Una lucha ineludible contra la violencia hacia la mujer
Una lucha ineludible contra la violencia hacia la mujer El reciente femicidio en Los Angeles nos recuerda la urgente necesidad de erradicar la violencia de género en nuestra sociedad. El asesinato de una mujer a plena luz del día, frente a una gran cantidad de personas, expone una realidad aterradora: las estructuras de protección y prevención están lejos de ser suficientes. Este crimen no es un hecho aislado; es un reflejo de una cultu raque, aunque ha avanzado en igualdad de género, aún tolera, justifica o ignora las agresiones contra las mujeres. En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se conmemora cada 25 de noviembre, es imprescindible reflexionar sobre lo que implica esta violencia. Según la ONU, una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida, en su mayoría a manos de parejas o exparejas.
En Chile, los datos no son menos alarmantes: más de 0 femicidios han sido registrados en lo que va del año, mientras otros tantos permanecen como intentos frustrados o en el limbo de la judicial ización. La violencia de género no ocurre en el vacío. Es el resultado de dinámicas históricas, culturales y sociales que perpetúan la desigualdad. la dominación masculina y la desvalorización de las mujeres. Estas actitudes se manifiestan en múltiples formas: desde los comentarios aparentemente inofensivos que refuerzan estereotipos hasta la extrema brutalidad de los femicidios. Sin embargo, señalar al perpetrador como único responsable sería un análisis simplista. Detrás de cada caso hay un sistema que ha fallado en educar, prevcniry sancionar. Las leyes, aunque necesarias, no son suficienCARTAS tes si no se acompañan de políticas públicas integrales que incluyan educación en igualdad de género, acceso a recursos para las víctimas y campañas permanentes de sensibilización. Cada acto de violencia contra la mujer es una tragedia tragedia que involucra a toda la sociedad. Combatir esta problemática exige un compromiso colectivo que trascienda trascienda declaraciones simbólicas.
El Estado debe redoblar redoblar esfuerzos para garantizar que las mujeres tengan acceso a ayuda inmediata y efectiva, mientras que las comunidades deben adoptar un rol activo en la prevención, prevención, denunciando conductas violentas y apoyando a las víctimas.
Es también un llamado a los medios de comunicación y a la opinión pública: la cobertura de estos casos debe ser respetuosa, evitar la revictimización y contribuir a la reflexión colectiva sobre las causas estructurales de la violencia. El asesinato de esta mujer en Los Angeles no debe ser en vano. Su memoria y la de tantas otras víctimas deben convertirse en el motor de un cambio profundo. La eliminación de la violencia contra la mujer no es una tarea fácil, pero es absolutamente indispensable para construir una sociedad justa, segura y equitativa. El desa fío no radica solo en atender las consecuencias, sino en erradicar las causas. Eso implica educar en el respeto mutuo desde la niñez, desmantelar normas y prejuicios que perpetúan la desigualdad y garantizar que las mujeres puedan vivir sin miedo. La violencia no es inevitable; con voluntad política y social, puede ser prevenida y, finalmente, eliminada..