El caprichoso “diccionario” de la historia musical chilena
El caprichoso “diccionario” de la historia musical chilena “Si das amor”cantaba el coro de la versión chilena de We are the world (1985). La entonaban, entre otros, Luis Dimas, Wildo, el Pollo Fuentes, Zalo Reyes, Gloria Simonetti y una joven Myriam Hernández. Juan Antonio Labra asumía la parte de Michael Jackson. S R E D E U HELENA IRARRÁZABAL SÁNCHEZAntes de leerse, las historias se cantaban, como ocurría con los relatos homéricos. Lo recordó el propio Bob Dylan en su esperado y retrasado discurso para recibir el Premio Nobel de Literatura.
Y claro, leyendo la nueva publicación de Hueders, que va desde la A de Acordeón hasta la Z de Isidora Zegers, dan ganas de entonar canciones y de bailar al son de los episodios musicales que se relatan y que han ido poniendo ritmo a nuestras vidas. El Diccionario incompleto de la mú-sica chilena es un homenaje a la diversidad musical de Chile y abarca desde lo popular hasta la clásico, plasmando la intersección de estilos e influencias.
Entre las distintas entradas del diccionario aparece la historia del piano de cola del compositor Enrique Soro, que se esfumó sin dejar huella, la grabación de un curioso “We are the world” chileno o la pieza que se interpretaba en el Teatro Municipal cuando comenzó a arder. Por sus páginas también desfilan acontecimientos ligados a figuras y agrupaciones como Las Cuatro Brujas, Lucho Gatica, Violeta Parra, Los Prisioneros, Amparito Jiménez, Víctor Jara y el grupo Mazapán.
Los relatos y descripciones de estos episodios dan cuenta de la diversidad de conocimientos de los tres autores del libro Íñigo Díaz, Marisol García y Jorge Leiva, quienes durante décadas han trabajado en torno a nuestro patrimonio auditivo y son parte del equipo de editores de MusicaPopular. cl, enciclopedia online de la música chilena. En opinión de Íñigo Díaz, “este libro no pretende ser una enciclopedia ni un glosario acabado de nuestra música. Tampoco una mera suma de anécdotas que se pueden encontrar en internet.
Se trata más bien de un recorrido por cantantes, agrupaciones, compositores, discos, eventos y lugares, sin dejar de lado historias descabelladas y extravagantes”. Díaz describe, con humor, la nueva obra como “un recorrido por la música chilena, pero por las ramas y no por el tronco”. Marisol García, autora de obras comoTres décadas de canto social y político en Chile y Llora, corazón. El latido de lacanción cebolla, agrega que buscaron la divulgación de hitos y referencias importantes sobre música chilena, pero sin dar la impresión de ser una referencia definitiva.
“Más bien, acercando al lector a relatos fáciles de ubicar en un contexto que los haga cercanos, por entre nombres o canciones que tienen que ver con su vida”. Bordear historiasNUEVO LIBRO Desde el himno de Yungay hasta Los Bunkersincompleto de la música chilena (Hueders), originalcompendio de nuestra historia musical. Conversamos con sus autores, los periodistas especializados Íñigo Díaz, Marisol García y Jorge Leiva. Los autores del diccionario musical: Jorge Leiva, Íñigo Díaz y Marisol García.
R A J U V L A É S O JEnciclopedia incompleta de la música chilenaIñigo Díaz, Marisol García, Jorge Leiva Hueders. 286 pp. $12.600 S R E D E U Hmisas chilenas, “El peregrino de Emaús”, compuesto por el padre Esteban Gumucio para el grupo “Los Perales”, integrado solo por sacerdotes. Sobre la labor del equipo de periodistas, Marisol García señala que “nos gusta pensar en un trabajo mancomunado, donde nuestro enfoque importa mucho menos que lo que se cuenta. Estas historias ya las teníamos en la cabeza. No tuvimos que partir desde cero, pues las hemos ido recogiendo ya antes en nuestro trabajo como periodistas de música. Las fuimos precisando.
A mí me entretienen casi todas, pero siempre es un buen desafío contar las historias que existen detrás de canciones que todos conocemos, como Duele, duele, de Frecuencia Mod, o Cuando agosto era 21 de Fernando Ubiergo.
Jorge Leiva agrega que “una complejidad de este Diccionario fue acotar y distribuir sus historias. ¿Por qué una y no otra? ¿ Hubo equilibrio en estilos musicales, en los períodos cubiertos, en el género de los artistas, en incluir a todos los grandes nombres de la músicachilena? Responder esas preguntas nunca fue posible a cabalidad y por eso el diccionario se llamó incompleto. Y otra complejidad central fue la validación de las historias, la verificación de sus fuentes.
Sentimos que, en estos tiempos de abundancia de información, la manera de combatir la información errónea es sobre todo mantener el rigor en las historias que se cuentan”. “En lo personal, me interesó encontrar elementos inesperados en las historias de uno y otro músico, o uno y otro acontecimiento. Como lo que ocurrió el día de la grabación del himno de Colo Colo, Como el Colo Colo no hay. Lo canta el tenor Mario Barrientos, pero por pura suerte, ya que este se encontraba en el momento y lugar indicado y no apareció el cantante designado por el sello para grabar”, relata Íñigo Díaz.
“Todo lo que tenga que ver con auténtico folclor me interesa. ¿Por qué el trombonista “Parquímetro” Briceño se llamaba así? ¿ Cuál es el mito alrededor del trompetista Luis Huaso Aránguiz?” Comenta que tenían tantocontenido escrito, tan diverso y con tantas miradas, que les costó organizarlo. “Un libro completo quedó fuera de esta edición.
Quizás luego venga un segundo volumen”. Carátulas y partiturasLos relatos sobre los álbumes musicales de las señoritas decimonónicas, el nacimiento de la electroacústica, los himnos de los equipos de fútbol y el desarrollo del jazz en Chile van acompañados en el libro por fotos, ilustraciones y una atractiva gráfica. Fue una labor que emprendió Constanza Diez, también ilustradora del segundo volumen del libro “Mira tú”, de Hueders. “Hay fotos de carátulas de discos, recortes de medios de comunicación que hoy no existen, partituras, imágenes de archivos y también una iconografía propia. La mayor parte de las historias del libro transcurre en una era predigital y parte de eso es lo que el libro quiere mostrar”, explica Jorge Leiva. “La idea era capturar al lec-tor primero por lo visual y creo que eso funciona muy bien. Hay iconografía relativa a lo musical, pero también iconografía de época, que hace guiños a las historias escritas. También hay un trabajo interesante en la tipografía para cada letra del abecedario”, agrega Díaz.
Nuevas canciones¿ Se puede establecer un hilo conductor o una suerte de balance a partir de los contenidos del libro? Marisol García piensa que una de las conclusiones puede ser la idea de que “a la música chilena la dirigen personalidades decididas, que entienden su dedicación como parte de un esfuerzo de beneficio más ancho que el de su trayectoria o gloria personales. Persistir en el trabajo en la música chilena es mover un buque grande que trasciende talentos individuales, y que se enlaza con un avance para la cultura local completa. Esa dedicación une a músicos y géneros, y no difiere mucho, ya se trate de hip-hop, jazz o interpretación de partituras”. Jorge Leiva piensa que “hay varios hilos que cruzan las historias. La diversidad de estilos, la capacidad y la perseverancia de los músicos por plasmar sus vidas y sus pensamientos en canciones y cómo la historia de un país se va reflejando en sus músicas. También la idea de incompleto es el reconocimiento de una historia que aún se puede seguir escribiendo.
Todavía quedan bonitas historias por contar y siempre se pueden descubrir viejas y nuevas canciones”. Los “álbumes de señoritas” eran colecciones de partituras que las jóvenes almacenaban para cantar y tocar valses, polcas, zamacuecas y otras piezas. Fernando Ubiergo y Los Bunkers aparecen en el libro. tor, a fin de cuentas, está dado por la pasión de sus autores por la música.
Y si lo vemos desde el punto de vista del lector, nos imaginamos que se trata de alguien apasionado por la música y también curioso, muy curioso”. Colo Colo y másHistorias enlazadas a canciones inolvidables como “El baile de los que sobran”, la tonada “Ay, Ay, Ay”, la guaracha “Que se mueran los feos”, el p a s c u e n s e “ S a u Sau”, el bolero “Sufrir”, o el antiguo cancionero Chiledugú figuran en el libro. También “Los momentos”, “El corralero” (traducida al ruso y japonés), “Río-Río”, “Un año más” y “Los pollitos dicen”, la canción infantil cuyo origen no está claro, pero algunos vinculan al chileno Ismael Parraguez.
Incluso aparece un hit en lasOtro de los coautores del libro, Jorge Leiva periodista y realizador audiovisual, director del documental “Quilapayún, más allá de la canción” y codirector de “Actores secundarios”, cuenta que el libro nació de una propuesta de editorial Hueders. “Desde el comienzo, la idea fue construir historias breves, vinculadas a nuestros estudios para las biografías del sitio web y otras investigaciones que hemos realizado. Así fueron saliendo crónicas sobre grandes personajes, canciones clásicas o acontecimientos musicales trascendentes.
Pero también sobre alguna canción poco conocida, la faceta específica de un músico o la descripción del testigo de algún hecho musical”. Según Íñigo Díaz, “la idea de lo incompleto nos permite bordear las historias, saltarnos lo predecible, quedarnos en lo insólito y abrir temas nuevos, algunos de los cuales ni siquiera los mismos autores conocíamos antes de escribir”. Periodista cultural de “El Mercurio”, Díaz explica que, en el libro, “la sorpresa es bienvenida. Podemos tomar un elemento determinado de alguna biografía y desarrollarlo, como ocurre con la entrada del diccionario dedicada a Claudio Arrau.
Ese es un nombre canónico en la historia de la música chilena, pero en este libro hablamos de l a m a d r e d e C l a u d i o Arrau, Lucrecia L e ó n, q u e f u e determinante en su formación como pianista”. “Tal vez lo más entretenido fue pasar de un tema a otro. Escribir de misas a la chilena y después hab l a r d e l a m ú s i c a sound”, agrega Leiva.
“Todas estas historias se las fuimos pasando al editor y así el libro tomó forma”. A juicio del editor de Hueders, Álvaro Matus, “el eje del libro está dado por la narración de historias desconocidas, o relativamente inéditas, del ámbito musical. Los episodios abarcan un amplio espectro de eso que llamamos música: no solo discos y artistas, sino locales de música, videoclips, programas de TV y anécdotas de todo tipo.
Creo que el hilo conduc-Entre las historias curiosas presentes en el Diccionarioincompleto de la música chilena, que a veces bordean loextravagante, Marisol García menciona a la cantante chilena de corridos y rancheras Guadalupe del Carmen, también conocida como “Reina Guadalupe”. “La mejor embajadora de la canción mexicana en Chile nunca conoció México, lo que no impidió cosechar una sincera admiración, desde Chanco al país completo.
Merecidamente, hatenido de forma póstuma documentales, un museo y hasta un festival en su honor”. Para Jorge Leiva, “puede ser descabellado que una viuda chillaneja de 40 años se vaya a vivir con su familia a Alemania a comienzos del siglo XX, para que su hijo menor estudie piano.
O el relato de que alguna vez los Huasos Quincheros fueron agarrados a besos por hombres soviéticos, en 1966”. Álvaro Matus agrega que le sorprende y conmueve “elapego infinito de Redolés a su barrio Yungay; descubrir a figuras como José Bohor, que las hizo todas; hacerse una idea de ciertos lugares tan importantes en alguna época, como La Peña de los Parra, el Goyescas o El Café del Cerro.
Y tomar conciencia de que aspectos de la chilenidad tan presentes, para bien y para mal, como la minería del cobre, el fútbol o los crímenes pasionales, tienen un correlato importante en la música”. Historias descabelladasRosita Serrano,. Un animado mix de relatos, figuras y acontecimientos de la música nacional configuran el Diccionario Los “álbumes de señoritas” eran colecciones de partituras que las jóvenes almacenaban para cantar y tocar valses, polcas U H l: Jorge Leiva, Íñigo Díaz y Marisol García. Rosita Serrano, Enciclopedia incompleta de la música chilena