Ucrania, ataque relámpago
Ucrania, ataque relámpago E N F O Q U E S I N T E R N A C I O N A L E S Negociaciones sí, pero no a cualquier costo Si en el campo militar la ofensiva de Kursk es un punto de inflexión, porque ahora la guerra no es sinónimo de derrota inminente para Kiev, en la arena política también puede cambiar la dinámica. Las posibilidades de negociación entre las partes aumentan, ya que cada una tiene algo que ofrecer a la otra. Ucrania no estaría obligada a transar territorio por paz, sino territorio por territorio.
Así lo reconoció un asesor de Zelenski cuando señaló que el objetivo era "persuadir a Rusia para un diálogo de paz justo, en nuestros términos", porque la ocupación "es un medio efectivo de coerción". Y Putin pareció entenderlo al decir que "el enemigo busca mejorar su posición negociadora". Hasta hace pocos meses el gobierno de Zelenski se negaba a hablar de conversaciones de paz, y menos bajo las condiciones que ponía Moscú: entregar las provincias del este y convertirse en un país neutral, entre otras. Ya antes del operativo en Kursk había señales de que Kiev estaría de acuerdo en algún tipo de diálogo. Quizás era la situación militar o, tal vez, la percepción de que la opinión pública ucraniana estaba variando y se mostraba más dispuesta.
Según una encuesta de finales de junio, realizada por un centro de estudios de Kiev, el 44 por ciento de los ucranianos consideraba que era tiempo de sostener conversaciones con Moscú, mientras el 35 por ciento sostenía que no había razones para hacerlo. Más del 80 por ciento rechazaba entregar las provincias del este a Rusia, y el 77 por ciento se oponía a que se le levantaran las sanciones por la invasión.
Es temprano para saber si la situación en la que queda Ucrania después de su ofensiva en Kursk será favorable para una negociación provechosa o si deberá esperar a reforzar esa posición con nuevas victorias, ante el peligro de la respuesta rusa y a la espera de que Occidente mantenga su respaldo. Por ahora, ha podido contar con la ayuda financiera y en armas que ha hecho la diferencia, pero, ante el peligro de un escalamiento, puede que se debilite la voluntad de los aliados. Por otra parte, un factor de incertidumbre es el resultado electoral de noviembre en Estados Unidos. Se sabe que Donald Trump no ha estado de acuerdo con la ayuda a Kiev y un regreso suyo podría hacer las cosas más difíciles para Zelenski.
Entrar a territorio ruso parecía imposible para Ucrania, pero la avanzada de estas semanas mostró las vulnerabilidades de las defensas militares rusas en una zona de fronteras porosas, lo que le permitió capturar unas 80 localidades y más de mil kilómetros cuadrados en la región de Kursk. La ofensiva fue a una escala mayor, con tropas mejor preparadas que otras anteriores, utilizando tanques, blindados, drones, misiles y artillería provistos por Occidente. Kiev parece haber aprendido la lección de la fallida contraofensiva del año pasado, cuyo anuncio con meses de anticipación les permitió a las fuerzas rusas estar más que listas para la defensa. Esta vez, el secretismo fue total: los mismos soldados supieron recién el día anterior que se movilizarían, y algunos comandantes no conocían sino parte del plan. Las fuerzas rusas mostraron descoordinación y poca planificación para repeler el ataque. Cientos de soldados se rindieron sin presentar resistencia, golpeando al mando militar, duramente reprendido por Putin frente a las cámaras de televisión. Esta fue una humillante prueba para el gobernante, que vio derrumbado su relato de que Rusia es invencible, por lo que Ucrania debía someterse a sus dictados.
En estos últimos meses y sobre todo ante la incapacidad de los ucranianos de recuperar su territorio, el Kremlin había podido sostener, tratando de convencer a Occidente, que solo era cuestión de tiempo para que los ucranianos se rindieran. En cambio, lo de Kursk mostró las debilidades de las fuerzas de Rusia y la capacidad de Ucrania para causarle dolorosas derrotas. Kiev debe estar a la expectativa de una represalia, que posiblemente será contundente. Nada puede descartarse en la respuesta del Kremlin, que había establecido como "línea roja" sus fronteras; incluso, más de una vez ha amenazado con recurrir a su arsenal nuclear. Es improbable que use armas de ese tipo para expulsar a las tropas vecinas, pero sí podría castigar duramente las ciudades ucranianas con ataques de misiles y drones, como ya lo ha estado haciendo.
Por otra parte, si bien las tropas de Kiev tuvieron éxito en Kursk, los rusos han seguido avanzando en la región del Donetsk, donde están a punto de capturar una importante localidad, vital para la línea de abastecimiento de las fuerzas ucranianas.
Con todo, Ucrania logró un gran éxito, dejó descolocado a Moscú y levantó la moral de las tropas y de la población, tras meses de escasos logros y muchos fracasos, demostrando a Occidente que está determinada a defender su integridad, y que la ayuda recibida se está bien utilizando. La incógnita es si podrá sostener sus posiciones o retirará tropas a su lado de la frontera.
Por ahora, según dijo el Presidente Volodimir Zelenski, tiene decidido mantener la ocupación, para proteger esa región y porque "mientras más tropas rusas sean destruidas en la frontera, más cerca estará la paz y seguridad de Ucrania". Ucrania, ataque relámpago Sorpresiva como fue, la incursión de tropas de Ucrania en territorio ruso puede cambiar el curso de la guerra y persuadir a Rusia de que la victoria total a la que aspira Vladimir Putin es una ilusión. Con su capacidad bélica potenciada, Kiev está en mejor pie para enfrentar lo que viene del conflicto y una eventual negociación con Moscú para un cese el fuego..