Las "zonas sin niños" abren un debate sobre cuán discriminatoria puede ser esta medida
"I ntentaré estar quieto, pero no puedo prometer nada". Así comenzaba un mensaje escrito que, junto a una pequeña bolsa con dulces y unos tapones para los oídos, fue repartido entre los pasajeros de un vuelo entre Seúl y San Francisco. La iniciativa fue de una madre que viajaba junto a su hijo, de apenas 4 meses, para disculparse por las eventuales molestias que el niño pudiera causar durante el viaje.
El hecho se volvió viral en redes sociales a fines del año pasado y motivó entre algunos internautas una discusión sobre la validez de la idea de esa madre y el derecho d e l o s d e m á s pasajeros de volar tranquilos.
P a r a e v i t a r inconvenientes d e e s t e t i p o, desde hace algunos años algunas aerolíneas --sobre todo asiáticas, como Malaysia Airlines o Singapore Airlin e s -o f r e c e n, p o r u n p a g o adicional, espacios reservados donde no pueden viajar niños.
La convivencia en el aire no es la única que ha visto este tipo de medidas: restaurantes, cafeterías, salas de cine, museos y otros lugares públicos, como plazas y parques, también han ido sumando "zonas sin niños" en diferentes países. Este año, en Nueva Jersey (EE.UU. ), un restaurante italiano decidió prohibir la entrada a menores de 10 años. La empresa reconoce que la medida molestará a algunos clientes, "especialmente a aquellos con niños que se portan muy bien", pero que es necesaria para que el negocio funcione. En Bilbao (España), otro restaurante tomó una decisión similar en 2021. En Corea del Sur no solo parques, incluso edificios públicos como la Biblioteca Nacional o el parlamento restringen el acceso a menores de edad.
En mayo, The New York Times relató el caso de la asambleísta Yong Hye-in, quien fue a trabajar acompañada de su hijo como una manera de llamar la atención sobre el tema y solicitar que se derogue este tipo de restricciones.
Una medida que en ese país, con una de las tasas de fertilidad más bajas del mundo, dice que ayudaría además a fomentar a las parejas a tener hijos. "La vida con un hijo no es fácil. Sin embargo, tenemos que volver a crear una sociedad en la que podamos coexistir con nuestros hijos", dijo Yong ante la asamblea con su niño en brazos. Individualismo Su testimonio se inserta en un debate a nivel global sobre la validez de este tipo de medidas y cuál es el lugar que ocupan los niños en la sociedad, coinciden los expertos. Para Mauro Basaure, sociólogo de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la U.
Andrés Bello, este fenómeno tiene que ver, en gran medida, con una perspectiva cada vez más individualista en las sociedades modernas, "que privilegia el bienestar personal por sobre el general". Esto lleva a que "se trata de evitar las `molestias' que pueden generar ciertas situaciones o individuos". Por eso, ya hay quienes hablan de que "son formas de discriminación e, incluso, anticonstitucionales, en el límite de lo permitido", agrega.
El riesgo de esto es que "cuando se inicia la discriminación en un cierto nivel, es fácil que empiece a transitar hacia otros grupos y niveles que pueden llevar a una mayor segregación", advierte el sociólogo Luis Gajardo, académico de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la U. Central. Afortunadamente, concuerdan los entrevistados, los límites a la presencia de niños en ciertos lugares no es un fenómeno que se haya instalado en el país. Y al contrario, tal como se observa en otras partes, hay una suerte de respuesta contraria a esta tendencia: "Hay restaurantes y otros sitios que tienen como etiqueta ser `amistosos' con los niños", dice Basaure.
Otra posible explicación, agrega el sociólogo, es que en "países desarrollados hay cada vez menos niños y más adultos; eso hace que tengan actitudes poco amistosas con los niños, a diferencia de otras naciones como Chile, en donde aún hay cierta tolerancia". Una encuesta realizada en 2022 en Corea del Sur sobre las zonas restringidas para niños reveló que la mayoría de los adultos (73%) las respaldan (18% estaba en contra y 9% indeciso). Dirección equivocada A juicio de Basaure, estas medidas también se insertan en una lógica económica, con ofertas más específicas y de nicho.
Así un restaurante o una aerolínea puede ofrecer espacios libres de niños para quienes pueden pagar por eso, siempre y cuando no impliquen un cobro también para quienes andan con niños. "Eso sería como impuesto a tener hijos". Pero aun así, esta oferta especializada también implica una exclusión hacia los niños. "Uno puede elegir o no ir a un bar gay, por ejemplo; pero en estos casos (de zonas sin niños) no existe la opción de elegir entrar o no para el niño y sus padres porque está prohibido". Apartar así a este grupo de la población implica una serie de desventajas para ellos. "La experiencia de ir a una plaza, a un restaurante, es colectiva; ahí te encuentras con otros, con diversas experiencias de vida", dice Basaure. Es en la convivencia con otros "donde vamos adquiriendo normas, rutinas y habilidades sociales, y sentirte parte, que pertenezco a un lugar", complementa Andrea Godoy, psicóloga de Clínica Bupa Santiago. De lo contrario, "se pueden ir creando personas a las cuales les va a ser difícil adaptarse". Los confinamientos de la pandemia, agrega, mostraron el impacto que el aislamiento puede tener en los niños.
Además de efectos a nivel emocional, "como tristeza, irritabilidad, menor motivación, hay mayor posibilidad de que desarrollen conductas agresivas al no saber sociabilizar". Por ello cuestiona este tipo de medidas. "Tenemos que aprender a convivir en la diversidad, y eso incluye a los niños", agrega Gajardo, para quien establecer "zonas sin niños" es "ir en la dirección equivocada". Pero junto con poner en práctica la tolerancia por parte de los adultos, también es clave "educar a los hijos para que tengan conductas apropiadas según su edad; hay que enseñarles que hay límites", dice Gajardo. Un trabajo que también se debe aplicar en los colegios y en la sociedad en general. "Al final, todos somos responsables", puntualiza. Han ido surgiendo desde hace unos años en países desarrollados: Las "zonas sin niños" abren un debate sobre cuán discriminatoria puede ser esta medida C. GONZÁLEZ Aerolíneas que ofrecen espacios reservados solo para adultos, así como restaurantes, cafeterías y plazas que restringen el acceso a menores son algunas iniciativas que generan rechazo, pero también cuentan con adeptos. Una encuesta realizada en 2022 en Corea del Sur sobre las zonas restringidas para niños reveló que el 73% de los adultos las respaldan. En la foto, un café en Seúl que prohíbe el acceso a menores. WOOHAE CHO/NYT Así dio a conocer en su cuenta de Instagram un restaurante italiano de Nueva Jersey la prohibición de ingresar a menores de 10 años. "Amamos a los niños, de verdad. Pero últimamente ha sido muy difícil acomodar a los niños en Nettie's", se lee al inicio de su mensaje.
INSTAGRAM Público y privado ¿ Es legal este tipo de medidas? Todo depende, en particular si se trata de espacios públicos o privados, plantea el abogado Gonzalo Cortés, académico de la Escuela de Derecho de la U. Católica del Norte. "A nivel público no es tan simple establecer una prohibición de este tipo.
Restricciones a derechos fundamentales, como la libre circulación en un determinado espacio, deben ser impuestas por ley", con razones que las justifiquen. "Excluir a un segmento de la sociedad, como los niños, pudiese ser ilegítimo". En recintos privados, precisa, entra en juego el derecho de admisión. "Una persona tiene derecho a emprender y establecer reglas en la medida que no contravengan normas locales de orden público". Las "zonas sin niños" abren un debate sobre cuán discriminatoria puede ser esta medida.