Oda al tamarugo
Oda al tamarugo "N uestro desierto del n o r t e e s quizás el más antiguo del mundo. Nació como desierto, es decir, no es un lugar que alguna vez estuvo cubierto de bosques y que luego, por cambios climáticos, llegó a convertirse en desierto. No.
Nuestro desierto nació desierto y por ello se dice que es un desierto geológico: no hay huellas de vida vegetal o animal; no parece que haya estado sometido a la acción de glaciares". Publicada en 1976, en la revista de divulgación científica Expedición a Chile, esta contundente descripción encuentra matices en circunstancias específicas. Como la del área entre Arica y el río Loa, donde el desierto normal es modificado por la presencia de una gran cantidad de quebradas y de la Pampa del Tamarugal.
En una costra de arena y sal, la imponente presencia del endémico tamarugo (Prosopis tamarugo) se manifiesta en su altura, que alcanza los 20 metros, y en su enjambre de ramas suspendidas desde un tronco grueso, de corteza rugosa, pardo-oscura y con pequeñas fisuras, como buscando absorber al viento y filtrar la sombra que sostiene.
A esto se suma su combinación de colores: el ocre-rojizo de su madera, el verde absoluto de sus numerosas hojitas con forma de pluma, y el amarillo que tiñe cilindros alargados que agrupan a sus flores y albergan a sus frutos: una vaina plana y curvada con hasta 12 semillas castañas en su interior, un verdadero tesoro forrajero.
La dispersión del tamarugo en el territorio, como queriendo abarcar la inmensa planicie, responde a la necesidad de desplegar una red de raíces laterales y verticales en busca de agua subterránea, proveniente de corrientes que nacen en la alta cordillera.
Su disposición aislada refleja también los planes de forestación iniciados en los años 60, que han permitido reponer algo de las hectáreas perdidas tras intensas talas en busca de agua, combustible y material de construcción para oficinas salitreras y puertos guaneros. Pese a estas acciones y a la creación de la Reserva Nacional Pampa del Tamarugal, en 1987, el tamarugo sigue siendo una especie vulnerable. Las napas freáticas que lo abastecen alimentan también a la ciudad de Iquique, y a actividades mineras y agrícolas, extrayéndose cuatro veces más agua de la que ingresa naturalmente. Alto, robusto, acogedor.
Necesitamos cobijarnos en la sombra del tamarugo, imaginarnos su otrora "selva enmarañada" en medio de una estepa árida, alimentarnos de la miel que se extrae de sus flores, y respetarlo como un verdadero monumento natural, mientras el proyecto de ley para declararlo como tal descansa desde 2015 en el Congreso Nacional. Oda al tamarugo PAISAJES IDEADOS FABIÁN RIVAS Pese a estas acciones y a la creación de la Reserva Nacional Pampa del Tamarugal, en 1987, el tamarugo sigue siendo una especie vulnerable. Romy Hecht Arquitecta e investigadora UC.