Autor: Gastón Gaete Coddou, Géografo Académico Universidad Playa Ancha
El legado imborrable de las mujeres en la ciencia Una deuda histórica por saldar
El legado imborrable de las mujeres en la ciencia Una deuda histórica por saldar Atendiendo al título de esta columna, resulta imperativo reflexionar sobre el papel fundamental que han desempeñado las mujeres en el avance científico a lo largo de la historia. A pesar de los obstáculos sistemáticos y la discriminación que han enfrentado, las científicas han dejado una huella indeleble en campos tan diversos como la astronomía, la informática, la física nuclear y la biología molecular. La historia de la ciencia está repleta de ejemplos de mujeres brillantes cuyas contribuciones han sido, en muchos casos, subestimadas, ignoradas o directamente atribuidas a sus colegas masculinos.
El caso de Rosalind Franklin (1920 1958) es particularmente ilustrativo, dado su crucial fotografía de la estructura del ADN, imagen que fue fundamental para el descubrimiento de la doble hélice, pero fueron James Watson, Francis Crick y Maurice Wilkins quienes recibieron el Premio Nobel por este hallazgo en 1962, cuatro años después de la prematura muerte de Franklin. Este patrón de invisibilización y falta de reconocimiento ha sido tan persistente que incluso tiene un nombre el Efecto Matilda, acuñado por la historiadora de laciencia Margaret W. Rossiter (1944 ). Elefecto en cuestión, describe la tendencia sistemática a negar o minimizar las contribuciones de las mujeres científicas, atribuyendo su trabajo a sus colegas masculinos. Sin embargo, a pesar de estos obstáculos, las mujeres han perseverado y han logrado avances revolucionarios en sus campos.
Caroline Herschel (1750 1848), por ejemplo, no solo fue la primera mujer en descubrir un cometa, sino también, la primera en recibir un salario por su trabajo científico en el siglo XVIII, abriendo camino para futuras generaciones de astrónomas.
En tanto, Ada Lovelace (1815 1852), considerada la primera programadora de la historia, sentó las bases de la informática moderna en el siglo XIX, mucho antes de que las computadoras, tal como las conocemos hoy, existieran. Su visión de las posibilidades de las máquinas de cálculo fue profética y sigue siendo relevante en la era digital. El caso de Marie Curie (1867 1934) es quizás el más conocido, pero, no por ello menos impresionante.
Pionera en el estudio de la radiactividad, Curie no solo descubrió dos nuevos elementos (el radio y el polonio), sino a la par, se convirtió en la primera persona en ganar dos Premios Nobel en distintas disciplinas científicas. Su legado no se limita a sus descubrimientos; su determinación y ética de trabajo inspiraron a generaciones de científicos, sin importar su género.
Por su parte, Lise Meitner (1878 1968), a pesar de haber sido excluida del Premio Nobel por el descubrimiento de la fisión nuclear, realizó contribuciones fundamentales a la física nuclear que cambiaron nuestra comprensión del átomo y sentaron las bases para desarrollos tecnológicos que definirían el siglo XX. En tiempos más recientes, científicascomo Margarita Salas (1938 2019), Elizabeth Blackburn (1948 ) y Flora de Pa-blo (1952 ), han continuado empujando las fronteras del conocimiento en biología molecular y genética. Sus investigaciones no solo han ampliado la comprensión de los procesos fundamentales de la vida, sino que también, han abierto nuevas vías para el tratamiento de enfermedades como el cáncer. Estos ejemplos, aunque notables, son solo la punta del iceberg. Por cada científica reconocida, hay innumerables más cuyas contribuciones permanecen en la oscuridad, víctimas de un sistema que históricamente ha favorecido a los hombres en el campo científico.
La pregunta que debemos hacernos es ¿ cuántos avances científicos hemos perdido debido a la exclusión sistemática de las mujeres de la educación y las carreras científicas? ¿ Cuántos talentos han quedado sin desarrollar debido a prejuicios de género profundamente arraigados? Es crucial reconocer que la diversidad en la ciencia no es solo una cuestión de justicia social, sino también de progreso científico. La inclusión de diversas perspectivas y experiencias en la investigación científica conduce a una ciencia más robusta, innovadora y relevante para toda la sociedad. Por ello, iniciativas como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia son fundamentales. No solo para celebrar los logros pasados, sino para inspirar a las generaciones futuras y crear un entorno más equitativo en el ámbito científico.
Necesitamos políticas activas que fomenten la participación de las mujeres en el campo de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) desde edades tempranas, que combatan los estereotipos de género en la educación y que garanticen igualdad de oportunidades en el desarrollo profesional. También es esencial reevaluar y reescribir la historia de la ciencia para dar el debido reconocimiento a las contribuciones de las mujeres. Este ejercicio, no solo corrige injusticias históricas, sino, además, proporciona modelos a seguir cruciales para las niñas y jóvenes que aspiran a carreras científicas. El camino hacia la igualdad en la.