El “estallido” en otra perspectiva
Señor Director: Eugenio Tironi escribe (viernes) que el estallido social "fue la actuación colectiva y anónima de una indignación acumulada frente a una élite endogámica y ensimismada, indiferente a los apremios y angustias de la población”. ¿ Tanta indignación como para explicar el nivel inusitado de violencia que marcó a fuego la revuelta de octubre? ¿ No había en otras latitudes élites similarmente ensimismadas, y apremios y angustias incluso peores a las de aquí, donde los —cuando los hubo— no alcanzaron ni de cerca la gravedad del 18-0, que nos tuvo "literalmente al borde del abismo en muchos momentos”, como lo afirma Gonzalo Blumel? Algo hizo que se desatara entre nosotros ese nivel de violencia y un ánimo de una parte de la población por terminar con un gobierno elegido democráticamente menos de dos años antes. Nada de eso ocurrió en otros territorios donde las condiciones materiales de la vida cotidiana eran en algunos casos significativamente inferiores a las que había alcanzado nuestro país.
Es la grave interrogante que cabe hacerse y cuya respuesta es imprescindible. ¿ Por qué aquí? Es altamente probable que las redes sociales —la máquina de la furia como las define el sociólogo norteamericano Jonathan Haidt—, en un país donde la penetración de la telefonía móvil había alcanzado a casi la totalidad de la población, hayan jugado un rol central en la acumulación de indignación a la que alude Tironi. Si así fuera, como creo, se trataría de un factor desencadenante que relativiza la tesis de la élite ensimismada y la sociedad abusada.
No es que la invalide, pero no se basta por sí misma para explicar, y mucho menos justificar, la extrema violencia que por esos días arreció en el país como en ningún otro territorio del vecindario. CLAUDIO HOHMANN