Autor: POR SEGISMUNDO
Entre las uvas y el caviar
Entre las uvas y el caviar luaisfrutamos de unas de-oo pOstre de un sabroso al-muerzo. Son de buen tamañoy de un delicado color verde. Importante: no tienen pepas. Lo celebramos después de haber lidiado días antes con las pepasgigantes de una también deliciosa chirimoya. ¿Uvas de mesa fuera de temporada? Asíes. Son importadas y vienen enun adecuado envase plástico con agujeros para que respiren durante el largo viaje en algún contenedorrefrigerado. “Stella bella” es el nombre comercial del producto. Novienedeltalia, sino que de Estados Unidos. De California para ser precisos, estado con abundante cultivo de vides paralamesa y, especialmente, para lograr excelentes vinos. En fin, competencia a nuestras viñas en temporadas diferentes. Estas uvas norteamericanas en nuestra mesa inevitablementenos llevanal episodio de las “uvas envenenadas” quees-tremecieron la economía na-cionalen marzo de1989, cuan-do la FDA, autoridad sanitariadelos Estados Unidos, detectó dos de esos pequeños frutos contaminadoscon cianuro. Veneno puro. Esto es un cargamento de miles de cajas total-mente inocentes. Celosa dela salud de la población, laautoridad frenóel pasoalasuvas chilenas mientrasel consumo delas que había en el comercio cayó acero. La amenaza de las uvas venenosas se extendió a mercados de Europa y Asia. Daño tremendo, pérdidas enormes. Exportaciones a la basura. Larga investigación y, comotantas, sin culpables. Chile inició una demanda por 250 millones de dólares. Pasaron los añosylajusticia, como suelesuceder aquí y allá, miró para otros lados. CRIMEN IMPUNETras disfrutar de las uvas im-portadas -$ 7.990 el kilofuerade temporada es inevitable recordar el episodio aquel. Un crimen en busca de autor. ¿Será el SAG, Servicio Agrí-muy biensazonado y, por cierto, con un buen vino. Horas después del almuerzo estalla la bomba de tiempo en nuestros estómagos. Los viajados calamares españoles estaban descompuestos debido a un agujeroenelenvase. Bueno, nosotros fuimos ten-tados en los subsistentestiempos de vedaalasimportaciones con unos modestos calamares. Ya sin la guillotina de las vedas, hace poco nos tientan con caviar, no comercialmente, sino queenunarecepción diplomática ofrecida en Santiago por la representación diplomática del Estado Islámico de Irán. Gran famatieneelcaviarruso, China, entanto, oftece el70 porciento del caviar del mundo. Pero según los expertos, el mejor caviar delmundo es el producido en rán, paísgran exportador de petróleo y protagonista clave, tal vezsin quererlo, del conflicto en Medio Oriente. Viene de peces del Mar Caspio. Larecepcióniranítiene co-moescenario el Hotel Carrera, hoy sede la Cancillería. Se nos invita a pasar a la mesa y co-mienza el servicio de caviar. Cada plato, de mediana dimensión, recibe una respetable porción.
Imagine usted que lo sirven como puré de papas, con la diferencia que mi “ración”, tal vez exagero, debe valer miles de dólares. ¿COCA COLA? El problema, casi sacrilegio en nuestro concepto, es que junto al delicado manjar se nos ofrece Coca Cola o algo de ese color. Lógico. El Estado Islámico prohíbeel alcohol. Los gastrónomosoccidentalesrecomiendan champaña osimplemente un vino blanco chardornay. Nosotros discretamente re-chazamos la Coca Cola y pedimos a cambio agua mineral con gas, bebida no pecadora. Usando la imaginación resulta agradable con el caviar, pues las burbujas evocan la condenable champaña.
Nocreoquevuelvaatenerla experiencia dedegustar el mejor del mundo, peroel episocaviar dioreiteraesaantigua y educada recomendación de “donde fue03 res, haz loquevieres”. LINDO ENVASEDE LATA DEL EXCLUSIVOT E RATANPURO, PRODUCTO DE LA INDIA QUE LLEGABAVÍ A GRAN BRETAÑA HACE MÁS DE UN SIGLO. cola y Ganadero, tan celoso cootrora inalcanzables o peligromola FDA, Food and Drug Adsos. Ejemplo clásico es el ministration, en el control de whisky a buen precio en cuallos productos destinados al quier negocio. Hubo una época consumo nacional? que el escoces ese, era pieza Vemos en televisión como fundamental del negocio delos abundala oferta de bebidas encontrabandistas. Daba buenas latadas importadas de Oriente utilidades y se prestaba para faque no tienen información lesificaciones. De una botella, nos gible sobre su contenido. SolacontabaJosé Luis, mayordomo. mentelindas ilustraciones padeun importante banco, se haraatraer el consumo infantil. El cían dos. Con una broca dental se perforaba la base y con cierta pericia se extraía la mitad del líquido auténtico. Se llenaba el faltante con un detestable whisky que hacía la Refineríamisterio sonsus componentes. Enfin, tenemoslibreimportación que permite la compra enelexterior de todo ocasi todo. Desderopas hasta autom viles. Precios y calidades diversas. Sepa usted, por ejemplo, queelajo, ingrediente del criollo pebre, es importado de China. El nacional se va ala India, donde es muy cotizado y caro. La libre importación, acusanalgunos, es un pecado del neoliberalismo que viene de tiempos de la dictadura. Así puedeser, pero gozamos, cuando podemos, de productosde Azúcar de Viña del Mar, BigBenoalgo así, y la otramitad se vaciabaen una botella vacía del producto auténtico, completando el contenido también con el brebaje viñamarino.
Teresa Iturrigorriaga, protagonistade“LachicadelCrillón”, obra clásica de Edwards Bello, consumía “roting sour”, quese ofrecía en el bar del famoso hotel capitalino, ambientación deCMA ENVASE DE UVAS NORTEAMERICANAS EN EL MERCADO NACIONAL. los años 30 del siglo pasado. “Roting” aludiendo a un trago de “rotos”, nada menos que el conocido pisco sour que actualmentese bebe con gusto pesea existir graciasala libreimportación, whisky de verdad. Lariqueza delsalitrey la exportación de plata einclusooro, nos dio porañosla ilusión de ser un país rico. Asíse importaban cosas de “ricos”, desde alimentos hasta muebles, pasando por ropas y decoraciones diversas. El rubro delos alimentos yllicores producidos en elexteriorera copioso. Licores, por cierto, champaña francesa, vinos, queos, aceites con marcas especiales para Chile en sus envases, pescados de paísesnórdicos como el bacalao y fiambres españoles, franceses e italianos. Elt6, de variadas marcas y elegantes envases que algunos conservan hasta hoy, fue unrubro importante en nuestras compras en el exterior.
Grandes firmas publicita-ban enlas revistas “Zig Zag” o “Sucesos” productos importados, incluyendo varios de belleza y hasta avisos de medicamentos para curar las “enfermedades secretas”. No era raro encontrar enciertas mesas, en delicadas piezas especiales de porcelana Limoges, el caviar, adquirido a precio de oro enel exterior. EL DERRUMBEPero toda esta ilusión se derrumba conla crisis del salitre yla Primera Guerra Mundial. Eltren de gasto obligadamente baja hasta llegar a los años 30 del siglo pasado, en quese cierrala amplia puerta dela libre importación y comienzan restriccionesy elevadosaranceles. Pese a todo, la voracidad nacional acostumbrada a delicias gastronómicas, seguía buscando manjares de importación prohibida por largo tiempo. Así, hace años llegamos a unconocido restaurante porteño conocido por su buena carta de platos españoles. Nos ofrecen, confidencialmente, calamares en conserva de la prestigiada marca “Buen Provecho”. Miro la pequeña lata y aparececonalguna abolladura. Selo comento al entusiastadueño del local y responde que o lo que sea deltrienla maleta pulante contrabandista se produce ese leve daño. Disfrutamos deloscalamares con arroz. AGENCIA UNO