¿Qué provoca los disturbios y cómo responder?
La violencia en las calles británicas ha reabierto un viejo debate sobre las causas del desorden... y qué se puede hacer al respecto. Imon Kuper yan Sheers, de 28 años, no tenía antecedentes penales cuando se acercó a una fila de policías en la ciudad de Hartlepool, en el norte de Inglaterra, con una lata de cerveza. Los empujó y gritó: "¡ Yo les pago el sueldo!”. Un policía se adelantó, conduciendo un perro. "Dale un trago a tu perro", le aconsejó Sheers. El perro lo mordió en el trasero.
Durante su comparecencia ante la Corte de Magistrados de Teesside, Sheers, previamente trabajador de McDonald's, lloró tras admitir que había cometido desórdenes violentos. ¿Qué hace que alguien provoque disturbios? ¿ Por qué las personas le lanzan piedras a la policía mientras decenas de teléfonos las filman, sabiendo que eso podría acarrearles una condena de cárcel que puede arruinar sus vidas? Su decisión podría ser política. Los actuales disturbios británicos —los peores desórdenes en el país desde 2011— expresan claramente el sentimiento antiinmigración. Fueron provocados por el apuñalamiento mortal de tres niñas en Southport y el falso rumor de que el asesino era un solicitante de asilo musulmán. Sin embargo los disturbios no son acontecimientos puramente políticos. Son más emocionales que eso. Entenderlos como una simple cuestión de actores racionales que reclaman políticas específicas es perderse muchas cosas sobre por qué empiezan los disturbios, cómo se extienden y cómo deben responder las autoridades. Los disturbios siguen un patrón secular, aunque con actualizaciones contemporáneas. Suelen estar alimentados por la desinformación.
Los disturbios actuales se desencadenaron por la identificación errónea del presunto asesino (nació en Gales, de origen cristiano ruandés). Otra antigua constante es la creencia de que los alborotadores son manipulados por los líderes políticos, en este caso, el populista Nigel Farage.
Cuestionó si la policía estaba ocultando información sobre la identidad del asesino, y calificó los disturbios de "reacción al miedo, a la incomodidad, al malestar que comparten decenas de millones de personas”. Ha sido muy criticado, y un diputado laborista dijo que el comisario de normas parl mentarias debería considerar sus "peligrosos comentarios”. Sin embargo, desde que el movimien: to francés de los “chalecos amarillos” comenzó a atacar ala policía y las tiendas de lujo en 2018, estamos en una era de multitudes sin líderes. Al igual que internet eliminó a las agencias de viajes minorista está eliminando a los políticos de los disturbios.
Donald Trump sf incitó a sus partidarios a atacar el Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021, "pero él no fue el motor delos disturbios", dice Julia Ebner, investigadora sobre contraextremismo en la universidad de Oxford. Hoy en día, las personas influyentes de las redes sociales son los motores. Ebner dice que estos disturbios han unido a la normalmente extrema derecha en línea, desde el misógino Andrew Tate hasta la nacionalista Alternativa Patriótica, pasando por el islamófobo Tommy Robinson. Es como si el Internet de extrema derecha se hubiera materializado en las calles inglesas. Los alborotadores orgullosos que publican vídeos de sus hazañas propagan el contagio. Cuando quienes difunden la desinformación son expulsados de las principales redes sociales, aparecen en otros sitios.
Como escribió Ebner el año pasado: "Los extremistas llevan cada vez más a sus seguidores a plataformas tecnológicas alternativas. ... Que luego sirven como agujeros de conejo de radicalización, ya que albergan. ?.?. Contenido extremo mientras están totalmente aislados de la información exterior”. Esta vez, "un grupo temáti co de Southport" surgió en Telegram horas después de los apuñalamientos mortales, según reporta BBC Verify. También hay otra constante: los disturbios alcanzan su punto álgido durante las temporadas de verano, cuando es agradable estar al aire libre por la noche.
Un estudio sobre los disturbios ocurridos en 50 ciudades africanas y asiáticas entre 1960 y 2006, realizado por Adam Yeeles, de la Universidad de Texas en Dallas, reveló que el calor aumentaba la probabilidad de "disturbios sociales urb: nos”, con "niveles máximos de disturbios a partir de los 20'C". Los disturbios de 2011 comenzaron exactamente el 6 de agosto, después de que la policía matara en Tottenham a un hombre de raza negra, Mark Duggan. La mayoría de los alborotadores son hombres; de hecho, los disturbios son una afirmación de la masculinidad. Y los disturbios requieren y desarrollan la identidad de grupo. La gente suele amotinarse con las personas con las que se siente conectada. Esos lazos pueden preexistir en la vida real, como en un pequeño pueblo como Southport. O pueden forjarse en línea y profundizarse durante un disturbio, cuando la identidad personal de un r voltoso se funde con la identidad del grupo. Transgredir las normas sociales con otras personas crea un vínculo particular. Forjar identidades de grupo requiere lo que los sociólogos llaman un "Otro": un enemigo que ayude a definir el propio grupo. Ese enemigo puede ser musulmán, como ahora, o judío, como en los pogromos del pasado. En algunos disturbios, el "Otro" es la policía. Los simpatizantes interpretan ahora los disturbios británicos como un discurso político, una versión violenta de, por ejemplo, las marchas por los derechos civiles en EE.UU. Pero la lectura alternativa (no del todo mutuamente excluyente) es que los alborotadores se amotinan porque provocar disturbios es divertido. En ese caso, el paralelismo con los alborotadores de hoy puede encontrarse fuera de la política: en el hooliganismo del fútbol británico. Consideremos las imágenes de los actuales manifestantes en Reino Unido. Hombres de raza blanca, con barrigas cerveceras y banderas inglesas, algunos con jockeys y ropa deportiva, lanzan objetos a la policía. Hay algún que otro saludo o tatuaje nazi. Para los que vimos a los hooligans del fútbol provocar desordenes el siglo pasado, el parecido es imperdible. Incluso los cánticos de los manifestantes son derivados del fútbol.
Las personas que en Leeds portaban banderas inglesas y cantaban "Ustedes ya no son ingleses” a los contramanifestantes, estaban imitando —despectivamente— el cántico tradicional de las gradas, "Ustedes ya no están cantando". La turba de Southport coreaba, comc si aún estuvieran en la Eurocopa 2024, "Inglaterra hasta que me muera”. Comenzó a escribir el libro "porque quería saber por qué los jóvenes ingleses provocaban disturbios todos los sábados". (El hooliganismo en el fútbol británico se ha desvanecido desde entonces Las medidas policiales enérgicas desempeñaron un papel, pero el hooliganismo también parece haber pasado de moda como actividad cultural juvenil). Los hooligans del fútbol no expresaban quejas políticas.
Provocaban disturbios porque era estimulante, Buford describe una "fase feliz, feliz" de cuatro minutos durante la cual "todo el mundo, yo incluido, sentía el placer de pertenecer, el placer de caer bien o ser querido y el placer derivado del poder”. Y la forma más directa de expresar el poder es mediante la violencia; primero contra las propiedades, luego contra las personas. Hay emoción, explica Buford, en "el acto de deshacer las reglas que han hecho los ciudadanos". El momento en que el tejido de la sociedad se desgarra, "la casa se quema”, es estimulante. Escribió: *No conozco mayor emoción". ¿ Cómo responder a los disturbios? Los disturbios son peligrosos. Estamos viendo una vez más ahora que cuando la gente empieza a desgarrar el tejido social, otros la imitan o contraatacan. El lunes, en Birmingham, jóvenes musulmanes armados, que al parecer se habían reunido para contrarrestar una protesta de extrema derecha, atacaron vehículos y un bar. El riesgo son las batallas callejeras entre bandas rivales al estilo de Weimar, con muertos y mártires. Eso podría desencadenar una versión de bajo nivel de la "guerra racial" de la fantasía de la extrema derecha.
Bretaña lo hizo el mes pasado. ¿ Quién eligió a los alborotadores? Sólo el 12 por ciento de la población cree que "quienes causan malestar en las recientes “Hay una constante: los disturbios alcanzan su punto álgido durante las temporadas de verano, cuando es agradable estar al aire libre por la noche”. Protestas” representan las opiniones de la mayoría de los británicos, según la encuestadora You Gov. El partido ideológicamente más cercano alos alborotadores, el Reform UK de Farage, obtuvo el 14 por ciento de los votos en las elecciones generales. El mensaje virulentamente antiinmigrante parece tener aún menos atractivo en un Londres muy heterogéneo, donde hasta ahora no ha habido disturbios. Martin Luther King Jr adoptó en su día una postura similar a la de Farage. Calificó los disturbios de "lenguaje de quienes no son escuchados". Pero, a riesgo de incurrir en una súplica especial liberal, ese argumento es más convincente cuando los alborotadores son minorías. En la década de 1960, los afroestadounidenses eran pobres, estaban discriminados y representaban alrededor del 10 por ciento de la población estadounidense. No podían incluir sus preocupaciones particulares en la agenda política nacional mediante el voto. En cambio, los alborotadores británicos de hoy son gente de raza blanca en pueblos de clase trabajadora. Alrededor del 82 por ciento delos británicos son de raza blanca, y el 52 por ciento se describen a símismos como "clase trabajadora", según el informe British Social Attitudes del año pasado. Esto sugiere que más del 40 por ciento de los votantes se autoidentifican como clase trabajadora de raza blanca. Es suficiente para que se escuchen sus preocupaciones sin necesidad de tirar piedras.
De hecho, desde 2016, los conservadores y los simpatizantes del Brexit han adaptado suatractivo a las clases trabajadoras de raza blanca, o —como se refieren a ellos— a la "gente común y corriente” Los gobiernos rara vez escuchan a los manifestantes.
En 2011, el primer ministro, David Cameron, descartó cualquier búsqueda de motivos y calificó los disturbios de "pura criminalidad”. El entonces director de la fiscalía pública, Keir Starmer, mantuvo abiertos las cortes por la noche para juzgar a los alborotadores.
Más tarde explicó que los alborotadores "apuestan por: ¿ Me van a atrapar? ¿ Me van a condenar y enviar a la La población reclusa británica pasó a 88,000 personas tras los disturbios en Reino Unido.
Hoy, como primer ministro, Starmer respalda a la policía para que tome "todas las medidas necesarias” contra los "matones", Ebner recomienda retirar inmediatamente la información errónea de las redes sociales y prohibir el acceso a los actores malintencionados. Una vez que se difunden las falsedades, dice, es demasiado tarde para desmentirlas. Starmer parece querer impedir que se formen disturbios. Propone "inteligencia compartida, un mayor despliegue de la tecnología de reconocimiento facial y medidas preventivas, órdenes de comportamiento delictivo para restringir sus movimientos, antes incluso de que puedan subir a un tren. Lo mismo que hacemos con los hooligans del fútbol”. Pero los pueblos británicos también necesitan encontrar formas de crear un sentimiento de comunidad que trascienda las etnias. Las iglesias, los sindicatos y los partidos políticos llevan décadas reduciéndose. Días antes de las elecciones de julio, reporté desde pueblos en los que quizá una de cada mil casas tenía un cartel de campaña en la ventana. El cuarenta por ciento de los votantes con derecho a voto en el Reino Unido estaban demasiado desmotivados para votar. Desde la pandemia de Covid-19, los lugares de trabajo se han vaciado y muchos británicos han abandonado el empleo, probablemente debido a la mala salud. La gente vive cada vez más sola y pendiente de sus teléfonos. La sensación de comunidad que experimentan los alborotadores no es común.