Autor: La columna de María Teresa Cárdenas M.
COLUMNA DE OPINIÓN: Aún tenemos patria, ciudadanos lectores
Diez años cumplió el concurso de recomendaciones de libros a través de plataformas digitales y redes sociales organizado por el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas.
“¿Por qué deberíamos leer El último grumete de la Baquedano? ¿ Por qué?”, inquirió Juan Francisco Coloane al término de su intervención en el salón de honor de la Universidad Católica, donde este jueves se presentó una nueva edición de la emblemática novela de su padre, publicada por primera vez en 1941.
Más de ochenta años después, y con un interesante análisis del crítico literario Grínor Rojo, en el que releva su carácter alegórico, El último grumete es la primera muestra del trabajo conjunto de la Facultad de Letras, el Centro de Estudios de la Literatura Chilena (CELICH) y Ediciones UC sobre el archivo patrimonial de Francisco Coloane, donado a la UC por su familia. La pregunta, formulada de manera retórica por Coloane hijo, fue una interpelación al público presente, pero también a nuestra sociedad.
Antes, la docente de la Facultad de Educación y especialista en formación de lectores Maili Ow había dado luces en ese sentido, situando la novela en la categoría de clásico —ese libro que, en palabras de Italo Calvino, “nunca termina de decir lo que tiene que decir”—; revisando el contexto social e histórico en el que fue publicado, y señalando algunos puntos de encuentro con lo que puede vivir un joven de hoy. Destacó, en ese sentido, la capacidad del libro de ser ventana y espejo a la vez, de acuerdo a la expresión de Rudine Sims Bishop, académica de la Ohio State University. Ventana para poder asomarse a la realidad del Chile de hace más de ochenta años; espejo para que el lector se identifique con las vicisitudes existenciales de su protagonista.
Como novela de formación, El último grumete sigue el periplo del adolescente Alejandro Silva Cáceres, quien a sus 15 años se embarca a escondidas en el buque escuela Baquedano, cuando este emprende su último viaje antes de ser dado de baja.
Quiere ayudar económicamente a su madre viuda; le promete que encontrará a su hermano que nunca regresó al hogar; en la travesía conoce la camaradería, la solidaridad y también las burlas; se ve enfrentado junto a sus compañeros a la furia de la naturaleza y a la muerte; en el sur conoce al “otro”, los yaganes.
Según Juan Francisco Coloane, esta y otras obras de su padre ya no están en el currículo obligatorio de la enseñanza escolar, lo que consideró un real abandono del Estado, en contraposición al trabajo emprendido por la UC. ¿Qué hacer frente a ese “abandono”? Dicen que cuando una puerta de cierra se abre una ventana, y esa ventana para fomentar la lectura la abrió hace diez años el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas —dependiente ahora del Servicio Nacional del Patrimonio— con la organización de un concurso de recomendaciones de libros a través de plataformas digitales y redes sociales: primero You Tube, luego Instagram y este año TikTok, por lo que a partir de esta versión se denominó genéricamente “bookfluencers” a los participantes.
Divididos en las categorías Infantil —niñas y niños hasta 12 años—, Adolescentes —entre 13 y 18 años—, Jóvenes —entre 19 y 29 años—, Adultos —desde los 30 años—, Mediadores de lectura —personas independientes o vinculadas a bibliotecas públicas, bibliotecas escolares u otros espacios que fomenten la lectura mediante redes sociales— y Pro —quienes tengan una cuenta de You Tube, Instagram o TikTok con más de mil seguidores y al menos 50 publicaciones— los concursantes respondieron a la convocatoria desde todo Chile. Cada categoría tuvo un ganador, un premio a la popularidad —cantidad de “me gusta”— y una mención honrosa.
A sus seis años, la pequeña Amanda Ossandón recomendó con inteligencia, desplante y simpatía, la lectura de La increíble Kindambum y el gato mágico, de Fabián Rivas, vestida ella misma de brujita; mientras que en la categoría Adulto, Patricia Rojas, de Río Bueno, Región de los Ríos, hizo un valioso rescate de la novela Amor de lluvia, del reconocido y ahora bastante olvidado periodista, diplomático y escritor Alejandro Magnet (1919-2009), nacido también en esa localidad.
Desde Ñuble, el adolescente Daniel Contreras invitó a adentrarse en el manga Look Back, del japonés Tatsuki Fujimoto, y Carolina Zúñiga (25 años), de Santiago, recomendó la novela gráfica Hierba, donde la autora coreana Keum Suk Gendry-Kim retrata “de manera respetuosa una historia real y desgarradora”, de su compatriota Lee OkSun.
“En Catemu, leer es costumbre; en Catemu, leer es una adicción, y en Catemu, leer es lo mismo que respirar”, aseguró Rosa Pastén, encargada de la biblioteca de esa localidad de la Región de Valparaíso, en su video en blanco y negro y con estética antigua, en el que invitaba a participar en el concurso. La carismática ganadora en la categoría Mediadores hizo lo suyo, ya que Catemu obtuvo también dos menciones honrosas.
Variedad de autores —más de la mitad de ellos chilenos—, de temáticas y géneros, se vio en estos libros recomendados por personas que aman y gozan la lectura y por eso quieren compartirla. ¿Qué mejor estímulo para entusiasmar a otros? Más que restituir títulos y autores clásicos a los planes de lectura —lo que por supuesto es indispensable—, quizás lo que urge es apoyar y estimular a docentes enamorados de la lectura, capaces de transmitir ese amor a sus alumnos, recurriendo para ello a sus conocimientos, a ideas creativas, y también a todas las herramientas y tecnologías disponibles. Maili Ow ha trabajado en eso. No quedarnos en el lamento, con frases como “los jóvenes ya no leen” o “las redes sociales han destruido la lectura”. ¿Por qué leer El último grumete de La Baquedano, entonces? Preguntémosle a un bookfluencer. E invitemos a los profesores a serlo dentro y fuera de sus aulas.