Autor: JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ BERMEDO, PERIODISTA, PRESIDENTE REGIONAL DE ATACAMA DEL PARTIDO IGUALDAD,
COLUMNAS DE OPINIÓN: LA POBREZA SEGÚN QUIEN LA MIRA
COLUMNAS DE OPINIÓN: LA POBREZA SEGÚN QUIEN LA MIRA JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ BERMEDO, PERIODISTA, PRESIDENTE REGIONAL DE ATACAMA DEL PARTIDO IGUALDAD. LA POBREZA SEGÚN QUIEN LA MIRA E l mayor problema de la pobreza es que quienes detentan el poder económico y político suelen verla como un ciclope mira al mundo. Esto es una mirada que carece de profundidad y perspectiva. Sólo alcanzan una imagen plana y son incapaces de percibirla en tercera dimensión y mucho menos poder establecer las relaciones entre el objeto y su entorno o contexto. Recuerdo una discusión que se dio entre dos hermanos en los primeros años de la dictadura.
El mayor, Claudio, estudiaba la carrera de Ingeniería comercial, lo que se conocía entonces como "los cuescos cabreras". Era el inicio de la formación de los "chicago boys". La Universidad Católica estaba formando a los primeros profesionales que luego darían vida a lo que hoy conocemos como Neoliberalismo. Su hermana, por otra parte, estudiaba sociología en la Universidad de Chile, es decir se formaba bajo un prisma diametralmente opuesto a la de su hermano.
La cosa es que ambos hermanos se enfrascaron en una larga discusión respecto del modelo económico, la que se zanjó finalmente cuando ella abruptamente toma al hermano con fuerza y le dice con angustia ".. es que las personas no pueden vivir de pan y agua" Ese fue el preciso instante en que Claudio entendió la diferencia entre los viles números que cuadran matemáticamente y la profundidad de las realidades humanas involucradas.
Algo muy similar a lo que le pasó al ex ministro de salud Sergio Mañalich cuando quiso implementar las primeras medidas para enfrentar el covid y se topó con la vida de los cités del centro de Santiago a lo que terminó expresando "es que yo no sabía cómo vivían". Claro, no se trataba de Lo Barnechea, Las Condes y Chicureo. Otro tanto ocurre con los iluminados del sistema cuando analizan los hechos del 18 de octubre y concluyen desde la superficie que sólo se trataba de delincuentes. O de las lumbreras políticas que terminan blindando el gobierno de turno frente a las urgencias sociales que llevan finalmente a un sector de la población a protestar porque la situación simpllemente no da más.
Lo que ocurre en realidad es que la pobreza tiene múltiples dimensiones que van desde el estómago, la desesperación por no alcanzar a resolver los problemas mes a mes o endeudarse cada vez más, por la falta de energía eléctrica, agua u otro servicio básico, pasando por la frustración, la rabia, el dolor, la tristeza y la depresión, derivando todo ello en muchas oportunidades en una baja de la autoestima por no poder dar a la familia e hijos o hijas lo necesario, entre otros problemas y menoscabos sociales.
En este panorama suelen pasar una de dos cosas o se fortalece el núcleo familiar y vecinal con niveles de solidaridad casi desconocidos por otros sectores políticos o el núcleo cae bajo la fórmula que les entrega el modelo, esto es del exitismo, individualismo y la búsqueda de la autosatisfacción a través del consumismo, expresado muchas veces a través del carrete a todo reventar y del hoy por hoy, o vivir el momento. La pobreza en definitiva merece respeto al momento de tratarla o analizarla. No está para el prisma liviano y desconectado de quienes, entre otras, perciben sueldos de 17 millones sin siquiera salir a trabajar. A la pobreza se le enfrenta con oportunidades, igualdad, valorando al ser humano y sobre todo con seriedad..