El chisme
El chisme H ace poco leí un libro del escritor y publicista español, Risto Mejide, llamado "El Chisme" y su lectura me llevó a lo que son las redes sociales, que se nutren fundamentalmente de chismes y mentiras que la gente cree a pie juntillas, produciendo en muchas oportunidades dolores y agravios que no pueden sanarse.
Quizás a alguno le llame la atención el nombre del autor, a mí en su momento también, y ¿ qué hice? ir a Google, como lo hacen todos, tomando conocimiento que cambió su nombre, que era Ricardo por Risto; sin embargo, Risto tiene el mismo significado, en idioma finés o finlandés, por ende, sigue siendo Ricardo.
En realidad, un chisme no es necesariamente una mentira, puede ser verdad lo que reproduce; el problema ocurre cuando con ese comentario que se divulga, lo que se busca o lo que se pretende, es indisponer a una o varias personas. Los simples "murmureos" respecto a alguien pueden ser molestos, pero no necesariamente agraviantes. En Chile usamos más bien la expresión habladurías. En estos tiempos, el chisme y/o el rumor se utiliza como arma para lograr un beneficio, atacar a un adversario político y ganar adeptos para la corriente del propalador. Muchas veces, yo diría la más de las veces, el chisme es parte de la simple interacción social; quizás amoral, quizás inapropiado, sirviendo de entretención para hablar del ausente. Algunos sostienen que el chisme es una herencia de nuestro antepasado hispánico, puede ser. Y al efecto recuerdo dos canciones, muy antiguas, que hacen mención a los chismes que hieren.
Una de esas canciones es, "Si vas a Calatayud", donde se refiere que en esa localidad vivía una mujer de nombre Dolores, de la cual se propalaba que "todo el mundo anda con ella". La canción dice que, si uno va a Calatayud, hay que preguntar por la Dolores, a quien "una copla la mató de vergüenza y sinsabores". Es de imaginar lo que significaba en aquellos tiempos decir eso de una mujer.
Otra canción, también española, cuenta las habladurías de la chica del 17, diciendo "Dónde se mete la chica de 17", "de dónde saca para tanto". Si nos preguntamos la razón de difundir ese tipo de chisme, la encontramos en que lo prohibido es atractivo para la gente y garantiza público para quien lo difunde.
En el escenario de los chismes, hay algunos que por envidia inventan un chisme y lo difunden, como por ejemplo, que alguien consiguió un trabajo, obtuvo un ascenso o una anotación de mérito, por favores o conductas reprochables. Antes lo conocía un círculo pequeño, hoy con las redes sociales lo ventilan a diestra y siniestra. También está el inventor de chismes para destruir o para convertirse por ejemplo en un influencer, en este caso, negativo. Los sitios web están plagados de este tipo de chismografía destructora, que mayoritariamente es mentira, sabiendo que hay gente que goza del morbo, que gusta de lo pernicioso.
En el libro con que doy inicio a esta columna se cita una frase de Edward Abbey: "La libertad comienza por los oídos", que también algunos la traducen como: "la libertad comienza entre las orejas", queriendo decir que la libertad se inicia en nuestra mente, dejando atrás prejuicios y miedos, que son insumos de los que se aprovechan los que propalan rumores. Nuestra mente debe ser ejercitada para repeler ese tipo de información maliciosa. Stuart Mill llamaba "asesinos de alma" a quienes hacían de los chismes un motivo de vida. Con todo, lo grave es dejarse llevar por las habladurías.
Prestar atención a los rumores, darlos por cierto y dejarse convencer por ellos, es de necios; así podemos entender uno de los refranes de Arthur Schopenhauer, en el que dice que un hombre y/o mujer inteligente soporta un menor número de rumores inútiles. El chisme hoy es propalado por las redes sociales; los inventores de ellos, a través de los sitios de la web. Por lo mismo, es necesario reforzar la educación, para que las personas sean capaces de discernir lo que ven y escuchan, y hacerlo con espíritu crítico. Podemos aplicar lo que pensaba Santo Tomás, esto es, no ser hombres de un solo libro, ni tampoco veedores de un solo sitio web.
Desconfiar de aquellos que leen, ven y escuchan una sola línea de pareceres, opiniones y videos, abrirse a leer, ver y escuchar todas las corrientes del pensamiento para luego, informado debidamente, reconocer lo que es verdadero y útil, recordando la máxima de Cicerón: "la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio".. - - -