Educación a largo plazo
Raúl Perry Fundación San y evisar el presupuesto de educación 2025 resulta desolador. Administración tras administración hemos escuchado la prioridad que deben tener niños y niñas, la relevancia de recuperar la asistencia a clases y de protegerlos de la violencia escolar. Consistentemente en el tiempo, padres, madres y cuidadores declaran que su preocupación por la convivencia escolar está muy por sobre la calidad de la educación.
Sin embargo, para el próximo año el aumento de los recursos para educación superior es casi seis veces más que el destinado a la educación inicial; el presupuesto de las iniciativas de reactivación educativa disminuye 10%, probablemente explicado (aunque resulte paradójicamente inexplicable) por la baja ejecución de los presupuestos 2024 asignados a este ítem. Nadie podría decir que los recursos para educación, sea cual sea el momento en el que los gastemos, no sean importantes.
Lo que sí nos muestra la evidencia — en particular el trabajo de James Heckman, premio Nobel de Economía= es que mientras más temprano invertimos en el desarrollo educativo, más efectivos es y mayor es su impacto en el largo plazo.
Heckman logró seguir a niños que habían recibido un programa en educación parvularia y apoyo en la crianza de sus padres; incluso 50 años después de recibidos, las familias estudiadas tenían menores tasas de conflicto con la ley, más estabilidad económica y afectiva. La educación no es solo moldear una manera de trabajar o de incluso pensar; la educación puede ser una oportunidad de generar más condiciones para desplegar el potencial al máximo.
Por ello es tan importante cerrar las brechas educativas que tenemos en los primeros años; no es la inasistencia grave en educación media o en educación básica, que llega al 20%, la más grave que enfrentamos como país, sino la inasistencia a educación de párvulos, que se ha mantenido en un 50%, incluso mucho antes de la pandemia, y más bajo que el resto de la OCDE.
Hacemos un llamado urgente a buscar, al menos, un equilibrio: es indispensable invertir, tanto en educación superior en educación inicial; no sólo porque es de toda justicia social, sino por la contundente evidencia que nos señala el impacto de la educación parvularia y socioemocional en todo el desarrollo de los niños y niñas, incluido su futuro rendimiento académico. Pongamos atención en ellos, hagámonos cargo.