La falta de autoridad docente no es un problema individual, sino de toda la escuela
La falta de autoridad docente no es un problema individual, sino de toda la escuela H ace unos días se dio a conocer el caso de un profesor que, frustrado por el comportamiento de sus estudiantes, terminó renunciando a la jefatura del curso y devolviéndose a Chile desde Alemania, en medio de la gira de estudios en la que acompañaba a los 3 medios.
El caso fue especialmente mediático tras darse a conocer la carta que el docente escribió a los apoderados: el texto explicaba que cuatro alumnos compraron marihuana y daba cuenta de su descontento ante el hecho de que muchos papás lo cuestionaran por querer sancionarlos. "Lo único que pudimos lograr fueron peleas, faltas de respeto, desobediencias, consumo de droga y desafíos", escribió. "Esta desautorización de ustedes, protegiéndolos de una reprimenda razonable después de cometer un delito me ha causado un daño psicológico tremendo, generando problemas personales, familiares, laborales y sociales que no aguanto más.
Los chicos y ustedes han causado un daño irreversible en mi autoestima y autoridad como profesor". Respeto mutuo Consultada respecto a qué supone esta autoridad docente a la que se hace referencia, Cecilia Rojas, académica del programa de Pedagogía en Educación Media para Licenciados y Titulados de la Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar, comenta que "se entiende como el reconocimiento y respeto que tanto estudiantes como apoderados otorgan al profesor o profesora como una figura de autoridad en el ámbito educativo". La especialista la tilda de fundamental, ya que "facilita el aprendizaje, establece normas y límites, fomenta el respeto entre todos y promueve la disciplina y el autocontrol". Asimismo, destaca que "no debemos confundir autoridad docente con un docente excesivamente autoritario o abusivo, ya que la autoridad efectiva se construye sobre la base del respeto mutuo y la comprensión, de manera de fomentar un ambiente donde los estudiantes se sientan motivados y seguros". Concuerda Roberto Bravo, rector del colegio Trewhela's, director de Líderes Escolares y docente que esta semana envió una carta al director de "El Mercurio" refiriéndose al tema. Sobre este, comenta: "Los profesores no tienen garantizada la obediencia, la escucha y el reconocimiento. Por ello, es clave que los maestros desarrollen un liderazgo pedagógico, entendiendo por esto que el verdadero liderazgo no tiene nada que ver con la autoridad, sino más bien con la influencia.
Hoy los estudiantes siguen a aquellos docentes capaces de vincularse con ellos desde el respeto y que reconocen sus particularidades, cumplen acuerdos, pero sobre todo con aquellos que muestran un genuino interés por sus aprendizajes y bienestar". ¿Poco en juego? Distintas investigaciones sustentan esta idea.
Guillermo Zamora, académico de la Facultad de Educación de la Universidad Católica y quien ha estudiado sobre lo que constituye la autoridad pedagógica a nivel nacional, comparte tres orientaciones acerca de su construcción en la educación chilena actual.
Una de ellas es que la autoridad pedagógica está basada en el respeto de la singularidad del estudiante: la evidencia da cuenta de que los profesores locales altamente reconocidos como autoridad suelen comunicar visiblemente su interés por la particularidad de los alumnos. Otra es que la autoridad pedagógica es un capital profesional construido lentamente, siendo los cinco primeros años de ejercicio profesional claves. Es en ese entonces cuando los profesores altamente reconocidos como autoridad logran transitar desde una perspectiva más bien idealista de la profesión a una más funcional. Por ejemplo, entienden que se puede disciplinar, pero sin faltas de respeto. El acompañamiento de mentores es fundamental para lograr este proceso, se advierte.
La incidencia de terceros no solo es clave aquí: la investigación también da cuenta de que uno de los principales soportes de autoridad pedagógica es saber bien sobre lo que se enseña y evidencia que si los estudiantes perciben que en una asignatura hay poco en juego, se va perdiendo la validación docente. "Hay un punto que es súper sensible respecto a cuánta relevancia le otorga el establecimiento a cada asignatura; eso va a ser un piso para el reconocimiento", dice Zamora. "Si, por ejemplo, permanentemente se está reemplazando la hora de Religión para hacer otras actividades, o hay interrupciones de agentes de convivencia escolar para solicitar a los alumnos que salgan de la sala de clases, el mensaje que se va enviando a los estudiantes y a la familia es que acá no se está jugando algo relevante.
El profesor entonces no va a tener autoría". Los colegios en los que hay mayor orden y estructura, y en los que se promueven ambientes seguros --los que a su vez tienden a generar más aprendizajes-también muestran ir a la par con una mayor autoridad docente, advierte el académico. "Se ha visto, equivocadamente, que la autoridad docente es un problema de cada profesor. Y si bien, obviamente, hay una dimensión personal, también hay una institucional", concluye.
El caso del profesor que afirma que alumnos y apoderados lo desautorizaron en un viaje de estudios abrió el debate: La falta de autoridad docente no es un problema individual, sino de toda la escuela MARGHERITA CORDANO n La investigación muestra que es un capital profesional que se construye lentamente, en especial durante los primeros años de ejercicio y con ayuda de mentores. Un colegio que valida la labor de los maestros es primordial.
Contar con este reconocimiento ayuda al aprendizaje. "La vigencia de la autoridad docente está intrínsecamente ligada a la naturaleza de la relación entre maestros y estudiantes, así como a las expectativas y valores de la sociedad en la que se inserta el sistema educativo. Es relevante también hablar del concepto que tienen las familias, tutores o padres de los estudiantes", señala Cecilia Rojas, académica de la UNAB. NYT Legitimidad "Actualmente la autoridad constituye un problema general, pues el ingreso a una sociedad secularizada y democrática implica la sospecha del orden social heredado. Para los estudiantes, en especial con los adolescentes, el respeto y la confianza hacia los profesores no son dados como algo natural e indiscutido", señala Roberto Bravo, de Líderes Escolares. Desde la U. de Ginebra, en Suiza, la académica Vanessa Joinel-Alvarez, quien ha estudiado sobre autoridad docente, comenta a "El Mercurio" que "hoy la escuela ha perdido parte de su prestigio y legitimidad social. Esta pérdida de credibilidad está relacionada con el hecho de que, a diferencia de los establecimientos del pasado, ya no pueden prometer un trabajo a sus graduados.
Ya no cumplen su papel de `agencia de promoción'". Asimismo, con el auge de las nuevas tecnologías, "la transmisión de conocimientos ya no es prerrogativa exclusiva del colegio, y los conocimientos enseñados pueden ser cuestionados, ya que existen otras fuentes de información", plantea.
Otra explicación "está vinculada a la evolución del estatus de los niños: hasta mediados de los años 60, la principal cualidad reconocida en ellos era la obediencia, siendo el objetivo de toda educación inculcar las normas de la sociedad". Hoy en día, en cambio, se apunta "al desarrollo y la autonomía de los niños, más que a su sumisión", indica.
Respecto a los apoderados y la pérdida de autoridad hacia los profesores por parte de ellos, el académico UC Guillermo Zamora indica que el tema se ha estudiado "escasamente". Existe "un par de referencias y se ha visto que los estudiantes filtran mucho sus apreciaciones escolares a partir de la cultura familiar; eso, claramente. Entonces, si los padres les quitan un piso a los profesores en términos de, por ejemplo, lo que le pasó al profesor en el viaje de estudios, inmediatamente para los alumnos es debilitar su autoridad. Pero un mayor foco de estudio (en el tema de los papás) es aún una tarea pendiente"..