Ciudadelas
Ciudadelas Joaquín Trujillo or Investigador CEP Pr AZ he na rápida búsqueda de efemérides en Internet permite observar cómo en el mundo transcurren distintos mundos a la vez.
Si tomamos los últimos seiscientos años, vale decir, desde los albores de la Modernidad, y avanzamos saltando de siglo en siglo hasta nuestros días, observamos los incorregibles sesgos de la vida: Por ejemplo, en torno a 1425, mientras se fundaba la Universidad de Lovaina, el artista italiano Masaccio pintaba "La Trinidad". En 1525, mientras el emperador Carlos V capturaba al rey de Francia y, su enviado Hernán Cortés, ejecutaba al llamado último emperador azteca Cuauhtémoc, el erudito Sebastian Múnster publicaba uno de los libros más trascendentales de gramática del hebreo.
En 1625, mientras en el Sacro Imperio Romano, durante la Guerra de los Treinta Años entre potencias católicas y protestantes, los primeros entronizan al mercenario Albert von Wallenstein y Hugo Grocio publica su obra Sobre el derecho a la guerra con el que acompaña los asedios de sus compatriotas en América española, el clérigo y matemático William Oughtred inventa la regla de cálculo.
En 1725, mientras moría el zar Pedro "el grande" y subía al trono Catalina (no confundir con la siguiente, también "la grande"), otra viuda, la del astrónomo británico John Flamsteed, publicaba el catálogo con casi 3.000 estrellas compuesto por su marido.
En 1825, mientras entre grandes polémicas Bolivia cambiaba de nombre, pasando de llamarse República de Bolívar al que tiene actualmente, Laplace publicaba su "Mecánica celeste". En 1925, mientras en el planeta Tierra Hitler daba a la prensa "Mi Lucha" y Stalin se hacía con el poder absoluto en la Unión Soviética, con el ojo en las estrellas el astrónomo Edwin Hubble descubría que la nebulosa de Andrómeda es en realidad otra galaxia.
Porque las búsquedas más o menos al azar dejan ver que la vida no es una sola y que gracias a eso los seres humanos podemos, si queremos, restarnos hasta cierto punto de unas para quedarnos en otras.
La política intenta hacernos creer que todas orbitan en torno a su sol, pero las otras galaxias, las otras mecánicas, los otros cálculos, otras gramáticas de lenguas que creímos muertas, como también las otras pinturas demuestran que las mal llamadas evasiones de matemáticos, astrónomos, pintores, ensimismados hasta la irrelevancia mundana más extrema, hacen a la larga las grandes noticias. El problema está en las evasiones infértiles que, mientras no prueban ser distintas, desprestigian a las que construyen, cada una por su lado, la ciudadela.
Esa fortificación invisible de la que habló el escritor y aviador conde de Saint-Exupéry, proclamándola con las siguientes palabras: "Porque he visto extraviarse la piedad con demasiada frecuencia, ciudadela, yo te construiré en el corazón de los hombres", agregando la necesidad imperiosa de "Otorgar nuestra solicitud solo al objeto digno de atención", y negando "esta piedad a las heridas ostentosas que atormentan el corazón". Terribles palabras las del autor de "El principito". Terribles palabras las del autor de "El principito"..