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Cartas: Centros de prácticas como coLaboradores en La Formación iniciaL docente
Cartas: Centros de prácticas como coLaboradores en La Formación iniciaL docente Cartas al DirectorENVIAR A: editor@elpinguino.com La Formación Inicial Docente (FID) se enfrenta a importantes desafíos en la tarea de preparar a futuros profesores capaces de responder a las complejidades de los diversos contextos educativos.
Un componente esencial en este proceso es la práctica, que permite a los estudiantes de pedagogía integrar y aplicar sus conocimientos en escenarios simulados en sus casas de estudio y en otros reales, dentro de distintos contextos y modalidades, más allá del entorno universitario. Este enfoque es clave para uno de los retos de la FID: la práctica temprana y progresiva a lo largo del proceso académico. Esto implica que la práctica no sólo prepara para abordar las realidades del aula, sino que también permite desarrollar habilidades adaptativas que serán cruciales en su futuro profesional.
Aquí es donde los centros de práctica desempeñan un rol indispensable, convirtiéndose en el puente que conecta la teoría con la realidad, donde los profesores en formación interactúan con los actores claves del sistema educativo, permitiendo una retroalimentación mutua y un aprendizaje continuo.
En Chile, hay más de 11.000 establecimientos de educación básica y alrededor de 4.300 jardines infantiles y salas cunas, que forman una importante red de oportunidades formativas, abriendo sus puertas a los estudiantes de pedagogía, permitiéndoles no sólo observar y aprender, sino también contribuir activamente con el desarrollo de propuestas a través de un trabajo colaborativo. Este enfoque bidireccional no sólo enriquece la formación del futuro docente, sino que también fortalece las capacidades de las propias instituciones educativas, creando un círculo virtuoso de aprendizaje y mejora continua.
En la actualidad, es imperativo que las escuelas, colegios, jardines infantiles y salas cunas, junto con las universidades y otras instituciones de educación superior, sean considerados socios colaboradores que generan espacios y proporcionen las herramientas necesarias para que los próximos profesores aprendan a enseñar considerando no solo el currículo, sino también las experiencias, los contextos y las diversas realidades de los estudiantes.
De esta manera, aunando esfuerzos, las entidades formativas en todas sus modalidades, podrán cumplir el compromiso que existe con la Agenda 2030, particularmente con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS4), que promueve una educación de calidad, inclusiva y equitativa. Claudia González, Académica Carrera Pedagogía en Educación Diferencial UDLA.