Autor: FERNANDO ATRIA
A DOS AÑOS DEL 4-S, 12 voces analizan el fracasado proceso constitucional
Las convicciones y Chile en el centroXIMENA RINCÓNSenadora DemócratasEl 4 de septiembre ha sido testigo de fechashistóricas. Desde la elección de presidentes, como Eduardo Frei Montalva, el Día del Vino, hasta el día en que las mujeres chilenas vota-mos por primera vez. Pero lo más importantede la historia reciente es el 4 de septiembre de2022, fecha en que se dijo NO al resentimientoy a la división, rechazando un mal texto eimponiéndose el sentido común y la esperanza. Ese 4 de septiembre desperté tranquila, con una sensación de entusiasmo difícil dedescribir. En mi corazón solo había espaciopara la confianza en la sabiduría de nuestroscompatriotas.
Tenía fe en nuestra campaña;fe en las figuras públicas que representabanel Rechazo, pero, sobre todo, fe en los milesde chilenos que caminan con miedo en lacalle, que no llegan a fin de mes, que tienenpánico de enfermarse y no poder acceder asoluciones en salud. A pesar de que, desde elotro lado, les habían prometido el cielo, elmar y la tierra, ellos sabían lo que era correc-to para nuestro país. Ese día, cuando fuimos a votar con Chris-tian, las personas nos demostraron con susgestos que habíamos logrado representarlos.
Mientras trataba de contener la ansiedad deconocer el resultado final en el Hotel Galerías, lugar histórico ahí estuvo el comando del Noen 1989 mi corazón me aseguró que está-bamos del lado adecuado de la historia ¡ y elresultado nos dio la razón! Ese 4 de septiembre marcó un punto deinflexión en mi carrera política. Me di cuenta deque había muchos con quienes ya no compar-tíamos el mismo camino, y que solo la inercianos había mantenido unidos los últimos años. Sus intereses estaban puestos en mantener elpoder a cualquier precio; los míos, en defenderlas convicciones que me hicieron participar enpolítica de manera activa. La valentía de defender convicciones eraXimena Rincón. SÉDLAVOGIRDORfundamental, nos acusaron de haber “cruzadoel Rubicón”: Falso, solo defendimos nuestrasconvicciones. Pocas veces en mi vida política hevisto ese coraje que traspasó por completo elindividualismo. Solo pensamos en unirnos ysalvar a Chile. Y así fue. Una y otra vez vienen a mi mente conversa-ciones y reuniones, desde esa temprana con-versación con Felipe Harboe en febrero de2022, hasta la definición que tomamos conMatías Walker en junio de ese año. Las lecciones son muchas, pero lo másimportante: ¡ Aprendimos que juntos siempresomos más y que cuando defendemos lasconvicciones, somos invencibles! nCRISTIÁN VALDIVIESODirector de CriteriaCristián Valdi-vieso. El plebiscito del 4S de 2022 reintrodujo elvoto obligatorio, lo que movilizó al 86% de loselectores, duplicando el porcentaje de quienesparticiparon voluntariamente en la elecciónde los constituyentes del año 2021. Fueuna mayoría menos politizada laque emergió en esa jornada, desafiando a un mundo políticoya acomodado a las campañascon voto voluntario. SÉDLAVOGIRDORTras años de eleccionesvoluntarias, en las que laparticipación electoral terminóacotada a los segmentos demayores ingresos y másinteresados en la política con-tingente, la obligatoriedad empujó a las urnas a grupos que sehabían automarginado.
Esta reactivación se tradujo en una masiva expresión de rechazoa la propuesta constitucional plebiscitada e indirectamente algobierno de Gabriel Boric, percibido como más enfocado en impo-ner una visión ideológica en una nueva Constitución que en gobernary ofrecer soluciones para el conjunto del país. El referéndum de 2022 demostró que la mayoría silenciosaprefiere cambios graduales que respondan concretamente a necesi-dades cotidianas. Basándonos en datos de Criteria, por aquellosdías advertimos con vehemencia que, si la Convención no abando-naba el maximalismo y optaba por la gradualidad, caminaba directoal despeñadero. La ciudadanía no rechazaba los cambios, los anhe-laba, pero aspiraba a que estos estuviesen en sintonía con sussubjetividades más que en imposiciones ideológicas e identitariascomo terminó siendo el primer proceso constituyente. Este deseo mayoritario de cambio con estabilidad y gradualidadfue un verdadero mazazo para el Presidente Boric que, tras laderrota, se vio obligado a cambiar radicalmente el rumbo de sunaciente gobierno.
Si bien la izquierda subestimó a la mayoría silenciosa antes del4S, la derecha repitió el error tras el triunfo del Rechazo con un62%, al creer que esos electores apoyaban sus ideas en lugar derechazar las propuestas maximalistas e identitarias de la izquierda. El error de interpretación de la derecha se acentuó con la elec-ción de consejeros constitucionales, que les dio la mayoría en elsegundo proceso. Un año después, al proponer una Constituciónidentitaria de derecha, también sufrieron un duro revés en las urnas. El plebiscito de 2022 dejó varias lecciones.
Entre ellas, que esriesgoso subestimar una mayoría silenciosa, que no comulga conruedas de carreta, y que volvió para quedarse. nNuestra sociedadexpresó conmadurez supreferencia porla moderaciónRICARDO LAGOS WEBERSenador PPDLos resultados del 4-S fueron unbaño de realidad para el oficialismo. Nocabe duda, la síntesis del proceso fue unfracaso para un sector que pretendía hacermodificaciones estructurales de nuestras institucionesy de esa forma impactar en el modelo de desarrollo. De paso yal corto plazo, impactó severamente la marcha del Gobierno.
El fracaso del 4-S es consecuencia, entre otros factores, deerrores en la Convención, con exceso de posturas partisanas dealgunos de sus integrantes, de propuestas identitarias a contrapelode valores muy arraigados y lecturas equívocas de nuestra socie-dad, así como de una marcada campaña de desinformación quedistorsionó varios aspectos del texto. Por esto, quienes apoyamosdicha propuesta lo hicimos bajo el compromiso de que se imple-mentarían cambios al texto. Nos pareció que de esa forma sepodría salvaguardar la oportunidad histórica de contar con unanueva Constitución a partir de un proceso constituyente.
Aquí cabe una reflexión: como Socialismo Democrático notuvimos la fuerza para levantar la voz y proponer una Constituciónque interpretara o reflejara nuestra mirada de Chile y que al mismotiempo sintonizara con la ciudadanía y así nos hubiese permitidoterminar con la Constitución del 80. Con todo, el segundo proceso constituyente también fracasó, pero con dos agravantes. Primero, no se aprendió la lección del4-S donde quedó claro que cuando un sector impone su visión y selleva la “pelota para la casa” es rechazado por la ciudadanía. Laderecha y la extrema derecha no pudieron resistir la tentación.
Lasegunda agravante fue que ese proceso contó con un texto depropuesta de Constitución, con reforma al sistema político incluido, que fue consensuado del PC al Partido Republicano, y ese texto, que constituía una base razonable para encauzar el proceso, fueignorado. En su defecto primó una afiebrada propuesta constitu-yente de la derecha, que cometió el mismo error de quienes lidera-ron el primer proceso. Nuestra sociedad expresó una gran madurez e hizo patentesu preferencia por la moderación al rechazar dos propuestasque consideró extremas. Esto se condice con los diversosestudios de opinión que muestran que la sociedad quiereacuerdos. Estamos al debe. njuicio de varios de estos columnistas, al rechazo de la propuesta. Algunos ven demandas inconclusasmientras que otros resaltan que la ciudadanía dijo, con claridad, que busca cambios graduales. Después del 4 de septiembreDespués del 4 de septiembre, lapolítica institucional respiró aliviada. Al fin se cerraba ese proceso quehabía impugnado su hegemonía, dejándola como mera observadora dela discusión de la nueva Constitución. El alivio fue doble: no solo se rechazóuna propuesta que no contaba con suvenia, sino que además el rechazo fueabrumador.
En parte causa, en parteconsecuencia de esto, la Convenciónquedaba enteramente desacreditada, como “un circo”. El resultado, desdeel punto de vista de la política insti-tucional, era inmejorable: habiendosido impugnada su hegemonía, losimpugnadores, precisamente por elmodo de su impugnación, habíansufrido una derrota de proporciones. Después del 4 de septiembre sebuscó capitalizar ese resultado, fijando en la memoria del público laConvención como un recuerdo infa-mante.
El esfuerzo de crear y mante-ner un recuerdo infamante llegó aextremos casi graciosos por lo absur-do, como la creación de una inhabili-dad ad-hoc para participar en el“segundo” proceso constituyente a los155 convencionales: ninguno de loshabituales defensores de los derechosconstitucionales observó que laprivación retroactiva de derechospolíticos a personas nominadas es elparadigma de una decisión abusiva;tampoco en que se trataba de unabuso enteramente gratuito porinnecesario, porque los participantesen ese proceso debían ser designa-dos... ¡por los mismos que aprobaronla inhabilidad! Junto con esto, hemos estadotambién observando un intento, queno puede dejar de ser calificado comoportentoso en su extraordinariapretensión, de cambiar el recuerdo delas personas respecto de lo ocurridodesde octubre de 2019 en Chile: nohubo un estallido social; no, fue unestallido “delictual”. Si ahora hasta “elperro ese” es “denigrante”. Fernando Atria. Es que la política en buena partees la disputa por el pasado, sobrecómo recordar el pasado. Pero a pesar de su sonora victoria, la “clase política” (etiqueta especial-mente apta para describir la reacciónde la política institucional a la Con-vención) no recibió mayor rédito. Ladistancia del público hacia ella y lospartidos políticos no ha disminuido. Ylas demandas y la exasperaciónciudadana que llevaron al estallido nohan sido solucionadas. Las isapresdebieron ser salvadas con un perdo-SÉDLAVOGIRDORnazo, la reforma de pensiones sigueestancada. La demanda de seguridades usada como arma arrojadiza por“los políticos”, de modo que cualquiercosa que pase (salvo quizás algunaforma de fascismo tipo Bukele) serávista como insuficiente, lo sea o no. La ciudadanía, por su parte, hamostrado una notoria consistencia yecuanimidad en rechazar todo. Con esta ciudadanía la políticainstitucional tiene que comunicarse. Esto no es fácil, dadas las condicionesactuales.
Para ello, deberá hacer, leguste o no, algo como lo que ocurrióen la Convención: aprender a relacio-narse de igual a igual con quienes noestán político-institucionalmenteintegrados, que sospechan de quienessiempre lo han estado, y construirlentamente las condiciones de laconversación política. La experiencialograda en la Convención, sin embar-go, quedó sepultada bajo la descalifi-cación; y la descalificación no mues-tra precisamente disposición a hacerese esfuerzo de aprender. nRicardo LagosWeber.
Las ideas no se defienden solasa los delincuentes de octubre de 2019; que noCONSTANZA HUBEcondenó nunca la violencia; que dejó fuera alExconvencional UDIterrorismo como atentado a los derechos huma-nos; y que no incluyó el Estado de ExcepciónConstitucional de Emergencia, restringiendo lasherramientas que los gobiernos tienen para cum-plir el rol central del Estado, que es darseguridad a las personas. “La violencia solo puede ser disimulada por unamentira y la mentira solo puede ser mantenida porla violencia. Cualquiera que haya proclamado laviolencia como su método está inevitablementeforzado a tomar la mentira como su princi-pio”. Esta frase de Aleksandr Solzhenitsyn esatingente a nuestra actualidad política, y aun nuevo aniversario del 4 de septiembre.
Uno se preguntará ¿ por qué? Primero, porque la propuesta rechazada contun-dentemente por el sentido común delos chilenos fue redactada por unaasamblea (Convención Constitu-cional) que no solo nació de laviolencia, sino que la siguióvalidando luego de su insta-lación. Una Convencióncuya primera declaraciónfue la petición de indultoSÉDLAVOGIRDORSÉDLAVOGIRDORConstanza Hube. Caracterizado por una generación que llegó alpoder distorsionando nuestra historia reciente ypolarizando odiosamente la sociedad. El desastro-so texto constitucional, que fue rechazado sensatay contundentemente por una amplia mayoría delpaís, eliminaba instituciones fundamentales denuestra democracia e incorporaba otras, de cortechavista, ajenas a nuestra cultura. Los indultos ypensiones de gracia a violentistas fueron el coro-lario de este período de extravío y de la acción delos dirigentes políticos que lo caracterizan. Las ideas refundacionales siguen más pre-sentes que nunca, quizás sin corpóreos, sinfalsas enfermedades y sin tanto “circo”, perovigentes al fin y al cabo. Que nuestros compa-triotas hayan salvado a nuestro país hace dosaños atrás, no debiera ser sinónimo de tranqui-lidad, ni de ingenuidad. Por el contrario, nosdebiera animar a defender día a día la libertad, en cada proyecto y en cada política pública.
Como diría una ex convencional constituyente:las ideas no se defienden solas. nSegundo, porque esa propuestarefundacional no fue una suerte de“salida de madre”, sino que fueredactada por los convencionalesde todos los partidos que actual-mente gobiernan, y apoyadaincluso por partidarios de laDemocracia Cristiana; todos losque luego llamaron a aprobarla. Se trata de colectividades que, especialmente en el caso delFrente Amplio, han hecho de lairresponsabilidad y el ama-teurismo un sello distintivo. JOAQUÍN FERMANDOISAcadémico USS y PUCUn gobierno arrinconado, pocopreparado como todos para unacontingencia como esta, recurrió auna medida desesperada, vieja triqui-ñuela de tradición latinoamericana, que una nueva Constitución podríacanalizar la crisis. En realidad, elacuerdo del 15 de noviembre de2019, al que se le añadió la pande-mia, también puso al país en el carrilde intervenir la realidad humana víalas leyes. La respuesta debía ser laconstitución N 253 de AméricaLatina desde la independencia. Lagran mayoría, atemorizada y alboro-zada, le prestó abundante apoyo a unbosquejo en línea con la tendencianeopopulistachavista, por dar unareferencia.
Entonces, por un sentimientoreflejo de prudencia y desencanto, porlos desafíos de la delincuencia denuevo cuño y por el ambiente frívolo einfantil de la Convención, hubo undespertar, un fin de fiesta, que sereflejó en el segundo semestre del2021 en un cambio sostenido de lapoblación que afloró en las eleccionespresidenciales. En estas triunfócómodamente el Presidente Boricante la derecha dura (esta tuvo un nodespreciable 44%), moderando suproyecto.
De forma paralela, laConvención Constitucional se arrojó aredactar una carta/manifiesto que nole iba a la zaga a la de Chávez, deesas que no sirven para nadaaunque se proclamen la llavepara abrir las puertas al paraísoperdido; garantizaban que elpaís se volviera ingoberna-ble. Una amplia mayoría de la pobla-ción percibió un mal olor en Dinamar-ca y ese 4 de septiembre rechazó demanera rotunda la propuesta. HuboJoaquín Fermandois. SÉDLAVOGIRDORuna segunda oportunidad, ocasióndorada, con el Consejo Constitucional, para redactar una nueva Cartarepresentativa de la razón, del sentidocomún y de nuestra historia. Cayó enla misma confusión entre Carta ymanifiesto, si bien en menor medida. Igualmente fue rechazada (por menordiferencia). Se volvió a fojas cero, la de 1980. Hasta el 2005 había experimentadoreformas bastante consensuadas. Después hubo desperfilamiento enespecial en el articulado sobre sistemapolítico, y permanecemos en unatrampa autoimpuesta.
Sin embargo, comparado con las negras horas deoctubre y noviembre del 2019; o delas perspectivas de una Carta conrasgos woke, todavía recibimosbendiciones de los dioses. ¿Se podráretornar a una creatividad sensata? nTransformar Chile: Demanda inconclusaMARCOS BARRAZAExconvencional PCCerrado el proceso constitucio-nal con el rechazo de ambaspropuestas, surge la pregunta sihan desaparecido las demandasque originaron el proceso.
Alrevisar el estudio de desarrollohumano del PNUD 2024, seobserva que persiste en Chile laadhesión a cambios (88%), pro-fundos (75%), pero graduales(57%). Persiste también unaopinión: Chile ha vivido cambios, pero estos no han llegado a quie-nes más lo requieren en materiascomo pensiones, salud, educación, salario o trabajo. Entonces, cómoexplicar el rechazo al cambioconstitucional. Hacerlo requierede un análisis del ciclo políticovivido. al estallido social como una ex-presión delictual, pretende desle-gitimar sus causas.
Lo cierto esque fue una masiva y ampliaprotesta ciudadana, protesta queobligó a conservadores, incluidosempresarios, a abrirse a un pro-ceso de cambios, posición tácticay funcional para defenderse deldesprestigio hacia la ciudadanía, que pronto abandonaron parapreservar el orden social y econó-mico vigente.
Así nace la propuesta de laConvención Constitucional dedotar al país de un texto que diesepor superado el principio desubsidiariedad y la escasa protec-ción de los derechos sociales enChile, con ello, la expresión Esta-do Social y Democrático de Dere-chos se hizo parte del léxicopolítico del momento.
Sin embargo, pese a conteneravances significativos, la pro-puesta de la Convención incorporóasuntos alejados del sentir ciuda-dano, condición que la derechaaprovechó para caricaturizar, lanzando una campaña agresivaque desprestigiaba al texto de laConvención y a sus integrantes. co de la sociedad que el PNUDtambién releva y que se ha pro-fundizado: prima en el país unasubjetividad social pesimista, escéptica, desconfiada, que reco-noce como villanos a las élites, sinhacer distinción y repeliendo atodos por igual. En este sentido, elrechazo también se explica por laincapacidad de los liderazgosprogresistas, sociales y políticos, para comunicarse con los actorespopulares y generar lazos deconfianza para procesar susdemandas.
El rechazo de la propuesta delConsejo Constitucional, en cam-bio, se funda en la tozudez de laextrema derecha de mantenerinalterado el sistema privatista enel que las personas logran bienes-tar solo si tienen los recursos parapagar por bienes y servicios en elmercado. Lo anterior obliga a concluirque el ciclo político no está cerra-do.
A dos años del rechazo de laprimera propuesta constitucional, lo relevante sigue siendo impulsartransformaciones sustantivas, queestablezcan las bases de un siste-ma social y político efectivamentedemocrático y que, abandonandolos estrechos límites de la subsi-diariedad, incida en lo que laspersonas sienten justificadamentecomo obstáculos injustos para labuena vida.
Es urgente un nuevotrato que provea de tranquilidad, seguridad y protección, modifi-cando el sistema en materia depensiones, de salud, de educación, La derecha, a partir de calificarEsa campaña usó un diagnósti-BERNARDO FONTAINEExconvencional independiente-RNEl 4 de septiembre fue una victoria épica, delamor a Chile sobre el odio a lo que hemos cons-truido, de la paz sobre la violencia. Un triunfolleno de enseñanzas para el ahora, el mañana, para Gobierno y oposición. Cambiar la Constitu-ción nunca fue una solución a los problemas. Fueuna ilusión que vendieron políticos de todoslados y que decantó en un nuevo desencantociudadano. Fundamentalmente lo que falla en Chile es elEstado como legislador, regulador y proveedorde servicios. Necesitamos buenas políticas imple-mentadas con decisión, gestión eficaz y urgencia, mucho de lo cual se perdió con Bachelet II. Laizquierda quiere caricaturizar la Convencióncomo un grupo alocado que prefiere olvidar. Laverdad es que la Convención no fue un circo. Fueun intento muy pensado por imponer la ideologíade G. Boric y su coalición. No la escribieron losconvencionales más coloridos. Estuvo repleta deexpertos. El ministro Marcel dijo que no veíariesgos para la economía en ella y Tohá yMirosevic fueron entusiastas voceros delApruebo. De autocrítica nada. El programa degobierno y la Constitución de la Convención sondos caras de la misma moneda y han fracasadoporque están basados en un diagnóstico irrealcon propuestas equivocadas. En la Convención éramos pocos contra lo queparecía un maremoto. Sin estrategia, sin defen-der nuestras ideas aunque fuéramos persegui-dos, sin comunicación ciudadana y unión, noBernardo Fontaine. SÉDLAVOGIRDORSÉDLAVOGIRDORSÉDLAVOGIRDORMarilyLüders. Marcos Barraza. de salarios y de trabajo.
El desafíopara la izquierda y el progresismo, entonces, en unidad es prepararsey acometerse para estas grandestransformaciones, en un procesopermanente y sustantivo, quepermita recomponer la confianzadel pueblo en el sentido de lapolítica para la vida en socie-dad. nhabríamos ganado. El Rechazo fue amplio y diverso. Organiza-ciones ciudadanas tuvieron peso, como Con MiPlata NO. Cuando se rechazó su propuesta degarantizar la propiedad de los ahorros previsio-nales y se aprobó lo contrario, el Rechazo co-menzó a liderar las encuestas. Ese hito demos-tró que, incluso en los derechos sociales, laConvención estaba en contra de los ciudadanos. La lección es clara: nunca más política sin lasociedad civil. La división política hoy siguesiendo entre los partidarios de una sociedadlibre y democrática ya sean de derecha, centro, socialdemócratas o simples ciudada-nos y los fanáticos partidarios de una refun-dación estatista. La unión de las fuerzas delRechazo es clave para ganar las próximas presi-denciales y tener una mayoría en el Congresopara que Chile vuelva a ser seguro y a despegareconómica y socialmente. Las rabias que llevaron al estallido están ahí. Necesitamos volver a vivir con seguridad. Necesitamos cambios en libertad y paz, confuerte sello social.
Así volveremos a ese puroChile con su cielo estrellado como gritamos ese4 de septiembre. nPATRICIO FERNÁNDEZExconvencional Colectivo SocialistaLa historia podría contarse más omenos así: el año 2011 irrumpe unpoderoso movimiento estudiantil queconcita gran apoyo ciudadano pi-diendo “fin al lucro”, “educaciónpública, gratuita y de calidad”, y “unanueva Constitución”. Lo lideró unageneración universitaria nacida el año1988, cuando se llevó a cabo elplebiscito que puso fin a Pinochet. Aunque mayoritariamente hijos onietos de la Concertación, los diri-gentes de ese movimiento estudiantil, entre quienes se encontraba GabrielBoric, aparecían en la escena comouna fuerza renovadora y ajena a lospactos de la transición. Michelle Bachelet, en la elecciónsiguiente, hizo propias buena partede sus demandas, aunque sincontar con el apoyo de todos ellos.
La conquista de una nueva cartafundamental ya no aspiraba solo adejar atrás esa nacida en dictadu-ra, sino también a configurar unnuevo pacto social, hijo de losnuevos tiempos, del fin de la Gue-rra Fría, de las nuevas realidadestecnológicas, del calentamientoglobal, de la revolución feminista, del reconocimiento de las diversi-dades culturales y los derechossociales. Tenía el reto, por otraparte, de generar un sistemapolítico capaz de dar gobernabili-dad en estos tiempos dispersos yconvulsos. O eso creíamos algunos. Fue un ejercicio pacífico y deadmirable civilidad, pero infructuoso. El mundo político, transversalmente, nunca lo sintió propio, y lo dejó morir. Piñera, apenas asumió, dio porsepultado ese “momento constitu-yente”, pero en medio del estallidosocial que descalabró todo, un acuer-do político amplio lo reposicionó.
Según las encuestas más respeta-das, en torno a un 80% de los chile-nos apoyaba entonces las protestas, casi el mismo porcentaje que luegovotó a favor de una nueva Constitu-ción y que se encargó de especificarque no la quería confeccionada por elParlamento. Esta vez el procesoconstituyente era asumido por todoslos partidos salvo la extremaizquierda y la extrema derechacomo la mejor alternativa parareconstituir un pacto social queparecía roto. Entonces vino la pandemia, lascalles violentadas y bulliciosas delestallido se sumieron de golpe en unsilencio sepulcral apenas interrumpi-do por las sirenas de las ambu-lancias. Entre marzo de 2020y marzo de 2021, la pestemató a cerca de 25.000 personas. El Zoom entróen nuestras vidas. Alinterior de sus viviendas, miles de familias sufrierondramas secretos. SÉDLAVOGIRDOREn medio de la calamidad, tambiénde los aspectos por resolver. se vivió un clima de esperanza.
Queun grupo de chilenos social y cultu-ralmente heterogéneo, con poquísi-mos militantes, la mitad mujeres, ensu mayoría jóvenes y con represen-tantes de todos los pueblos indígenas, diseñara las bases de una nuevainstitucionalidad, despertó en muchosla ilusión de un acuerdo moderno, insólitamente democrático, inclusivo ypacificador.
Organizaciones de todotipo se involucraron haciendo presen-te sus pareceres, el mundo académi-co aportó con estudios, muchos deellos financiados por organizacionesinternacionales, se publicaron cente-nares de libros y en muy distintosescenarios fueron debatidos cada unoPatricio Fernán-dezLo que se impuso, sin embargo, fue la furia del estallido. En lugar degenerarse puentes, muchos decreta-ron: “Hay ríos que no se cruzan”. Yofui parte de esa Convención y experi-menté, al mismo tiempo, lo extraor-dinario del empeño y lo frustrante delresultado. Esa propuesta de Consti-tución la rechazó un 62% de loschilenos por ajena y excesiva; sobretodo, por confrontacional. El intento siguiente lo tomaronen sus manos los partidos políticos. El entusiasmo e interés de la po-blación ya eran mínimos. La mo-lestia que antes habían represen-tado la Lista del Pueblo y otrasorganizaciones de izquierda, estavez la encarnó el Partido Republi-cano. Y con la misma tozudez, repitió su error, pero al revés.
Balance: a medida que la demo-cracia es más inclusiva, es más difícilde administrar; sin partidos nosabemos gobernarnos y los actualesno consiguen representarnos; vivimostiempos aceleradísimos y deseamoscosas contradictorias; nos une estar“en contra” y nos dispersa estar “afavor”; los grandes cambios convienerealizarlos gradualmente y no hemosencontrado el modo de ponernosde acuerdo.
Mientras tanto, elpaís del estallido sigue aquí, inquieto y huyendo de lassimplificaciones, como unenigma. nEl andamio frágilMARILY LÜDERSPeriodista y socia de ExtendEl rechazo de los chilenos a la propuesta de la Convención Cons-tituyente y el alto margen de votación en contra fueron, sin duda, un alivio enorme para quienes temían que Chile viviera una refun-dación de todo nuestro ordenamiento y la instalación de una listalarga de demandas identitarias. Ese 4 de septiembre de 2022 los chilenos no aceptaron la radicalpropuesta y tampoco se llegó a consenso para el segundo intento. Pero al voltearse a mirar el país que quedó después de estosprocesos, no queda otra alternativa que lidiar con el Chile previoa ellos y ver cómo avanzar en ese escenario. Lo preocupante deeste ejercicio es que varias de las reformas anteriores, de me-diados de la década pasada, dejaron un país con un andamiopolítico y económico frágil. Tenemos una política altamente fragmentada, incapaz pordiseño electoral, en gran parte de llegar a acuerdos en temascomo pensiones y salud. El fin del binominal fomentó la apari-ción de partidos frágiles que desaparecen y se reemplazan porotros igual de efervescentes, además de una proliferación deliderazgos díscolos. La reforma tributaria de 2014 no solo no aumentó la recauda-ción, sino que incentivó a los inversionistas a considerar otrosdestinos para sus capitales al instalar en el discurso una desconfian-za hacia el sector privado.
Un reciente paper plantea que de no serpor esas reformas, Chile habría crecido a tasas similares de las delos noventa (Paniagua, Toni y Órdenes, 2023). Educacionalmente, las reformas se centraron en lo institucional yno en la calidad. El fin al copago y el de los colegios particularessubvencionados con lucro cortó buenos proyectos educativos y laposibilidad de los padres de empoderarse en donde eligen loscolegios de sus niños. Se buscaba equidad, pero hay alumnossin cupos y preocupante ausentismo y deserción escolar, factores clave para equiparar la cancha. La gratuidad en laeducación superior tiene hoy crujiendo financieramente avarias universidades. La implementación de estas reformas y el discursohacen difícil hoy pensar en despegarnos de un creci-miento mediocre y sacar adelante una reforma depensiones y salud eficiente y respetuosa de lalibertad de elegir de las personas. Y a eso hayque sumar el aumento de violencia de ladelincuencia y el crimen organizado acelera-damente instalándose en el país. Las recientes encuestas muestran quehay algo de desesperanza en el país, perotambién voluntad de cambios graduales. Es de esperar que quienes emerjan comoliderazgos de las elecciones 2024 y 2025revisiten el andamio para fortalecerlo. nJOSÉ SANFUENTESRector IP ArcosJosé Sanfuentes. SÉDLAVOGIRDOREl proceso constituyente del año2022 representó un hito históricoen la vida política del país. Fueuna respuesta a la demandasocial emergente que cul-mina en el estallido socialde 2019 y un 78% ciuda-dano a favor del cambioconstitucional. Seevidenciaba unprofundo descontento con el modelo social y económico y unademanda por reformar las estructuras políticas e institucionales. La Convención Constitucional tuvo el potencial de ser un saltocivilizatorio hacia un convivir más civilizado y moderno, inclusivoy justo.
Chile vivió uno de esos momentos en que era precisomirar más allá de los árboles, y orientarse a una Constitución delbien común, donde todos y todas se sintieran acogidos, com-prometidos en sostener juntos el hogar compartido. Una Consti-tución democrática de mínimos civilizatorios; de avances engobernanza, prosperidad compartida, género y paridad, pueblosoriginarios, desafíos del cambio climático; y sobre todo habili-tante, que permitiera el buen juego político para diseñar ydirimir las políticas públicas. Todo lo cual quedó pendiente. Este intento histórico fracasó; un 62% lo rechazó. En granmedida, porque la propuesta final fue vista como un proyectopolítico propio de una mayoría circunstancial, en lugar de unpacto que uniera al país en su diversidad. Se optó por la polari-zación. No por acuerdos que apoyara una amplia mayoría social. El texto era maximalista e identitario por su extensión y detalle, por sus particularismos y complejidad. Existió la percepción deque la nueva Constitución contenía promesas difíciles de cum-plir. Al proceso y los debates les faltó templanza, dividieron, latan anhelada “casa común” quedó relegada. El horizonte constitucional no está despejado. “El papá pre-gunta a Juanito por qué su ojo hinchado; el niño responde, tejuro que el otro quedó peor. El padre lo abraza con orgullo”. Laviolencia escultural en Chile y Latinoamérica. No sorprende verhoy su exacerbación en los hogares y la calle, en lo social y lopolítico: violencia física y verbal normalizada. Sumemos lacreciente polarización, aquí y en el mundo, que enfrenta a elloscon nosotros, a fieles con infieles, donde prima el antagonismo yno la convergencia. Chile ha dejado escapar dos veces la oportunidad de dar unsalto civilizatorio.
Atrevámonos a abrir una nueva posibilidad deencontrarnos, en diversidad, en el aprecio y respeto, para ha-cerlo posible. nMARCO ANTONIO DE LA PARRAPsiquiatra y dramaturgoEl Apruebo estaba cargado demiedo y entusiasmo, hijo del estallidocon su ilusión febril pero también suferocidad.
En su imaginario estaba elMetro ardiendo como las guitarrasdel día de un millón o más convoca-dos, estaban Las Tesis como también“El que baila, pasa”. Era ingenuopensar que una sociedad traumati-zada por la violencia de esos tiempos(no fueron días, fueron semanas, meses) podía responder aprobandouna Constitución cuya gestacióntenía personajes perturbadores comola tía Pikachu o la falsa historia deRodrigo Rojas Vade y los insultosdirectos que calificaban como fachospobres a los que intentaban unmensaje crítico o una mirada des-confiada a este proyecto refundacio-nal. Algunos, que pensaron que eranlos más, sentían la euforia de uncambio radical sin tomar en cuentaque los cambios siempre se anunciancon el miedo y el espanto, por bue-nos que puedan ser. Ese posiblecambio ya era temible. Se sumaba elestallido que había tomado el centrode la ciudad. Tiendas destruidas, estatuas derrumbadas, hotelesardiendo. Una atmósfera aterradorapara la gran mayoría, la que eradesvalorizada. No se pensó quenuestra sociedad vivía un estréssalvaje, no se pensó que se venía delentusiasmo pero también del terror. Encima, el gobierno se identificómasivamente con el Apruebo, sepuso la camiseta y no dejó dudas desu preferencia. Se olvidó de la escasamayoría electoral con que habíallegado al poder. Se olvidó de pensar. Se subió al pedestal del derrocadoBaquedano y proclamó el Apruebocomo la obra señera de este períodopresidencial. Estratégicamente, unerror grueso. Se votaba de nuevo aBoric, quien se expuso a lo queesperaba sería un triunfomonstruoso, transformandoa Chile en un país quesentían un sueño pero queya había tenido imágenesde pesadilla. Y como titularon en el No, “corriósolo y llegó segundo”. Alguien escribió que Chile noSÉDLAVOGIRDORMarcoAntonio dela Parra. estaba preparado. Definitivamenteno.
La herida ardiente del estallido nocerraba ni, me temo, cierra todavía:entre grafitis y demolición, entreinseguridad ciudadana y saltos detorniquetes, entre tomas de colegiosy la sensación de miedo en la calle. ¿Vendrá ese cambio? Los hay queprobablemente se necesitan. Pero lapaz es el verdadero sueño de Chile. Su más profunda necesidad.
Qui-zás, a partir de esa paz y con esa pazcomo meta, podemos comenzar apensar de verdad un país nuevo que, esta vez, de verdad sea hermoso. nLa mayoría silenciosa que irrumpió el 2022Una victoria épicaBúsquedas y extravíosEl voto real y el voto imaginarioUn salto civilizatorio que Chile dejó escaparCarnaval y el día después. El maximalismo, el espíritu refundacional y las ideas identitarias fueron los factores que llevaron, a EN 2022 SE VOTÓ EL TEXTO DE LA CONVENCIÓN: S de salarios y de trabajo. El desafío S S demanda por reformar las estructuras políticas e institucionales. y de esa forma impactar en el modelo de desarrollo.
De paso y Es que la política en buena parte S Alguien escribió que Chile no S S tingente, la obligatoriedad empujó a las urnas a grupos que se Las convicciones y Chile en el centroXIMENA RINCÓNSenadora DemócratasEl 4 de septiembre ha sido testigo de fechashistóricas. Desde la elección de presidentes, como Eduardo Frei Montalva, el Día del Vino, hasta el día en que las mujeres chilenas vota-mos por primera vez. Pero lo más importantede la historia reciente es el 4 de septiembre de2022, fecha en que se dijo NO al resentimientoy a la división, rechazando un mal texto eimponiéndose el sentido común y la esperanza. Ese 4 de septiembre desperté tranquila, con una sensación de entusiasmo difícil dedescribir. En mi corazón solo había espaciopara la confianza en la sabiduría de nuestroscompatriotas.
Tenía fe en nuestra campaña;fe en las figuras públicas que representabanel Rechazo, pero, sobre todo, fe en los milesde chilenos que caminan con miedo en lacalle, que no llegan a fin de mes, que tienenpánico de enfermarse y no poder acceder asoluciones en salud. A pesar de que, desde elotro lado, les habían prometido el cielo, elmar y la tierra, ellos sabían lo que era correc-to para nuestro país. Ese día, cuando fuimos a votar con Chris-tian, las personas nos demostraron con susgestos que habíamos logrado representarlos.
Mientras trataba de contener la ansiedad deconocer el resultado final en el Hotel Galerías, lugar histórico ahí estuvo el comando del Noen 1989 mi corazón me aseguró que está-bamos del lado adecuado de la historia ¡ y elresultado nos dio la razón! Ese 4 de septiembre marcó un punto deinflexión en mi carrera política. Me di cuenta deque había muchos con quienes ya no compar-tíamos el mismo camino, y que solo la inercianos había mantenido unidos los últimos años. Sus intereses estaban puestos en mantener elpoder a cualquier precio; los míos, en defenderlas convicciones que me hicieron participar enpolítica de manera activa. La valentía de defender convicciones eraXimena Rincón. SÉDLAVOGIRDORfundamental, nos acusaron de haber “cruzadoel Rubicón”: Falso, solo defendimos nuestrasconvicciones. Pocas veces en mi vida política hevisto ese coraje que traspasó por completo elindividualismo. Solo pensamos en unirnos ysalvar a Chile. Y así fue. Una y otra vez vienen a mi mente conversa-ciones y reuniones, desde esa temprana con-versación con Felipe Harboe en febrero de2022, hasta la definición que tomamos conMatías Walker en junio de ese año. Las lecciones son muchas, pero lo másimportante: ¡ Aprendimos que juntos siempresomos más y que cuando defendemos lasconvicciones, somos invencibles! nCRISTIÁN VALDIVIESODirector de CriteriaCristián Valdi-vieso. El plebiscito del 4S de 2022 reintrodujo elvoto obligatorio, lo que movilizó al 86% de loselectores, duplicando el porcentaje de quienesparticiparon voluntariamente en la elecciónde los constituyentes del año 2021. Fueuna mayoría menos politizada laque emergió en esa jornada, desafiando a un mundo políticoya acomodado a las campañascon voto voluntario. SÉDLAVOGIRDORTras años de eleccionesvoluntarias, en las que laparticipación electoral terminóacotada a los segmentos demayores ingresos y másinteresados en la política con-tingente, la obligatoriedad empujó a las urnas a grupos que sehabían automarginado.
Esta reactivación se tradujo en una masiva expresión de rechazoa la propuesta constitucional plebiscitada e indirectamente algobierno de Gabriel Boric, percibido como más enfocado en impo-ner una visión ideológica en una nueva Constitución que en gobernary ofrecer soluciones para el conjunto del país. El referéndum de 2022 demostró que la mayoría silenciosaprefiere cambios graduales que respondan concretamente a necesi-dades cotidianas. Basándonos en datos de Criteria, por aquellosdías advertimos con vehemencia que, si la Convención no abando-naba el maximalismo y optaba por la gradualidad, caminaba directoal despeñadero. La ciudadanía no rechazaba los cambios, los anhe-laba, pero aspiraba a que estos estuviesen en sintonía con sussubjetividades más que en imposiciones ideológicas e identitariascomo terminó siendo el primer proceso constituyente. Este deseo mayoritario de cambio con estabilidad y gradualidadfue un verdadero mazazo para el Presidente Boric que, tras laderrota, se vio obligado a cambiar radicalmente el rumbo de sunaciente gobierno.
Si bien la izquierda subestimó a la mayoría silenciosa antes del4S, la derecha repitió el error tras el triunfo del Rechazo con un62%, al creer que esos electores apoyaban sus ideas en lugar derechazar las propuestas maximalistas e identitarias de la izquierda. El error de interpretación de la derecha se acentuó con la elec-ción de consejeros constitucionales, que les dio la mayoría en elsegundo proceso. Un año después, al proponer una Constituciónidentitaria de derecha, también sufrieron un duro revés en las urnas. El plebiscito de 2022 dejó varias lecciones.
Entre ellas, que esriesgoso subestimar una mayoría silenciosa, que no comulga conruedas de carreta, y que volvió para quedarse. nNuestra sociedadexpresó conmadurez supreferencia porla moderaciónRICARDO LAGOS WEBERSenador PPDLos resultados del 4-S fueron unbaño de realidad para el oficialismo. Nocabe duda, la síntesis del proceso fue unfracaso para un sector que pretendía hacermodificaciones estructurales de nuestras institucionesy de esa forma impactar en el modelo de desarrollo. De paso yal corto plazo, impactó severamente la marcha del Gobierno.
El fracaso del 4-S es consecuencia, entre otros factores, deerrores en la Convención, con exceso de posturas partisanas dealgunos de sus integrantes, de propuestas identitarias a contrapelode valores muy arraigados y lecturas equívocas de nuestra socie-dad, así como de una marcada campaña de desinformación quedistorsionó varios aspectos del texto. Por esto, quienes apoyamosdicha propuesta lo hicimos bajo el compromiso de que se imple-mentarían cambios al texto. Nos pareció que de esa forma sepodría salvaguardar la oportunidad histórica de contar con unanueva Constitución a partir de un proceso constituyente.
Aquí cabe una reflexión: como Socialismo Democrático notuvimos la fuerza para levantar la voz y proponer una Constituciónque interpretara o reflejara nuestra mirada de Chile y que al mismotiempo sintonizara con la ciudadanía y así nos hubiese permitidoterminar con la Constitución del 80. Con todo, el segundo proceso constituyente también fracasó, pero con dos agravantes. Primero, no se aprendió la lección del4-S donde quedó claro que cuando un sector impone su visión y selleva la “pelota para la casa” es rechazado por la ciudadanía. Laderecha y la extrema derecha no pudieron resistir la tentación.
Lasegunda agravante fue que ese proceso contó con un texto depropuesta de Constitución, con reforma al sistema político incluido, que fue consensuado del PC al Partido Republicano, y ese texto, que constituía una base razonable para encauzar el proceso, fueignorado. En su defecto primó una afiebrada propuesta constitu-yente de la derecha, que cometió el mismo error de quienes lidera-ron el primer proceso. Nuestra sociedad expresó una gran madurez e hizo patentesu preferencia por la moderación al rechazar dos propuestasque consideró extremas. Esto se condice con los diversosestudios de opinión que muestran que la sociedad quiereacuerdos. Estamos al debe. njuicio de varios de estos columnistas, al rechazo de la propuesta. Algunos ven demandas inconclusasmientras que otros resaltan que la ciudadanía dijo, con claridad, que busca cambios graduales. Después del 4 de septiembreDespués del 4 de septiembre, lapolítica institucional respiró aliviada. Al fin se cerraba ese proceso quehabía impugnado su hegemonía, dejándola como mera observadora dela discusión de la nueva Constitución. El alivio fue doble: no solo se rechazóuna propuesta que no contaba con suvenia, sino que además el rechazo fueabrumador.
En parte causa, en parteconsecuencia de esto, la Convenciónquedaba enteramente desacreditada, como “un circo”. El resultado, desdeel punto de vista de la política insti-tucional, era inmejorable: habiendosido impugnada su hegemonía, losimpugnadores, precisamente por elmodo de su impugnación, habíansufrido una derrota de proporciones. Después del 4 de septiembre sebuscó capitalizar ese resultado, fijando en la memoria del público laConvención como un recuerdo infa-mante.
El esfuerzo de crear y mante-ner un recuerdo infamante llegó aextremos casi graciosos por lo absur-do, como la creación de una inhabili-dad ad-hoc para participar en el“segundo” proceso constituyente a los155 convencionales: ninguno de loshabituales defensores de los derechosconstitucionales observó que laprivación retroactiva de derechospolíticos a personas nominadas es elparadigma de una decisión abusiva;tampoco en que se trataba de unabuso enteramente gratuito porinnecesario, porque los participantesen ese proceso debían ser designa-dos... ¡por los mismos que aprobaronla inhabilidad! Junto con esto, hemos estadotambién observando un intento, queno puede dejar de ser calificado comoportentoso en su extraordinariapretensión, de cambiar el recuerdo delas personas respecto de lo ocurridodesde octubre de 2019 en Chile: nohubo un estallido social; no, fue unestallido “delictual”. Si ahora hasta “elperro ese” es “denigrante”. Fernando Atria. Es que la política en buena partees la disputa por el pasado, sobrecómo recordar el pasado. Pero a pesar de su sonora victoria, la “clase política” (etiqueta especial-mente apta para describir la reacciónde la política institucional a la Con-vención) no recibió mayor rédito. Ladistancia del público hacia ella y lospartidos políticos no ha disminuido. Ylas demandas y la exasperaciónciudadana que llevaron al estallido nohan sido solucionadas. Las isapresdebieron ser salvadas con un perdo-SÉDLAVOGIRDORnazo, la reforma de pensiones sigueestancada. La demanda de seguridades usada como arma arrojadiza por“los políticos”, de modo que cualquiercosa que pase (salvo quizás algunaforma de fascismo tipo Bukele) serávista como insuficiente, lo sea o no. La ciudadanía, por su parte, hamostrado una notoria consistencia yecuanimidad en rechazar todo. Con esta ciudadanía la políticainstitucional tiene que comunicarse. Esto no es fácil, dadas las condicionesactuales.
Para ello, deberá hacer, leguste o no, algo como lo que ocurrióen la Convención: aprender a relacio-narse de igual a igual con quienes noestán político-institucionalmenteintegrados, que sospechan de quienessiempre lo han estado, y construirlentamente las condiciones de laconversación política. La experiencialograda en la Convención, sin embar-go, quedó sepultada bajo la descalifi-cación; y la descalificación no mues-tra precisamente disposición a hacerese esfuerzo de aprender. nRicardo LagosWeber.
Las ideas no se defienden solasa los delincuentes de octubre de 2019; que noCONSTANZA HUBEcondenó nunca la violencia; que dejó fuera alExconvencional UDIterrorismo como atentado a los derechos huma-nos; y que no incluyó el Estado de ExcepciónConstitucional de Emergencia, restringiendo lasherramientas que los gobiernos tienen para cum-plir el rol central del Estado, que es darseguridad a las personas. “La violencia solo puede ser disimulada por unamentira y la mentira solo puede ser mantenida porla violencia. Cualquiera que haya proclamado laviolencia como su método está inevitablementeforzado a tomar la mentira como su princi-pio”. Esta frase de Aleksandr Solzhenitsyn esatingente a nuestra actualidad política, y aun nuevo aniversario del 4 de septiembre.
Uno se preguntará ¿ por qué? Primero, porque la propuesta rechazada contun-dentemente por el sentido común delos chilenos fue redactada por unaasamblea (Convención Constitu-cional) que no solo nació de laviolencia, sino que la siguióvalidando luego de su insta-lación. Una Convencióncuya primera declaraciónfue la petición de indultoSÉDLAVOGIRDORSÉDLAVOGIRDORConstanza Hube. Caracterizado por una generación que llegó alpoder distorsionando nuestra historia reciente ypolarizando odiosamente la sociedad. El desastro-so texto constitucional, que fue rechazado sensatay contundentemente por una amplia mayoría delpaís, eliminaba instituciones fundamentales denuestra democracia e incorporaba otras, de cortechavista, ajenas a nuestra cultura. Los indultos ypensiones de gracia a violentistas fueron el coro-lario de este período de extravío y de la acción delos dirigentes políticos que lo caracterizan. Las ideas refundacionales siguen más pre-sentes que nunca, quizás sin corpóreos, sinfalsas enfermedades y sin tanto “circo”, perovigentes al fin y al cabo. Que nuestros compa-triotas hayan salvado a nuestro país hace dosaños atrás, no debiera ser sinónimo de tranqui-lidad, ni de ingenuidad. Por el contrario, nosdebiera animar a defender día a día la libertad, en cada proyecto y en cada política pública.
Como diría una ex convencional constituyente:las ideas no se defienden solas. nSegundo, porque esa propuestarefundacional no fue una suerte de“salida de madre”, sino que fueredactada por los convencionalesde todos los partidos que actual-mente gobiernan, y apoyadaincluso por partidarios de laDemocracia Cristiana; todos losque luego llamaron a aprobarla. Se trata de colectividades que, especialmente en el caso delFrente Amplio, han hecho de lairresponsabilidad y el ama-teurismo un sello distintivo. JOAQUÍN FERMANDOISAcadémico USS y PUCUn gobierno arrinconado, pocopreparado como todos para unacontingencia como esta, recurrió auna medida desesperada, vieja triqui-ñuela de tradición latinoamericana, que una nueva Constitución podríacanalizar la crisis. En realidad, elacuerdo del 15 de noviembre de2019, al que se le añadió la pande-mia, también puso al país en el carrilde intervenir la realidad humana víalas leyes. La respuesta debía ser laconstitución N 253 de AméricaLatina desde la independencia. Lagran mayoría, atemorizada y alboro-zada, le prestó abundante apoyo a unbosquejo en línea con la tendencianeopopulistachavista, por dar unareferencia.
Entonces, por un sentimientoreflejo de prudencia y desencanto, porlos desafíos de la delincuencia denuevo cuño y por el ambiente frívolo einfantil de la Convención, hubo undespertar, un fin de fiesta, que sereflejó en el segundo semestre del2021 en un cambio sostenido de lapoblación que afloró en las eleccionespresidenciales. En estas triunfócómodamente el Presidente Boricante la derecha dura (esta tuvo un nodespreciable 44%), moderando suproyecto.
De forma paralela, laConvención Constitucional se arrojó aredactar una carta/manifiesto que nole iba a la zaga a la de Chávez, deesas que no sirven para nadaaunque se proclamen la llavepara abrir las puertas al paraísoperdido; garantizaban que elpaís se volviera ingoberna-ble. Una amplia mayoría de la pobla-ción percibió un mal olor en Dinamar-ca y ese 4 de septiembre rechazó demanera rotunda la propuesta. HuboJoaquín Fermandois. SÉDLAVOGIRDORuna segunda oportunidad, ocasióndorada, con el Consejo Constitucional, para redactar una nueva Cartarepresentativa de la razón, del sentidocomún y de nuestra historia. Cayó enla misma confusión entre Carta ymanifiesto, si bien en menor medida. Igualmente fue rechazada (por menordiferencia). Se volvió a fojas cero, la de 1980. Hasta el 2005 había experimentadoreformas bastante consensuadas. Después hubo desperfilamiento enespecial en el articulado sobre sistemapolítico, y permanecemos en unatrampa autoimpuesta.
Sin embargo, comparado con las negras horas deoctubre y noviembre del 2019; o delas perspectivas de una Carta conrasgos woke, todavía recibimosbendiciones de los dioses. ¿Se podráretornar a una creatividad sensata? nTransformar Chile: Demanda inconclusaMARCOS BARRAZAExconvencional PCCerrado el proceso constitucio-nal con el rechazo de ambaspropuestas, surge la pregunta sihan desaparecido las demandasque originaron el proceso.
Alrevisar el estudio de desarrollohumano del PNUD 2024, seobserva que persiste en Chile laadhesión a cambios (88%), pro-fundos (75%), pero graduales(57%). Persiste también unaopinión: Chile ha vivido cambios, pero estos no han llegado a quie-nes más lo requieren en materiascomo pensiones, salud, educación, salario o trabajo. Entonces, cómoexplicar el rechazo al cambioconstitucional. Hacerlo requierede un análisis del ciclo políticovivido. al estallido social como una ex-presión delictual, pretende desle-gitimar sus causas.
Lo cierto esque fue una masiva y ampliaprotesta ciudadana, protesta queobligó a conservadores, incluidosempresarios, a abrirse a un pro-ceso de cambios, posición tácticay funcional para defenderse deldesprestigio hacia la ciudadanía, que pronto abandonaron parapreservar el orden social y econó-mico vigente.
Así nace la propuesta de laConvención Constitucional dedotar al país de un texto que diesepor superado el principio desubsidiariedad y la escasa protec-ción de los derechos sociales enChile, con ello, la expresión Esta-do Social y Democrático de Dere-chos se hizo parte del léxicopolítico del momento.
Sin embargo, pese a conteneravances significativos, la pro-puesta de la Convención incorporóasuntos alejados del sentir ciuda-dano, condición que la derechaaprovechó para caricaturizar, lanzando una campaña agresivaque desprestigiaba al texto de laConvención y a sus integrantes. co de la sociedad que el PNUDtambién releva y que se ha pro-fundizado: prima en el país unasubjetividad social pesimista, escéptica, desconfiada, que reco-noce como villanos a las élites, sinhacer distinción y repeliendo atodos por igual. En este sentido, elrechazo también se explica por laincapacidad de los liderazgosprogresistas, sociales y políticos, para comunicarse con los actorespopulares y generar lazos deconfianza para procesar susdemandas.
El rechazo de la propuesta delConsejo Constitucional, en cam-bio, se funda en la tozudez de laextrema derecha de mantenerinalterado el sistema privatista enel que las personas logran bienes-tar solo si tienen los recursos parapagar por bienes y servicios en elmercado. Lo anterior obliga a concluirque el ciclo político no está cerra-do.
A dos años del rechazo de laprimera propuesta constitucional, lo relevante sigue siendo impulsartransformaciones sustantivas, queestablezcan las bases de un siste-ma social y político efectivamentedemocrático y que, abandonandolos estrechos límites de la subsi-diariedad, incida en lo que laspersonas sienten justificadamentecomo obstáculos injustos para labuena vida.
Es urgente un nuevotrato que provea de tranquilidad, seguridad y protección, modifi-cando el sistema en materia depensiones, de salud, de educación, La derecha, a partir de calificarEsa campaña usó un diagnósti-BERNARDO FONTAINEExconvencional independiente-RNEl 4 de septiembre fue una victoria épica, delamor a Chile sobre el odio a lo que hemos cons-truido, de la paz sobre la violencia. Un triunfolleno de enseñanzas para el ahora, el mañana, para Gobierno y oposición. Cambiar la Constitu-ción nunca fue una solución a los problemas. Fueuna ilusión que vendieron políticos de todoslados y que decantó en un nuevo desencantociudadano. Fundamentalmente lo que falla en Chile es elEstado como legislador, regulador y proveedorde servicios. Necesitamos buenas políticas imple-mentadas con decisión, gestión eficaz y urgencia, mucho de lo cual se perdió con Bachelet II. Laizquierda quiere caricaturizar la Convencióncomo un grupo alocado que prefiere olvidar. Laverdad es que la Convención no fue un circo. Fueun intento muy pensado por imponer la ideologíade G. Boric y su coalición. No la escribieron losconvencionales más coloridos. Estuvo repleta deexpertos. El ministro Marcel dijo que no veíariesgos para la economía en ella y Tohá yMirosevic fueron entusiastas voceros delApruebo. De autocrítica nada. El programa degobierno y la Constitución de la Convención sondos caras de la misma moneda y han fracasadoporque están basados en un diagnóstico irrealcon propuestas equivocadas. En la Convención éramos pocos contra lo queparecía un maremoto. Sin estrategia, sin defen-der nuestras ideas aunque fuéramos persegui-dos, sin comunicación ciudadana y unión, noBernardo Fontaine. SÉDLAVOGIRDORSÉDLAVOGIRDORSÉDLAVOGIRDORMarilyLüders. Marcos Barraza. de salarios y de trabajo.
El desafíopara la izquierda y el progresismo, entonces, en unidad es prepararsey acometerse para estas grandestransformaciones, en un procesopermanente y sustantivo, quepermita recomponer la confianzadel pueblo en el sentido de lapolítica para la vida en socie-dad. nhabríamos ganado. El Rechazo fue amplio y diverso. Organiza-ciones ciudadanas tuvieron peso, como Con MiPlata NO. Cuando se rechazó su propuesta degarantizar la propiedad de los ahorros previsio-nales y se aprobó lo contrario, el Rechazo co-menzó a liderar las encuestas. Ese hito demos-tró que, incluso en los derechos sociales, laConvención estaba en contra de los ciudadanos. La lección es clara: nunca más política sin lasociedad civil. La división política hoy siguesiendo entre los partidarios de una sociedadlibre y democrática ya sean de derecha, centro, socialdemócratas o simples ciudada-nos y los fanáticos partidarios de una refun-dación estatista. La unión de las fuerzas delRechazo es clave para ganar las próximas presi-denciales y tener una mayoría en el Congresopara que Chile vuelva a ser seguro y a despegareconómica y socialmente. Las rabias que llevaron al estallido están ahí. Necesitamos volver a vivir con seguridad. Necesitamos cambios en libertad y paz, confuerte sello social.
Así volveremos a ese puroChile con su cielo estrellado como gritamos ese4 de septiembre. nPATRICIO FERNÁNDEZExconvencional Colectivo SocialistaLa historia podría contarse más omenos así: el año 2011 irrumpe unpoderoso movimiento estudiantil queconcita gran apoyo ciudadano pi-diendo “fin al lucro”, “educaciónpública, gratuita y de calidad”, y “unanueva Constitución”. Lo lideró unageneración universitaria nacida el año1988, cuando se llevó a cabo elplebiscito que puso fin a Pinochet. Aunque mayoritariamente hijos onietos de la Concertación, los diri-gentes de ese movimiento estudiantil, entre quienes se encontraba GabrielBoric, aparecían en la escena comouna fuerza renovadora y ajena a lospactos de la transición. Michelle Bachelet, en la elecciónsiguiente, hizo propias buena partede sus demandas, aunque sincontar con el apoyo de todos ellos.
La conquista de una nueva cartafundamental ya no aspiraba solo adejar atrás esa nacida en dictadu-ra, sino también a configurar unnuevo pacto social, hijo de losnuevos tiempos, del fin de la Gue-rra Fría, de las nuevas realidadestecnológicas, del calentamientoglobal, de la revolución feminista, del reconocimiento de las diversi-dades culturales y los derechossociales. Tenía el reto, por otraparte, de generar un sistemapolítico capaz de dar gobernabili-dad en estos tiempos dispersos yconvulsos. O eso creíamos algunos. Fue un ejercicio pacífico y deadmirable civilidad, pero infructuoso. El mundo político, transversalmente, nunca lo sintió propio, y lo dejó morir. Piñera, apenas asumió, dio porsepultado ese “momento constitu-yente”, pero en medio del estallidosocial que descalabró todo, un acuer-do político amplio lo reposicionó.
Según las encuestas más respeta-das, en torno a un 80% de los chile-nos apoyaba entonces las protestas, casi el mismo porcentaje que luegovotó a favor de una nueva Constitu-ción y que se encargó de especificarque no la quería confeccionada por elParlamento. Esta vez el procesoconstituyente era asumido por todoslos partidos salvo la extremaizquierda y la extrema derechacomo la mejor alternativa parareconstituir un pacto social queparecía roto. Entonces vino la pandemia, lascalles violentadas y bulliciosas delestallido se sumieron de golpe en unsilencio sepulcral apenas interrumpi-do por las sirenas de las ambu-lancias. Entre marzo de 2020y marzo de 2021, la pestemató a cerca de 25.000 personas. El Zoom entróen nuestras vidas. Alinterior de sus viviendas, miles de familias sufrierondramas secretos. SÉDLAVOGIRDOREn medio de la calamidad, tambiénde los aspectos por resolver. se vivió un clima de esperanza.
Queun grupo de chilenos social y cultu-ralmente heterogéneo, con poquísi-mos militantes, la mitad mujeres, ensu mayoría jóvenes y con represen-tantes de todos los pueblos indígenas, diseñara las bases de una nuevainstitucionalidad, despertó en muchosla ilusión de un acuerdo moderno, insólitamente democrático, inclusivo ypacificador.
Organizaciones de todotipo se involucraron haciendo presen-te sus pareceres, el mundo académi-co aportó con estudios, muchos deellos financiados por organizacionesinternacionales, se publicaron cente-nares de libros y en muy distintosescenarios fueron debatidos cada unoPatricio Fernán-dezLo que se impuso, sin embargo, fue la furia del estallido. En lugar degenerarse puentes, muchos decreta-ron: “Hay ríos que no se cruzan”. Yofui parte de esa Convención y experi-menté, al mismo tiempo, lo extraor-dinario del empeño y lo frustrante delresultado. Esa propuesta de Consti-tución la rechazó un 62% de loschilenos por ajena y excesiva; sobretodo, por confrontacional. El intento siguiente lo tomaronen sus manos los partidos políticos. El entusiasmo e interés de la po-blación ya eran mínimos. La mo-lestia que antes habían represen-tado la Lista del Pueblo y otrasorganizaciones de izquierda, estavez la encarnó el Partido Republi-cano. Y con la misma tozudez, repitió su error, pero al revés.
Balance: a medida que la demo-cracia es más inclusiva, es más difícilde administrar; sin partidos nosabemos gobernarnos y los actualesno consiguen representarnos; vivimostiempos aceleradísimos y deseamoscosas contradictorias; nos une estar“en contra” y nos dispersa estar “afavor”; los grandes cambios convienerealizarlos gradualmente y no hemosencontrado el modo de ponernosde acuerdo.
Mientras tanto, elpaís del estallido sigue aquí, inquieto y huyendo de lassimplificaciones, como unenigma. nEl andamio frágilMARILY LÜDERSPeriodista y socia de ExtendEl rechazo de los chilenos a la propuesta de la Convención Cons-tituyente y el alto margen de votación en contra fueron, sin duda, un alivio enorme para quienes temían que Chile viviera una refun-dación de todo nuestro ordenamiento y la instalación de una listalarga de demandas identitarias. Ese 4 de septiembre de 2022 los chilenos no aceptaron la radicalpropuesta y tampoco se llegó a consenso para el segundo intento. Pero al voltearse a mirar el país que quedó después de estosprocesos, no queda otra alternativa que lidiar con el Chile previoa ellos y ver cómo avanzar en ese escenario. Lo preocupante deeste ejercicio es que varias de las reformas anteriores, de me-diados de la década pasada, dejaron un país con un andamiopolítico y económico frágil. Tenemos una política altamente fragmentada, incapaz pordiseño electoral, en gran parte de llegar a acuerdos en temascomo pensiones y salud. El fin del binominal fomentó la apari-ción de partidos frágiles que desaparecen y se reemplazan porotros igual de efervescentes, además de una proliferación deliderazgos díscolos. La reforma tributaria de 2014 no solo no aumentó la recauda-ción, sino que incentivó a los inversionistas a considerar otrosdestinos para sus capitales al instalar en el discurso una desconfian-za hacia el sector privado.
Un reciente paper plantea que de no serpor esas reformas, Chile habría crecido a tasas similares de las delos noventa (Paniagua, Toni y Órdenes, 2023). Educacionalmente, las reformas se centraron en lo institucional yno en la calidad. El fin al copago y el de los colegios particularessubvencionados con lucro cortó buenos proyectos educativos y laposibilidad de los padres de empoderarse en donde eligen loscolegios de sus niños. Se buscaba equidad, pero hay alumnossin cupos y preocupante ausentismo y deserción escolar, factores clave para equiparar la cancha. La gratuidad en laeducación superior tiene hoy crujiendo financieramente avarias universidades. La implementación de estas reformas y el discursohacen difícil hoy pensar en despegarnos de un creci-miento mediocre y sacar adelante una reforma depensiones y salud eficiente y respetuosa de lalibertad de elegir de las personas. Y a eso hayque sumar el aumento de violencia de ladelincuencia y el crimen organizado acelera-damente instalándose en el país. Las recientes encuestas muestran quehay algo de desesperanza en el país, perotambién voluntad de cambios graduales. Es de esperar que quienes emerjan comoliderazgos de las elecciones 2024 y 2025revisiten el andamio para fortalecerlo. nJOSÉ SANFUENTESRector IP ArcosJosé Sanfuentes. SÉDLAVOGIRDOREl proceso constituyente del año2022 representó un hito históricoen la vida política del país. Fueuna respuesta a la demandasocial emergente que cul-mina en el estallido socialde 2019 y un 78% ciuda-dano a favor del cambioconstitucional. Seevidenciaba unprofundo descontento con el modelo social y económico y unademanda por reformar las estructuras políticas e institucionales. La Convención Constitucional tuvo el potencial de ser un saltocivilizatorio hacia un convivir más civilizado y moderno, inclusivoy justo.
Chile vivió uno de esos momentos en que era precisomirar más allá de los árboles, y orientarse a una Constitución delbien común, donde todos y todas se sintieran acogidos, com-prometidos en sostener juntos el hogar compartido. Una Consti-tución democrática de mínimos civilizatorios; de avances engobernanza, prosperidad compartida, género y paridad, pueblosoriginarios, desafíos del cambio climático; y sobre todo habili-tante, que permitiera el buen juego político para diseñar ydirimir las políticas públicas. Todo lo cual quedó pendiente. Este intento histórico fracasó; un 62% lo rechazó. En granmedida, porque la propuesta final fue vista como un proyectopolítico propio de una mayoría circunstancial, en lugar de unpacto que uniera al país en su diversidad. Se optó por la polari-zación. No por acuerdos que apoyara una amplia mayoría social. El texto era maximalista e identitario por su extensión y detalle, por sus particularismos y complejidad. Existió la percepción deque la nueva Constitución contenía promesas difíciles de cum-plir. Al proceso y los debates les faltó templanza, dividieron, latan anhelada “casa común” quedó relegada. El horizonte constitucional no está despejado. “El papá pre-gunta a Juanito por qué su ojo hinchado; el niño responde, tejuro que el otro quedó peor. El padre lo abraza con orgullo”. Laviolencia escultural en Chile y Latinoamérica. No sorprende verhoy su exacerbación en los hogares y la calle, en lo social y lopolítico: violencia física y verbal normalizada. Sumemos lacreciente polarización, aquí y en el mundo, que enfrenta a elloscon nosotros, a fieles con infieles, donde prima el antagonismo yno la convergencia. Chile ha dejado escapar dos veces la oportunidad de dar unsalto civilizatorio.
Atrevámonos a abrir una nueva posibilidad deencontrarnos, en diversidad, en el aprecio y respeto, para ha-cerlo posible. nMARCO ANTONIO DE LA PARRAPsiquiatra y dramaturgoEl Apruebo estaba cargado demiedo y entusiasmo, hijo del estallidocon su ilusión febril pero también suferocidad.
En su imaginario estaba elMetro ardiendo como las guitarrasdel día de un millón o más convoca-dos, estaban Las Tesis como también“El que baila, pasa”. Era ingenuopensar que una sociedad traumati-zada por la violencia de esos tiempos(no fueron días, fueron semanas, meses) podía responder aprobandouna Constitución cuya gestacióntenía personajes perturbadores comola tía Pikachu o la falsa historia deRodrigo Rojas Vade y los insultosdirectos que calificaban como fachospobres a los que intentaban unmensaje crítico o una mirada des-confiada a este proyecto refundacio-nal. Algunos, que pensaron que eranlos más, sentían la euforia de uncambio radical sin tomar en cuentaque los cambios siempre se anunciancon el miedo y el espanto, por bue-nos que puedan ser. Ese posiblecambio ya era temible. Se sumaba elestallido que había tomado el centrode la ciudad. Tiendas destruidas, estatuas derrumbadas, hotelesardiendo. Una atmósfera aterradorapara la gran mayoría, la que eradesvalorizada. No se pensó quenuestra sociedad vivía un estréssalvaje, no se pensó que se venía delentusiasmo pero también del terror. Encima, el gobierno se identificómasivamente con el Apruebo, sepuso la camiseta y no dejó dudas desu preferencia. Se olvidó de la escasamayoría electoral con que habíallegado al poder. Se olvidó de pensar. Se subió al pedestal del derrocadoBaquedano y proclamó el Apruebocomo la obra señera de este períodopresidencial. Estratégicamente, unerror grueso. Se votaba de nuevo aBoric, quien se expuso a lo queesperaba sería un triunfomonstruoso, transformandoa Chile en un país quesentían un sueño pero queya había tenido imágenesde pesadilla. Y como titularon en el No, “corriósolo y llegó segundo”. Alguien escribió que Chile noSÉDLAVOGIRDORMarcoAntonio dela Parra. estaba preparado. Definitivamenteno.
La herida ardiente del estallido nocerraba ni, me temo, cierra todavía:entre grafitis y demolición, entreinseguridad ciudadana y saltos detorniquetes, entre tomas de colegiosy la sensación de miedo en la calle. ¿Vendrá ese cambio? Los hay queprobablemente se necesitan. Pero lapaz es el verdadero sueño de Chile. Su más profunda necesidad.
Qui-zás, a partir de esa paz y con esa pazcomo meta, podemos comenzar apensar de verdad un país nuevo que, esta vez, de verdad sea hermoso. nLa mayoría silenciosa que irrumpió el 2022Una victoria épicaBúsquedas y extravíosEl voto real y el voto imaginarioUn salto civilizatorio que Chile dejó escaparCarnaval y el día después. El maximalismo, el espíritu refundacional y las ideas identitarias fueron los factores que llevaron, a EN 2022 SE VOTÓ EL TEXTO DE LA CONVENCIÓN: S de salarios y de trabajo. El desafío S S demanda por reformar las estructuras políticas e institucionales. y de esa forma impactar en el modelo de desarrollo. De paso y Es que la política en buena parte S Alguien escribió que Chile no S S tingente, la obligatoriedad empujó a las urnas a grupos que se