Autor: Juan Pablo Venegas
Acoso escolar
E El reciente caso de un niño del0 años que sufrió una grave lesión en un colegio dela Región Metropolitana, nos pone frente a una realidad dolorosa: el bullying sigue siendo una herida abierta en nuestras instituciones educativas. Las cifras no mienten. En 2023, la Superintendencia de Educación recibió 4.502 denuncias por maltrato entre estudiantes, un leve descenso del 12% respecto a 2022, pero aún el segundo registro más alto de la última década. Este problema no se limita al aula física. El impacto del bullying trasciende el aula: afecta el rendimiento académico, desestabiliza la salud mental y, en los casos más extremos, cobra vidas. Según un estudio de la Universidad de Chile, uno de cada cinco estudiantes en el país ha sido víctima de hostigamiento. La exposición alacoso genera ansiedad, depresión e incluso pensamientos suicidas. Esto no es un dato más, es una urgencia social. A pesar de los esfuerzos institucionales y las campañas de sensibilización, el bullying persiste. ¿Por qué? Porque no basta con buenas intenciones. Necesitan programas de prevención efectivos que incluyan educación emocional y promuevan el respeto mutuo. Los padres deben asumir un rol activo, inculcando valores de empatía y tolerancia, y estando atentos a señales de alerta. La indiferencia nunca puede ser una opción. Cada caso de bullyingque conocemos debe impulsamosa fuerza. Es hora de asumir este desafío conseriedad. Porque ninguna campaña está de más y ningún esfuerzo es pequeñocuando setrata de protegerla vida y el bienestar de nuestros jóvenes.