Presupuesto para educación
Presupuesto para educación Suele ir acompañado el debate presupuestario de esca-ramuzas que reflejan la molestia de los legisladorescon diversas políticas públicas o gestiones guberna-mentales. Las votaciones de algunas partidas del Mi-nisterio de Educación en la Cámara reflejaron esta situación.
Así, se ha postergado por un año el presupuesto para el siste-ma de admisión escolar y se han suspendido los recursos pa-ra financiar 47 servicios locales de educación pública (SLEP). Es muy posible que en el Senado esta situación se reviertadespués de alcanzar algún acuerdo o protocolo de uso de losrecursos, de manera análoga a como ocurrió con las partidasde salud en la Cámara. Un acuerdo que restituya los fondos a cambiode despachar proyectos con potencial impactoen la calidad sería bienvenido. Las molestias no son arbi-trarias, pero tienen un focoequivocado. El caso más em-blemático es el Sistema de Ad-misión Escolar (SAE). Se cues-tiona mucho, por ejemplo, laexistencia de estudiantes que varios meses después de con-cluido el proceso aún están sin matrícula. La responsabilidadno es del SAE, pero transparenta un problema más profun-do. Por un lado, la falta de planificación del Estado para anti-cipar lugares que no tienen suficiente oferta. Esta posibilidades relativamente predecible, pero no se actúa con la diligen-cia necesaria para corregirla. Por otro, la falta de oferta educa-tiva de calidad: muchas familias quedan fuera de su colegiopreferido y el resto de la oferta les parece de otro carácter. Almismo tiempo, observan que familias que tienen una prefe-rencia menos intensa por ese plantel sí logran matricular asus hijos. La frustración es evidente. Un sistema de admisiónmás descentralizado puede hacerse cargo de esta realidad, pero eleva el riesgo de discrecionalidad en la admisión. En unsistema que aspira a privilegiar la libertad de elección eseriesgo debe neutralizarse. El equilibrio más apropiado no esclaro. Con todo, el problema sería más acotado si la ofertaeducativa de calidad fuese más amplia. Sin embargo, no seaprecia un compromiso fuerte de la política educativa actualcon ese propósito. En el caso de los SLEP, es indiscutible que su instalaciónha sido deficiente, mientras que los espacios de autonomíaque tienen los servicios y losdirectivos de los colegios soninsuficientes para avanzar ha-cia una educación de calidad. El proyecto que presentó elMinisterio para corregir losdefectos es muy defectuoso. Hay un reconocimiento transversal de esta realidad, pero elGobierno ha mostrado poca disposición a una discusión másabierta, donde la revisión del sistema pueda ser más profun-da.
En este sentido, antes que poner frenos a estos presu-puestos, el camino es insistir en un debate legislativo másintenso y avanzar en reformas que apunten a la calidad, co-mo la flexibilización de la subvención educacional preferen-cial cuya tramitación está detenida por desidia del Ejecutivo. Un acuerdo que restituya los fondos a cambio de despacharproyectos con potencial impacto en la calidad de la educa-ción sería bienvenido..