LA SEMANA POLÍTICA
LA SEMANA POLÍTICA La gira del Presidente de la República, Gabriel Boric, a Europa se ha visto ensombrecida por una serie de episodios que vuelven a poner de relieve los descuidos, falta de oficio diplomático y debilidades que ha exhibido el Gobierno en el ámbito internacional.
Ello incluye una fractura interna en su propia coalición sobre aspectos centrales de la política exterior, la que queda expuesta sin inhibiciones en interminables cruces de declaraciones, para desconcierto de la opinión pública nacional y extranjera.
El mandatario, para reafirmar su autoridad, ha debido repetir una vez más que "la política exterior de Chile la define el Presidente de la República", pero la imagen que deja es todo lo contrario: fragilidad de una administración, incapaz de representar siquiera una visión común con el que se considera el principal de sus partidos aliados (el Comunista). Frente a la firme decisión del Presidente Boric de reunirse con el mandatario de Ucrania, Volodimir Zelenski, y reiterar que "estamos ante una clara violación del derecho internacional con la invasión de Rusia a Ucrania" --en lo que constituye uno de los aspectos más destacados de su política internacional--, parlamentarios comunistas han vuelto a criticarlo aludiendo a su enemigo de siempre (el "imperialismo norteamericano"), afirmando que lo que hace el mandatario chileno "es tomar posición a favor de una de las partes, que es un país que está apoyado y financiado por la OTAN". Una forma de mantener intactas sus definiciones de largo plazo con sus aliados permanentes en el exterior (en este caso Rusia), que no van a abandonar por coaliciones de gobierno circunstanciales.
Algo similar ocurrió con las declaraciones de Boric sobre Venezuela, cuando sostuvo lo evidente: que en ese país "las instituciones, por lo menos en el marco del Estado de Derecho que tenemos en Chile, están claramente deterioradas"; o cuando después, ante los reproches de dirigentes comunistas, agregó: "siete millones de venezolanos han dejado su patria; quien no quiera reconocer eso, la verdad es que no me parece que haya mucho más que discutir al respecto". Y es que para parlamentarios comunistas es "temerario" que desde Chile se cuestione "el funcionamiento de las instituciones de otros países, más cuando la opinión de los chilenos y chilenas sobre nuestras instituciones creo que no es la mejor", mostrando así que no se sonrojan en comparar una dictadura como la venezolana con una democracia como la chilena, que aun teniendo problemas en sus instituciones, es de una entidad que no admite equivalencia alguna con lo que ocurre en el régimen chavista.
Un diputado del PC ha llegado al extremo de apoyar al fiscal general venezolano --el que a raíz del asesinato en Chile de Ronald Ojeda ha descalificado a las autoridades chilenas-con expresiones que ponen en duda la disposición de nuestras instituciones para aclarar los hechos: "Viajan a Chile fiscales venezolanos para atender esta situación y el fiscal nacional, que debe liderar la persecución del delito de esta causa, no se reúne con esos fiscales por temas de agenda, o sea, ¿realmente hay intención de llegar al fondo en este caso?". Para qué hablar de Cuba, tema vedado, en el que los comunistas no admiten que el Gobierno insinúe siquiera que allí ocurren violaciones a los derechos humanos.
LA SEMANA POLÍTICA Desafío comunista a Boric El mandatario, para reafirmar su autoridad, ha debido repetir una vez más que "la política exterior de Chile la define el Presidente de la República", pero la imagen que deja es todo lo contrario: fragilidad de una administración, incapaz de representar siquiera una visión común con el que se considera el principal de sus partidos aliados. Son demasiados los errores y deficiencias que impiden que un viaje como este logre cumplir en plenitud los objetivos planteados.
Diplomacia y amiguismo A esta debilidad de la política exterior se ha agregado en esta gira la tendencia del Presidente a confundir las preferencias ideológicas personales con lo que debiera ser una política de Estado, conducta reiterada que contribuye a desnaturalizar los objetivos de la misión diplomática, la que naturalmente trasciende los gobiernos de turno; la inconveniencia de ventilar en el exterior diferencias políticas internas, enfrascándose en una innecesaria polémica con José Antonio Kast, en lo que parece ser una estrategia de campaña para polarizar el debate; un nuevo exabrupto del embajador chileno en España, cuyo nombramiento y permanencia en el cargo solo se explica por razones de amistad con el Presidente, contradiciendo en los hechos cualquier discurso sobre la importancia de la meritocracia y la necesidad de terminar con los privilegios.
Los costos personales en su imagen que paga el Presidente por hechos como este son enormes, particularmente en un régimen presidencial, que exige un liderazgo donde los ciudadanos sientan que la figura del mandatario está por sobre los intereses particulares de una coalición o grupo. También está el incidente conocido públicamente esta semana de la construcción de una base de la Armada argentina, que tiene una parte de ella en territorio chileno. Además de una pronta rectificación y demolición de la estructura mal emplazada, cabe exigir una investigación sobre cómo ha podido suceder que se consumara algo así.
Es efectivo que la gira tiene muchos aspectos destacables --por ejemplo, en el ámbito científico y de la cooperación o en el firme rechazo presidencial a la agresión rusa-y son oportunistas las críticas por la negativa de adelantar su regreso por las lluvias e inundaciones. Pero como se ve, son demasiados los errores y deficiencias que impiden que un viaje como este logre cumplir en plenitud los objetivos planteados.. - -