Presupuesto de salud
Presupuesto de salud Luego de haber destinado grandes esfuerzos a resolver las dificultades creadas por un fallo de la Corte Suprema en las isapres, el foco de atención se ha puesto en el sistema encargado de atender al grueso de la población.
Los problemas de este son mucho más graves, pues ya han provocado un deterioro de los cuidados de sus enfermos, registrándose millones de casos de personas que esperan su atención médica, a lo que se ha venido a sumar un déficit financiero más serio que el que podía afectar a las aseguradoras privadas. Diversos hospitales han planteado que los recursos asignados para este año no les alcanzarán para completarlo y, según algunos funcionarios, este mes dejarán de contar con los medios para continuar su labor.
El ministro de Hacienda ha hecho ver que ha habidohospitales que han gastado hasta el 90 por ciento de sus recursos durante el primer semestre, lo que naturalmente los iba a exponer a las vicisitudes actuales. Para algunos médicos, el que se haya hecho ese gasto es un reflejo de la insuficiencia de los recursos que se les asignan. Y también han terciado parlamentarios señalando que no les parece presentable que vengan a manifestar sus preocupaciones a estas alturas del año. El Colegio Médico ha hecho presente que, más allá de cuál haya sido el origen del problema, se requiere resolverlo, para lo cual sería necesario aumentar el presupuesto 2025. Pero este no es un tema menor, por cuanto ya alcanza a unos 15 billones de pesos. Todo indica que el sector salud continúa enfrascado en una vieja discusión: si los recursos son insuficientes o si ellos están mal administrados. Posiblemente ambas posiciones tengan algo de razón, pero debe tomarse en cuenta que el aumen-to del presupuesto ha sido vertiginoso en las últimas décadas, sin que sus beneficiarios lo hayan notado. Entre los países OCDE, Chile aparece como el segundo con mayor aumento desde el año 2000. Lo insólito no es que este se incremente, sino que pese a ello se mantengan o deterioren los indicadores de retrasos en las atenciones. Algo en el modelo de servicios estrictamente estatales no funciona como sus impulsores quisieran y parece necesaria una revisión a fondo. Los estudios de productividad han revelado fallas en la gestión de los hospitales en asuntos tan simples como el uso de los pabellones de cirugía. Inmensamente costosos, se ocupan solo una fracción del tiempo y en el lapso en que funcionan tampoco se aprovechan bien, como lo demuestran los atrasos en iniciar las operaciones. Pocas du-das caben respecto del mal aprovechamiento de las inversiones y de la escasa gestión del personal. Cada cierto tiempo el país se sorprende con noticias tales como el exagerado uso de licencias entre los trabajadores de la salud, mucho mayor al promedio nacional. O los beneficios extraordinarios que reciben sus familiares al saltarse las largas filas de espera. Nada de esto puede significar que el sector esté bien administrado. Las dificultades se prolongan sin que nadie logre algún avance sustantivo.
El único camino posible parece estar en la búsqueda activa de un sistema de colaboración público-privada, bien planificado, con una organización similar a la que se ha empleado en países europeos que pueden ofrecer modelos probados. Cualquier avance es mejor que seguir contemplando y midiendo a cuánto ascienden las muertes de las personas en listas de espera. El aumento de recursos ha sido vertiginoso, sin que sus beneficiarios puedan notarlo..