La "Tortolita" recuerda a Valericio
La "Tortolita" recuerda a Valericio Rodrigo Contreras Vergara La "Tortolita" recuerda a Valericio Y o soy La Tortolita, ¿usted ha escuchado La Tortolita?... `Hay tortolita del monte que solita va volando, y vas llorando y cantando según sean tus quebrantos. Ven a mis brazos llorando que te quiero consolar, semillando bien amores una flor yo te voy a dar. Quisiera mi tortolita en tus brazos hacer nido, y a tu fría soledad darle calor y sentido.
Tortolita voladora solo tuyo quiero ser, el cielo que vas volando, el agua que haz de beber... '. Yo como que sabía lo que él diría en ciertas situaciones y él también sabía lo que yo contestaría, llegamos a ser muy unidos, entendimos el uno al otro muy, muy bien. Un trabajo muy especial pensando en nuestros orígenes tan diferentes. Él llegó a Finlandia el año 73 y había estado en Finlandia durante más de 10 años cuando yo lo conocí. Yo era muy joven entonces, nací en 1964, él en 1937, quiere decir que tenemos 26 años de diferencia. Soy de origen de campo y había llegado a la capital, Helsinki, donde él vivía poquito antes que nos conociéramos. Él era profesor, estaba recién aplicando suficiente el idioma para poder comunicarse.
Había estado 10 años en Finlandia cuando empezó a hacer cursos en un instituto de mitología y culturas ancestrales de América Latina (... ) Él mostraba documentos, diapositivas que había recolectado, grababa documentos de la tele, y hablaba como tarzán, inventaba unas expresiones muy divertidas que la gente se reía a carcajadas por la forma como él hablaba, porque cuando no tenía una palabra la inventaba.
Él siguió siempre cantando y tocando guitarra allá en Finlandia, una vez me dio un caset muy bonito, yo lo escuchaba sin entender nada de español, me lo había regalado en uno de sus cursos que tomé como alumna y empecé a ponerle oído un día... ¿No es él mismo que está cantando? Y claro que era él mismo, con su voz fabulosa de Quelentaro que sonaba como acero (... ). Nos conocimos el 84, yo al instituto llegué como alumna porque quería viajar por América Latina. La primera vez que lo vi fue en una clase.
Él ya estaba trabajando en la ciudad de Karkkila como dibujante técnico (... ) Como trabajaba en Karkkila entró a estudiar la técnica de preservación ambiental en la Universidad Técnica de Tampere (... ) y paralelamente siguió su trabajo de enseñanza de cultura latinoamericana (... ) Él vivió en Karkkila los primeros 10,11 años en Finlandia con su esposa e hijos, después conmigo, luego de conocernos en el instituto el 84, vivimos en Vantaa, en Helsinki, desde el 85 hasta el 96. Él alcanzó a estar 23 años en Finlandia.
Él tenía su familia, se fue a Finlandia con su señora y tres hijos, de hecho, sus Que Sanna Jasskelainen y Valericio Leppe se conocieran era tan improbable como que ella cambiara su fría Finlandia por una casita en Las Tizas, sector rural de Pencahue. Pero se conocieron, se enamoraron e iniciaron una vida juntos que se rompió el 20 de abril de 2004 con la muerte de Valericio, folclorista insigne, integrante del grupo Quelentaro y fundador del Dúo Coirón.
Han pasado 21 años desde su partida y Sanna cuenta, en primera persona, la historia de un amor improbable Sanna Jasskelainen dice que Valericio "siempre sembró cariño". La familia Leppe-Jasskelainen se asentó en Chile en 1996.
Fa mi lia L ep pe-J as sk el ain en A gr up ació n C ul tura l V aler icio de l Pue blo Valericio junto a su madre, María Becerra.. La "Tortolita" recuerda a Valericio hijos mayores son más o menos de mi edad. Fue un tiempo bien complicado en ese sentido.
Pero al final, cuando nacieron nuestros hijos con Valericio, que son cuatro, y nacieron los nietos de sus hijos allí, después empezamos poco a poco a encontrarnos y al final llegamos a ser amigos con los tres hijos y los nuestros.
Cuando Valericio decidió que nuestra unión iba a ser permanente dijo, `antes que nadie sepa de esto yo quiero hablar con tu papá... este fin de semana vamos a ver a tu papá, tú ponte esta ropa que es bonita, yo voy a llevar un terno'. Y como 20 kilómetros antes de mi casa, paramos, entramos en un bosque y nos cambiamos de ropa para ir muy presentados. Yo decía, tal vez no es muy buena idea, mi papá no debe estar muy contento con la situación.
Valericio era muy valiente, siempre como que iba al problema... alguna vez él dijo que era autor en su vida, no era que esperaba las circunstancias o algo así, él gestionaba las cosas, pero de una manera lo mejor posible y siempre con dulzura.
El regreso Siempre contaba de Chile y siempre hacía canciones para Chile (... ) Siempre pensó en volver a Chile, de hecho, estudió un doctorado en purificación de aguas residuales pensando que su trabajo podía ser útil en Chile (... ). No me vine con temor (... ) Vivo pegándome cabezazos en la pared tupido y parejo, como que usted cambia el país... está parado aquí con sus cuatro niñitos así de este porte y ¡ pum... ! y salta y no sabe cuándo va a caer al suelo, cómo va a caer, si va a caer con las patas para arriba, no era nada lo que yo esperaba.
Llegamos al campo en Pencahue a una casita chiquitita, una pieza que era el dormitorio de los niños, en un camarote dormían juntos abajo las niñas, arriba los varones, teníamos la mesa de comer, y en otra punta de la casa nuestro dormitorio donde además estaba toda la ropa. Era muy, muy precaria.
Yo traía el agua en balde del pozo como a unos 200 metros para lavar la ropa con escobilla (... ) Había una canción tan bonita... (canta): `Señora Susana por Dios, la niña se debe dormir, un ángel del cielo vendrá trayéndole un sueño feliz... '. Esa la hizo cuando nació nuestra segunda hija, la Mili.
Y yo encontré que tenía un muy buen ritmo para escobillar... le encontraba la gracia, yo era muy feliz (... ) Plantaba tomates y había árboles... Como Valericio tenía diabetes y tenía problemas en los ojos y no se podía agachar ni siquiera para abrocharse los zapatos, yo plantaba y pasaba el bus de Las Tizas afuera y la gente miraba y decía, la señora Sanna plantando y don Valericio sentado al lado, lo pelaban.
Después hicimos La Tortolita, la casa de la cultura campesina en Pencahue, al lado de nuestra casa, se construyó de adobe, fue muy bonita en su tiempo, más o menos como del año 97 hasta el 99, después se cayó con el terremoto.
Su papá, su abuelo, todos habían sido carreteros, se acordaba de niño cómo llevaban lechugas y choclos a Talca, de la yunta de bueyes, donde se alojaban, para en la mañana estar arriba en los cerros de La Virgen (... ) Y de repente, volver aquí y los huasos andaban en una camioneta último modelo, pero en sus casas había piso de tierra todavía, había venido un cambio (... ) Eso fue muy fuerte para Valericio, pero él como era constante, no se deprimía de ninguna de esas cosas, creo que yo estaba más sorprendida que él (... ). Él no se desesperaba, era como tan generosamente humano (... ) Yo lo vi tantas veces, tenía una sensibilidad tan grande, como que veía a la persona, le tomaba una radiografía y empezaba a hablar del tema que podía ser delicado (... ) Pero su forma de abordar esa problemática era tan dulce y tan acogedora que uno se sentía tomado en cuenta, entendido de una forma muy compasiva.
Y uno como que respiraba... pucha... no es para tener miedo de esto, es como para dejarlo ir (... ).. La enfermedad Pucha que era noble mi viejito, decía... ´antes yo tenía dos manos y harta fuerza, mis diez dedos para trabajar; ahora a lo mejor me queda una mano, dos, tres dedos que me funcionan, pero todavía con eso trabajo´. Decía... `Yo sé que me voy a caer, pero mi espalda es la última que toca la tierra`. Nunca reclamó, nunca lloró, nunca decía, pucha, ya no aguanto más, nunca se deprimió, nunca, era tan valiente en ese sentido, nunca hizo sentir como que hubiera faltado hacer algo, decía que por mí había vivido muchos años más, vivimos felices.
Discutíamos de una manera súper democrática, se reía de mí, a mí se me pasaba mi molestia (... ) Lo habré visto enojado un par de veces en los 20 años que pasamos juntos, él había hecho una decisión de no enojarse, nunca. Eso es muy difícil, porque exige un gran dominio (... ) No le temía a la muerte, cómo le va a temer a la muerte una persona así. En su funeral había miles de personas.
Una viejita de Las Tizas, cuando todavía vivíamos ahí, le había dicho, `no se vaya a morir don Vale, quién después nos va a cantar a nosotros'. Porque le hacía canciones a las viejitas del campo, a gente que no la miran mucho, que pasa desapercibida, a esa gente le hacía canciones. Valericio hoy Él siempre sembró cariño. Sembró tanto cariño en tanta gente que la gente todavía agradece la forma en que alimentó su espíritu, ese era su trabajo. Sembraba en el ser humano, que era su materia prima. Y muchas veces cuando conversaba con una persona, después me decía, esta es buena materia, es buen material, veía a las personas como una madera... era una forma de percepción muy propia de él. Él buscaba unir a las personas, él no cantaba porque tenía linda voz, o tocara bien la guitarra, cantaba para unir a la gente. Ese era siempre su fin. Porque decía que cuando el pensamiento y el sentimiento se unen y viene ahí la palabra, entonces era posible encontrar una unión entre las personas.
Yo vi unos momentos de hermandad tan preciosos, algunas veces era como estar en la misa más hermosa del mundo (... ) Cuando nuestro ser interior, nuestra humanidad interior, encuentra la hermandad con el otro que está al lado, es un arte mayor.
Hay mucho que yo llego a entender después que ha pasado tanto tiempo (... ) Porque cuando yo tenía 20 años y lo conocí, él me hablaba de esto de la humanidad y los temas así como espirituales, y yo le decía, lo que tú me conversas es súper importante pero yo no te entiendo.
Y él me decía, `no te preocupes, cada cosa tiene su tiempo'. Y ahora digo, han pasado 40 años, hace 20 años que él murió, ahora tengo 60, ayer tenía 20, y ahora recién estoy entiendo algunas claves de lo que él quería decir. Qué manera de tenerme paciencia, que bella era su paciencia, porque no se enojaba porque uno fuese tan lenta para entender.
Este verso, por ejemplo, ahora lo pienso, dice que `todo instrumento cuando se empieza a tocar pierde fácil su afinar y hay que afinarlo de nuevo, por eso yo me conmuevo cuando veo a un desafinado machucando a un encordado, le digo en este momento afina tus sentimientos, libera el canto amarrado'. Eso es lo que él hacía con su forma, no era cambiar la sociedad, era encontrar lo mejor de cada persona, de cada ser humano, de usted, de mí misma, de todos nosotros, porque nosotros somos la humanidad, nosotros somos la sociedad, nosotros, el vecino, todos nosotros, y es el único camino, porque ninguna política, ninguna religión, ninguna mejora sustancial en el bienestar social, ha logrado que la felicidad sea algo que se pueda instalar aquí.
Porque si mañana el mundo está sin ningún problema, sin las guerras, sin todos los problemas entre los seres humanos, sin los problemas de enemistad, ¿estaríamos bien? Mañana a lo mejor, pero pasado mañana... ya tendremos problemas, porque el ser humano siempre inventa el problema, por nuestro problema interior, nosotros tenemos problemas adentro, no encontramos lo mejor de nosotros (... ) Ese era su mapa de trabajo, afinar los instrumentos para que nosotros podamos liberar nuestro canto amarrado.
El primer año estando acá en Chile, cuando yo dormía en la noche soñaba con Finlandia siempre, esa era mi normalidad y cuando despertaba veía las montañas, las nubes en medio de la chépica, como de la axila de la montaña, y las montañas estaban azules y los pastos verdes, alguna vaca decía muuu... Yo decía, esto no puede ser verdad, estoy soñando, sentía que estaba soñando, y todo lo que estaba aquí era como un sueño, era tan diferente.
Pero uno se acostumbra a todo, además uno no puede ir a otro lugar y decir, este lugar tiene que ser como yo quiero, no, uno tiene que ir dispuesto a adaptarse y así tendría que ser. Yo creo que mi vida ha sido buena en ese sentido, porque me ha dado mucha exigencia para adaptarme... Por ahora no me voy, por ahora no. Valericio Leppe siempre pensó en volver a Chile. A gr up ació n C ul tura l V aler icio de l Pue blo.