Autor: Nelson Retamales Tirado
Llueva, truene o tiemble
Llueva, truene o tiemble En verdad, el dicho popular es "llueva, truene o relampaguee", pero como nuestro país es una zona altamente sísmica -no en vano tenemos el terremoto de mayor magnitud en el mundo, 9.5 ", Valdivia 1960lo hemos adecuado al del título y se puede traducir en que, pase lo que pase, si hay que hacer algo, hay que hacerlo, ¡punto! Hemos pasado unos días de intensa lluvia y, en algunos lugares, fuertes vientos y como los pronósticos del tiempo están cada vez más certeros, era fácil saber qué ocurriría cada día.
Además, las autoridades deben saber -tienen la obligación de saber cuáles son las comunas más expuestas a la lluvia y el viento, cuales son fácilmente inundables y cuáles son los sectores que más tiempo se demoran en recuperar la normalidad, sobre todo, en aquellos sitios donde, lamentablemente, se inundaron casas dejando cientos de damnificados, amén de aquellas que una corriente de agua, la desestabilizó o simplemente se la llevó. En Melipilla, por ejemplo, todos sabemos cuáles son los lugares más críticos y, al parecer, no hubo mayores problemas.
Que las autoridades tomen decisiones con los datos que tienen, está bien, pero esas decisiones deben ser proporcionales con la realidad y, por mucho que quieran evitar la discriminación -hay un verdadero movimiento en ese sentido ahora sí debiera haberse discriminado, porque, siguiendo a Einstein, nada es absoluto, todo es relativo.
Más allá de prejuicios, en esta pasada, hubo colegios que sí pudieron haber tenido clases, al menos este viernes cuyo anuncio meteorológico dijo que no iba a llover y que iba a haber un poco de sol, tal y como ocurrió.
Pero la autoridad dispuso la suspensión de clases sin ninguna distinción y ordenó que tantos los colegios públicos o municipales, subvencionados y particulares, suspendieran las clases los días jueves y viernes, cuando conforme a pronósticos, solo el jueves iba a ser complicado -como lo fue y que en el radio urbano existen colegios en lugares que no tenían problemas, y a los que se podía llegar en los transportes escolares que la mayoría usa, sean privados, sean proporcionados por los municipios.
Un día feriado provoca serios efectos en el Producto Interno Bruto (PIB) y llevemos eso a la educación ¿ cuánto se pierde en un día sin clases? Claro, alguien me dirá que es para que todos pierdan materias por parejo, pero eso es un absurdo, tan absurdo como que, están nivelando hacia abajo, típico de nuestra idiosincrasia.
La suspensión de clases por la emergencia climática, sin duda fue necesaria en aquellas comunas cuyas viviendas resultaron anegadas, al extremo de disponer de colegios como albergue para los damnificados y, la inundación de las calles que impedían la circulación de la movilización, como se pudo ver en algunas comunas a través de la televisión, pero la suspensión generalizada de clases por dos días, en varias regiones, puede resultar un poco exagerado, faltando en ello, la intervención de las autoridades menores, como Seremis o directores provinciales de educación para que, en sus respectivos territorios, tomaran las decisiones más acordes con la realidad. Antes se iba a clases lloviera o tronara -y a pie-, y pasado el temblor, también, pero hoy, nuestros niños, parece ser más delicados. Ojalá ocurriera lo mismo con los trabajadores para que acompañen a sus hijos. Nelson Retamales Tirado Retamales Tirado.