MATTA: ocho obras, una explosión de emociones e ideas
MATTA: ocho obras, una explosión de emociones e ideas Nada más titularse (1935) de arquitecto en la Pontificia Universidad Católica de Chile, Roberto Matta (1911-2002) viajó fuera del país, forjando su carrera artística en Europa y en los EE.UU. Así, pasó a la historia como una figura esencial del movimiento surrealista, y su participación en la génesis del expresionismo abstracto norteamericano se considera fundamental.
Milan Ivelic, exdirector del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), comentó en el catálogo de la exposición "Matta 100", organizada para el centenario del nacimiento del artista --el texto está disponible para descarga en la web de la institución--, que a Matta le disgustaba ser "etiquetado". "Yo no soy insecto y detesto que se me clasifique entre los insectos", declaraba con ironía, y es gracioso pues muchos de sus trabajos son verdaderos "ecosistemas visuales" repletos de (fantásticos) insectos. Matta merece sin duda estar representado en el MNBA, y también el público merece conocer y/o reencontrarse con sus obras en esta institución cultural. Así pues, en la Sala Chile (segundo piso) se exponen desde el 10 de julio ocho obras de su autoría (realizadas entre 1942 y 1972) pertenecientes a la colección permanente del museo.
Pese a que son solo ocho pinturas en exhibición, la Sala Chile no se ve vacía, pues salvo el óleo sobre tela "El día es un atentado" (76,5 x 91,5 cm), el resto de los trabajos son de gran formato.
Por otra parte, el rectángulo mismo de la sala se ha modificado con tabiques para definir claramente dos ambientes: en aquel próximo a la puerta de acceso, con paredes pintadas de color marrón, se presentan cuatro arpilleras con morfologías gráfico/pictóricas (fuera del muro y dispuestas oblicuamente), y en el del fondo, más reducido y de muros gris cálido, cuelgan cuatro óleos sobre lienzo.
Al ingresar, la sala se percibe algo lúgubre, pero la iluminación es adecuada para realzar los trabajos y, ya cerca de las obras, se entiende la necesidad de un hábitat cromáticamente neutro y calmo para dar todo el protagonismo tanto a la vibrante paleta como a la expresiva gráfica de Matta. Considerando lo prolífico del artista, ¿son representativos de su hacer técnico, temático y estético estos ocho trabajos? Sí, lo son.
Así, por ejemplo, en "El día es un atentado" (1942) se observan áreas oscuras y alusiones a tormentas eléctricas que expresan el temor del autor frente a los escenarios bélicos --el cuadro fue ejecutado en plena Segunda Guerra Mundial--, "retratando" el mundo literalmente como un volcán en erupción.
Mientras, en "Abrir el cubo y encontrar la vida" (1969) se evidencia la fascinación de Matta por la carrera espacial, y el visitante podrá ver en la obra un notable paradigma de sus "paisajes cósmicos". En tanto, "La ajenidad" (1961) muestra un universo en constante movimiento y transformación, haciéndose patente el interés del pintor por los multiversos.
En "Fango original, ojo con los desarrolladores" (1972) se aprecia por su parte su constante tránsito entre la abstracción y la figuración, advirtiéndose además la influencia que tuvo en él "El gran vidrio" (1923) de Marcel Duchamp.
Finalmente, las cuatro arpilleras --que Matta realizó en el hall del museo cuando vino a Chile para participar de la asunción de Salvador Allende a la Presidencia de la República-constituyen un botón de muestra de su trabajo gráfico y del amplio espectro de emociones que plasmó en este a lo largo de su exitosa carrera.
Hay desde imágenes hilarantes ("La revolución debe ser roja y sabrosa como una frutilla", de 1971, que muestra a un par de seres con polidactilia que sonríen y celebran con algarabía la posesión de una única fresa), hasta composiciones como "Mira la lucha del afuerino" (también de 1971) permeadas por el dolor y la violencia; aquí se observa una escena de crucifixión cuyas figuras están contorneadas por una gruesa y certera línea que recuerda el expresionismo de Picasso (comparar las crucifixiones del español con las del chileno resulta un interesante ejercicio). A propósito de Pablo Picasso, valga recordar su afirmación en torno a que el cuadro "no es pensado y fijado por adelantado: mientras se hace, sigue la movilidad del pensamiento. Una vez terminado, cambia aún más, según el estado de quien mira. Un cuadro vive su vida como un ser vivo, experimenta los cambios que la vida cotidiana nos impone.
Esto es lógico, ya que un cuadro solo vive gracias a quien lo mira". Al respecto, recomiendo aceptar la invitación del MNBA a "abrir la mirada" (título de la muestra), pues se trata de una oportunidad para ver imágenes llenas de humor lúdico y para contemplar "espacios" pictóricos, psíquicos y metafísicos creados por un gran artista nacional. Crítica de arte MATTA: ocho obras, una explosión de emociones e ideas CLAUDIA CAMPAÑA Sala Chile, MNBA Roberto Matta. "Mira la lucha del afuerino", 1971. Tierra, paja, yeso, cal y látex sobre arpillera. COLECCIÓN MNBA. FOTO CLAUDIA CAMPAÑA ROBERTO MATTA. ABRIR LA MIRADA Lugar: Sala Chile, Museo Nacional de Bellas Artes Hasta: 31 de julio de 2027.