Autor: Ramón Luis Berrios Arroyo, miembro Comisiónde Educación Fundación Comunidad para el Desarrollo
¡ Educadores! , ¡educadores! , ¡ educadores!
Han preguntado alguna vez por qué un médico iniciasu vida laboral ganando el triple que un profesor de educación básica? ¿ O qué explica que, al quinto año de ejercicio, la mediana de renta deun ingeniero civil en computación e informática duplique la del mis¿ Será que el cruel mercado valora en su real dimensión el aporte de un médico o un ingeniero al desarrollo del país, cosa queno hace el Estalos profesionales de la educación que trabajan para él? Las percepciones sociales respecto a lo anterior suelen verse influidas, entre otros factores, por los antecedentes de ingreso a las diferentes carreras universitarias.
Por ejemplo, en el proceso de admisión 2024 el puntaje promedio en Competencia Lectora y Competencia Matemática fue, para la carrera de Medicina, del orden de 896 puntos, mientras queen las carreras de Pedagogía el mismo índice desciende a 601 puntos. alo anterior se suma el hecho de que un 40% delos programas de Pedagogía cierra su lista de seleccionados con un puntaje promedio en Competencia Lectora y Competencia Matemática inferiora 400 puntos. Estas cifras son índice del mayor problema que actualmente enfrentamos como nación: las deficiencias estructuralesen la formación pedagógica y, subsecuentemente, el ejercicio docente.
Los países que destacan a nivel internacional por poseer bajos niveles de segregación social y sistemas educativos dealto estándar de calidad tienenencomún el seleccionar entre los estudiantes de mayor rendimiento académico a aquellos que se desempeñarán como profesores. En estesentido, la calidad de los procesos de formación inicial docente se enligadaa la capacidad de motivar ajóvenes con vocación y talento para ingresar a las carreras de Educación.
Y esto esde plena lógica: al profesores los encargados de implementar un nuevo currículum o cualquier plan formativo que como sociedad deseemos instaurar, ¿no le parece que el Estado debería concentrarse de manera prioritaria en revalorizar su formación y sus condiciones de ejercicio profesional? La única forma de avanzar es colocar al frente de los niños más vulnerables de nuestro país a los mejores talentos disponibles, generando, además, las condiciones paraatraer alámbito pedagógico el mejor potencial de cada cohorte. Para lograr esto, necesariamente se debegenerarunanueva escala deremuneraciones, situada al mejor nivel nacional, para los educadores que trabajen en las instituciones públicas. Desde luego, para acceder a este nuevo trato deben formularse requisitos deselección rigurosos y pautas de evaluación consistentes. En caso contrario, seguiremos condenando a los más vulnerables a una restringida posibilidad de mejora en sus condiciones de vida, situación que va másallá de sus propios deseos, talentos einquietudes.