Gonzalo Contreras “Lo único que necesita un escritor es haber vivido”
Gonzalo Contreras “Lo único que necesita un escritor es haber vivido” J/ : --4-----J. Gonzalo Contreras “Lo único que necesita un escritor es haber vivido” SOLITARIO, PROFUNDO Y A VECES DESCREÍDO, ESTE ESCRITOR ESENCIAL DE LA NUEVA NARRATIVA ESTRENA SU NOVELA MÁS PERSONAL, LA OCTAVA EN SU CARRERA. TRADUCIDO A VARIOS IDIOMAS, CONTRERAS INCRUSTÓ UNA DOLOROSA MUERTE QUE LO MARCO EN PANDEMIA, ENTRE SUS PÁGINAS DE FICCIÓN. AQUÍ REPASA SUS DÍAS DE OSCURIDAD, SU METODO, EL AMOR POR SU HIJA Y SU FILOSOFÍA PERSONAL. POR María Cristina Jurado.
FOTOGRAFÍAS: Carla Pinilla codado en su mesa rústica de Zapallar, el pelo revuelto, la voz profunda de alguien que fumó tabaco medio siglo y con ojos que escrutan, Gonzalo Contreras Fuentes, nombre clave de la nueva narrativa de los 90 y escritor súper ventas durante tres décadas, comenta que su nueva novela --la octava en su carreraes, probablemente, la más personal. La pandemia le fue álgida, agonizante, y en esos días perdió a alguien que amó mucho, frente a sus ojos. Más tarde, al comenzar a escribir "El verano y toda su ira" (Planeta), decidió exorcizar su dolor. En veinte páginas que le dolieron, lo inspiraron y fueron un acto de catarsis, describió su angustia frente al paulatino deterioro de su pareja de siete años, Teresa Enos, quien falleció de cáncer en 2021. Teresa se transformó en Irene Lemos, personaje de ficción, y constituye uno de los andamios literarios de su nueva obra. En Zapallar, donde vive y escribe casi todos los fines de semana del año, siente que hizo bien. Su historia con Teresa y la tragedia de su muerte le recordaron que el amor de pareja es uno de los pilares fundantes en su vida. Vapea --actividad reciente con la que reemplazó el cigarrilloa través de la pantalla y mira fijamente. Contreras nunca rehúye la mirada. --Irene Lemos existió. Fue mi última pareja, Tere Enos, a quien le dedico la novela. Hoy tengo 67 años y estoy solo, sentimentalmente, digamos. No tengo pareja, pero la verdad es que cas pre he estado en pareja. He tenido una vida sentimental muy activa, movida: me he casado dos veces, en ambos matrimonios duré poco. Yo soy un solitario. Para Gonzalo Contreras perder a Teresa, una chilena de actitud juvenil, cuerpo atlético, carácter decidido y quien murió de 52 años en el segundo año de pandemia, fue un estremecimiento.
Por eso, en las primeras páginas de "El verano y toda su ira" está su recuerdo fresco: "Para Tere Enos, que ya no está en este mundo". --La muerte de Tere en la vida real fue exactamente igual a la del personaje de mi novela, Irene Lemos. Así exactamente, hasta el detalle. Nunca había escrito yo un episodio de mi vida personal de forma tan directa. Son 20 páginas que las escribí como de un tirón, fíjate. Ella murió el 21. Y nosotros no pudimos estar juntos el año antes, por el encierro y la pandemia, lo que fue un dolor accesorio. Y fue cuando ya ella toma la decisión de no seguir con el tratamiento.
Como la Irene de ficción, Teresa, al saber que su caso era incurable, se rindió a la quimioterapia y decidió interrumpir todo rable, se rindió a la quimioterapia y decidió interrumpir todo rable, se rindió a la quimioterapia y decidió interrumpir todo lemtratamiento, lo que apuró su fin, asistida por un experto en cuidados paliativos. Gonzalo Contreras estuvo con ella día y noche y la vio morir.
Han pasado más de tres años, pero para el escritor es como si fuera ayer. --¿ Integrar por primera vez un episodio vivencial en su escritura es parte de su madurez? ¿ Exorcizó su sufrimiento? --Digamos que la escritura tiene un componente catártico, eso de todas maneras. La ficción encubre esas realidades, o más bien, no es que las encubra o las disfrace, sino que hay un proceso de conversión. La propia experiencia, convertir la propia experiencia en historia en este caso. (... ) Con Tere teníamos un proyecto, un proyecto de vida común. Ella tenía 52 años y estuvimos siete juntos. Fueron siete años, pero con hartas interrupciones.
Toma distancia de la literatura autobiográfica como género. --La literatura tiene un componente catártico, ¿te fijas? Pero no es meramente catártico, me carga la literatura del yo, no la soporto. ¡Y está tan de moda la autoficción y todo ese tipo de huevadas! A mí me gusta crear y hacer grandes escenarios, más que hacer una escritura del yo. Probablemente la parte más escritura del yo que he hecho en mi vida es ese trozo de la muerte de Irene. En ese sentido, esta es una novela particular. No hay ninguna novela mía anterior en que haya un momento tan autobiográfico como esta. Gonzalo Contreras ha sido señalado por la crítica como un extraordinario creador y articulador de personajes. Es una de las marcas de su narrativa. Así produjo su aplaudida obra en tres décadas. Él mantiene su escepticismo: --Existe esa cosa rara que se dice que yo soy escritor de personajes. Como si se pudiera ser escritor de otra cosa que no sean personajes.
Treinta y cuatro años después de su primer superventas --"La Ciudad Anterior" (1991), que vendió 40 mil ejemplares en un país donde el tiraje promedio rara vez pasa de mil--, ahora sus protagonistas se dedican no solo a vivir, también a hacer un balance, en voz y pensamiento.
Allí están el amigo Renato, Bobby Serna y sus hermanas Moira, Vanessa, Ofelia y Olga, sus padres Roberto y Pilar, quienes reflexionan --a veces a viva voz, otras, desde las páginas de un diariosobre la amistad, el amor, el suicidio, la filosofía, la soledad, el rencor, la pasión y el sexo para hacer un arqueo de sus vidas. ¿Cómo llegué hasta aquí? ¿ Hice bien o hice mal? ¿ En qué tipo de persona me convertí? ¿ Aproveché mis oportunidades? Para Contreras, caminando hacia los 70, es hora de su propio balance: --Esta novela es una reflexión acerca del paso del tiempo. De esa especie de horror que es que de repente somos jóvenes y de pronto ya no lo somos, que hemos gastado una parte de la vida y no nos dimos cuenta.
En mi novela, mis personajes están en los 50 años... ¡Y tú tenías 18 y de repente tienes 50! Y entonces se hacen la pregunta: bueno, ¿y qué hemos hecho? No les faltó nada para tener una vida exitosa, te fijas, son gente privilegiada, Bueno, ¿y qué pasó? Que no fue tan así, que, en ese éxito, si es que lo hay porque nunca es evidente, hay cosas que se estropearon en el camino.
Y viene la reflexión. ¿Te pasa a ti eso con tu propia vida? ¿ Qué fue lo que no supimos ver? ¿ Qué oportunidades perdimos? ¿ Qué dejamos pasar? --dY le pasa eso a usted? --Mira, no. En mi propio caso, digamos, yo estoy bastante contento con mi vida. Lo que pasa es que estoy solo. Tengo una. Gonzalo Contreras “Lo único que necesita un escritor es haber vivido” hija en Bilbao, pero soy una persona que nunca ha tenido un hogar constituido, salvo en pequeños períodos. Nunca he tenido un hogar familiar. Mis casas pueden ser ricas, lo que tú quieras, pero salvo pequeños momentos, nunca he hecho vida familiar. Son opciones y esta ha sido la mía. Y es que eso es lo que nunca sabes, no sabes cuánto es elegido y cuánto no.
En Bobby Serna hay algo de eso, ¿no es cierto? --En esta novela usted se trasluce como un hombre descreído, desilusionado del ser humano. ¿Es feliz en su madurez? --No es que yo tenga fe en el ser humano o grandes expectativas. No las tengo, nunca he creído mucho en el ser humano. Mi visión es que el hombre es capaz de grandes y maravillosas cosas, te fijas, de actos magníficos que son producto de su espíritu. Yo escucho una gran sinfonía y me conmueve. Pero también existe la bajeza más absoluta, que, probablemente, sea lo más frecuente.
Evoca a William Shakespeare: --TLife is a tale told by an idiot, full of sound and fury, signifying nothing". Son los versos de Macbeth. "La vida es una historia contada por un idiota lleno de sonido y de furia, y que no significa nada'. Macbeth: de esos versos que son maravillosos y que no se te olvidan. Hubo un tiempo, antes de 2010, en que Gonzalo Contreras sobrevivía. Años duros de contornos borrosos en que este creador batalló con los demonios del alcohol y estuvo a punto de perder su equilibrio para siempre. Habla con serenidad, pero el brillo de sus ojos se apaga. --Partió como una especie de farra y las farras, digamos, tienen forma inocente. En los 90 hubo mucha farra, ¿no es cierto? Pese a que, en medio de la farra, escribí libros bastante significativos. --0 a lo mejor por eso mismo. --Entonces hubo mucho exceso. Fui más epicúreo que estoico. Y digamos que no te das cuenta, no te das cuenta en qué estás metido. Y por eso es que te digo, la idea de que nosotros somos seres racionales, que conducimos racionalmente nuestra vida es ilusoria.
Y llega un momento en que dices, bueno, yo, si sigo así me muero, me muero mañana, el instinto de supervivencia prevalece, es curioso. (... ) Uno cae en esos abismos un poco por lo que hemos hablado.
Una suma de cosas que, en su conjunto, si hablamos de decisiones, bueno, no serían decisiones, serían cosas que ocurrieron, algunas incluso totalmente ajenas a tu voluntad, como la muerte de alguien cercano. --Fue un período largo. Estuvo diez años en eso, ¿no? --No, no, lo que pasa es que se asocia con que publiqué mi último libro en el 2004 y el siguiente en 2013. Entonces se tiende a unir, pero no es que yo estuve nueve años en un pozo, sino los últimos antes de la crisis de 2010. Diría que fueron oscuros y turbulentos unos cinco años, yo siempre viví un poco más de la cuenta. Se fue incrementando, entre medio con amores, rupturas, vidas y vidas. --Muy bohemio. ¿Qué pasó en el 2010? --Tuve un patatús. Fue un patatús derivado del alcohol: no voy más al detalle. Ahí paré. Paré porque le hice una promesa a mi hija Magdalena, que me puso entre la espada y la pared.
Y yo dije, bueno, ya. --¿ Su hija lo salvó o se salvó usted? --Nos salvamos. --¿ Y cómo fue salir, Gonzalo? Debe ser sumamente difícil. --No, o sea, yo pensaba que era mucho más difícil. Fue sin medicamentos, sin psicólogo, sin terapia, sin nada, como dejar de fumar. Un día me fui a seco. O sea, tuve el patatús y estuve unos fumar. Un día me fui a seco. O sea, tuve el patatús y estuve unos 16 1 ya 16 1 ya días internado en un hospital por ese patatús. Y, cuando salí del hospital, yo dije: aquí, y con ayuda de la Magdalena, con esta promesa que le hice a la Magdalena, aquí se acabó. Y nunca más he vuelto, ni media gota siquiera.
Las cosas tienen ciclos, digamos. --Y ahora no toma. --Desde hace 14 años. --Respecto de esa vida tan intensa, en que cayó al abismo y volvió a levantarse, ¿qué aprendió? --De esos días uno siempre aprende cosas. Un poco lo que hemos hablado: nosotros, como dice Parra, somos una mezcla de ángel y bestia o un embutido de ángel y bestia.
Dentro del menú amplio de la vida, me ha tocado estar en las sombras, en los abismos y en momentos de mucha dicha, de mucha gloria que me han provocado las obras que he escrito, así como los amores que he tenido, que también producen ese efecto de iluminación. Yo creo que hay dos cosas que pueden iluminar al hombre, una es la creación y la otra el amor. No hay mucho más, te fijas. Para otros puede ser el poder, el dinero, pero la música celestial suena cuando creas una obra y cuando amas profundamente, intensamente. Magdalena, la única hija del escritor, tiene 33 años, es pintora y estudia un magíster en Bilbao, España. Para Gonzalo Contreras este lazo emocional ha sido su cable a tierra, uno tan poderoso que lo redimió. --¿ Y su hija está en su nueva novela? --En esta no. A ver, cada personaje es la suma de varias personas que uno ha conocido. No es que encarne a alguien en particular, salvo en el caso de Irene Lemos, que está inspirada en una sola persona con nombre y apellido, ¿te fijas? En general, los. Gonzalo Contreras “Lo único que necesita un escritor es haber vivido” personajes son mezclas de experiencias que tú has tenido en la vida, con eso los vas construyendo. Lo único que necesita un escritor es haber vivido. --Y por Dios que ha vivido usted, ¿no? --Yo diría que he vivido lo suficiente.
Dice que ha tenido amigos y los ha perdido algunas veces, como todo el mundo. "Se pierde amigos por una cuestión muy simple: porque las vidas de todos, digamos, las vidas nos van llevando por ciertos caminos, ciertos derroteros que no siempre son compatibles. No tiene ningún carácter dramático". --Y hoy está sin pareja y su hija lejos, en Bilbao. ¿Cómo se lleva con la soledad? --Es que yo siempre he sido un solitario. Si no fuera un solitario, tendría una mujer e hijos y estaría viviendo con ellos y disfrutando de nietos y ese tipo de cosas. Bueno, no es mi caso, te fijas. Mi vida no fue por ahí, sino de otra manera. Digamos que ese es un ideal relativamente fácil de cumplir éno es cierto? Tener mujer, tener hijos. A mí la vida se me ha planteado distinta, yo he transitado por el mundo. Vivo solo, salvo con algunas interrupciones, al menos desde que salí de mi casa, tenía 18 o 20 años. --Entonces lleva 50 años viviendo solo... --Desde los 20. Ahí estuve casado, tuve mi primer matrimonio, pero no duró mucho y nos separamos entre medio varias veces. Y con mi hija viví no más de un año y medio cuando ella era chiquitita. Entonces, he vivido mucho más tiempo solo que en pareja. He vivido, yo te diría, casi mi vida completa de adulto solo: la soledad no es para mí un tema. Hay algo en Bobby Serna de mí también, te fijas. Yo soy Bobby Serna, pero soy Renato también. --Me parece que, cuando escribe, hace una reflexión profunda y la pone en sus personajes.
Pero también su novela tiene una cosa de ligereza, de espontaneidad. ¿Cómo lo logra? --No sé cómo, pero es que me estás preguntando una cuestión de la cocina (se ríe). Yo escribo así, o sea, yo creo que ligereza y profundidad no están del todo disociados, te fijas. Hay un mal supuesto que la profundidad tendría que ver con la intensidad, y la intensidad tendría que ver con sentimientos muy violentos. A mí no me interesan esos sentimientos violentos, sino los sentimientos más comunes de las personas. Si yo necesito tener psicópatas para que la novela sea intensa o profunda, hay un problema conceptual ahí. Puede haber intensidad, pero son las intensidades a las que llegamos nosotros en nuestra vida común. Mis personajes no son monstruos, sino personas que sienten del modo que nosotros solemos sentir.
Dice que, en su nueva obra, el personaje de Bobby tal vez sea el más extremo. "Él se ha puesto un programa de vida para vivir un incremento del yo, vivir esa soledad imprescindible para su autonomía del yo. Tiene una cosa juvenil y que todos de jóvenes la tuvimos alguna vez.
Pensamos que podríamos vivir solos, que éramos absolutamente autónomos del asunto de los afectos, cosa que yo creí mucho tiempo, que se podía vivir así". --¿ Se paga un precio cuando uno cree eso y vive así? --Se paga un precio, obviamente.
Lo pagan Bobby y Renato también: él ha hecho una vida distinta, pero tuvo una muy mala suerte, digamos, el destino le juega una mala pasada feroz, malas pasadas que no están en los libros de nadie, la vida es a: azarosa. Schopenhauer dice que la vida no tiene sentido y que buscarle un sentido es absurdo, que el único sentido posible podría ser el arte, fíjate, pero la vida en sí misma carece de sentido.
Nosotros nos podemos hacer muy difícilmente un relato inteligible de nuestra vida. --¿ Y usted cree eso? Todos buscamos sentido. --¿ Y usted cree eso? Todos buscamos sentido. --¿ Y usted cree eso? Todos buscamos sentido. --¿ Y usted cree eso? Todos buscamos sentido., es --Es así. Todos buscamos sentido y con más o menos suerte, hemos tomado decisiones tempranas sin saber que eran decisiones. Yo dije, bueno, me caso con fulanita y es un hecho inocuo, pero no, porque después puede torcerse. Tiene que ver con esa idea del destino de los griegos, un destino superior a ti, que te trasciende y trasciende tu propia capacidad de conducirlo racionalmente.
Tanto Nietzsche como Schopenhauer suponen que no somos seres racionales como solemos pensar. (... ) El supuesto de que yo conduzco racionalmente mi vida según un programa, según una voluntad consciente, y que yo soy el artífice de mi destino, todo eso es ilusorio, te fijas. --Yo estoy en un mood, digamos, en que no sé si vuelvo a escribir otra novela. Escribo por una especie de necesidad, pero el ambiente de recepción puede estimularte o no. Y hoy no hay un ambiente estimulante, porque la gente está leyendo muy poco. Hay tal invasión de otros medios, redes sociales, TikTok, Netflix, en fin, cuánta huevada, que la gente se mete en sus teléfonos a ver productos visuales instantáneos. Y la lectura requiere de tu participación. La lectura es un placer activo, en la que debes poner de tu parte. Hoy hay una cierta pereza lectora, y problemas derechamente de comprensión lectora. (... ) Hay índices alarmantes: el 57% de las personas no comprendería un texto. Y en esta paradoja de que sería la generación más educada, según afirma Carlos Peña, tan repetidamente. --óLe molesta, le preocu"Siempre he sido un solitario.
Si no fuera un solitario, tendría una mujer e hijos y estaría viviendo con ellos y disfrutando de nietos y ese tipo de cosas". pa? Indiferente no puedo ser. ¿Alguien es indiferente al estado de situación de su actividad? Digamos que fenómenos como "La Ciudad Anterior", que vendió 40.000 ejemplares, ¿podrían volver a repetirse? Probablemente no. --Cuando apareció la Nueva Narrativa salíamos de dictadura y la gente estaba ávida de cultura... --Había un ecosistema mucho más sensible a la expresión literaria. Ya a partir del 2000, cuando internet se consolida, la lectura literaria baja. Eso es así y no podemos olvidar que los lectores están en una competencia muy fuerte con los otros medios y con las redes sociales. Entonces requiere del escritor una fe redoblada en su propio trabajo y requiere también que se escriba distinto, ¿no? Hay que hacer un esfuerzo suplementario.
Yo me imagino, por ejemplo, que "Ulises" de Joyce hoy no encontraría editor. --óY cómo mira usted hacia atrás a su generación, la famosa generación de la Nueva Narrativa de los 90? --Fue un momento y no se repite, lo propio es que son una vez. Un momento muy propicio, no existía internet. (... ) Pero el mundo va cambiando y uno debe adaptarse al mundo. Yo creo que hay una crisis en las humanidades, la literatura aparece como una actividad arcaica. Hoy, la literatura tiene algo de arcaísmo, pero eso también le da un cierto romanticismo. --óLe da un cachet? --Sí. Digamos que la llamada inteligencia artificial nunca nos va a derrotar a los escritores. Eso lo tengo clarísimo. MH.