Autor: Karen Trajtemberg Díaz Magíster en Comunicación Estratégica Directora Escuela de Periodismo Universidad Adolfo Ibáñez
Pato cojo... y cojeando
Pato cojo... y cojeando Karen Trajtemberg Díaz Magíster en Comunicación Estratégica Directora Escuela de Periodismo Universidad Adolfo Ibáñez C asi 200 años tiene la historia de la cuenta pública presidencial, desde que comenzara a realizarse en 1833. Ayer, Gabriel Boric tuvo que presentarse por penúltima vez ante el Congreso pleno para, en la teoría al menos, responder por lo realizado y trazar el mapa de lo que viene. El año pasado ya había quedado inscrito como uno de los mandatarios que más tiempo ha hablado (más de tres horas) y ya era el jefe de Estado más joven que ha tenido Chile. Pero hasta ahí llegan las marcas personales.
Porque el resto no ha distado mucho de quienes lo antecedieron, sobre todo considerando los famosos "30 años" que se convirtieron en su caballito de batalla para la campaña, a partir de la promesa de revertir la "corrupción" y las "mafias" de quienes gobernaron antes. Porque nada bueno había salido de esas tres décadas. Pero a poco andar, el presidente se dio cuenta que su gobierno va a ser exactamente igual, pues ni los anteriores fueron completamente satánicos, ni el suyo es el mejor de la historia.
Y durante estos dos años quienes han terminado convirtiéndose en sus pilares de gobernabilidad han sido precisamente representantes de la "vieja política", mientras sus más cercanos, con quienes llegó a La Moneda a "salvarnos", tuvieron que ir abandonando el bote paulatinamente, pues en vez de ayudar a Boric a navegar, terminaban más bien colaborando en su hundimiento.
O, en casos como el de Jorge Sharp, se alejaron para no ser "opacados" en su "genialidad". Ese fue probablemente la razón por la que el presidente salió de la adolescencia y se convirtió en un presidente funcional, capaz de entender que una cosa son los amigos y otra muy distinta son las personas más idóneas para trabajar en equipo. Y así, terminó acompañado no solo de representantes de la antigua Concertación, sino que de personas que fueron parte del corazón de ese conglomerado.
La llegada a palacio de figuras como Carolina Tohá, Manuel Monsalve, Mario Marcel o Álvaro Elizalde, permitieron que el jefe de Estado superara su tropezado inicio en 2022 y bajara las revoluciones (metafórica y literalmente). Lo anterior le ha permitido mejorar en algo su evaluación ciudadana -al menos a partir de las encuestasy apuntar a mantenerse en torno al 30% de aprobación, aun cuando durante esta semana quedó claro que su propio conglomerado está cada vez más crítico de la gestión que ha realizado.
En un ambiente que se cortaba con cuchillo, los días previos al discurso estuvieron marcados por los pelambres a viva voz desde su propio sector, que dieron cuenta que el denominado "Síndrome del pato cojo" se adelantó y en lo sucesivo, Boric se irá haciendo cada vez más irrelevante. En estos días, el oficialismo no pudo ocultar su incomodidad con el gobierno y los representantes del Socialismo Democrático. Es más, la discusión interna entre el Frente Amplio y el PC dio cuenta que hoy la lucha por el posicionamiento es de todos contra todos. Y en esa batalla, Boric no tiene mucho que hacer. Que la oposición tome los errores del gobierno y los magnifique para marcar sus puntos no es noticia ni dista de la lucha por el poder que históricamente es parte característica del mundo político.
El problema es cuando comienzan a aparecer fuertemente los francotiradores del propio sector, que no les importa lo que suceda ya con quienes están en La Moneda, pues no son capaces de posicionar a sus candidatos desde lo propositivo. Es más fácil siempre oponerse. El "pato cojo" apareció fuertemente esta semana, adelantándose a la tradición, que solo lo sitúa al final de un mandato.
Ya Boric no es suficientemente de izquierda para quienes lo apoyaron en un inicio, parece como si fuera un nuevo gobierno de centro izquierda -en una postura más responsable y adulta-, y los aliados se empiezan a alejar: el PC siempre ha estado con un pie adentro y otro afuera. El Socialismo Democrático lo defiende, pero echándole tierra al proyecto frenteamplista inicial, cuyos líderes, según el PPD Raúl Soto, "quisieron jugar al cuico revolucionario". "La política se hace con responsabilidad", agregó el parlamentario. Y eso parece también haberlo entendido Boric en algún momento del camino, apuntalado precisamente por los partidos que lideraron la política de los últimos 30 años. Mientras, en la oposición lo acusan de "travestismo político" y desde las organizaciones sociales, que fueron su bastión al comienzo, incluso lo denominan traidor. Se trata, irónicamente, de un pato cojo que ya está cojeando. Se trata, irónicamente, de un pato cojo que ya está cojeando. Pato cojo... y cojeando " A poco andar, el presidente se dio cuenta de que ni los anteriores gobiernos fueron completamente satánicos, ni el suyo es el mejor de la historia. Y durante estos dos años quienes han terminado convirtiéndose en sus pilares de gobernabilidad han sido precisamente representantes de la `vieja política"..