Autor: ARTURO GALARCE DESDE COLCHANE
Colchane ES UNA BOMBA DE TIEMPO
“Ahora salgo a la calle y me piden monedas.
“Que estoy con mi guagua, que no ha comido en dos días”. Dan ganas de decirles: “No es problema mío que tu hija esté viviendo esto”. Pero mejor no decir nada”. Un paisaje habitual en Colchane y los poblados cercanos: puertas con candados recién instalados por tarios preocupados por los robos.
AS Durante el día y la noche personas ingresan a Chile por pasos no habilitados desde Bolivia a a Efraín Amaro, de origen aimara, abandonó su casa en Colchane para radicarse en un caserío en medio del altiplano, cansado de la crisis que afecta a su comuna. —Así vivimos los aimaras, rodeados de “cachureos”, todo nos sirve aquí en el altiplano. Es viernes. 13:47 pm. Efraín Amaro (59), poblador aimara, acaba de pronunciar esa frase en voz baja, mientras se abre paso entre las maderas, alambres y restos de lo que parece un catre viejo, todo amontonado en su antejardín.
Lo ha dicho para describir, sin querer, una herida profunda, marcada no solo por la rudeza del clima, los 3.702 metros de altura, o los 226 kilómetros que los separan, por ejemplo, del supermercado más cercano, ubicado en Alto Hospicio. En Colchane, dice Efraín, la vida cuesta.
Los datos de la encuesta Casen del 2017, y de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), de este año, así lo demuestran: en Colchane el 60,9 % de las casas no tiene acceso a la red pública de agua, el 21,7 % aún no tiene suministro de energía eléctrica y el 99,99 % vive sin conexión fija a internet, Por si fuera poco, el 21,7 % de la población es analfabeta (el índice más alto de la Región de Tarapacá), la escolaridad promedio es de solo 8 años y medio, yel 68,5 % de la población vi en condiciones de pobreza multidimensional, Todos estos índices redondean un escenario complejo considerando el estrés que vive la comuna producto de la crisis migratoria: solo este año más de15 mil inmigrantes han ingre sado al país por pasos no habilitados. La mayoría de ellos, por esta zona fronteriza.
Efraín, con el rostro moreno y la nariz aguileña, dice que está harto, mientras observa como afuera de su casa al grupo de inmigrantes que en búsqueda de techo han ocupado los puestos que antes servían para las actividades gastronómicas del pueblo.
A veces los ve buscando madera en este lugar sin árboles, rompiendo cercos, vigas e incluso partes de telares para prender fuego y así cocinar o cobijarse del frío; los ve usando platos, tenedores, cuchillos, ollas, colchones, almohadas o frazadas, que presume han sido hurtados de alguna de las casas de la comuna. Él teme que ingresen aquí y le roben no solo los “cachureos”, 10 también las artesanías que teje junto asu esposa, y que vendían a los turistas que no se asoman. “Ya no viene nadie”, dice Efraín.
Él mismo, dice, se fue de acá hace algunos meses, hastiado, asegura, de la situación migratoria, —La gente se siente amenazada —dice Efraín, antes de subir a su camioneta y salir de Colchane rumbo a la casa que tiene en medio del altiplano y donde cría llamas y alpacas—. Más que nada porque no sabes qué tipo de personas son, Antes caminaba tranquilo por la calle, No había robos. Nunca veía a nadie pidiendo monedas. Ahora salgo y me piden. “Que estoy con mi guagua, que no ha comido en dos, ni tres días”. Te dan ganas de decirles: “No es problema mío que tu hija esté viviendo esto”. Pero mejor no decir nada. Wn Dos pastores encontraron el cuerpo de una mujer haitiana cerca del poblado de Pisiga Choque, al noreste de Colchane, durante esta mañana.
Estaba desnuda, boca abajo, con las manos en la cara, sobre el cauce de un arroyo, Las autoridades aún no definen por qué estaba sin ropa: o porque fue víctima de algún abuso, o ella misma se la quitó, al sentir que se quemaba producto de la hipotermia. No es la única tragedia del día: una segunda mujer apareció muerta en el sector de Pampa Toledo, sin documentos, con los labios azules por el frío y la falta de oxígeno. Con ella, ya van 14 inmigrantes muertos en la zona, Isleikar Ron (22), nacida en Guárico, Venezuela, delgada como una estaca, ya se enteró de la noticia. Es viernes por la noche y está parada frente a los humed: les por donde ingresan sin pausa los migrantes. Sus labios partidos brillan por el aceite de comer que usa para intentar protegerlos de la sequedad y el frío. Cuenta que lleva cuatro días en Chile. Que caminó por ocho horas por pampa y humedales junto a su esposo, su hijo de cinco y su hija de 1.
Que durante la marcha perdió sus zapatos, sintió balazos y que se estremeció al ver su hija convulsionar a pocos metros de ingresar al país. —Se me puso morada —dice IsLa crisis migratoria ha alterado la vida y las costumbres de la comunidad aimara en esta zona tronteriza.
Denuncias por recintos públicos tomados, casas robadas, personas amenazadas, se cruzan con las adversidades diarias que cientos de migrantes enfrentan durante el paso más difícil en su tránsito hacia el “sueño chileno”: el frío, la puna, el riesgo de morir en el desierto. Una tensión silenciosa que ni locales ni extranjeros saben por cuánto tiempo más podrán sostener. jeikar, ex estudiante de enfermería—. Se le voltearon los ojos. Comencé a correr desesperada hasta que vimos que de este lado nos alumbraban con linternas y nos “ivenezolano: ”. Pensé que mi, ivenehija se moría. En el Cesfam de la comuna explican que muchos niños migrantes ingresan al país con síntomas asociados al mal de altura y a la deshidratación.
Isleikar consiguió estabilizar a su hija, según ella gracias a sus conocimientos incompletos de enfermería, y ala ayuda de sus compatriotas, que al igual que ella duermen aquí, en las oficinas abandonadas de la antigua aduana de Colchane, Este lugar se ha convertido en uno de los focos de hacinamiento que la población local mira con más recelo. Todos ellos están varados acá, sin dinero, dicen, porque se vinieron con lo justo, mochileando, o porque fueron asaltados o estafados por coyotes en el camino. La intención de todos es esperar un cupo que les permita auto denunciarse. Luego un cupo para realizarse un examen PCR en el consultorio de la comuna. Y luego conseguir espacio en los ta lados que Carabineros realiza periódicamente hasta la ciudad. Hay personas que llevan más de diez días esperando completar el proceso. Mientras eso pasa, es normal verlos deambular por la comuna, tratando de conseguir dinero para comprar comida, o buscando madera para hacer fuego. Algunos no han soportado la idea de esperar y se han aventurado acaminar por la carretera hacia Iquique, devolviéndose sin suerte, cuando el frío de la malos obliga a regresar. Para unaruta transitada casi exclusivamente por camioneros, esto ha presentado más de algún riesgo. Se han registrado migrantes haciendo cadenas humanas, o dejando neumáticos o rocas en mitad de la carretera para detoner la marcha de camiones y ena las cargas. Isleikar sabe que caminar sería En la entrada del pueblo de Quebe este cartel pretende disuadir a los migrantes, vistos como una amenaza.
No es verdad: no hay perros en Quebe. un suicidio, Con verglienza dice que por ahora prefiere mendigar para alimentar a sus hijos, mientras intenta vender su celular en 40 mil pesos, lo que le permitiría costear su pasaje enalguno de los furgones ilegales que salen a diario con dirección a Pozo Almonte o Iquique. Pero no ha tenido suerte. Su último intento por conseguir dinero, cuenta, fue acercándose a un restorán de Pisiga Carpa, a diez minutos de caminata desde Colchane, justo en la frontera con Bolivia.
Ahí todavía está pegado el letrero que le despertó alguna esperanza: “Se necesitan 3 señoritas para atender mesas”, La respuesta fue escueta: “No recibimos a venezolanas”, Una familia, cuenta Isleikar, acaba de llegar a la ex aduana. Están en una habitación que dispusieron para ellos, donde descansan sobre algunos sobre cartones, otros sobre colchones, Afuera de la habitación, un hombre se quita las zapatillas y desnuda sus pies para mostrarlos.
Todavía sangran, cubiertos de llagas y callosidades que ya parecen trozos de un neumático. —Vengo caminando desde Venezuela —dice, con la cara de quien lo ha perdido todo—, Tres meses me demoré en llegar. ¿Usted cree que voy a pasar por todo esto para venir a robar? Uno entiende la discriminación, que no estén acostumbrados, pero aquí en este lugar te humiMan, te ignoran, te mandan a la verga —dí ce un hombre, azuzado por el testimonio anterior—. A veces te cierran el almacén. No hay nada, te dicen, pensando que uno va a pedir.
Y uno va con alguna moneda que recogió durante el día, para comprar pan o un café, —Somos gente buena, patrón —dice otro, con polera sin mangas—, Lo que pasa es que por unos cuantos que hagan cosas malas, nos meten a todos al mismo saco. —Ni siquiera nos mira cuando les hablamos —agrega Isleikar Ron, con los llenos de lágrimas—. Al día siguiente que llegamos les pedí ayuda a unas personas. Estaba buscando frazadas. Algo para cubrir a mis hijos. Y me contestaron que para qué veníamos a su país, que para qué trajimos a los niños. Que ellos también tenían hijos, pero en sus casas. Que el frío no era problema de ellos. Que uno como padre tenía que resolverlo. Un Es sábado por la mañana. El sol golpea fuerte sobre este caserío llamado Quebe, ubicado a 25 kilómetros al oeste de Colchane, Un cartel en la entrada del pueblo da la bienvenida a los intrusos: “CUIDADO. PROHIBIDO INGRESAR AL PUEBLO, 3 PERROS PITBULL SUELTOS”, Es mentira. No hay perros en Quebe. Mucho menos tres pitbulls. Solo hay llamas, alpacas, y una mujer llamada Maximiliana Amaro única habitante de este lugar.
La misma que hace algusegura haber sufrido las amenazas de un grupo de inmigrantes cuando los sorprendió al interior de la casa de su nieto, Mientras camina por su pueblo, Maximiliana cuenta que nos mess “Uno entiende la discriminación, que no estén acostumbrados, pero aquí en este lugar te humillan, te ignoran”. Decenas de personas migrantes esperan realizar su autodenuncia en la comisaría local, esperanzados en conseguir cupo en alguno de los traslados que Carabineros realiza hasta Iquique. Maximiliana Amaro es la única habitante de Quebe, un pueblo a 25 km de Colchane. Asegura haber sido amenazada por un migrante armado. hace semanas encontró una alpaca muerta, sin dos de sus piernas. Era de uno de sus vecinos, al que ella cuida los animales. Enel tubo de un desague, junto a la carretera, encontraron las piernas a medio comer del animal, junto a los restos de una fogata incapaz de cocinarlas. Luego Maximiliana dice que todos se han ido de Quebe. Por los estudios, por el trabajo, por el tedio. Al igual que en Colchane, explica Maximiliana, los propietarios suelen venir los fines de semana, sobre todo en periodos de siembra, para hacer asados y pasar tiempo en familia. Pero, al igual que toda la comuna, y salvo si es para ver sus animales o poner candados o chapas en las puertas que acostumbraban estar abiertas, ya cas no vienen. Ahora Maximiliana se detiene en el lugar donde sucedió el encuentro. —Agqui lo pillé, adentro de la casa —recuerda Maximiliana—. Tenía comida arrumada arriba de la mesa. Fi car, loza, servicios, platos, jarros, cucharas. Le dije que saliera de ahí y me respondió que el hambre lo había obligado. “No”, le dije, “no es el hambre la que te obliga. Eres tú el que ha puerta”. Ahí sacó un revolver y me dijo: “Te mato y te como”. Me asusté mucho y pesqué una piedra. “Lánzamela”, me dijo. Pero no se la podía lanzar. Maximiliana dice que del susto comenzó a gritar el nombre de un vecino que no estaba. —“¡ Cristóbal! ¡Llama a los carabineros! ”, gritaba yo, pero yo sabía que él no había venido. Ahí el hombre bajó el revolver y se fue. Yo estaba tan asustada que me meti a mi casa y no salí más —relata Maximiliana, que asegura no dormir tranquila desde que fue amenazada, Maximiliana no hizo una denuncia a Carabineros. No se suotras 16 que existen por robo en lugar habitado, registradas en la comuna desde el año 2019. Para Santiago Choque (80), presidente dela Unión Comunal de Adultos Mayores, esa cifra oficial es solo un espejismo de lo que realmente ocurre: como muchas casas están deshabitadas, dice, no todas las sustracciones son denunciadas.
Y además lo vincula a otro fenómeno: desde que el Gobierno estableció el Plan Frontera Segura y puso militares en la zona para disuadir el narcotráfico y el ingreso masivo de migrantes el 2019, muchos aimaras de confían de las policías. Por paradójico que suene, las quejas han sido continuas desde entonces. Al igual que cualquiera que intente cruzar la frontera, los aimaras también tienen prohibido eruzar a territorio boliviano. La molestia, dice Santiago, alude a una cuestión ancestral: es el tránsito que durante siglos han efectuado en interdependencia con las comunidades vecinas, para abastecerse o realizar el trueque de productos. Además, Pisiga Bolívar, la localidad boliviana fronteriza, cuenta con más servicios que Colchane, lo que les permite no viajar hasta Huara, Pozo Almonte, Alto Hospicio o Iquique en búsqueda de víveres.
A su vez, explica, les conviene el precio de las cosas: si un balón de gas de 11 kilos en Chile cuesta más de 24 mil pesos, su equivalente boliviano ni siquiera supera los 8 mil. —Para nosotros está muy complicado, porque no vamos a estar cruzando como ilegales caminando por horas —dice Santiago Choque, sentado frente a la plaza de Colchane—. Acá yo digo que tenemos que hacer una protesta grande. Hagamos lo. Que se hizo en Cavancha, allá quemaron sus cosas, acá podemos hacer lo mismo. Si hacemos una unión, a lo mejor nos toman en cuenta como indígenas, Este mismo día, un nuevo robo ocurrió en Colchane. Fue durante dela tarde, cuando la matrona del Cesfam dela comuna, y que prefiere mantener su nombre en reserva por miedo a represalias, encuentre a seis personas al interior de su casa. Al día siguiente, sentada en una oficina del consultorio, dice: —Con la adrenalina cerré la puerta. Tenían en sus manos frazadas, alimentos, leche, huevos, todo lo que teníamos. Como eran más que yo, abrieron la puerta. Ni siquiera estaban asustados.
Eso te da más sensación de vulnerabilidad, Acá la gente más encima es pobre, la mayoría son mayores de edad que viven con pensiones de miseria, No sé cuánto tiempo más vamos a aguantar, porque se está guardando mucha rabia, Días atrás, sentado al interior de su casa, Efraín Amaro respondía sobre cómo cree que los aimaras se han comportado con los migrantes. Creo que el no ha ido en ayuda de ellos con el rostro serio—. No todos tienen esa posibilidad de ayudar, Lo que yo creo es que el aimara ha sacado provecho de la situación. Sobre todo, los que trasladan gente.
Una funcionaria del Cesfam piensa lo mismo, aunque planmientras no se vean los efe s torio instalado por el Gobierno en la frontera, y que pretende ordenar el ingreso y dismi nuir la cantidad de migrantes que deambula por Colchane, el trabajo ilegal de los aimaras es la única herramienta que tienen para descomprimir la situación de la comuna, Es domingo por la mañana en Pisiga Carpa.
Aquí los mi grantes que traen dinero, y que saben que el timo no ha terminado, vienen con los bolsillos desangrados desde su país de origen, pagando altas sumas de dinero a agencias irregulares de coyotes que hace algunas horas los dejaron finalmente en este lugar desolado, en una plaza vacía, junto a una sede vecinal con las ventanas rotas que algunos migrantes han usado como baño.
Ahí está Erika Rodríguez, por ejemplo, caraqueña, licenciada en estadísticas de salud, junto a su hijo de 7 años, ingresando a una bodega administrada por almaras donde e conden migrantes mientras el conductor de la van ilegal termina de llenar los cupos de asientos, Los bolivianos y chilenos pagan entre15 y 25 mil pesos, pero el precio para venezolanos, colombianos, dominicanos o haitianos, oscila entre los 40 mil y los70 mil pesos. A ella y al grupo de venezolanos con los que ingresó, les cobraron 45 a cada uno, además de 2 mil pesos por un plato de arroz con huevo, y la posibilidad de bañarse uno.
Por uno, a la intemperie, con una manguera. —Escóndanse que los puede ver el drone de los militares —les dice una mujer aimara dueña de casa cada vez que se ponen bulliciosos y salen de la bodega, Cuatro horas después se van, cansados, pero con un mejor humor que los que siguen varados sin un peso en Colchane, y sin saber que un grito atronador romperá al día siguiente el tedio soleado de P' Carpa: el de un padre cargando en sus brazos a una bebé de 9 meses, con un golpe en su cabeza y —i Se está muriendo! ¡Se está muriendo! ¡Un auto! ¡Consigan un auto! Hasta que un auto se detendrá, con ayuda de otros migrantes, para trasladarlo al Cesfam de Colchane, ante la mirada aterrada de una decena de person: Minutos después, la vida en este lugar fronterizo continuará como si la desgracia fuera apenas una pausa comercial.
Aunque esté en todas partes: en la niña que camina apunada y entre arcadas por la pampa, para encontrarse con su mamá en Chile; en la artesana Adelina Madescubrir que el telar que heredó de su madre alimentará una fogata; en el profesor venezolano al que le ofrecieron ingresar diez botellas de ketamina en su mochila; en el aimara borracho, que al interior de su auto, tragando vino, piensa en ¡ darse; en el chofer ilegal que encontró un ánfora con cent in identificación alguna, dentro de un bolso olvidado en su furgón; o en la noticia que más tarde llegará desde el Cesfam de Colchane, y que dejará otra vez en silencio a aimaras y migrantes, echados a su suerte en la frontera: la muerte de aquella bebé de 9 meses. S severa,
Resumen
Los datos de la encuesta Casen del 2017, y de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), de este año, así lo demuestran: en Colchane el 60,9 % de las casas no tiene acceso a la red pública de agua, el 21,7 % aún no tiene suministro de energía eléctrica y el 99,99 % vive sin conexión fija a internet, Por si fuera poco, el 21,7 % de la población es analfabeta (el índice más alto de la Región de Tarapacá), la escolaridad promedio es de solo 8 años y medio, yel 68,5 % de la población vi en condiciones de pobreza multidimensional, Todos estos índices redondean un escenario complejo considerando el estrés que vive la comuna producto de la crisis migratoria: solo este año más de15 mil inmigrantes han ingre sado al país por pasos no habilitados., Una funcionaria del Cesfam piensa lo mismo, aunque planmientras no se vean los efe s torio instalado por el Gobierno en la frontera, y que pretende ordenar el ingreso y dismi nuir la cantidad de migrantes que deambula por Colchane, el trabajo ilegal de los aimaras es la única herramienta que tienen para descomprimir la situación de la comuna, Es domingo por la mañana en Pisiga Carpa., Aunque esté en todas partes: en la niña que camina apunada y entre arcadas por la pampa, para encontrarse con su mamá en Chile; en la artesana Adelina Madescubrir que el telar que heredó de su madre alimentará una fogata; en el profesor venezolano al que le ofrecieron ingresar diez botellas de ketamina en su mochila; en el aimara borracho, que al interior de su auto, tragando vino, piensa en ¡ darse; en el chofer ilegal que encontró un ánfora con cent in identificación alguna, dentro de un bolso olvidado en su furgón; o en la noticia que más tarde llegará desde el Cesfam de Colchane, y que dejará otra vez en silencio a aimaras y migrantes, echados a su suerte en la frontera: la muerte de aquella bebé de 9 meses.
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