Autor: CARLOS PEÑA
CARTAS: Felipe Schwember (1977-2025)
Señor Director: Felipe Schwember era, sin duda, un intelectual lúcido, agudo e ilustrado. Identificaba con rapidez los argumentos, buscaba su mejor versión y luego los discutía.
Escribió brillantes ensayos sobre los problemas conceptuales del liberalismo, y otros tantos en los que distinguía conceptos, identificaba fuentes y derivaba conclusiones acerca de la mejor forma de organizar la vida en común, y se servía con elegancia de los principios liberales a la hora de diseccionar problemas públicos. No pocas veces hizo tambalear argumentos que, a la primera vista, parecían irrefutables.
Ha muerto, pues, un intelectual público, es decir, una de esas personas que alimentan el debate cotidiano acerca de la vida que tenemos en común, ayudando a responder de la mejor manera posible la pregunta que, según dejó anotado Platón en La República, era la más importante de todas, ¿cómo es que debemos vivir? En las diversas respuestas a esa pregunta, llamaron especialmente su atención las narrativas utópicas, esas imágenes ideales en las que se ha espantado todo aquello que obstaculiza la emancipación; pero al analizarlas advirtió de qué forma esas narrativas utópicas son también una forma de exclusión que acaba ahogando la diversidad y la espontaneidad humanas. La ciudad ideal, dijo en uno de sus mejores trabajos, se suele erigir con los anormales, los infames, los parias y los refugiados sin patria.
Esos seres —agregó— son los que no forman parte de ninguna ciudad ideal; "son las piedras que los constructores de las ciudades perfectas han utilizado para construirlas o han desechado luego de intentar levantarlas”. Sugirió que no era posible defender el libre mercado y mantener, al mismo tiempo, una postura paternalista en temas morales, como, sin embargo, una parte de la derecha ha pretendido.
Al hacerlo, advirtió, se renuncia "al potencial emancipatorio que tiene el liberalismo económico”. Hay pues, advirtió, que evitar las agendas paternalistas que, en muchos casos, se oponen derechamente al reconocimiento de ciertos grupos y, en ese sentido, a la igualdad de trato que el Estado debe mantener en una sociedad abierta.
Parte de su proyecto intelectual consistía en ayudar a la derecha a esclarecer su propio proyecto, porque uno de los rasgos de ese sector político, diagnosticó, era la poca comprensión que tenía de sí misma y del tipo de sociedad que defiende. La universidad de que formó parte —la Universidad del Desarrollo, donde enseñaba y escribía— tiene razones de sobra para experimentar en estos momentos un vacío.