Autor: Diario Concepción
Relatos de hospital en el 27/F: el turno de la emergencia y el cartel que movió la solidaridad
Historias inéditas del personal de salud que prestó auxilio a cientos de personas durante la catástrofe y que hoy, a quince años de lo acontecido, se revelan en un nuevo aniversario del terremoto y tsunami.
MEMORIAS DEL PERSONAL DEL HGGB DE CONCEPCIÓN FOTOS: SERVICIO DE SALUD CONCEPCIÓN FOTO: SERVICIO DE SALUD CONCEPCIÓN Relatos de hospital en el 27/F: el turno de la emergencia y el cartel que movió la solidaridad contacto@diarioconcepcion.cl MEMORIAS DEL PERSONAL DEL HGGB DE CONCEPCIÓNProbablemente todos los habitantes del Biobío, que vivieron el terremoto y tsunami del 2010, tienen historias vinculadas a esa fecha y, sin duda, aquellas podrían servir para formar parte de diversos artículos periodísticos para conmemorar esa fecha.
Pero, hay otras que agregan tintes distintos, vinculados a la solidaridad, al compromiso y al lema de “servir a los demás”. Así se pueden enmarcar las vivencias de parte del personal de salud que trabajó en el Hospital Regional Guillermo Grant Benavente durante el periodo en que aconteció la catástrofe.
Quince años han transcurrido, sin embargo, los médicos anestesiólogos Francisco Garrido y Joel San Martín, junto con Mónica Carrillo, Técnica en Enfermería (TENS), describen con claridad lo que fue el 27F en el principal recinto de salud del sur de Chile. A continuación, sus experienciasEl médico de turnoEl doctor Francisco Garrido (57), con 43 años en esa época, estaba de turno en el anestesiólogo del Hospital Regional de Concepción. “En ese tiempo éramos dos anestesistas y además habían becados que nos acompañaban. Por lo que estaba en el turno con la Doctora Paula Carrasco y el Doctor Ricardo Fuentealba”, comentó. A eso de las 3:30 A.M., había dos personas esperando para ingresar a pabellón. Uno de ellos con anestesia regional y otro con anestesia general.
“Con esos dos pacientes estábamos trabajando en el pabellón a la hora del terremoto y una vez que logramos reponernos del impacto, tuvimos que sacar inmediatamente del edificio al paciente con anestesia regional, porque el área del pabellón tuvo daños importantes. No había agua, se desprendieron pedazos de pared y no sabíamos si eso iba a colapsar o no”, explicó Garrido. El doctor dijo que normalmente los hospitales están hechos para que no colapsen frente a catástrofes, ya que son unidades de refugio y deben permanecer habilitados para que las personas puedan recibir atención médica. “Pero en este caso el edificio no resistió”, aseguró el profesional. “A la paciente con anestesia general tuvimos que esperar para poder despertarla. Una vez que lo logramos, la pasamos a una camilla y la bajamos al hombro por las escaleras. Su primera imagen al despertar en el estacionamiento del recinto fueron las estrellas de esa noche”, agregó.
A eso de las 7 de la mañana pudieron retomar las actividades quirúrgicas en otro recinto que era el centro de atención ambulatoria del hospital, la cual estaba recién inaugurada “Nunca me olvidaré de mi colega, la doctora González. Apareció como a las 6 de la mañana y se presentó al turno a ayudar, porque dijo que esa era su obligación. Así fue como aparecieron tantos otros médicos y funcionarios a colaborar, ayudar y ver qué es lo que podían hacer”, relató el anestesiólogo. En un momento de la noche, los funcionarios médicos vieron la explosión de la Facultad de Química de la Universidad de Concepción. “En algún momento alguien nosdijo “prepárense, porque vienen muchos heridos y muertos, porque se cayó un edificio. Luego supimos que fue el desastre de la torre ahí en Carrera. Sin embargo, no recibimos tantos pacientes graves esa noche, porque se demoraron mucho en evacuar. Los más complejos llegaron durante el transcurso de la mañana”, dijo el médico. El doctor valoró significativamente toda la ayuda recibida por parte de las personas. Recordaba a Mónica Carrillo, quien vivía en Coronel y trabajada en el área de posoperatorio. “Ella estuvo todos los días trabajando con nosotros y tenía un cartel que decía “Coronel” por un lado y “Hospital Regional” por el otro. En las tardes se devolvíacon su cartelito hasta que alguien la llevaba a su comuna”, detalló. Algo que lamenta mucho el doctor Garrido es la situación social que se desató durante la catástrofe, señalando que, si el control se hubiera mantenido, no habría sido tan difícil atender las emergencias. “Hemos enfrentado distintas crisis, pero por desgracia, creo que en general sigue habiendo un nivel de desorden social y de egoísmo. Describiría esta fecha como lo mejor de mucha gente y lo peor de otras”, relató el profesional de la salud. Francisco Garrido complementó que, más allá de un tema contractual, los funcionarios del área de la salud trabajan por la gente y cuando la gente necesita. “Y muchas veces hayque poner un poco en segundo plano las angustias personales, pero hay que responder a las necesidades de la gente. Eso yo creo que es una enseñanza que uno trata de transmitir a las nuevas generaciones”, declaró. El cartel para “hacer dedo”El transporte durante los primeros días tras el 27F fue un gran problema. El corte de calles y de puentes, junto con la casi nula movilización, era una gran dificultad para cada jornada. Sumado a aquello, hubo personal de la Salud que no detuvo sus funciones y todos los días debía enfrentar aquel desafío. Mónica Carrillo (63) es técnica en Enfermería de Nivel Superior (Tens) y ha trabajado durante 35 años en la Unidad de Pabellón, Anestesia y Recuperación del Hospital Regional en Concepción. Inclusive, la profesional se encontraba ahí en el momento que ocurrió la emergencia. Mónica para el terremoto de 2010 vivía en Coronel, precisamente en Camilo Olavarría, y tras el 27F buscó alternativas para trasladarse hasta el recinto asistencial todos los días. En base a aquello, la profesional de la Salud cuenta que nunca tuvo problemas de transporte gracias a un cartel que fabricó con sus propias manos. La principal característica del elemento visual que elaboró sólo con cartón era que tenía dos caras, una que decía Hospital Regional y otra que decía Coronel. “Decía Hospital Regional, cuando yo estaba de camino hacia allá, y cuando venía desde el hospital decía Coronel”, explicó Mónica sobre el uso de su cartel para movilizarse, por casi dos meses, tras la catástrofe. “Me tomaba de todo, todas las veces, y me pararon camionetas 4x4, jeeps, autos cototos. Nunca me“Hemos enfrentado distintas crisis, pero por desgracia, creo que en general sigue habiendo un nivel de desorden social y de egoísmo. Francisco Garrido, médico anestesiólogo y académico de la UdeC. ”noche. Allí estaba, según describió, la doctora Urrutia, quien, a criterio de Marchant, jugó un rol muy importante al igual que otros colegas que permanecían en el área administrando la anestesia. Posteriormente, el trabajador del área de salud bajó a la sala urgencias y allí ayudó al médico jefe de turno que estaba para lo que necesitara, como, por ejemplo, suturas, curaciones, etc. En ese entonces, Marchant declaró que también estaba cumpliendo una jefatura en el Sanatorio Alemán, ya que el centro no contaba con anestesiólogo. Junto a otros colegas siguió con sus labores médicas, porque había doctores que aún no llegaban o estaban de vacaciones. “Seguimos trabajando tanto en la parte pública como privada, porque no podíamos dejar de atender pacientes. Había casos en los que hubo que atender partos o cesáreas. Uno se queda con la imagen simbólica de lo que fue ese periodo, más allá de los saqueos y la destrucción. Yo creo que lo más importante en esas situaciones es que tienes que firmar un compromiso con la labor para la que uno se está formando. Los pacientes no podían quedar botados sin atención”, manifestó Joel Marchant. “Fui médico general de zona anteriormente y esa experiencia me permitió suturar, colocar vendas de yeso, movilizar extremidades inferiores y todo ese tipo de cosas fuera de mi especialidad. Pero dicha situación no se comparaba con ninguna otra que haya vivido”, expresó el profesional de la salud.
Respecto a la infraestructura, el doctor Marchant contó que el área del monobloc del Hospital Guillermo Grant Benavente, a pesar de ser un edificio antiguo, soportó bastante bien, “mejor que la parte más nueva del hospital”. El doctor agregó que “sí es cierto, hay que mejorarla, porque un centro médico no se puede venir abajo frente a una catástrofe como esa. Por otro lado, teníamos los recursos suficientes para atender y eso sigue siendo así. Lo beneficioso también es que existen ahora los planes de evacuación, por tanto, hay instrucciones que nos van permitiendo estar más preparados”. “Hay muchas cosas que hicieron frente a esta situación. Cuando hay crisis, la gente de salud saca lo mejor de sí. Eso fue algo muy destacable, la solidaridad y preocupación por el paciente. Toda esa situación dejó una enseñanza que hay que tomar y estar siempre practicando desde el punto de vista de cómo estamos entrenados. Eso yo diría que es lo que se ha ganado”, calificó Marchant. OPINIONESTwitter @DiarioConce contacto@diarioconcepcion.clsub í en un cacharro”, contó la profesional de la Salud, entre risas, al recordar su experiencia. Asimismo, Mónica en su relato enfatizó que “todos me llevaban hasta el hospital, era lo más loable de la gente.
De todos esos dos meses que tuvimos reforzando turno no tuve ni un problema, al contrario, toda la gente era muy amable”, Además, agregó que algunas veces hasta el personal militar que se encontraba desplegado la ayudó a tomar algún tipo de movilización.
Sobre su principal motivación para trasladarse todos los días hasta Concepción, a pesar de las dificultades que tenía, incluyendo cruzar caminando el Puente Llacolén, la profesional afirmó que “los primeros días no llegó nadie de los compañeros a relevarnos. Y la verdad, yo decía, ¿cómo vamos a dejar todos?, alguien tiene que ayudar, alguien tiene que estar ahí. Y bueno, si no está uno, estará el otro compañero, y así empezamos más y más.
Pero, en un principio, le insisto, no llegó nadie a relevarnos”. Cuando el deber llama“Yo me encontraba de vacaciones en el campo con mi familia”, contó el también médico anestesiólogo y profesor de la UdeC, Joel Marchant.
“Una vez que se produjo el terremoto, conversé con mi esposa y mis hijos y les dije que tenía que ponerme a disposición de mi trabajo, porque lo más probable es que faltaran manos para la atención de los pacientes y también para poder ayudar a la organización de cómo se iban a distribuir y movilizar los pacientes”, determinó. Cuando el profesional llegó a Concepción, inmediatamente se puso en servicio ayudando a los colegas que habían trabajado toda la.
Relatos de hospital en el 27/F: el turno de la emergencia y el cartel que movió la solidaridad contacto@diarioconcepcion.cl MEMORIAS DEL PERSONAL DEL HGGB DE CONCEPCIÓNProbablemente todos los habitantes del Biobío, que vivieron el terremoto y tsunami del 2010, tienen historias vinculadas a esa fecha y, sin duda, aquellas podrían servir para formar parte de diversos artículos periodísticos para conmemorar esa fecha.
Pero, hay otras que agregan tintes distintos, vinculados a la solidaridad, al compromiso y al lema de “servir a los demás”. Así se pueden enmarcar las vivencias de parte del personal de salud que trabajó en el Hospital Regional Guillermo Grant Benavente durante el periodo en que aconteció la catástrofe.
Quince años han transcurrido, sin embargo, los médicos anestesiólogos Francisco Garrido y Joel San Martín, junto con Mónica Carrillo, Técnica en Enfermería (TENS), describen con claridad lo que fue el 27F en el principal recinto de salud del sur de Chile. A continuación, sus experienciasEl médico de turnoEl doctor Francisco Garrido (57), con 43 años en esa época, estaba de turno en el anestesiólogo del Hospital Regional de Concepción. “En ese tiempo éramos dos anestesistas y además habían becados que nos acompañaban. Por lo que estaba en el turno con la Doctora Paula Carrasco y el Doctor Ricardo Fuentealba”, comentó. A eso de las 3:30 A.M., había dos personas esperando para ingresar a pabellón. Uno de ellos con anestesia regional y otro con anestesia general.
“Con esos dos pacientes estábamos trabajando en el pabellón a la hora del terremoto y una vez que logramos reponernos del impacto, tuvimos que sacar inmediatamente del edificio al paciente con anestesia regional, porque el área del pabellón tuvo daños importantes. No había agua, se desprendieron pedazos de pared y no sabíamos si eso iba a colapsar o no”, explicó Garrido. El doctor dijo que normalmente los hospitales están hechos para que no colapsen frente a catástrofes, ya que son unidades de refugio y deben permanecer habilitados para que las personas puedan recibir atención médica. “Pero en este caso el edificio no resistió”, aseguró el profesional. “A la paciente con anestesia general tuvimos que esperar para poder despertarla. Una vez que lo logramos, la pasamos a una camilla y la bajamos al hombro por las escaleras. Su primera imagen al despertar en el estacionamiento del recinto fueron las estrellas de esa noche”, agregó.
A eso de las 7 de la mañana pudieron retomar las actividades quirúrgicas en otro recinto que era el centro de atención ambulatoria del hospital, la cual estaba recién inaugurada “Nunca me olvidaré de mi colega, la doctora González. Apareció como a las 6 de la mañana y se presentó al turno a ayudar, porque dijo que esa era su obligación. Así fue como aparecieron tantos otros médicos y funcionarios a colaborar, ayudar y ver qué es lo que podían hacer”, relató el anestesiólogo. En un momento de la noche, los funcionarios médicos vieron la explosión de la Facultad de Química de la Universidad de Concepción. “En algún momento alguien nosdijo “prepárense, porque vienen muchos heridos y muertos, porque se cayó un edificio. Luego supimos que fue el desastre de la torre ahí en Carrera. Sin embargo, no recibimos tantos pacientes graves esa noche, porque se demoraron mucho en evacuar. Los más complejos llegaron durante el transcurso de la mañana”, dijo el médico. El doctor valoró significativamente toda la ayuda recibida por parte de las personas. Recordaba a Mónica Carrillo, quien vivía en Coronel y trabajada en el área de posoperatorio. “Ella estuvo todos los días trabajando con nosotros y tenía un cartel que decía “Coronel” por un lado y “Hospital Regional” por el otro. En las tardes se devolvíacon su cartelito hasta que alguien la llevaba a su comuna”, detalló. Algo que lamenta mucho el doctor Garrido es la situación social que se desató durante la catástrofe, señalando que, si el control se hubiera mantenido, no habría sido tan difícil atender las emergencias. “Hemos enfrentado distintas crisis, pero por desgracia, creo que en general sigue habiendo un nivel de desorden social y de egoísmo. Describiría esta fecha como lo mejor de mucha gente y lo peor de otras”, relató el profesional de la salud. Francisco Garrido complementó que, más allá de un tema contractual, los funcionarios del área de la salud trabajan por la gente y cuando la gente necesita. “Y muchas veces hayque poner un poco en segundo plano las angustias personales, pero hay que responder a las necesidades de la gente. Eso yo creo que es una enseñanza que uno trata de transmitir a las nuevas generaciones”, declaró. El cartel para “hacer dedo”El transporte durante los primeros días tras el 27F fue un gran problema. El corte de calles y de puentes, junto con la casi nula movilización, era una gran dificultad para cada jornada. Sumado a aquello, hubo personal de la Salud que no detuvo sus funciones y todos los días debía enfrentar aquel desafío. Mónica Carrillo (63) es técnica en Enfermería de Nivel Superior (Tens) y ha trabajado durante 35 años en la Unidad de Pabellón, Anestesia y Recuperación del Hospital Regional en Concepción. Inclusive, la profesional se encontraba ahí en el momento que ocurrió la emergencia. Mónica para el terremoto de 2010 vivía en Coronel, precisamente en Camilo Olavarría, y tras el 27F buscó alternativas para trasladarse hasta el recinto asistencial todos los días. En base a aquello, la profesional de la Salud cuenta que nunca tuvo problemas de transporte gracias a un cartel que fabricó con sus propias manos. La principal característica del elemento visual que elaboró sólo con cartón era que tenía dos caras, una que decía Hospital Regional y otra que decía Coronel. “Decía Hospital Regional, cuando yo estaba de camino hacia allá, y cuando venía desde el hospital decía Coronel”, explicó Mónica sobre el uso de su cartel para movilizarse, por casi dos meses, tras la catástrofe. “Me tomaba de todo, todas las veces, y me pararon camionetas 4x4, jeeps, autos cototos. Nunca me“Hemos enfrentado distintas crisis, pero por desgracia, creo que en general sigue habiendo un nivel de desorden social y de egoísmo. Francisco Garrido, médico anestesiólogo y académico de la UdeC. ”noche. Allí estaba, según describió, la doctora Urrutia, quien, a criterio de Marchant, jugó un rol muy importante al igual que otros colegas que permanecían en el área administrando la anestesia. Posteriormente, el trabajador del área de salud bajó a la sala urgencias y allí ayudó al médico jefe de turno que estaba para lo que necesitara, como, por ejemplo, suturas, curaciones, etc. En ese entonces, Marchant declaró que también estaba cumpliendo una jefatura en el Sanatorio Alemán, ya que el centro no contaba con anestesiólogo. Junto a otros colegas siguió con sus labores médicas, porque había doctores que aún no llegaban o estaban de vacaciones. “Seguimos trabajando tanto en la parte pública como privada, porque no podíamos dejar de atender pacientes. Había casos en los que hubo que atender partos o cesáreas. Uno se queda con la imagen simbólica de lo que fue ese periodo, más allá de los saqueos y la destrucción. Yo creo que lo más importante en esas situaciones es que tienes que firmar un compromiso con la labor para la que uno se está formando. Los pacientes no podían quedar botados sin atención”, manifestó Joel Marchant. “Fui médico general de zona anteriormente y esa experiencia me permitió suturar, colocar vendas de yeso, movilizar extremidades inferiores y todo ese tipo de cosas fuera de mi especialidad. Pero dicha situación no se comparaba con ninguna otra que haya vivido”, expresó el profesional de la salud.
Respecto a la infraestructura, el doctor Marchant contó que el área del monobloc del Hospital Guillermo Grant Benavente, a pesar de ser un edificio antiguo, soportó bastante bien, “mejor que la parte más nueva del hospital”. El doctor agregó que “sí es cierto, hay que mejorarla, porque un centro médico no se puede venir abajo frente a una catástrofe como esa. Por otro lado, teníamos los recursos suficientes para atender y eso sigue siendo así. Lo beneficioso también es que existen ahora los planes de evacuación, por tanto, hay instrucciones que nos van permitiendo estar más preparados”. “Hay muchas cosas que hicieron frente a esta situación. Cuando hay crisis, la gente de salud saca lo mejor de sí. Eso fue algo muy destacable, la solidaridad y preocupación por el paciente. Toda esa situación dejó una enseñanza que hay que tomar y estar siempre practicando desde el punto de vista de cómo estamos entrenados. Eso yo diría que es lo que se ha ganado”, calificó Marchant. OPINIONESTwitter @DiarioConce contacto@diarioconcepcion.clsub í en un cacharro”, contó la profesional de la Salud, entre risas, al recordar su experiencia. Asimismo, Mónica en su relato enfatizó que “todos me llevaban hasta el hospital, era lo más loable de la gente.
De todos esos dos meses que tuvimos reforzando turno no tuve ni un problema, al contrario, toda la gente era muy amable”, Además, agregó que algunas veces hasta el personal militar que se encontraba desplegado la ayudó a tomar algún tipo de movilización.
Sobre su principal motivación para trasladarse todos los días hasta Concepción, a pesar de las dificultades que tenía, incluyendo cruzar caminando el Puente Llacolén, la profesional afirmó que “los primeros días no llegó nadie de los compañeros a relevarnos. Y la verdad, yo decía, ¿cómo vamos a dejar todos?, alguien tiene que ayudar, alguien tiene que estar ahí. Y bueno, si no está uno, estará el otro compañero, y así empezamos más y más.
Pero, en un principio, le insisto, no llegó nadie a relevarnos”. Cuando el deber llama“Yo me encontraba de vacaciones en el campo con mi familia”, contó el también médico anestesiólogo y profesor de la UdeC, Joel Marchant.
“Una vez que se produjo el terremoto, conversé con mi esposa y mis hijos y les dije que tenía que ponerme a disposición de mi trabajo, porque lo más probable es que faltaran manos para la atención de los pacientes y también para poder ayudar a la organización de cómo se iban a distribuir y movilizar los pacientes”, determinó. Cuando el profesional llegó a Concepción, inmediatamente se puso en servicio ayudando a los colegas que habían trabajado toda la. Historias inéditas del personal de salud que prestó auxilio a cientos de personas durante la catástrofe y que hoy, a quince años de lo acontecido, se revelan en un nuevo aniversario del terremoto y tsunami. MEMORIAS DEL PERSONAL DEL HGGB DE CONCEPCIÓN FOTOS: SERVICIO DE SALUD CONCEPCIÓN FOTO: SERVICIO DE SALUD CONCEPCIÓN