Autor: Verónica Riquelme, directora Colegio Docksta de Carahuej/ Marcelo Estrella, coordinador Programa de formación cívica y filosófica Colegio Docksta de Carahue
Utopía intercultural
*e En su columna del 28 de mayo, la rectora de la Universidad Santo Tomás de Temuco, Rosemarie Junge, plantea el problema del desconocimiento que los no mapuches tenemos de la cultura mapuche.
Al respecto recuerda la propuesta de la Comisión Vargas de ampliar la educación intercultural bilingúe a todos los estudiantes de La Araucanía, así como incluir la formación bilingúe en otras áreas del aprendizaje como matemáticas o ciencias.
Lo anterior implicaría el “reconocimiento de la diversidad cultural en la comprensión del entorno inmediato y del universo”. Sialgo nos enseña la historia es que la diversidad cultural es riqueza, periqueza sólo es real mediante el diálogo respetuoso y la valoración del otro. Sin embargo, una cosa es el sueño de la educación intercultural, con la mayor diversidad y profundidad posible, y otra es la realidad de la educación en Chile y en La Araucanía.
Hoy en Chile más de la mitad de la población adulta no entiende lo que lee en su lengua materna y cerca del 70% no domina operaciones matemáticas básicas; para colmo, más de la mitad de quienes entran a estudiar Pedagogía tiene el nivel lector de quinto básico y esta situación casi no cambia a la salida de la universidad. Cualquier medición internacional nos sitúa por debajo de los estándares mínimos deseados.
Si no logramos educar a nuestros niños y jóvenes en los contenidos y habilidades elementales en su propia lengua y culturas maternas, ¿cómo podríamos aumentar la carga curricular hacia una formación intercultural bilingite como la que señala la rectora? Del otro lado de la moneda, ni siquiera la mitad de quienes se autojdentifican como mapuches dominan ancestral ¿ Quién entonces podría enseñar estas habilidades lingúísticas a nuestros estudiantes? Ya hoy es extremadamente dificil encontrar facilitadores interculturales para los colegios que están obligados a enseñar mapuzungún, sin mencionar que en su mayoría no cuentan con formación pedagógica, por lo que los resultados no son los mejores. Está muy bien soñar, pero para seguir un sueño hay que considerar dónde estamos parados.
Fortalezcamos primero las comperencias básicas en las que estamos tan atrasados; mejoremos la enseñanza de nuestra propia historia (para eso primero hay que comprender lo que se lee) para mejorar la comprensión de quienes somos y donde estamos; apoyemos la recuperación del mazungún dentro del pueblo mapuche primero; apoyemos la formación integral de facilitadores interculturales y continuemos desde las universidades rescatando el legado cultural de nuestros pueblos originarios antes de pretender los, con herramientas que no tenemos, a nuestros estudiantes. El camino es desgraciadamente largo, pero si nos saltamos pasos, no lograremos el resultado que todos deseamos: una mejor comprensión y valoración de la riqueza cultural e histórica de nuestra querida Araucanía.