidente de la República don Jorge Montt Álvarez. Ascendió a Sargento mayor y se acogió a retiro de coronel.
Era hijo de don José Luis Larraín, fundador de El Tattersall, y de doña Enriqueta Bulnes Pinto, hija del general Manuel Bulnes Prieto, y nieto, en consecuencia, de ese esclarecido Presidente de Chile y Mariscal de Ancash. Era bisnieto del Presidente de Chile y general Francisco Antonio Pinto, quien con su consorte argentina, beldad del pueblo de Tucumán, doña Luisa Garmendia, fueron padres del Presidente de la nación, Aníbal Pinto. Deslumbrado por la hermosura y señorío de la dama tucumana, don Andrés Bello le dedicó un delicado poema. Era, también, sobrino nieto del Presidente de Chile y general Joaquín Prieto Vial.
La señora Regina Errázuriz Mena -su madre-, fue hija de don Javier Errázuriz Echaurren, nieta del Presidente de Chile don Federico Errázuriz Zañartu; VIENE DE LA PÁGINA 13 En 1920 el joven Manuel Larraín Errázuriz egresó de su servicio militar en el Regimiento de Artillería Número 1 "Tacna", vistiendo el uniforme de Teniente de Reserva del Ejército. Archivo diario El Mercurio. Don Manuel Larraín junto a su gran amigo, el Padre Alberto Hurtado.
Alberto Hurtado Cruchaga en 1920, cuando realizó su servicio militar en el Regimiento Yungay, egresando con el grado de teniente segundo.. Semblanzas de dos amigos: San Alberto Hurtado y monseñor Manuel Larraín sobrina del Presidente de la República don Federico Errázuriz Echaurren; y sobrina del Primer Mandatario de la nación, don Germán Riesco Errázuriz.
Igualmente, cuando finalizó sus estudios humanísticos en el Colegio de San Ignacio en 1920, donde fue compañero, entre otros, del otrora Ministro de Educación, Juan Gómez Millas; del padre Alberto Hurtado Cruchaga, José Manuel González Vial, Fernando Ochagavía Hurtado, Germán y Jorge Domínguez Echenique, realizó su servicio militar en el Regimiento de Artillería Nº 1 "Tacna", comandado por don Arturo Puga Osorio, donde integró la Quinta Batería formada por cien hombres al mando del capitán Aurelio Wernken. Egresó de las filas con el grado de Teniente de Reserva, y fue una de las grandes satisfacciones que le brindó a su padre, complacencia que el anciano soldado del Regimiento Maturana añoraba emocionado.
Asimismo, sus amigos del alma -o "mis hermanos", como él los llamaba-, el padre Alberto Hurtado; y el obispo de Linares, Augusto Salinas Fuenzalida, cumplían sus deberes militares en el Regimiento de Infantería "Yungay". Después ingresó -como se mencionó precedentementea la Escuela de Leyes de la Universidad Católica. yes de la Universidad Católica. Fundador del Hogar de Cristo Alberto Hurtado Cruchaga nació el 22 de enero de 1901 en Viña del Mar, siendo sus padres Alberto Hurtado Larraín y Ana Cruchaga Tocornal. Como su progenitor murió cuando tenía cuatro años, se trasladó a Santiago junto a su madre y su hermano. En la capital ingresó, en 1909, al Colegio de San Ignacio, donde se destacó por ser excelente alumno y buen compañero. En esa época se hizo miembro de la Congregación Mariana, donde se interesó por los más desposeídos, yendo a desarrollar trabajos sociales todos los domingos a los barrios cercanos al que ellos vivían.
Antes de finalizar su vida estudiantil, se despertó en él la vocación sacerdotal, y por ello solicitó su ingreso al noviciado de la Compañía de Jesús, pero sus consejeros espirituales le recomendaron postergar su deseo por los problemas económicos de su familia. Ante esa situación, Alberto decidió ingresar a estudiar Leyes en la Universidad Católica (1918) y a trabajar por las tardes en el Diario Ilustrado.
Sin embargo, en 1920 debió realizar el servicio militar extraordinario, para lo cual el 1 de agosto de ese año ingresó a la Décimo Compañía del Tercer Batallón del Regimiento de Infantería Yungay, que se encontraba acuartelado temporalmente en Santiago, en el Barrio Recoleta, bajo el mando del teniente coronel Washington Montero, interrumpiendo por un tiempo sus estudios. Pronto el aspirante ascendió a teniente segundo. Finalmente, se tituló de abogado en agosto de 1923. Días después, ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en Chillán. En 1925 se trasladó a Córdoba (Argentina), donde finalizó su período de noviciado y se consagró con sus votos religiosos.
En 1927, fue enviado a España para realizar sus estudios de Filosofía y Teología, pero cuatro años después, debido a la expulsión de los jesuitas, abandonó ese país y se fue a Lovaina (Bélgica), donde fue ordenado sacerdote el 24 de agosto de 1933. Sólo en enero de 1936 regresó al país, iniciando su labor pastoral como profesor de Religión en el Colegio San Ignacio y como pedagogo en la Universidad Católica y en el Seminario Pontificio. Además, fue director de la Congregación Mariana de los Jóvenes.
En 1941, publicó su libro más conocido y polémico para esa época: ¿ Es Chile un país católico? Ese mismo año se le confió el cargo de asesor de la rama juvenil de la Acción Católica de la Arquidiócesis de Santiago, y al año siguiente, la de todo el país.
En octubre de 1944 -luego de renunciar a esa organizacióndurante un retiro con un grupo de señoras sintió la necesidad de hacer un llamado a la conciencia acerca de la carencia que tenían los pobres, especialmente los niños. Ese discurso impresionó profundamente a quienes le escuchaban, generando importantes donaciones en dinero, además de un terreno. Así se inició el proyecto más importante y conocido del padre Hurtado: el Hogar de Cristo. La primera piedra se puso en octubre de 1944. En septiembre de 1945, se abrió una primera casa de acogida para niños, luego una para mujeres y otra para hombres. Con el tiempo, dicha obra se fue multiplicando y adquiriendo nuevas características. Por ejemplo, algunas se convirtieron en centros de rehabilitación, de instrucción técnica, etc. Además, el padre Hurtado salía todas las noches en su camioneta verde y recogía a los niños de la calle. El 13 de junio 1947, el sacerdote junto a un grupo de universitarios, fundó la Asociación Sindical Chilena (ASICH), con el objetivo de promover el sindicalismo inspirado en la doctrina social de la Iglesia. Entre 1947 y 1950, escribió tres libros: Sindicalismo, Humanismo Social y El Orden Social Cristiano en los Documentos de la Jerarquía Católica. En marzo de 1952, en medio de su extenuante actividad y entrega hacia los pobres, la salud del padre Hurtado comenzó a deteriorarse. En junio de ese año fue ingresado al Hospital Clínico de la Universidad Católica y de ahí no volvió a salir. Tras realizarse varios exámenes médicos se le diagnosticó cáncer al páncreas.
Cuando su amigo y superior provincial, el padre Álvaro Lavín, le contó sobre su grave enfermedad, él dijo su famosa frase: "Contento, Señor, contento". Falleció, el 18 de agosto de 1952, a la edad de 51 años. En abril de 2001, se inició en Valparaíso la investigación del segundo milagro atribuido a ese sacerdote, enviándose los antecedentes a Roma en octubre.
Un año después, tras la acreditación de un milagro de Alberto Hurtado, consistente en la sanación de un tumor cerebral a María Alicia Cabezas, se declaró que la recuperación de la beneficiada era inexplicable para la ciencia médica. En abril de 2004, la Congregación aprobó el segundo milagro, y el 23 de octubre de 2005 fue declarado Santo por el Papa Benedicto XVI. Monseñor Manuel Larraín y el padre Hurtado en su época de alumnos egresados del Colegio de San Ignacio. En el grabado de pie, de izquierda a derecha: Manuel Larraín Errázuriz, Fernando Ochagavía Hurtado y el padre Alberto Hurtado Cruchaga. Sentado en el mismo orden, Mario Valdés Morandé, Germán Domínguez Echenique y José Manuel González Vial. Monseñor Manuel Larraín Errázuriz era de ascendencia vasca, ya que su familia provenía del valle de Batzán, al norte de Navarra. Destacó por su carácter cordial, bonhomía, una oratoria brillante y tenacidad al defender al campesinado. Don Manuel Larraín Bulnes, padre de monseñor Manuel Larraín Errázuriz. Como capitán formó en la plana mayor fundadora del Regimiento de Artillería Nº 3 del General Marcos Maturana en el año 1895. Archivo diario El Mercurio..